17.
Durante su tercer a cuarto mes, Harry ha comenzado a anidar.
- ¡Una pandemia! ¡Una jodida pandemia! Vamos a tener a nuestros bebés en medio de una pandemia Louis. Oh Dios, cuando crezcan y vayan a la escuela la gente los va a molestar diciendo que son bebés de cuarentena y que solo están aquí porque sus padres estaban aburridos. ¡Adiós a las clases de yoga en pareja! ¡No podremos ir a comprar su ropita juntos! Loueh, ni siquiera podremos tener un baby shower. ¿Y... Y que pasa si nos contagiarmos, eh? ¡Se ve terriblemente grave! ¿Que si nos enfermamos y no siquiera podemos conocer a nuestros bebés y... Y... ?
- ¡Hey! - Louis le interrumpe al notar como sus ojos se volvieron acuosos, amenazando con derramar lágrimas. Apaga el televisor y se gira sobre el sofá para abrazarle. Su lenta voz volviéndose cada vez más difusa, perdiéndose en la gravedad de sus pensamientos. - Está bien, amor. No hay que pensar en eso, vamos a estar bien. ¿Si?
Louis se separa un poco para juntar sus frentes y dejar mimos sobre su mejilla y su cabello. Hablando bajito, despacio. Muy cerca de sus labios.
— Esto no tiene que ser malo. Si hay una pandemia nadie esperara que salgamos, estaremos más seguros. — comienza a decir.
Su mano libre baja hasta levantar el suéter de lana azul, ya ajustado por la pancita en desarrollo y deja más caricias sobre ella. — Todos nosotros.
Aún no pueden sentir nada. Pronto, dice Ellie. Pero a Louis le gusta mantener el contacto, lo hace sentir cerca.
Y a Harry siempre le ha gustado sentir un constante contacto.
— No va a pasarnos nada, no saldremos ni un poco si eso es lo que quieres poner vamos a conocer a nuestros bebés, y los vamos a ver crecer hasta que tengan sus propios hijos y tú yo estemos tan arrugados como una pasa. Tomaremos clases de yoga a la distancia, y haremos tu baby shower. Aún falta un poco para eso pero no tiene que ser algo grande, mis hermanos, Mark, Anne y Gemms. ¿Tal vez Niall, Liam y Zayn? Todos pueden venir con cubrebocas y los obligaremos a estar en aislamientos dos semanas antes. E incluso podemos aprovechar este tiempo, bebé. ¿Preparar el cuarto de las bebés? ¿Mover todos nuestros juguetes al piso de arriba y crear nuestro cuarto rojo? ¿Creas que sea un buen proyecto de cuarentena? Porque ahora te lo digo, no podemos arriesgarnos a que nuestros hijos encuentren esas cosas.
Harry suelta una carcajada, sus pestañas húmedas por el llanto interrumpido.
— Voy a volverme loco si gateando los encuentro con uno de mis collares en su boca.
— Eso sería tan terrible.
— Oh Dios, quedarían traumatizados. ¡No podemos hacerles eso!
Hay algo en todo su diálogo, que no permite que dejen las risas. Harry supone, es la tensión acumulada.
— No estamos dejando el bdsm. A menos... ¿Uh, quieres dejarlo? Porque si eso quieres eso es lo que haremos.
— ¿Que? ¡No! Se que no hemos entrado en un juego de rol por un tiempo pero me gusta. Todo el sexo contigo es asombroso, siempre. No importa si estamos jugando o no pero creo que tener un cuarto rojo seria genial Lou. Dos proyectos de decoración a la vez... Bueno, tendremos que acostumbrarnos a trabajar doble ahora.
— Suerte que somos un buen equipo — Louis aprieta sus labios, intentando contener una sonrisa sin mucho éxito.
— El mejor. — Harry sonríe también, sintiendo su pecho libre de peso. Tan tranquilo como solo puede estar entre los brazos de Louis.
Y se quedan abrazados un tiempo, Louis acariciandole, hasta que sus respiraciones se sincronizan y se vuelven una sola.
No existe nada más.
— ¿Lou?
— ¿Si, Hazz?
— Eso de decir que eres asombroso en el sexo...
