Chapter five.

❝ Hey, Yugyeom, llegué de compras.❞

Felix asintió sin mirarlo, Jeongin caminó acompañado de San de vuelta a la preparatoria.

—Intentaré buscarlo.

Hyunjin murmuró que sí para luego únicamente concentrarse en el pequeño pelirrojo que lloraba asustado, después de unos cinco minutos Jeongin llegó agitado y minutos después llegó San con sangre en el brazo.

—Oh, Joder. ¿Qué diablos pasó?

—Encontramos a Seungmin, intentamos perseguirlo...y cuando San lo atrapó...—Intentó seguir hablando pero el aire le hacía falta, había corrido por las escaleras y por los gigantescos pasillos de la preparatoria, una vez que recuperó el oxígeno volvió a hablar. —...Seungmin lo mordió casi como si quisiera arrancarle el maldito brazo.

Hyunjin pegó más a su cuerpo a Felix cuando él intentó ver a los dos chicos, no quería que viera el estado horroroso de San.

—¿Quién se quedará con Felix?

—Lo haré yo. —Asintió Hyunjin mirándolo con seguridad y su boca se torció en una mueca cuando notó la herida abierta del muchacho. —Adelante, vayan al hospital. Cuidaré de él.

—¿Lo ves? Ahora vamos, San. Estás sangrando demasiado.

—Mamá siempre dijo que era un sangrón pero creo que no se refería a esto. —Dijo en un intento por bromear pero rápidamente jadeó de dolor.

—Tengan cuidado.

Hyunjin les dijo antes de tomar la mano de Felix y ambos subirse al automóvil del primero.

Cuando San perdió de vista a los dos chicos no pudo aguantar más y soltó la bomba de inmediato.

—Jeongin, ¿Por qué tenías un arma?

El mencionado tragó saliva recordando lo que había pasado anteriormente en los pasillos.

Momentos atrás.

—¡Deja de correr! ¡Carajo, Seungmin!—Jeongin le gritaba mientras trataba de seguir sus pasos.

Seungmin dio la vuelta por el pasillo inmediatamente subiendo las escaleras con dificultad, sus dos compañeros le pisaban los talones tan sólo unos cuantos pasos atrás.

—¡San, no subas! Ve por el pasillo dos, corre, maldición.

El adolescente asintió sin subir las escaleras y desapareció por el otro pasillo.

Yang Jeongin subía las escaleras lo más rápido que podía, no dejaría que el maldito se escapara sin dar una buena explicación o sin un buen golpe.

—Detente ahí, maldito hijo de perra, hablo en serio. —Le advirtió cuando Seungmin hizo el amago de irse por el pasillo dos, sacó el arma de su tobillo y le apuntó con precisión.

—¿¡Qué diablos haces, Jeongin?!

San había aparecido en el pasillo dos interceptando a Seungmin y dejándole sin paso.

—Quiero respuestas verdaderas o te doy un tiro aquí mismo. ¿Estás en la maldita Deep Web, verdad?

El muchacho de hebras oscuras se giró con una tétrica y escalofriante sonrisa a la par que asentía sin problema alguno.

—Creí que lo sabías. Soy espectador de tus vídeos, Jeonginnie.

Yang jadeó sorprendido y San ni siquiera sabía de lo que hablaban.

—Vi a Lixie en la página y... yo sólo quería jugar. —Mencionó encogiéndose de hombros con una expresión triste en su rostro. —Quería jugar mucho con él.

—Vete a la mierda, Seungmin. Hasta aquí llegaste.

Jeongin le siguió apuntando y quitó el seguro del arma jodidamente tenso, San negó varias veces pálido.

Seungmin trató de moverse rápidamente pero el brazo de San se lo impedía, le mordió con brusquedad hasta que sintió parte de la carne en su boca. Aprovechó el dolor del muchacho y corrió rápido por los pasillos perdiéndose entre ellos.

—¡Mierda, San!

Jeongin respondió como pudo inventando una mentira para la pregunta de su compañero.

