Chapter thirty-seven

❝ El karma te llegó, Lee. ❞

—Lee, llevamos tanto tiempo caminando y aún no hemos encontrado ningún rastro de la manzanita tóxica.

Minho le dedica una mirada furiosa al grisáceo quien parece estar muy agotado, ninguno se detendría hasta encontrar a su mocoso llorón. Si él ordena que es así es porque se tiene que hacer así, de ninguna otra forma.

—Lo tiene el imbécil de Christopher, sólo tenemos que localizar el lugar donde ese hijo de puta se escondió. ¿No puedes entender una simple cosa?

—Estoy muy agotado, seguimos buscando en un rato más. ¿De acuerdo?—Le dice dándose un tiempo para respirar tranquilamente, el rubio ceniza lo mira con seriedad. —¿Qué? También anhelo poder tener a la manzanita corrompida cuanto antes pero tampoco pienses que estaré caminando todo el día, no soy tu esclavo.

—Dijiste que me ayudarías, no me vengas con tus mierdas.

Han asintió con coquetería mientras lo observaba de abajo hacia arriba, era un total descarado.

—Lo dije pero tampoco caminaré por veinticuatro horas sin almorzar algo, tú sabes. —Menciona pasándose una mano por la entrepierna de manera lasciva, Minho lo ignora dándose la vuelta para seguir con su camino.

El caníbal corre para alcanzarlo, se posa a su lado caminando con una expresión burlona.

—Vamos, Lee. Sólo bromeo.

—No me importan tus estúpidas bromas. —El rubio ceniza saca su teléfono para avisarle a sus dos guardias de seguridad su ubicación, no confía para nada en Han pero salió con tanta rapidez de su casa que ni siquiera llegó con los dos hombres. —Sólo quiero que cumplas con lo que dijiste.

—Y lo haré, ¿Tanto desconfías de tu fiel servidor?—Expresó llevándose la mano al pecho mientras fingía estar dolido por sus palabras.

—Sí, no confío en ti para nada.

Jisung se ríe con ganas sin detener su caminata, ambos explorando el último lugar en donde habían visto a Christopher y Felix. Esta vez desviando la atención con otras vestimentas para evitar ser interceptados por algún fanático del restaurante de Han.

—Está bien que no lo hagas, en cualquier momento podría traicionarte.

—Lo dudo.

—¿Por qué?

—Por mi polla. —Responde con sencillez ganándose una risa irónica por parte del contrario, Minho le sonríe con sorna.

—¿Acaso no recuerdas que mi principal objetivo es tener una probada de la manzanita? Tu polla me da igual.

—¿Por qué lo llamas así? Suenas estúpido.

—Lo conocí en un puesto de manzanas acarameladas, me fue imposible no llamarlo así. —Frunce el ceño ligeramente al notar que varios hombres se dirigían hacia a ellos, tocó el hombro de Minhi con insistencia. —Eh, Lee. Nos están siguiendo.

—¿Qué? ¡¿Quién?!

El rubio observó ambos lados frenético, maldita la hora en la que decidió salir sin sus dos guardias de seguridad.

—¿Lee Minho?

—Corre. —Ordena el empresario empujando con violencia el cuerpo de Jisung, el contrario entiende el mensaje y con rapidez comienza a correr intentando perderse entre las personas de la zona.

Minho lo sigue por detrás siguiendo el mismo plan, los hombres no los perdían de vista en ningún momento. Las placas en sus uniformes lo hicieron detenerse de golpe, sólo era la tonta policía.

—¡Detente, Jisung!—Le gritó llamando su atención al instante, el grisáceo obedeció reuniéndose con él de vuelta. —Es sólo la estúpida policía, esas pequeñas mierdas molestando.

—¿Me acabas de llamar por mi nombre de pila? Se escuchó como si estuvieras pidiéndome matrimonio, no lo hagas de nuevo.

El empresario lo golpeó en las costillas dejándolo sin aire, Jisung jadeó adolorido mordiéndose la lengua para no soltar alguna grosería.

Algo andaba mal.

Lo dedujo cuando los uniformados los apuntaron con el arma, no, lo apuntaban únicamente a él.

—¿Por qué están apuntándome, idiotas? Los voy a demandar por amenazas.

—Lee Minho, quédese quieto o me veré en la necesidad de dispararle. —Le advierte la oficial SunHi sin apartar su atenta mirada sobre él, Minhi parece confundido al igual que Jisung.

—¿Qué diablos les pasa?—Inquiere el rubio ceniza con una expresión de molestia, sigue sin creer que unos simples gatos del gobierno se atrevan a hacerle una desfachatez como esta a él, a Lee Minho.

—Usted está arrestado por fraude en distintos fondos monetarios, todo lo que diga será utilizado en su contra así que piense bien lo que dirá a partir de ahora.

La oficial pelirroja asintió con la mirada dándole el permiso a los otros hombres para poder esposar a Lee.

—¡No me toques pedazo de imbécil!—Le gritó furioso Minho cuando sintió las toscas manos del oficial tratando de someterlo.

Mientras tanto, Han se encuentra a tan sólo unos metros observando la escena con aburrimiento.

—¡Han, no te quedes ahí y ayúdame! ¡Llama a mi puto abogado!

—No soy uno de tus esclavos, Lee. Jódete en la cárcel. —Responde el grisáceo pasándose una mano por los cabellos, le dedica una sensual sonrisa a la oficial cuando ella lo mira.

