♧ ; uno

『♧』 

Los gemidos que resonaban en aquella oficina eran graves pero poco disimulados. Fuertes estocadas que se compenetraban en golpes secos de piel con piel. El olor a sexo y lujuria podía incluso percibirse con apenas abrir la puerta, lo suficiente para que el aroma de alfa y omega saliese en libertad por los resquicios de aire. Ni siquiera sus perfumes neutralizadores podrían ser capaces de calmar las feromonas enloquecidas.

Y es se trataba simple y llanamente de una prolongada rutina, forjada entre un superior y su subordinado. Kim Taehyung era el jefe que todos podían desear, un alfa atractivo, firme, misterioso pero aún así con un aura agradable que le permitía transmitir confianza en sus trabajadores y hacer de la convivencia laboral un entorno ameno.

Y vaya confianza.

Park Jimin había sido un año atrás un omega soñador y ambicioso, con ansias de comerse al mundo y llegar lejos con sus diseños. Era de los mejores arquitectos de aquella firma, un omega quizás muy malhumorado y sin mucha disposición a primera vista, pero aún así pasional por lo que le interesaba.

Y tanto como diseñar y Taehyung le interesaban por igual.

El matrimonio de Taehyung podía decirse que era perfecto. Estaba unido a un omega, Seokjin, precioso, envidiado por todo alfa que obtuviese un vistazo de este. Sí, en un inicio había sido un lazo obligatorio por acuerdos entre padres amigos, pero había terminado teniendo una joya entre sus manos.

Seokjin era el prototipo de omega perfecto. Dócil, cariñoso, con un aura paternal tan atrayente, y un aroma dulce que era capaz de atraer a cualquier alfa que se le acercara, tan fuerte que la ingesta de supresores era obligatoriamente necesaria por su seguridad.

¿Qué podía fallar en su matrimonio? Realmente, nada. Seokjin se caracterizaba por ser un omega que siempre se quedaba en casa, no hacía muchas preguntas, siempre le esperaba con la cena hecha y dispuesto a recibirle con cariño, abrazos y besos.

En pocas palabras, Taehyung podía pedirle la luna, y Seokjin le aullaría hasta hacerla bajar.

Sin embargo, estaba la existencia de su reciente subordinado, Park Jimin. Un omega nada ordinario, un omega con un carácter rival, un omega desafiante, lo cual lograba excitar a su lobo de formas que su propio omega no podía ni jamás lo haría.

Jimin no era dócil, tampoco un omega al cual mantener con lujos y cosas hasta banales y básicas. Jimin luchaba por sus creencias y era capaz de levantarsele a cualquier alfa. No lo suficiente como para romper la voz de mando, pero sí para sacar a cualquiera de sus casillas. Jimin no esperaba ordenes, él mismo sugería cosas nuevas.

Para Jimin, también podía decirse que estaba en un matrimonio idílico, envidiable, perfecto. Todo tomó forma e inicio hacia ya cinco años, cuando comenzó a ser cortejado por un alfa cinco años menor que él. Un crío insistente y competitivo, decidido a conquistar al mejor amigo de su hermano mayor.

No le había tomado muy en serio, resultándole hasta gracioso, todo cambiando el día en que el niño le salvó el trasero al ser perseguido por dos alfas insistentes. El alfa se había cargado a dos alfas mayores y más fuertes con sólo diecisiete años, ganándose el corazón de su lobo y, con el tiempo, el suyo.

No podía quejarse. Yoongi amaba controlar, pero había aceptado su naturaleza desafiante con la cabeza gacha y rosas todos los viernes. El alfa era una dulzura de persona, y luego de que cumpliera los veinte, se unieron el uno al otro en un matrimonio inolvidable.

Yoongi trabajaba como investigador judicial,  fielmente dedicado a lo que hacía. Amoroso, y le apoyaba en cada uno de sus proyectos aunque no los entendiera la mayor parte del tiempo. Se veía que era un hombre paternal, aunque no fuera ni cercano a su agrado lo posesivo que llegaba a ser.

Porque si no fuese por la ley que impedía que un alfa marcara a su omega hasta después de cuatro años de matrimonio, sabía que Yoongi lo hubiese hecho gustoso con tal de demostrar que era su pertenencia.

Y cuanto odiaba sentirse como una pertenencia.

¿Entonces, si Yoongi era un esposo envidiable, cómo había llegado a los brazos de otro alfa?