—Mi padre me la regaló hace un año para precaución, me habían asaltado y por eso la tenía. —Intentó convencerlo mientras lo ayudaba a entrar por el hospital, agradecía mentalmente que hubiera un hospital cerca de ahí.

—¿De qué hablaba Seungmin?—Preguntó de nuevo pero de inmediato Jeongin le avisó a la enfermera y ella se lo llevó sin poder escuchar la respuesta.

Hyunjin y Felix llegaron a casa veinte minutos después, el pelirrojo había dejado de llorar gracias a su hyung. Él le había limpiado sus lágrimas y le había prometido que todo estaría bien, ahora se encontraba con la pequeña bola de pelos Kkkami y se encontraba más animado.

—Lixie, ¿Puedes esperarme un poco? Pasaré a mi casa por mi hermana, vendrá también. —Le dijo con angustia en su voz, no le agradaba la idea de dejar sólo a su niño.

—Aquí esperaré, Hyunjin hyung, no te preocupes. —Le respondió mientras se sentaba en el sofá con Kkami. —Vaya tranquilo, hyung.

—No tardaré, lo prometo.

Hyunjin besó con suavidad la frente del pelirrojo y salió de la casa, Felix suspiró cuando vio el auto desaparecer de su vista.

—Somos tú y yo Kkami, ¡Vámonos! ¡Hay que ver las caricaturas arriba!

El pelirrojo subió las escaleras de inmediato con emoción, entró a su habitación y encendió la televisión sin ningún problema.

—¡Mira, Kkami! ¡Son las chicas superpoderosas!—Dijo con emoción dando pequeños saltitos desde la cama, el canino le ladró en respuesta.

El ambiente era sumamente tranquilo, el único sonido era el de la televisión anunciando las caricaturas favoritas de Felix. Eran las ocho de la noche apenas, la noche era un poco fría y faltaban varias horas para que sus padres volvieran. Tan sólo habían pasado unos veinte minutos desde que Hyunjin se fue en su auto dejándolo, la verdad es que su casa estaba un poco apartada y era un gran detalle que siempre trajera al menor después de la escuela.

El ruido de la puerta abriéndose le sacó una sonrisa a Felix, ¡Hyunjin hyung había vuelto! De inmediato abrió la puerta de su habitación y salió para recibirlo. Estaba a punto de bajar las escaleras si no fuera porque vio a un hombre que jamás había visto de pie en la sala, de tan sólo verlo a Felix le dio escalofríos.

El tipo era probablemente dos veces más grande que el pelirrojo, su cabello era tan oscuro como la noche y pequeños rizos caían sobre su frente. Su pálida piel estaba adornada por cientos de tatuajes haciéndole lucir tan temible y delicioso a la vez, portaba unos pantalones blancos que se acentuaban de maravilla en sus carnosos muslos, su pecho era cubierto por una camiseta de vestir negra con las mangas dobladas hasta los codos y al menos tres botones estaban desabrochados. El tipo se veía perfecto ante los ojos de cualquiera.

Felix corrió a su habitación de nuevo escondiéndose en el baño, la ansiedad y el miedo comenzaban a hacerse presente aniquilando su estabilidad por dentro.

—N-No ahora, por favor..

Ruidos se escuchaban en la planta baja, parecía ser de esos ladrones o al menos eso creía el chiquillo pelirrojo. Tomó su móvil sacándolo de su bolsillo y no dudó en llamar de inmediato a su hyung.

¿Lix? Felix, ¿Qué sucede?

—Hyunjin hyung, n-no sé. Escucho ruidos en la planta baja.

¿En dónde estás? No hagas ningún ruido y cálmate. ¿Sí? Mi hermana ya está llamando a la policía.

—Estoy en... el baño. Escucho sus botas por las escaleras, hyung. —Respondió con su vocecita apenas audible para el castaño.

Quédate ahí, todo estará bien, Lix.

Nada.

¿Lix? ¿Bebé? ¿Sigues ahí?

