♧ ; veintinueve

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Si a Seokjin le hubiesen dicho tiempo atrás que estaría en casa de otro alfa, con el olor de este impregnado en su piel, y pintando las uñas de dicho alfa y su mejor amigo... habría pensando que perdieron la cabeza.

Porque ahí estaba sentado en el comedor, la comida recogida y reemplazada por limas y dos barnices de uñas que Yoongi tenía en su armario. Uno era negro, otro era de un tono turquesa, y Seokjin sospechaba que los había comprado con esa intención. Luego Yoongi se lo confirmaría. —Planeaba decirte que me las pintaras pero nunca se dio el momento...

—Bueno, ahora te estás quedando lindas —Seokjin sonrió. Ya había pintado las de Hoseok, quién le tomaba fotos a su manicure turquesa. Mickey también había sido victima de su noche de belleza—. Te dije que el negro te luciría bien.

Las manos de Yoongi eran bastante bonitas, la decoración del negro hacía un estético contraste con su pálida piel. Todos los bordes estaban limpios, Seokjin se había encargado de eso. Adoraba arreglar sus uñas y eso se reflejaba a la perfección.

—No lo dudo, me veo lindo —Yoongi sonrió también, acercándose repentinamente hasta robarle un beso en la comisura de sus labios. Aparentemente no le apenaba hacerlo delante de su amigo tal como a Seokjin sí—. Pero no como tú. Eres el omega más bonito.

—Exagerado —el mencionado chasqueó su lengua, ambas mejillas compartiendo un tono rosáceo a contraste de su fingida mala mirada que fue dirigida al alfa pálido—. Solo lo dices para robarme besos y... Eso.

—¿Eso qué? —el alfa casi se reía, meneando sus cejas mientras Seokjin arrugaba la nariz y se concentraba en terminar con sus uñas.

En la otra silla eran observados por Hoseok, sonriente y pleno ante la imagen frente a él. Era visible la alegría que le causaba ver feliz a alguien tan importante para él, tan feliz que su presencia quizás debía posponerse para otro día. —Seokjin, fue un placer enorme conocerte —Hoseok se levantó con su teléfono en una mano y Mickey en el otro brazo, este lamiendo sus dedos antes de que estornudara por el olor al barniz—. Amé mis uñas y molestar a Yoongi, pero ya es tarde y tengo mucho sueño.

—Oh... Fue un placer también para mí, y extrañaré a Mickey —el omega se levantó de inmediato para despedir a Hoseok, recibiendo un corto abrazo por parte de este. Su aroma era increíble, así que fue tomado de maravilla.

—¡Debo traerlo a jugar! Y tenemos que salir pronto. A Yoongi le encanta que vayamos al arcade —Hoseok meneó sus cejas ante el mencionado, mirándole nuevamente a él después—, así que tendrás que venir con nosotros pronto.

La despedida fue corta y no mucho después Seokjin se hallaba sentado en el sofá junto a Yoongi, este soplaba sus uñas y las veía son suavidad en toda su expresión. Seokjin lo apreciaba demasiado, sentirse útil era algo a lo que se aferraba y propiamente le fue negado en cuantiosas ocasiones. Sin embargo estaba ahí, sintiéndose tan feliz que su corazón podría salírsele del pecho.

Noches como esa eran lo que Seokjin ansiaba tener en su día a día, saborear el resquicio de calidez y cariño por mucho que no lo hubiese tenido. Allí estaba frente a él Yoongi, el omega sentado de lado con sus piernas encogidas frente a su cuerpo. —Mi celo llegará pronto...

La cabeza de alfa pálido se alzó de inmediato como la de un ciervo, sus ojos gatunos de color café taladrando hacia su dirección con interés poco enmascarado. —¿De verdad?

Seokjin asintió, sus labios unidos en un puchero pequeño como un círculo de color rosa en su rostro. —Usualmente lo arrastraba con supresores, pero esta ve decidí dejarlos- por mi salud, y además ya no tiene punto. No necesito supresores ni anticonceptivos.

—Seokjin, los celos sin un nudo son... dolorosos, ¿Estas seguro? —Yoongi enarcó una ceja, y por supuesto que Seokjin era conocedor de tan lamentable información. Su último celo lo había pasado sin alfa, y había sentido que su piel ardía y su estómago se volteaba ante cualquier movimiento, dejando hormigueos y espasmos similares al de una fuerte fiebre—. Tu esposo...

—Taehyung no pasa celos conmigo desde hace meses —Seokjin cortó con un chasquido de lengua, jugando con sus dedos en su regazo antes de alzar a medias la mirada rumbo a Yoongi—. Y no quiero seguir empeorando mi salud, no es sano durar meses y meses sin celos. Por mucho que me cuesten prefiero enfrentarlo.