—¡Han, Han!—Grita el empresario con rabia tratando de safarse pero le es imposible, los dos hombres lo meten a la fuerza en la patrulla.

—Han Jisung, ¿Cierto?

El grisáceo asiente acercándose a la oficial, en su rostro muestra una sonrisa coqueta, un clásico de él.

—A sus servicios, preciosa dama.

—¿Qué hacía con Lee en estos rumbos?—Le cuestiona tranquilamente la pelirroja sin rodeos, Jisung no se inmuta ni un poco, únicamente se limita a humedecer sus propios labios antes de responderle.

—Sólo negocios. —Se encoge de hombros sin tomarle mucha importancia al asunto, su ceño se frunce mostrándose falsamente molesto. —Me alegra no haber hecho planes con Lee, hubiera salido manchado en sus sucios asuntos de fraude, nunca me lo esperé de él así que le agradezco que lo arrestara. ¿Me salve de una buena, cierto?

—Lo hizo. Y no agradezca, señor Han. Es un alivio saber que no está involucrado también, su restaurante me encanta, es tan prestigiado.

El caníbal esboza una sonrisa encantadora a los ojos de la oficial, Jisung puede notar que ella no se ha resistido a sus increíbles encantos.

—¿Quisiera tener un platillo especial? Será tan único como su belleza y tan suave como un ternero.

—Me encantaría, señor Han.

—¡Es que no entiendes, Adam! No puedo quedarme en la jodida cárcel, van a matarme el primer maldito día como a un perro.

Minhi apretó el teléfono entre sus manos con furia y golpeó la mesa con ímpetu, el abogado se asustó un poco retrorciendo de aquella barra que los separaba a ambos.

—Es que todas las evidencias son certeras, señor Lee. —Adam le comentó de manera relajada dejando los papeles de acusación sobre la mesa, el empresario lo miró a los ojos antes de revisar los papeles a través del cristal. —Todo lo acusa directamente de cometer fraude, ¿Desde cuándo lo hace?

—Que mierda te importa desde cuando lo hago, sácame de aquí. —Masculla entre dientes muy cabreado por el interrogatorio, su mandíbula apretada era tan intimidante para el pobre abogado. —Sácame de aquí, Adam. Házlo rápido, mierda.

El castaño tragó saliva negando con lentitud, le causaba un poco de temor y pena la situación del empresario.

—¿Por qué no?! Sácame, Adam. Tengo dinero de sobra.

—Todas sus cuentas bancarias fueron congeladas, señor. En verdad lo siento, no puedo hacer nada por usted si todo está en su contra.

—¿Sabes que voy a morir aquí, verdad? Sácame, por favor. —Suplicó el rubio ceniza aferrándose al teléfono, las imágenes de las muertes que pidió y el dolor que le fascinaba causar comenzó a reproducirse en su cabeza como una película.

—No morirá, señor. —Negó frenéticamente el abogado ante sus palabras, sintió pena al ver el estado tan frágil de aquél hombre. —Le prometo que le conseguiré seguridad aquí, se lo prometo.

—No existe el suficiente dinero para que evites que me maten, Adam. Hice cosas más terribles que sólo un simple fraude, mucha gente quiere verme muerto.

—Tal vez, señor. Pero yo no.

—¡El tiempo ha acabado! Lee, quítate del cristal ahora. —Le ordenó el oficial acercándose a él con brusquedad, lo sacudió un poco apurando sus movimientos. Minho apretó sus dientes con fuerza dedicándole una mirada sombría, después dirigió su atención al abogado.

—Este es un adiós, Adam.

—¡No lo es, señor!

—¡Lee, quítate ahora!—Volvió a gritar el hombre esta vez golpeando el vidrio con su arma de manera violenta, el rubio ceniza se puso de pie con brusquedad antes de encararlo.

—¿Qué mierda te pasa, eh? Vuelve al asqueroso agujero de donde vienes, hijo de perra.

El oficial le dedicó una sonrisa irónica antes de propinarle un buen golpe certero en el rostro, su puño había impactado fuertemente haciéndole tambalearse.

—Estuve en ese agujero gracias a ti, Lee Minho. —Susurró muy cerca de él, apenas audible entre ambos y soltó una escandalosa risa antes de apartarse tan rápido como llegó. —No me gusta la violencia pero no me deja de otra, usted si que es un recluso muy difícil.

Adam mostró una expresión de extrañeza sin comprender lo que sucedía, el oficial castaño observaba como Minho trataba de detener el sangrado de su nariz.

—...Siento haber golpeado a su cliente, abogado. Pero, ¿Usted comprende que cuando un recluso desobedece una orden tengo el derecho de usar la fuerza física?

—Eh, sí. Lo comprendo. —Asiente sintiéndose perturbado con la mirada intensa del hombre sobre Lee, ¿Eso era sólo desobediencia o había algo más que no lograba descifrar?—No se preocupe de nada.

El oficial asiente también antes de tomar del brazo al rubio ceniza y obligarlo a caminar de vuelta a las celdas.

—¡Adam!

El mencionado escucha su nombre ser gritado y entonces se gira instantáneamente para verlo.

—¿Sí?

—Han Jisung.

Y lo comprende, su jefe está dispuesto a hundir a su acompañante. Si iba a morir, alguien moriría con él.

el próximo capítulo es el final, ¿están preparados?

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