♧ ; treinta y dos

『♧』

Seokjin nunca había logrado lidiar correctamente con estar solo. Desde muy temprana edad se halló aferrándose a la presencia de las demás personas, hundido hasta el fondo y buscando alcanzar cualquier roca para mantenerse a flote. Era normal en los niños que se presentaban como omegas más adelante en sus vidas, pero lamentablemente esa etapa no fue pasajera en él. Seguía ahí, duradera y resiliente, afectando toda relación que pretendiese tener.

Por eso le estaba costando lidiar con esa situación. Se sentía abandonado y temeroso de cualquier parte de su entorno, mientras caminaba con su bolso aferrado en su mano y trataba de pasar desapercibido entre la gran multitud de personas que se trasladaban a pie hacia las estaciones de bus.

Quería llegar a un café y poder ingerir algo, dar energía a su hambriento cuerpo que no probaba bocado desde la mañana. Luego tomaría un bus o un taxi hacia las residencias donde vivía. La opción más sensata era volver con sus padres, alejarse de Taehyung y esperar la llegada de su celo como un buen y tranquilo omega. Pero devolverse al hueco donde recibiría las humillaciones de su madre no le resultaba tentador. Podía escucharla a la perfección, quejándose de cómo era un inútil y no podía siquiera mantener un alfa a su lado.

¿Yoongi no contaba? ¿Aquel alfa de linda sonrisa realmente desearía quedarse a su lado cuando todo se arreglara? Seokjin tenía la pequeña y molesta duda comiendo su cabeza.

Su estómago no paraba de rugir mientras que con su teléfono ubicaba un café que llegó a frecuentar con Yoongi. La calle era algo solitaria, más a esa hora, pero era un lugar simple y eso era lo que más necesitaba. Nada que pudiera relacionar a su esposo.

Se encontraba cansado de eso, de ser siempre la segunda opción del alfa a quien se había unido. Ningún matrimonio debía ser así. Nadie merecía pasar por una relación fría y sin amor. Rememoraba a un pequeño Seokjin, deseoso de una relación idílica, y aunque en la actualidad supiera que era imposible tener una relación perfecta, sabía que tenía la posibilidad de hallar cualquiera mejor que eso.

En su interior, su omega estaba pidiendo por Yoongi. Y la forma en que su pecho se apretaba era más que suficiente prueba. Podía sentir cómo rasgaba y casi aullaba por la presencia del alfa con olor a hierbabuena, aquel que nunca fallaba en hacerlo sentir mejor en momentos como ese.

Pero Seokjin temía en convertirse en una molestia. Y con eso en mente, guardó su teléfono en el bolsillo y siguió caminando. A dos cuadras de distancia podría decirse que faltaba poco, aún si sus piernas no dejaban de doler junto con su vientre.

Seokjin podía recordar su primer celo, cuando se presentó como omega a los catorce años. Fue tardío a comparación de otros omegas que se presentaban incluso a los once años. Aquel día lo dedicó a sus clases de idiomas, de danza y a cenar diligentemente con su familia.

Pero antes de que pudiera llegar a la mesa, un calor horripilante escaló desde su vientre, tornando su visión fogosa en débiles gimoteos de dolor y disconformidad.

Se trató una fuerte experiencia cuando entre su madre y una de las encargadas de la cocina lo llevaron a su cuarto. De los pocos momentos en que su madre fue genuinamente cálida hacia él, repitiendo en su oído que todo estaría bien.

¿Pero realmente lo estaba? Por supuesto que no. Ser un omega era tener que vivir según las decisiones de otros. Y ahora debía lidiar con la forma en que sus piernas se debilitaban aún más y su aroma se desprendía sin cuidado, mareandolo por la intensidad.

Tal vez llamar a Yoongi fue la mejor opción, una desperdiciada por su propio orgullo. El alfa lo habría sostenido a pesar de que sus feromonas lo afectaran tanto, arrastrándolo hacia la seguridad y la comodidad de cobijas y almohadas que Seokjin habría acomodado en un nido dónde esperar su celo.

Pero Yoongi no estaba, y mientras el omega se doblaba en un siseo de dolor una mano ajena se cernió en su hombro. No tenía ni siquiera fuerzas para girarse e inquirir en qué extraño estaba acercándose. —¿Necesita ayuda? —una voz rasposa lo sacó de su ensimismamiento, el aroma fuerte de un alfa prendiendo alarmas en su cabeza. Alfa significaba algo peligroso en su estado.