—Hyunjin hyung, abrieron la puerta. —Respondió el joven entrecortado por el llanto que se presentaba. —Tengo... miedo.

No, no, no. Bebé, cálmate. ¿Sí? La policía ya va, quédate conmigo.

La respiración alterada de Hyunjin se presentó a través de la línea mientras su hermana trataba de calmarlo.

—¡No! ¡Déjame!—Se escuchó a través del teléfono seguido de cosas rompiéndose.

¡Felix!

—¡No! ¡Por favor no! ¡Hyunjin hyung!

El mencionado pudo escuchar perfectamente los gritos de su menor a través de la línea. Parecía una riña por la cantidad de objetos rompiéndose, después de unos minutos finalmente el silencio reinó.

¿Bebé? Dime... algo... por favor.

Una respiración agitada se adueñó del teléfono, Hyunjin con el coraje que sentía se atrevió a preguntar.

¿Quién eres tú? ¿Por qué haces esto?

—Ese lindo cachorrito es mío ahora. Es mi nuevo juguete y vaya que salió caro.

Una ronca carcajada resonó por la línea, y después de eso la llamada finalizó.

Chan cortó la llamada lanzando el móvil al excusado y miró el cuerpo del chiquillo en la bañera. Lo cargó entre sus brazos al estilo nupcial y bajó las escaleras observando el desastre, se felicitó internamente por no haber tocado nada que dejara sus huellas. Intentó salir por la puerta pero estaba Jeongin ahí de pie con un arma sumamente agitado, probablemente corrió hasta acá.

—No vas a llevártelo, Chan. ¡Déjalo en este instante!

—¿Así que conoces al chiquillo, Jeongin?—Le cuestionó empujando inconscientemente su lengua dentro de su mejilla, dejó al pelirrojo en el sofá antes de encarar al adolescente.

—Fue mi culpa que él entrara, sólo déjalo, Bang.

—Es mío ahora.

—No, no es tuyo. ¡Es un maldito crío, joder! Ya basta.

—¿Ahora si piensas en los críos? No decías nada cuando los obligabas a hacer tus porquerías acerca de asesinar. —Le dijo el azabache con una sonrisa cínica en su rostro, Jeongin sonrió también.

—¿No somos tan diferentes o sí?

Y esa fue la gota que derramó el vaso porque Chan en un ágil movimiento le dobló la mano sin rechistar para que no pudiera usar el arma, llevó ahora sus venosas manos al pálido cuello del adolescente tratando de estrangularlo, Jeongin intentaba zafarse del agarre pero la fuerza del otro era tan superior. Mierda, él era tan sólo un puberto y el otro un jodido mercenario que le ganaba por dos cabezas al menos.

Chan le apretó con demasiada fuerza mientras el adolescente intentaba patear con todas sus fuerzas, el oxígeno comenzaba a hacerle falta y su rostro se ponía rojo hasta que finalmente dejó de resistirse.

—Jódete en el infierno, Jeongin.

Salió de la casa cargando al chiquillo en sus brazos y lo subió al auto rápidamente para evitar sospechas.

El trayecto fue demasiado largo, Chan vivía demasiado apartado de la sociedad para evitar ser descubierto por algún enemigo o cualquier persona de la Deep Web. El ser mercenario era un constante peligro para él porque muchas personas tenían sed de venganza en contra de él pero a Chan realmente no le importaba si no a Yugyeom que parecía preocuparse a toda hora.

Cuando finalmente llegó, bajó al chiquillo del auto nuevamente en sus brazos, si que pesaba. Entró a la casa ante la atenta mirada incrédula de su compañero.

—¿En serio lo hiciste?

—Hey, Yugyeom. —Le dijo con una sonrisa arrogante posada en todo su rostro y se dedicó a oler el cuello del chiquillo de una manera tan enferma. —Llegué de compras.

Ya tenemos a nuestro primer muerto, ¿Quién sigue? 🤔

capítulo doble bcz yes

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