— ¿Mmh?
— Creo que quiero verificarlo en este momento. Ya sabes, se necesitan reportes de calidad constante.
— Oh, entonces supongo que tendremos que dar inicio. Esos reportes tienden a ser largos.
El cuerpo de Harry hierve en emoción al momento en que Louis le ayuda a recordarlo en el sofá. Su espalda amortiguada por un cómodo cojín y sus labios siendo besados con intensidad.
Se queda corto de aire en cuanto Louis comienza a masturbarlo. Incapaz de obtener una bocanada de aire completa al encontrarse perdido entre besos. Adorando la tenue sensación de desespero, del ser llevado al límite con tan poco. Amando cada pequeña sensación mostrarse intensificada entre cada hormona y su cuerpo sensible.
Toda su piel se eriza y puede sentir el sudor acumulándose bajo su suéter, marcando una línea entre su pecho cada vez más hinchado. Se siente como si su cuerpo necesitará de una contracción, rehuyendo de la bruma que el placer trae consigo, siendo inmovilizado con tanta fuerza y tanta delicadeza al mismo tiempo.
Gime contra los labios de su novio. Todo se siente demasiado.
Y luego.
— ¡Uh!, detente, detente. — dice con rapidez. Poniéndose de pie, empujando fuera el cuerpo de Louis.
— ¿Que paso? — Louis pregunta confundido. Aún procesando el repentino cambio de movimiento. Pero Harry ya ha abandonado su sala de estar, corriendo al baño más cercano.
— ¡Tus bebés me están aplastando la vejiga! — Harry grita desde lejos, con algo de falsa molestia sobre su voz.
Louis, sonríe. Amando cada parte de lo que ese proceso trae para ellos. Aún si eso implica interrumpir sus orgasmos.
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Ellos habían tomado el proceso de adecuar su casa para sus bebés muy en serio.
Apenas necesitaron un par de semanas para completar su cuarto rojo. Ubicado en el piso más alto de la casa, entre ambos estudios de trabajo, bromearon todo el tiempo sobre lo adecuado que era ello. Pues a fin de cuentas la inspiración para sus canciones terminaba por surgir siempre en tal escenario.
Ahora, lejos de esa habitación, su casa comenzaba a adoptar un ambiente mucho más familiar. Y Harry se encontraba amándolo.
Su mesa del comedor —la cual casi nunca era utilizada— ahora servía como punto de apoyo para decenas de libros sobre crianza respetuosa, que esperar en tu embarazo, una guía para padres primerizos, y técnicas Montessori. Y su sala estaba atiborrada de cajas de ropa para bebe de todos los colores. Conjuntos a juego, dos de cada cosa. Y un par de decoraciones que habían comprado listos para iniciar con su habitación guardería.
Ahora, Louis se encontraba tirado en el piso, sobre una suave alfombra recién instalada. Los bordes cercanos a las paredes tapizados con un plástico para no manchar su nueva alfombra.
Vistiendo con un jogger grisáceo, extraños calcetines en sus pies porque «Ni se te ocurra pisar está habitación descalzo, Tomlinson. Todo tiene que estar impecable y eso implica mantener hipoalergénico todo. ¡Los bebés pueden tener muchas alergias!»y una tank negra que ahora luce manchas de pintura.
Su lengua presiona contra sus labios en un gesto de concentración, sus músculos brillan en sudor al hacer fuerza por llevar mucho más tiempo del que le gustaría admitir intentando armar el segundo cunero.
Hay piezas repartidas por todo el suelo, y el sostiene entre sus piernas un sector de la cuna mientras intenta ajustar con la llave la otra parte.
Revisando que no tenga ni una pieza suelta. Todo armado con seguridad. Sonríe cuando finalmente lo logra y entonces mira hacia arriba.
La sonrisa se cuela entre sus labios sin siquiera pensarlo. Y es que, es tan hermoso que ¿cómo no amarlo un poco más cada día?
