cupido feliz

— ¿cuánto tiempo llevas enamorada de
mí? — cuestionó bae, acomodando un
clavel justo detrás de su oreja, acariciando su cabello de paso.

la miró con una sonrisa por lo linda que
se veía allí, con su uniforme escolar y sus ojitos.

lily sintió un escalofrío recorrerla, uno cálido.

se habían sentado en el césped frente a
las flores, importándoles poco perderse de más minutos de la clase.

— unas semanas luego de verte en el taller de arte — admitió, su tono de voz era bajo y tranquilo, embriagador para bae.

cerró los ojos cuando la australiana pasó
su mano por su mejilla, recorriendo su
bonita piel aún colorada.

la mayor no se resistió y dejó otro
beso sobre su boca, un pequeño pico
caramelizado.

— yo desde que Ilegaste al colegio.

lily abrió los ojos, atónita. eso había sido hace tres años atrás.

— ¿t-tanto?

jinsol asintió, sin despegarse de ella.

— me llamaron mucho la atención tus
ojitos y con el tiempo supe que no solo era eso; eran sentimientos de amor -sonrió y lily tuvo que taparse los mofletes, avergonzada-. No puedes culparme, lily, eres adorable. Siempre lo fuiste.

- p-pero... ¿por qué no me dijiste nada?

- no creí que te gustara, ya sabes, casi no hablabas y parecías agria a cualquiera que intentara acercarse.

- ¡no es cierto!

- ¡lo es! -carcajeó, besándole la punta
de la nariz -. luego de años mirándote
en secreto me decidí y terminé
inscribiéndome al taller de arte para
intentar acercarme a ti -confesó y lily
no cabía del asombro -. y de alguna forma u otra, funcionó. comencé a hablarte,.no me respondías siempre,. pero cuando lanzaba comentarios de artistas al azar y sus obras parecías más interesada, así que me aprendí todo de caravaggio y te hablé.

una tarde, cuando lily tuvo que pasar
al pizarrón para exponer de su artista
preferido, bae supo que caravaggio
era su solución.

- ¿así que usaste a caravaggio para ligar
con una chica?

las dos rieron, envueltas en flores y un
cielo precioso, solo para ellas.

- fue exactamente lo que hice - afirmó,
aún con una risita suave.

quizá porque era san valentín y nadie
realmente parecía interesado en las
clases o tal vez porque ni siquiera
notaron sus ausencias, pero lily y bae se pasaron esos dos bloques de hora sin volver al salón, perdidas en sus conversaciones, conociéndose de a
poquito. querían tanto saber de la otra y
no podían creer que hayan desperdiciado
tanto tiempo, pero eso ya no importaba
ahora, ya estaban unidas.

cuando la jornada escolar acabó, bae
la invitó a una cita improvisada para
celebrar ese mágico catorce de febrero
que, para sorpresa de ambas, podrían vivir juntas.

lily aceptó sin insistencia, e iniciaron
su viaje caminando por la ciudad.

- ¿a dónde me llevas?

- eso es sorpresa - bae tomó su mano y
avanzaron más rápido, riendo de vez en
cuando y comentando cosas que veían.

parecía ser un sueño, pero no lo era.

era la realidad.

bae y lily por fin se conocieron
como debían; como cupido dictó.

no les importó ir de la mano porque
sencillamente parecían solo buenas
amigas, pero bae no se resistió y
cada que veía un callejón despejado, lo
aprovechaba para besarla una vez más.
esos besos inocentes y cariñosos, besos
de enamoradas.

- bien, no sé si estará abierto o si
podremos entrar, así que no te ilusiones - dijo la coreana, deteniendo el paso.

- ¿ya llegamos? - lily miró a su alrededor.

- estamos cerca, pero primero cierra los
ojos. yo te guiaré.

y así, entre risitas por los pasos inseguros de lily y bromas de bae, caminaron media cuadra más hasta llegar a su destino.

- puedes abrirlos - indicó, aún con sus
manos unidas.

lily parpadeó un par de veces hasta
lograr leer correctamente las letras
blancas adheridas al vidrio. estaban frente a una galería de arte, pero no cualquiera, sino una de sus pintores modernos favoritos.

- ¿cómo supiste que...? -se giró a verla y
jinsol sonrió-. ¡¿qué?!

- lily, en el taller dejas muchos de tus
gustos al desnudo, quizá más de lo que
te das cuenta - rió -. ¿por qué crees que
sabía que solo comías chocolate blanco?

morrow, pareciendo una niña pequeña,
saltó hacia los brazos de la chica que la
traía loca, como si llevaran años en una
relación, años amándose por completo.

todo sucedió de manera tan natural entre
ellas luego del beso que se dieron en aquel jardín que ya parecían una pareja casada.

fue todo... perfecto.

tuvieron suerte de poder ingresar, tanta
que hasta en un momento apareció el
mismísimo artista y el hombre no dudó
en firmar una fotografía que bae
había comprado de una de sus obras más. hasta tuvo el honor de hacerle un par de preguntas.

- gracias por todo esto, bae.

terminaron en un café, lleno de
decoraciones de corazones.

frente a frente, compartiendo una
malteada, unieron sus manos bajo la
mesa, sonriéndose con amor brotando de sus poros.

- gracias a ti por ser mi san valentín.

un nuevo comienzo había iniciado
entre ellas, almas jóvenes destinadas
a compartir besos secretos y caricias
profundas.

cupido, quien se paseaba en esa misma
cafetería para seguir uniendo corazones,
se detuvo un minuto a observarlas, riendo travieso porque sí había tomado unas cuantas copas el día que las flechó. ¿pero qué importaba ya? si se notaban la una para la otra.

- ¡viva el amor! - gritó el muchachito de
alas, feliz.

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