Negó con la cabeza un par de veces, soltandose mientras se aferraba a su bolso. Podría lidiar con un robo. Tenía más que suficiente para comprar un teléfono nuevo. Lo material se podía reponer. —No, no se preocupe... Gracias.

Caminó nuevamente, pero las pisadas del alfa lo siguieron. Su aroma a canela no le resultaba reconfortante de ninguna manera, y antes de que su nariz se acostumbraba a la intromisión un nuevo aroma se hizo cercano. —¿Te conseguiste a un omega, Donhwa?

Era otro alfa riéndose, y aunque Seokjin apresurara el paso seguían ahí, avanzando detrás de él. Su estómago daba saltos y los nervios lo tenían más o menos desorientado. —Necesita ayuda, ¿No lo ves? Omega, podemos llevarte a tu casa.

Se abrazó a sí mismo, negando con la cabeza y maldiciendo internamente por la falta de personas en ese cruce. Lo único que veía eran las luces de los locales cerrados y las luces de la calle, amarillentas y escasas. Brindaban una peor sensación a su ya existente mareo.

—Oye, omega, te estamos hablando —el otro alfa bufó con un tono menos amigable. Su voz golpeaba de lleno en su estómago, la presión de una desagradable situación haciendo mella en su cuerpo. Incluso su vientre no dolía tanto, o quizás no estaba fijándose en eso. Era sorprendente como fijarse en algo nuevo lograba hacer ignorar otras dolencias.

—No necesito ayuda, buenas noches —su voz temblaba, lejos de sonar decisiva como habría preferido. Fijándose bien estaba caminando aún más rápido, abrazado a sí antes de ser volteado por la ruda mano de uno de los alfas.

La mano se cernió en su brazo, fuerte y dolorosa. Lo había obligado a obtener un vistazo del hombre, y a diferencia de su voz tan grave no se veía tan mayor. Era alto y fornido, todo lo necesario para poderlo sobrepasar en fuerza.

—¡Sueltame! —con su mano libre trató de alejar el agarre, tomando la manga del suéter ajeno sin éxito alguno al terminar con esa mano sujetada por el otro alfa, uno más bajo que el otro pero de apariencia similar.

—Debías pensarlo mejor antes de salir pidiendo por un nudo, omega. ¿No sabías que tu lugar es en las Casas de Celo? —el hombre sonreía, a pesar de que el forcejeo sacudiera su cuerpo. Su expresión se mantenía y eso lo aterrorizaba—. Si estás en la calle es porque estás de acuerdo de lo que te pueda pasar.

—¿Estás loco? Sueltame ya, ¡Ya tengo alfa, así que me sueltas! —por más que se sacudiera e intentara tirar hacia abajo, el agarre no disminuía en fuerza.

El alfa más alto avanzó sin soltarlo hasta hundir su nariz en su cuello, cerca de su glándula. A pesar del miedo que toda la situación le generaba, también estaba llenándose de rabia. Rabia de no poder salir a la calle sin terminar en ese tipo de consecuencias, rabia de tener a alguien indeseable tan cerca de una zona sensible, de forma similar en la que solo un alfa actualmente tenía permitido rozar. Y ninguno de esos dos lo era, precisamente.

—No veo marca ni huelo a ningún alfa, omega. Solo ven tranquilo conmigo y será rápido... —el alfa se distrajo con su aroma y el otro en reírse por la escena, permitiendo que en fracción de segundos Seokjin elevara su pierna en una patada a la entrepierna del que estaba oliendo su cuello.

El impacto no fue demasiado fuerte debido al forcejeo, pero sí lo suficiente para hacer que el alfa se doblara en dolor y el otro lo soltara por la sorpresa. De cualquier forma Seokjin no se quedó para averiguar que reacción ocasionaría, porque sin importarle nada emprendió a correr en plena calle sin pena.

Su pecho vibraba por lo alterado que estaba, y su cuerpo seguía doliendo. Pero nada era importante. Lo único que quería era alejarse de aquellos alfas y encontrar un lugar seguro donde poder llamar a Yoongi por ayuda. Los dos hombres corrían detrás de él, gritando improperios. Si llegaban a usar su voz de mando... Seokjin estaría acabado, probablemente un hecho más en las noticias de la mañana al ser encontrado en una zanja.