Harry usa otro par de esos extraños calcetines hipoalergénicos. Pero lleva una linda camisa rosa que le queda ajustada mostrando parte de sus laureles estirados por su vientre. Y por encima lleva un holgado overol de mezclilla que no hace más que resaltar su embarazo. Su cabello, incluso, ha crecido un poco también. Ahora comienza a formar rizos que caen a cada lado, apenas cubriendo su frente.
Si Louis lo piensa, el también tiene el cabello un poco largo también.
De forma inconsciente, Harry ha comenzado a sostener con una mano su barriga. Intentando aliviar un poco el peso en aumento que debe cargar mientras que con la otra mano sostiene dos muestras de paletas diferentes. Admirando las manchas sobre la pared, intentando decidir cuál combinación queda mejor.
— Uh, Esto es imposible — dice el. — todos son tan bonitos que como debo decidir. ¡Ya se! Podamos pintar la mitad del cuarto de un color, y otra mitad de otro. Si, si. Tendremos dos paletas diferentes. ¿Tu crees que nuestros bebés de molesten si les toca un color que no querían?
Sus grandes ojos verdes, se llenan de preocupación.
— Estará bien, amor. Es algo muy usual entre los gemelos. Phoebe y Daisy tienen un color también. Mientras no los saturemos estará bien.
— Tienes razón. Entonces está decidido. Comenzaré con la primer capa y en unos días más podremos instalar el resto de los muebles. — el se aleja, para ver todo su trabajo progreso mientras una sonrisa adorna su rostro. Hasta que sus ojos perciben un par de esquinas peligrosas y sale corriendo (aunque es algo más parecido a un trote con las piernas demasiado abiertas) para regresar con una bolsa de protectores especiales.
Los pone sobre las repisas, la puerta y los conectores de la habitación.
— No puedo creer que estaba olvidando eso.
Lo siguiente, sale de la boca de Louis sin percatarse de lo que ha dicho.
— Hazza, te ves tanto como una mamá.
Harry se tensa, girandose a ver a Louis con el corazón golpeando contra su pecho. La palabra mamá resonando por todo su cuerpo.
— ¿Cómo?
Louis cae en la cuenta de sus palabras y por un momento, se siente avergonzado de lo fácil que aquel pensamiento se ha resbalado de sus labios.
— Yo... Uh. Solo pensaba que... Lo siento, amor, se me ha escapado decirlo.
— ¿Tu crees que luzco como una mami? — pregunta. De repente se ha puesto tímido y Louis puede notarlo.
Sus pies cruzándose y el jugando con sus dedos. Pero también hay hoyuelos intentando marcarse sobre sus mejillas y es entonces que Louis entiende.
— Si, eso creo. Estoy seguro de ello.
Harry sonríe con tristeza.
— Ojalá pudiera ser una mami. — piensa unos segundos antes de balbucear para si — ¿Un mami?
Louis se pone de pie, dejando la cuna a medio ensamblaje y se acerca a el. — Pero si ya lo eres, amor.
— No, pero...
— Estás cargando a nuestros bebés. Los estás formando, Harry. De la nada. Tu cuerpo esta haciendo eso y es hermoso. Vas a alimentarlos, y mírate, tan bonito. Todo preocupado por cuidarlos tan bien que has puesto protectores aún cuando falta mucho para que siquiera puedan gatear. Estás anidando por todos lados aquí . Son nuestros, bebé, y eso implica que podemos criarlos con lo que creamos correcto sin importar lo que los demás digan que podemos hacer, porque nosotros somos sus padres. Es una palabra amor, que si te hace sentir bien, entonces no tiene nada de malo. Nuestros hijos te llamarán madre si eso es lo que tú quieres. — acaricia su mejilla antes de dejar un corto roce sobre sus labios. — No es tan diferente a cuando me pides llamarte princesa cuando estamos en la cama. La cosa con las palabras, así como con la ropa, es que no tienen nada que ver ni con tu identidad ni con tu sexo. A veces ayudan, pero no equivalen a lo mismo.
Harry sonríe, su corazón bombeando calidez.
— ¿Entonces puedo ser su mami?
— Tu eres su mami.
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Fotito de referencia para visualizar el tamaño de la pancita de Harry.
Perdón por tardar, la uni me está matando 🤍 gracias por leer, sus comentarios que alegran la vida.
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