♧ ; treinta y uno
notita inicial: ví un comentario q decía “q no se pierda la costumbre de mandar alv a tae” y pues creo que no se va perder achí que advertidx tas.
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Cuando Taehyung le habló sobre la cena en un restaurante de carne junto a sus compañeros más cercanos de trabajo, Seokjin casi sintió la necesidad de negarse y obligarlo a ir solo. Odiaba ese tipo de reuniones donde terminaba aguantando los silencios incómodos y observando a las parejas junto a ellos ser tan cariñosas y familiares entre sí. Seokjin terminaba triste, agotado y con ganas de encerrarse en su habitación y dormir. Además, la cercanía de su celo no ayudaba.
Toda sensación, todo olor, todo se volvía cada vez más intenso. Su piel empezaba a subir en temperatura y hasta el roce de las cobijas lo incomodaban. Ponerse ropa apropiada para la ocasión casi lo hacía chillar infantilmente en disconformidad.
Pero no lo hizo. Asintió dócil y distraídamente, preguntando simplemente la hora. Ni siquiera reconocía el por qué había accedido, por qué quería complacer a Taehyung cuando no quería ni siquiera verlo. Sería un misterio para él, y por eso se hallaba delineando sus ojos y rizando sus pestañas oscurecidas por el rímel.
El maquillaje lo ayudaba a calmar sus nervios, a sentirse cómodo a pesar de todo. Si bien fue primeramente por seguir lo que un omega debería hacer para complacer y ser agradable a la vista, genuinamente lo disfrutaba. Taehyung solía decirle que se veía hermoso. Solía permitir que Seokjin quitara el brillo de su rostro con polvo compacto y que llenara su boca de brillo labial.
Las cosas pasaban y los momentos lindos solo serían atesorados en su mente. Taehyung era otro, y Seokjin también había cambiado. Lamentaba perder la inocencia y la alegría que antes eran características suyas, terminando en ser un omega apropiado y hasta sombrío.
Yoongi lograba hacer un cambio. Con Yoongi, Seokjin se sentía en sus años de temprana adolescencia, cuando todo era bueno gracias a su ignorancia. Y nada le era más doloroso que extrañar a aquel alfa. Era un vil recordatorio de lo mal que estaba actuando, de lo mal que era toda la situación en general.
Debía concentrarse en pasar una noche tranquila con su esposo, era lo mínimo que podía hacer. Y allí, Seokjin reconoció que lo que sentía y lo que había guiado su decisión era nada menos que culpa.
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Taehyung estaba siendo atento, notó al bajarse del auto. No había parado de halagar su apariencia, y Seokjin sí se sentía lindo. Había dejado el blanco de lado y se decantó por pantalones negros a la altura de su cintura, junto con una camisa sedosa y roja que había acomodado dentro. Era grande, y eso lucía con lo ajustado de su pantalón.
Seokjin sabía que ambos parecían el matrimonio ideal de revista. Taehyung era un hombre hermoso físicamente, su cabello era oscuro, sus facciones elegantes y definidas, su contextura era muscular y era bastante alto. Lejos del adolescente delgaducho que había sido en su adolescencia; y aún así, Seokjin lo había adorado.
—Seokjin... —Taehyung suspiró, su mano enroscandose en su muñeca para mantenerlo a su lado y la conversación siendo privada entre ellos—. Park Jimin estará en la cena. Y debido a... ni siquiera se que fue la escenita del otro día, solo quiero pedirte que no hagas ningún escándalo hoy.
El agarre es suave, delicado, y aún así pesaba más que un grillete. Seokjin podía sentirse ofendido, debería sentirse así, pero a decir verdad le daba igual. Se hallaba cansado, su vientre dolía y lo último en sus preocupaciones era el ex esposo de Yoongi. —Entendido.
—No lo digo de mala forma, es para evitar... —Taehyung acarició su mano con su pulgar, terminando por atraerlo desde su cintura a un medio abrazo.
Caminaron hasta adentrarse al restaurante. Ya estaba la mayoría en una mesa extensa en el fondo, y Seokjin los reconocía a todos. Cerca de quince cabezas se voltearon al ver a Taehyung, sonriendo y saludándolo. Ninguna hacia él. Y Seokjin lo comprendía, no era más que una extensión de Taehyung, no algo propio.
Detestaba la sensación.
El único que se hallaba sentado a pesar de todo era Jimin. El hombre siempre vestía bien pero simple, nada de joyas, nada de maquillaje. Era lo que su madre llamaría un omega desarreglado. Pero pudo notar que sí era atractivo, y podía ver lo que Yoongi llegó a ver en él. Era pequeño, quizás de su altura y contextura, pero se veía como alguien mucho más grande.