—¡Que dejes de correr, omega! —escuchó gritar, y debía ser una orden, pero a Seokjin no le importaba. Ni siquiera era consciente de que estaba a punto de llorar por el miedo y el agotamiento, simplemente quería huir y esconderse.

Vio los cielo abiertos al cruzar en una esquina y avistar una pequeña tienda de mercado abierta. Fue aquella a la que entró en un simple jalón con la adrenalina impulsándolo en pocos segundos, chocando con un objeto resistente del cual se aferró para llorar.

Había gente, no estaba solo, y eso era lo importante.

『♧』

Lo primero que sintió cuando la presión comenzó a bajar fue una mano algo fría y delgada, logrando que se sobresaltara, preso del miedo con un grito. Estaba a salvo, no había razón para que alguien lo tocara. No otra vez...

Pero al girarse simplemente vio el rostro de una mujer bastante mayor, sorprendida y de cabello completamente gris. Seguía extendiendo su mano, y estaba hablándole aunque Seokjin no lograra discernir palabra alguna.

La mujer volvió a acercarse y en ese momento no se alejó. Dejó que lo tomara por los brazos y lo guiara hacia una silla de plástico que tenían en el pequeño local. Olía a omega mayor, a protección y confort, algo a lo que su madre no había olido en años.

—¿Necesita que llame a emergencias? —una voz masculina le estaba hablando, era un hombre también mayor. Pero Seokjin no quería nada de eso, quería respirar y a Yoongi.

—Está muy alterado, amor. Traele un vaso de agua. Apurate, ya, ya —la mujer apresuró al hombre, devolviendo luego su atención a él. Seokjin podía ver preocupación en sus oscuros pero cálidos ojos—. ¿Qué pasó, pequeño? Viniste con una tremenda carrera, ¿Intentaron asaltarte?

—A- alfas... unos... alfas —Seokjin tembló, limpiando con la manga de su camisa roja la humedad que se acumulaba en sus ojos—... dos alfas me estaban acosando.

—¿Estás en celo? Hueles muy fuerte.

—No... No, lo tengo cercano, pero... no.

La omega susurró pequeñas palabras de apoyo mientras el hombre llegaba con un vaso de plástico lleno de agua y hielo. Su aroma era débil, pero era un alfa, uno ya en avanzada edad. Y por la forma en que ambos olían de forma tan uniforme debían ser una pareja enlazada.

Seokjin tomó todo el líquido en un solo trago, agradeciendo el como su garganta tan seca ardía menos por el agua. Pero su sangre no dejaba de bombear, aún demasiado tenso.

—Por eso te digo siempre que este gobierno no sirve para nada. No tenemos ni siquiera buena iluminación, es darle paso libre a criminales de hacer lo que se les de la gana —el hombre refunfuñaba volviendo a su lugar detrás del mostrador, buscando un paquete de panecillos de la vitrina con un gruñido—. Eso afecta los negocios. ¿Quién va a querer venir para acá con esta inseguridad?

La omega rodó sus ojos, recibiendo el paquete que su esposo -o así presumía Seokjin- le tendía, abriendolo y pasándolo a las débiles manos del menor omega. —Come, pequeño. Se oye tu estomago.

Los nervios le habían cerrado el apetito, pero aún así sentía hambre. Por eso se forzó a tomar uno de los panecillos de vainilla y chocolate y a comérselo. —¿Seguro de que no quieres que llame a la policía?

Seokjin negó con cabeza, sorbiendo por su nariz. Estaba aún demasiado alterado y se notaba en la forma en que sus manos no paraban de temblar. —Voy a... llamaré a un amigo. ¿Pu- Puedo esperar aquí mientras llega?

—¡Por supuesto! —respondió la omega, frotando su hombro con una mueca en sus labios—. Jamás le cerramos la puerta a omegas que lo necesiten, cariño. Menos en tiempos como este.

Tiempos como aquel... A decir verdad, Seokjin no estaba del todo seguro de si en algún momento habría sido diferente.