Taehyung podía ofrecerle un desafío, sin duda. Era un alfa educado a la antigua, y hacerlo sufrir entre sus brazos por no poder tener el control era placentero y emocionante. Excitante; lograba que su omega interior siseara en confort.

Taehyung no le trataba como si fuese un ser delicado capaz de romperse.

Taehyung le brindaba libertad y amor nunca saturado.

Taehyung era un alfa que experimentaba lo que era tocar el extremo, la adrenalina, todo lo que Yoongi en su temor a dañar su ego de omega liberal no hacía ni tenía pinta de intentarlo por él.

El alfa golpeó una última vez mientras su mano se movía con frenesí en su miembro, logrando un orgasmo casi simultáneo en ambos, el nudo cerniendose a su interior con fuerza hasta resultar algo doloroso —porque joder, mentiría si dijera que Taehyung no estaba bien dotado—, recordándole su lado animal que lo hacía pensar como una bestia sin razonamiento cada vez que se unían.

Luego de varios minutos cómodos y cálidos, jadeando y tratando de recuperar su aliento entrecortado y pesado mientras el nudo desaparecía, Taehyung habló, retirando un par de mechones rubiod pegados a su frente: —¿Te estás cuidando?

La pregunta era casi hasta ofensiva, era obvio y demasiado característico de él cuidarse. Si algo era el motivo de sus peleas con Yoongi, era el hecho de que este deseaba tener cachorros, y él simplemente no quería amarrarse a esas responsabilidades. No mientras siguiese en sus veinte.

—Por supuesto —bufó Jimin, suspirando cuando la carne del  castaño empezó a disminuir en tamaño, dejándole con un notable vacío—. Si quieres cachorros, pideselos a Jin.

Una mueca pudo avistarse en los labios de Taehyung, y es que eso le gustaba. Tae adoraba los niños, pero la idea de tener unos propios tan pronto le generaba repelús. —No, gracias.

Jimin se carcajeó mientras se levantaba del regazo del menor, recibiendo una palmada sonora en su gran trasero.

『♧』 

Taehyung adoraba la carne en término medio y el té verde con mucho jarabe y poco limón. Aunque se viese serio en su trabajo, su adorado esposo era tan dulce como un niño, con los gustos de este incluso.

No era una costumbre llevarle el almuerzo a su pareja, ¿Pero por qué no hacerlo? Le gustaba mirarlo y llenarlo de lujos en cuanto a esas cosas se refería. Después de todo, era lo menos que podía hacer, teniendo en cuenta que no contribuía económicamente al hogar, a excepción del dinero que sus adinerados padres le transferian mensualmente.

A decir verdad, hubiese adorado estudiar danza y fundar una escuela de la misma. Pero sus padres se habían criado con la creencia de que los omegas eran solo para el hogar y los niños. Él no era una hembra como su madre, pero era el único ejemplo de omega que había en su hogar, luego de que su hermano mayor, Chanyeol, resultara ser un alfa... El alfa de papá.

Pero no podía quejarse. Su comida era algo que su Taehyung adoraba de él.

Su chófer se había encargado de llevarle a la empresa, y tampoco era como si quedara tan lejos. De hecho, solo estaba a unos cuatro o cinco minutos en auto y a buena velocidad. Era una edificación brillante, con espejos que daban por completo al sol, creando un efecto de luz bastante saturado pero agradable, y con cristales como ventanas.

Saludó a a las secretarias de la recepción, quienes ya le conocían por completo, aunque tuviese algo de tiempo sin pasar por la oficina de su esposo. Los aromas de los demás híbridos lograron marcarle un poco, probablemente por su falta de costumbre de salir al diario vivir.

Jin detestaba sentirse como un mantenido, pero había sido criado para eso únicamente, para servir a su alfa como lo dictaba la naturaleza de los de su especie.

Una vez entró al piso de su esposo mediante el elevador, pudo verle charlando con una pareja, un hombre de cachetes regordetes y de cabello rubio, y otro más alto y fornido de cabello negro azabache y rostro felino. Por los aromas, pudo percibir que se trataba de un omega con su alfa, teniendo este último un atrayente aroma a hierbabuena.

—¡Jinie! —saludó su esposo, tomándole por la cintura y plantando un casto beso en la comisura de sus labios, nada parecido a aquellos que compartían en las noches cuando Taehyung llegaba necesitado a la casa, gruñendo por sentir cerca a su pareja. Y aquello no podía causarle una mayor felicidad, aunque también disfrutaba de sus mimos sutiles—. Te ves hermoso, como siempre.