—Yo podría- —Yoongi se mordió la lengua, sus mejillas adquiriendo calor en vergüenza por su arrebato poco pensado—. Olvídalo.

—Me encantaría llegar a pasar mi celo contigo —el omega sonrió un poco, su expresión avergonzada similar a la contraría—. Pero aún es muy pronto. Es un paso muy grande y necesito resolver mi situación antes. Este mes... Lo mejor es que lo pase solo.

Yoongi asintió rápidamente, tomando las manos del castaño hasta ponerlas sobre sus hombros y con sus manos lo tomó de la cintura. Seokjin fue sentado en el regazo del alfa, quien si bien con cierta timidez aún mantenía el contacto que ambos tanto ansiaban, sus pulgares acariciando el abdomen del omega por encima de la tela. —No tienes que darme explicaciones, tu celo es tuyo. Es solo que prefería que lo pasaras conmigo a que fueras... no sé, a una Casa Omega.

—Nunca he ido a una —musitó, encogiendo los hombros antes de restarle importancia. Ir a esos lugares donde omegas iban para pasar sus celos no estaba entre sus planes—. Lo más probable es que vaya a casa de mis padres, además necesito hablar con ellos.

Yoongi asintió de nuevo, besando los labios de Seokjin. Fue un contacto largo pero simple en su comisura, sonriendo al separarse. Para el omega significaba demasiado tener la confianza de poder hablar con alguien sobre temas que antes le avergonzaban por completo.

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Arreglar las cosas no había sido fácil. Jimin estaba reacio a todo lo que tuviese que ver con él, olía a omega herido y Taehyung tenía claro que era su culpa. Su omega estaba sufriendo y era todo culpa suya, algo que requería solución inmediata... para bien o para mal. Sin embargo él se hallaba aterrado; e intentaba con creces enmascarar su aroma, lo último que necesitaba era alterar aún más a Jimin.

Este besó su sien en el momento en que puso el plato de comida frente a él. Taehyung no sabía casi ni lavar un plato, y si bien Jimin no era muy amante de la cocina prefería hacerse cargo de aquello. El filete de carne se veía apetitoso, haciendo que su estómago rugiera, pero Taehyung tenía otras cosas en mente mucho más importantes que sus necesidades básicas. —Hablaré con mi padre mañana.

Jimin suspiró, el cansancio deformando sus facciones. Poseía bolsas bajo sus ojos y sus mejillas estaban hundidas, no solo por el agotamiento sino por la pérdida de peso debido a los vomitos que le daban el buenos días cada mañana. —No quiero forzarte a nada, Tae... ¿No es más sencillo hablar con Seokjin primero y luego atenerte con Jaehan?

Su padre lo atemorizaba. Había sido un hombre rebelde en su adolescencia, según sus anécdotas, pero al ser enviado a campamentos militares por sus padres se había endurecido más de la cuenta. Casándose con su madre, una heredera de una línea de antiguos hoteles, aseguró su herencia y tuvo dos hijos. Él y su hermana. Había tenido la vida perfecta tras estudiar derecho y administración de empresas, obligándolo a estudiar lo mismo mientras que su hermana se instruía en contaduría para tenerles al mando de su firma de abogados. Era grande, era exitosa, pero los despilfarros y deudas le tendieron la soga al cuello.

Lo salvaba su vieja amistad con Dongyul Kim. En sus tardes familiares ambos amigos les habían relatado cómo se conocieron en el campamento militar. Dongyul también era un adolescente descarriado, y según la mala lengua de su madre había estado pretendiendo casarse con un omega de clase media hasta que sus padres le pusieron un alto. Dongyul se casó con Hyemi cuando ambos eran bastante jóvenes, había heredado la empresa de metalurgia fundada por su bisabuelo tras la muerte de su padre y estaba más que bien establecido.

Siempre tuvo más dinero, siempre su esposa fue una abeja reina y los entornos sociales. Chanyeol era un genio, el alfa ideal, y tenía el poder de la palabra, un carisma envidiable y la suerte de enlazarse con un omega de buena familia. Seokjin era un omega perfecto, servicial, fiel, físicamente hermoso, dócil. Taehyung sabía más que bien la envidia forjada en el interior de su padre hacia la vida de los Kim. No hacía falta analizar mucho la situación.

Por eso accedió al matrimonio con el menor de esa familia, a quien Taehyung había visto crecer pero sin desarrollar ningún tipo de interés más allá de lo amistoso. Él había deseado aprovechar su juventud, no casarse tan joven, y sabía que era debido a la insistencia del omega y el capricho de la madre de este desde que era un par de niños. Le amargaba el hecho.