Tenía ojeras mal cubiertas por corrector, y casi sintió simpatía. Habían mejores formas de esconder las bolsas bajo los ojos, y quizás se forzó a dedicarle una sonrisa a medias al omega. Había sido grosero, pero no podía decir que lo odiaba. Era más como una disconformidad mutua.
Y Jimin hizo lo mismo, una sonrisa pequeña que no la habría visto de no fijarse con cuidado. —Llegaste por fin —una de las arquitectas habló, sentada al lado de su omega. Portaba una sonrisa enorme y era notable que todos querían a Taehyung. Era un buen jefe, supuso—. Nos estábamos muriendo de hambre.
—Perdónenme. Mi ritual de belleza es largo —Taehyung se rió, ayudando a Seokjin a sentarse y extendiendo él una silla propia después—. Y el de Seokjin aún más.
—Aw, tu omega debería pasarme el suyo. Se ve muy lindo.
Seokjin se dedicó simplemente a sonreír y cuando debía, a asentir y a observar el menú que les fue entregado. Moría de hambre, cada vez se acrecentaba más. Debía ser la cercanía a su celo.
Terminó pidiendo una parrilla para dos junto a Taehyung. Seguía extrañando a Yoongi, a su cena con su amigo y su perro, a la familiaridad de compartir una hamburguesa y limpiar la salsa de los labios del alfa con el papel que la envolvía. Extrañaba reírse sin temor a verse inapropiado, a darle comida a Mickey aunque Hoseok le regañara porque estaba engordando a su perro, y...
Se sentía todo tan distante, tan frío, y aunque ese fue su mundo desde que nació, conocer una nuevo fue el peor error. Había conocido lo que era algo diferente, y ahora lo quería tanto, ansiaba salir de allí.
—Si te sientes incómodo puedes ir al baño y tranquilizarte —la voz grave de Taehyung lo hizo sobresaltar. El alfa susurraba sin necesidad de mirarlo a la cara—. Tu aroma está muy fuerte y los demás pueden notarlo.
Asintió débilmente, excusándose en voz baja mientras se levantaba para dirigirse al pasillo que llevaba a los baños según la señal.
Podía sentir que su aroma empeoraba por sus nervios y lo saturado que estaba del entorno. En su bolso siempre guardaba perfume y neutralizadores, que fue lo que roció en la glándula en su cuello para ayudar a subsidiar sus feromonas. Odiaba tanto ser un omega, y tampoco le llamaba la atención ser un alfa. Nacer como beta debía ser la mejor bendición para una persona.
Pensó en llamar a Yoongi, pero no quería involucrarlo demasiado. Además, sabía que seguía lidiando con el proceso de divorcio y la división de algunas cosas. Tenía suficiente con eso y su trabajo, no necesitaba una mayor presión de su parte.
—Quién me mandó a venir —masculló mientras restregaba sus manos rudamente, dejando que el grifo desperdiciara agua porque necesitaba su sonido para calmarse—. Estupida cena.
Al mirarse al espejo no pudo sentir nada que no fuese lástima. ¿De qué le valía arreglarse tanto, si cualquiera podía darse cuenta de lo infeliz que era? Sus ojos llorosos se cerraron a la par que respiraba y se sostenía de la encimera. El baño tenía velas aromáticas, y se concentró en eso.
Unos minutos después pudo decirse que se sentía mejor, además estaba hambriento. La comida probablemente ya había llegado, y fue así como salió a dar cara a una situación escalofriante.
Caminó con velocidad hasta la mesa donde varias personas estaban de pie, habían cubiertos y una copa en el suelo. Pudo divisar el oscuro cabello de su esposo casi en el suelo, estaba sentando de cuclillas con un cuerpo más pequeño casi en sus brazos.
—¿Qu- Qué le pasó? —balbuceó con torpeza al ver a Jimin, pálido como el papel y con los ojos llorosos y descontrolados. Su pantalón blanco estaba manchado de sangre en medio de sus piernas, y grande fue el escalofrío que recorrió su espalda al recordar que el omega estaba embarazado.
—¡J-Jeonghan! ¿¡Llamaste!? —Taehyung estaba desesperado, jamás había visto tanto miedo en sus ojos. Se estaba sintiendo afectado por el estado del omega, y Seokjin solo podía sentirse desconcertado. Todo había sucedido demasiado rápido.