Soltó una risa apenada, alzando sus hombros cuando el aliento de Taehyung le hizo cosquillas en el cuello, aquel lugar que ansiaba su marca como los peces necesitaban el agua al salir a la superficie. Añoraba el momento en que los colmillos del amor de su vida se clavaran en su piel, dictaminándolo como suyo, únicamente suyo.

Una tos se hizo presente, y al girar su sonrojado rostro pudo fijarse mejor en el omega frente a él, vestido en un traje elegante y con un reloj rolex de apariencia costosa, muy similar a los que su esposo adoraba, aunque en realidad, Tae era más de gucci, sinceramente. —Oh, amor, ellos son Yoongi y Jimin.

—Mucho gusto —sonrió, estrechando la mano que el rubio chico le ofrecía con una mueca que parecía ser una sonrisa, y al ver al alfa de este, tuvo claro que no tenía interés en saludarle. Generó cierto fastidio en él, por supuesto; su familia era sumamente educadas –quizás por el dinero, principalmente– y aquellas faltas de cortesía le daban justo en su lado perfeccionista y quisquilloso.

—Jimin es de mis mejores arquitectos, de los que suelo hablarte —asintió, fingiendo sorpresa, aunque no le sorprendía –quizás un poco la juventud de Jimin. Su esposo solía hablar mucho sobre él y cómo le había generado tantas ganancias a la empresa con su pulcro trabajo—. De hecho, qué bueno que llegaste; decidí invitarlos a cenar este sábado, les he hablado de maravillas de tu comida.

Claro, presumeme como a un omega que sólo sirve para darte de tragar, pensó con amargura sin dejar de sonreír. Aún así, no podía poner peros, después de todo para eso había sido criado, era un buen y obediente omega. Esa era su finalidad, ser un accesorio para su amado alfa.

—De hecho espero poder compartir con ambos. No tenemos demasiados amigos, somos algo asociales de igual forma —habló Jimin, y aunque no sonreía, su voz era cálida y rasposa, desbordando confianza y amabilidad.

—No tengo ningún problema —asintió, mientras Taehyung besaba su mejilla y Yoongi formaba una mueca, visiblemente inconforme con su respuesta.

Era un alfa extraño.

『♧』 

Al parecer, el jefe de su pareja estaba de buen humor –o eso parecía cuando casi arrastró a su omega a la oficina, sacando a relucir su lado animal. El punto era que Jimin pudo irse a terminar el proyecto pendiente en casa, y él no había tenido problemas en su turno de mañana ni había recibido alguna llamada de la estación desde que se fue, indicando que todo estaba bien. Igual, era un novato, no le darían los casos más complejos.

—No te ves de buen humor por ir a cenar con Ricky Ricón y su muñequita —suspiró, tomando la mano de su omega y entrelazando sus dedos, a la par que acariciaba el dorso de esta con su pulgar. Recibió una curiosa mirada del mayor, por lo que se encogió de hombros—. No sé, luego de que insististe tanto... Pensé que tendrías mejor cara.

Jimin resopló, desviando su oscura mirada. —Es la única que tengo, Yoongi. Y no es eso... Estaba pensativo, tú no te ves muy alegre con la idea —el omega se pasó la lengua por los labios, acto que Yoongi amaba con fervor—. No te agradan.

De hecho, no.

—No mucho. Taehyung... Es agradable, pero su esposo no me gusta. Se ve que es el típico omega florecita y afeminado que no sabe que aunque sea un omega sigue siendo hombre —resopló, negando con la cabeza—. Encima es un mantenido. Sabes cómo odio a ese tipo de personas, siempre me han inculcado la importancia del trabajo propio.

Jimin se rió, alzando la unión de sus manos mientras se acercaban a su auto. —No te lo niego.

—Por eso me siento afortunado de tenerte —finalmente, el estoico rostro del pálido se cayó, revelando su expresión usual, la de un adolescente enamoradizo que miraba a su pareja como si fuese lo más hermoso del mundo, justo con aquella sonrisa gatuna que Jimin tanto quería.

Y unió sus labios, acariciando la cintura de su alfa.

Pero aún así, no podía dejar de pensar en Taehyung.

『♧』 

nueva adaptación, la autora original me dió el permiso para hacerla.

♧una disculpita jin será bastante sumiso, no durará mucho pero es bastante necesario.

espero la disfrutes. ❣️

aquí ta lo q te dije PinkBabyPigeon y perdoncito lo anterior. 😔❣️

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top