『♧』

Al llamar a Yoongi no ofreció muchas explicaciones, no quería preocuparlo. Ni siquiera le habló de Taehyung o de Jimin, solo le pidió que lo buscara para irse a casa. El pobre alfa pálido debía estar más que confundido, haciendo preguntas y recibiendo cero respuestas. Pero era mejor así.

Llegó cerca de veinte minutos después con ayuda de la ubicación enviada. Tenía el cabello revuelto, pantalones deportivos negros y una enorme camisa blanca que cubría su cuerpo. Sus ojos buscaron con cierta presión la presencia del omega, y una vez le ubicó se apresuró en zancadas a estar a su lado.

—Perdón si me tardé, recién había llegado a la casa y estaba bañándome —el alfa se acercó hasta tomar su mano, sus finos labios tornándose en una pequeña mueca similar a un mohín—. ¿Qué pasó? Me asustaste en la llamada.

Seokjin no respondió. Simplemente rodeó la cintura del más alto con sus brazos, aferrándose a su cuerpo en un abrazo reconfortante que llenaba su pecho de calor. Lo necesitaba demasiado, casi suspirando al sentir la mano de Yoongi acariciar su cabello castaño con una suavidad idílica.

—¿Eres su alfa? —la mujer omega preguntó al acercarse, obteniendo un asentimiento de cabeza por parte de un confundido Yoongi—. Pues debes cuidarlo más, niño. Un omega en pre celo, solo a estas horas es peligroso.

—Lo- lo siento, señora —Yoongi balbuceó, y cuando Seokjin soltó el agarre se inclinó en una pequeña señal de respeto hacia la mujer y luego hacia el hombre que estaba detrás del mostrador—. Gracias por cuidar de Jinie. No volverá a pasar.

La omega parecía complacida con su respuesta, puesto que palmeó su cabeza y se dirigió a Seokjin. —Fue un placer, pequeñito. Sabes que acá siempre puedes conseguir ayuda.

—Lo de los panecillos...

—Ah, no, no, eso va de nuestra cuenta. Solo preocúpate por irte a casa con tu alfa y reposar —hizo enfasis en la última palabra, alzando su dedo como si estuviera hablando con un niño pequeño—. Nada de salir en tu estado. Cuídate y evita malas situaciones.

Cuando Yoongi pudo observar al omega sintió como su pecho se oprimía. Lucía cansado y desgarbado, con su piel pálida y los ojos hundidos e hinchados con un rastro de lágrimas. Además de todo esta hirviendo, tal vez por la fiebre que los celos causaban incluso antes de llegar.

Apoyó a Seokjin a levantarse, permitiendo que este se despidiera y fuese recibido en un abrazo por él. Se hacía una idea de lo que le había pasado, pero esperaría a llegar al auto con él para preguntarle. Respetar su privacidad era algo primordial, incluso aunque se muriera por saber qué lo afligía.

Honestamente, desde el momento en que Seokjin le escribió que iría a una cena con su esposo supo que terminaría mal. Era una suposición bastante acertada en la mayoría de los casos, y no había nada que Yoongi quisiera más que alejarlo de aquel alfa.

Quizás acobijarlo en su cama con su olor y llenarlo de besos. Pero alejarlo de Taehyung estaba en un definitivo segundo lugar.

Una vez se hallaron en su auto, depositó un beso en la coronilla de su cabeza. La expresión lastimera de Seokjin no partía de su rostro, lo que lo llenaba aún más de incertidumbre y deseos de ayudarlo. —¿Qué sucedió?

No tuvo sutileza al hablar, y se notó en la forma en que el omega se tensó. Su aroma era tan fuerte, pero lejos de ser agradable se había tornado amargo. Eso era un directo indicativo de la desdicha que tenía. Este alzó sus hombros, uniendo sus labios en una mueca antes de siquiera hablar. —Unos alfas me acosaron. Salí corriendo y llegué hasta la tienda.

Lo dicho lo llenó de rabia, deseos de acabar con quien haya hecho sentir a Seokjin de aquella forma. —¿Te hicieron daño?

Seokjin negó con su cabeza, ojos oscurecidos y fijos en su regazo. Como si enfrentar su mirada fuese a traerle consecuencias. —Solo... me duele el hombro, y las piernas —se tocó su hombro derecho, su mueca acrecentándose al hacer presión—. Mañana estará peor.