Intentó convencerse de que podía enamorarse. Seokjin era hermoso, el ser más precioso que había visto el día de su boda, con su traje blanco con diseños y encajes intrincados y las flores colgando en sus mechones castaños. Jamás había visto al omega tan feliz, y se dijo a sí mismo todo estará bien.

Pero no lo estaría, porque la convivencia era el peor de los males para una unión sin amor, y Taehyung tenía otro tipo de gustos e intereses que Seokjin jamás alcanzaría. Cada noche juntos le indicaba que no funcionaría, y aún así lo intentó, se esforzó en aprovechar el tesoro entre sus manos aunque no era lo que buscaba. Seokjin era una fortuna que Taehyung no quería, y había sido demasiado cobarde y egoísta de dejarla en su lugar para quién realmente quisiera valorarla.

No era por sus problemas de fertilidad. Nada de eso le importaba. Simplemente... Su lobo ansiaba a otro omega. A aquel que lo había insultado en el ascensor por llevarlo a un piso que no era, sin darse cuenta de que era el jefe con el que tendría su entrevista.

Estaba todo en una balanza. Su padre lo odiaría por no querer intentar tener un hijo con su esposo, también lo odiaría si lo dejara y obligase a su padre a dejar de ser un parasito de Dongyul Kim. De cualquier forma, su padre lo odiaría, así que lo que hiciera no importaba. Debía dejar a Seokjin si quería mantener a salvo a su omega y a su futuro hijo.

—No te preocupes. Es algo que tengo que hacer —besó el vientre de Jimin sobre la tela de su camisa de algodón negra, recibiendo una caricia en sus cabellos castaños que lo hicieron sonreír a pesar de todo—. No tengo una solución inmediata, amor, pero haré todo lo que sea para que estemos bien. Por lo único que debes preocuparte es de estar tranquilo, dormir bien y comer bien.

—¿Qué tanto? Puedo ayudarte con lo que sea —estaba desesperado, se notaba en sus oscuros ojos. Temeroso de que Taehyung fallara en su palabra y las cosas siguieran iguales.

—Necesito primero que nada sacar dinero a mis cuentas, las privadas, sin alertar mucho a mi padre. De hecho pasaré la mitad a la tuya. Luego hablaré con mi padre, e iré buscando comprar una propiedad mejor que este apartamento para nosotros. Un lugar donde no tengamos que movilizarnos cuando el embarazo avance —acarició la espalda de Jimin a medida que hablaba, repartiendo algunos besos en su vientre que fueron suavizando el aroma del omega—. Necesito tiempo mientras ordeno todo y mientras busco un abogado que mi padre no conozca para tramitar el divorcio. Luego... Hablaré con Seokjin.

—Hazlo bien, Taehyung. No... No seas tan duro como siempre lo eres. Es lo mínimo que le debes —debían ser las hormonas, ya que Jimin llevaba tiempo sensible. Al verlo sentarse frente a él sintió su pecho estrujarse. Se veía mal, triste, si bien mucho mejor que antes gracias a su presencia—... Me siento tan culpable. Porque me da pánico pensar que me puedas dejar así, que decidas qué es demasiado problemático y prefieras seguir con Seokjin... Y no quiero imaginarme lo que él ha sentido todo este tiempo o lo que pueda sentir cuando se entere.

—No puedes cambiar nada ni yo puedo hacer que a Seokjin no le duela, Jiminie... —suspiró, observando momentáneamente su fría comida. Era una lástima, pero tenía prioridades—. Y es mejor que se lo diga a que se entere solo o- o que simplemente nunca se entere. Actué mal, pero de qué me sirve la culpa si no puedo cambiar nada.

—Debiste decirle desde que empezamos a vernos...

—Nada hubiese cambiado. Seokjin habría salido herido, además, al principio te gustaba sentir que actuábamos a escondidas —bufó, luego arrepintiéndose de lo dicho al ver a herida expresión de Jimin—. Amor, por favor, no pienses en nadie más que en ti ahora mismo. Estás débil y es todo por tus emociones. Necesitas controlarte.

Jimin asintió, sus manos restregando su rostro mientras se levantaba y tomaba su plato. Iba a calentarlo en el microondas, pero Taehyung lo detuvo antes de que lo levantara. —Ve a dormir, ¿Sí? Yo como y me voy. Pero tú descansa.

—No voy a poder descansar hasta que todo esto se solucione. Habla con tu padre y... Y eso, suerte —con un encogimiento de hombros y un hondo respiro, el omega se arrastró fuera de la cocina.

Taehyung lo observó con una mueca, levantándose para mirar el plato. Quería, ansiaba con fuerzas una vida tranquila con el hombre que amaba. Y si de algo se sentía culpable, era de no haber tomado el camino difícil desde un principio.

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duda... crees q tae haga las cosas bien¿

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