El beta mencionado asintió efusivamente. —Dijeron que tenían una ambulancia a menos de diez minutos.
—¡Eso es demasiado tiempo!
Seokjin estaba nervioso, tanto por la ansiedad como por ver a Park Jimin sollozar en estado de shock. Se veía en pésimo estado, y siendo un omega también Seokjin pudo empatizar. Quería ayudar, independientemente de que no tuviesen una cordial relación de conocidos.
Se acercó, tomando el saco de Taehyung que estaba sobre una de las sillas. Este tenía aroma al alfa, y las feromonas de este siempre podían ayudar a calmar a un omega, además de que era visible el temblor en su cuerpo. El frío y los nervios tenían ese efecto.
Pero antes de que Seokjin pudiese poner el saco en los hombros de Jimin, recibió un gruñido por parte del alfa y el saco fue arrancado de sus ahora temblorosas manos. —¡No te le acerques! ¿No ves cómo está?
La indignación burbujeó desde sus entrañas, incluso superando la vergüenza que el desplante y toda la atención puesta en él ocasionaban. —¡Solo quería ayudar! Tu aro--
—¿¡Así que ahora sí quieres ayudar!? ¡No lo parecía el otro día...!
—Por supuesto que quiero ayudar, ¡También soy un omega...!
—Te levantas y te alejas, Seokjin —la voz de mando brotó sin cuidado de los labios de Taehyung, golpeando su cuerpo y obligándolo a levantarse y retroceder con un jadeo de incomodidad.
La sensación era desagradable, era perder todo el control de su cuerpo y sentir como este actuaba docil y sin decisión propia. Su padre nunca la había usado con él, y había castigado a cinturón a su hermano mayor cuando este la usó por primera vez con él durante un juego.
A pesar de todo lo negativo en su crianza, se le inculcó que el uso de la voz de mando era ofensivo y denigrante. Y al parecer, a Taehyung no le importaba usarla con él en público.
Una de las alfas le tomó de los hombros y lo mantuvo en la calidez de su cercanía, lo cual se lo agradeció internamente. Al menos eso lo mantenía consciente aunque estuviese a punto de colapsar por la ansiedad y ahora... El dolor en su pecho. Taehyung le tenía cansado, pero seguía siendo su alfa, y no temía rechazarlo tan abiertamente.
—Deja de gritar... por favor, ya —Jimin masculló, su voz rota y sus manos sosteniendo su dolorido vientre—. A-Ayúdame... me quiero levantar. Quiero pararme.
Uno de los camareros y otro alfa de la oficina avanzaron a ayudar a Taehyung a levantar al omega. Era amargo el como Seokjin, su esposo, se sentía tan fuera lugar cuando su lugar era a su lado. Pero nunca lo estuvo, siempre fue de esa forma, no debía sorprenderle y aún así... lo hacía, le dolía. Su pecho dolía y no paraba.
Incluso cuando la ambulancia llegó y Taehyung partió junto al omega... seguía doliendo. Era demasiado descaro para él.
—Bu-Bueno, mi cielo... —la alfa volteó a mirarlo, sus labios carmesí fruncidos en una fina línea—. Taehyung siempre se preocupa por nosotros, es... no vayas a pensar mal. ¿Te llevamos a tu casa?
El omega de la mujer lo miraba con cierta solemnidad, una mezcla entra lastima y decepción. —No... yo- voy a quedarme unos minutos. Llamaré al chófer de Taehyung después.
Para su mala suerte, el chofer siempre los esperaba y justo esa noche Taehyung le dijo que podía irse y volver por ellos cuando lo llamara. Habría sido ideal que estuviese afuera, y así Seokjin podía irse y encerrarse por fin solo. La alfa asintió, ofreciendo su número por sí llegaba a necesitarlo. Seokjin simplemente se dirigió al baño de nuevo e ignoró toda mirada indecorosa lanzada hacia él.
Se negaba a llamar a Yoongi. No podía depender de otro alfa, no cuando uno recién lo había humillado de forma tan descarada frente a tanta gente. Allí, esperando que un par de omegas terminaran de salir del baño hasta dejarlo solo, se permitió llorar por fin y descargar todo lo acumulado en su pecho. Estaba ahogándose, y ninguno de los presentes se había dado cuenta.
El otro omega en pocos segundos había resultado más importante para su esposo que él, y su desmoronaba estabilidad. Eso decía suficiente sobre lo primordial que podía ser Seokjin. Simplemente no lo era, probablemente nunca lo fue.
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