—Voy a matarlos... Nadie tiene por qué cuidarse para que estas mierdas no pasen —Yoongi gruñó más para sí mismo que para el omega a su lado, arrancando el auto rumbo a la casa de este. Lo mejor sería llevarlo a la comodidad de esta—. ¿Pero qué hacías caminando en primer lugar?

Seokjin suspiró, probablemente siendo aquel comentario demasiado directo al foco del problema. No le extrañaba ver la sensibilidad brotando de su expresión sin decoro alguno. —Tuve una... pelea con Taehyung en la cena. Quería irme a casa por mi cuenta.

—¿Y ahora qué hizo? Pensé que habías dicho que ya no querías seguir con él.

—¿Crees que es muy fácil? Aún no he hablado con él. Pero ya tengo bastante claro en qué lugar estoy para él —la voz del omega se quebraba, y aunque Yoongi tratara de llenarlo de su aroma para reconfortarlo, no sería tan fácil ser de ayuda—. Usó su voz de alfa conmigo.

El ceño de Yoongi se frunció, la disconformidad siendo visible en toda su presencia. Siempre se había tratado de una persona muy emocional aunque lo reprimiera bajo capas y capas de indiferencia. —Eso es bajo.

Seokjin asintió débilmente, sus dedos jugando con la parte baja de su camisa. Se veía aún asustado a pesar de que estaba a salvo y con él; no tenía claro cómo lograr hacerlo sentir mejor.

Por eso se acercó al parar en un calle solitaria a besar los labios del omega, logrando que este se elevara su rostro para permitir al acceso. Lejos de recibir a un omega inexpresivo y distante, Yoongi fue sostenido por las manos de Seokjin para mantenerlo cerca de su rostro. Besaba su boca como si quisiera impregnarse en ella, ofreciendo todo lo que sus palabras no lograban expresar.

Quería protegerlo, y a la vez verlo cuidarse de sí mismo. Estaba cansado de verlo sufrir por una situación que solo continuaba dando vueltas y vueltas, todo por la indecisión de otras personas y entre ellas, Yoongi. Odiaba su cobardía, la cual afectaba al omega que quería por mucho que no lo deseara.

Con su beso pidió disculpas, saboreando y presionando su lengua contra la del omega. Disculpas por haber sido prepotente en un inicio, por guardarse un secreto tan importante, por no poder hacer nada mientras lo veía hundirse.

Cuando menos se dio cuenta tenía a Seokjin sobre su regazo, observándolo con sus ojos pequeños y profundos manchados de maquillaje corrido. Yoongi tenía su alma abierta de par en par gracias a esos ojos.

—Yoongi... ¿Puedo decirte algo? —el alfa pálido asintió con torpeza y de manera repetida, permitiendo que el castaño acariciara sus labios con su pulgar de manera delicada. Todo lo que daría por él...—. No vayas a asustarte, me dolería si lo hicieras.

—No hay nada que no puedas confiar en mí, Seokjin —musitó en un hilo de voz, sintiendo al mencionado inclinarse y rozar su nariz con la suavidad que él lo caracterizaba. Tan suave, tan hermoso, y su aroma volvía a invadirlo de forma agradable por fin.

—Siento que me estoy enamorando de ti —Seokjin suspiró en voz baja, sus ojos cerrándose mientras reposaba su frente en la suya. El alfa lo abrazaba y se dejaba llenar de todo el calor de su cuerpo—. Y me da miedo. Pero no quiero seguir con esto, sufriendo por alguien que nunca me quiso. ¿Si yo me divorciara de Taehyung, estarías conmigo?

No era algo que Yoongi necesitaba pensar, porque la pregunta realmente era cómo podría no estar con él. Incluso con todas las complicaciones, ansiaba a ese omega, y su alfa interior lloraba por hacerlo suyo y de más nadie.

—No tienes por qué dudarlo, príncipe. Estaría contigo de la forma en la que tú me quisieras —Yoongi sonrió, besando el cuello de Seokjin justo donde su glándula se hallaba, y donde una mordida de lazo tomaría lugar. Todo se acoplaba a la perfección para él.

El contacto sacó un gimoteo de Seokjin, quién simplemente respondió con un nuevo beso en sus labios.

『♧

xfi dime q te pareció todo esto que pasó en la cena desde tae siendo un imbécil hasta como terminop con yoongs ¿

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top