𓂃 stranger

  


     Casi dos años habían transcurrido después de la guerra, un suceso que marcó un antes y un después en el mundo ninja. Pero apesar de eso, la maldad y la avaricia todavía tenían raíces que él se encargaría de arrancar como una forma de expiar sus pecados del pasado.

Pasado que no podía ser olvidado tan fácilmente y que cada noche lo atormentaban sin descanso.

Pero estaba bien con eso, creyendo que ese sería su castigo mientras iba por el mundo repartiendo paz y buenas acciones como si de un monje se tratase.

Y ahora estaba ahí, observando su próxima parada. Esperando que su estadía no se alargará más de cinco días en aquel pueblo de aspecto poco lúgubre.

Sin más, dejo que sus pasos lo adentraran en el interior de la aldea, que parecía desolada a primera vista. Pocos eran los comerciantes y la gente que transitaba por las calles, pero lo que más había llamado su atención eran las miradas afligidas de las personas cada que sus ojos se cruzaban.

Algo se sentía fuera de lugar y estaba dispuesto a descubrirlo.

—¡Tu! —bramo una voz áspera detrás de él, al mismo tiempo en que un infante pasaba corriendo a su lado—. ¡No escaparas pequeño mocoso!

—¡Atrapeme si puede! —rio el menor antes de chocar contra el cuerpo de otra persona, cayendo de espaldas y dándole oportunidad a su perseguidor de alcanzarlo—. ¡Eso es trampa!

—¡Tu!, no tienes nada de consideración por tu abuela —reclamó el hombre con el que había chocado—. No puedes ir corriendo por ahí, causando problemas. Sabes que no podemos tratar con esas personas, que tal que por tus travesuras castigarán a tu hermana, ¿te gustaría, Shun?

—No —bufo, arrugando su entrecejo y evitando la mirada del joven que lo regañaba. Desviando sus ojos azules hacia la figura de Sasuke—. !Un forastero!

—¡Shun! —reprendio el hombre al ver al pequeño acercarse al desconocido.

—¿No tienes donde pasar la noche? —preguntó, tirando de la capa desgastada que Sasuke portaba—. Ya casi anochece, mi abuela tiene una posada que te recibirá con un té y un baño caliente —el joven suspiro, llevando una de sus manos a su frente. Le era imposible mantener quieto a ese niño escurridizo.

—Disculpelo...

—No, está bien —interrumpio Sasuke, mirando al niño pelirrojo—. Me gustaría hospedarme en tu posada.

El llamado Shun asintió, con una gran sonrisa adornando su rostro. Y sin antes preguntar, tomo la mano de Sasuke y lo arrastró hacia un rumbo en específico.

—Baba se alegrará —ambos caminaron, alejándose del que podría considerarse el centro del pueblo—. No tenemos muchos turistas por culpa de esos capas verdes. Desde que llegaron no dejan de molestar a la gente de la aldea con peticiones extrañas, la última vez una persona desapareció luego de enfrentarse a uno de ellos.

—¿Desde cuándo están aquí?

—No mucho, como siete meses —hizo una pausa—. El jefe es un tonto y permitió que se quedarán. Mi hermana me dice que no debo acercarme pero ellos molestan todo el tiempo.

Sasuke se limitó a escuchar las quejas del pequeño, que en cierto modo le facilitaba el trabajo. Aunque no debía fiarse mucho de lo que un niño decía.

—¡Llegamos! —vocifero el pelirrojo, obligando al Uchiha a entrar en aquella posada de aspecto hogareño. Realmente hacia un contraste con el ambiente pesado que rodeaba a los lugareños—. ¡Baba!, Tenemos un cliente.

Shun lo guío hasta el pequeño mostrador de madera, soltando su mano para rodear está y plantarse frente a él. Sus pequeñas manos rebuscaban algo que él azabache no se molestó en averiguar, pues unos ligeros pasos acercándose hasta ellos llamaron su atención.

—Regresaste —una chica de cabellos rojizos, similares a los del infante, se asomo bajo el umbral de una puerta que dedujo daba hacia el comedor que algunas posadas poseían—. Y trajiste a alguien contigo.

Sus pasos eran algo delicados, al igual que su apariencia. Su cabello rojizo le llegaba hasta un poco más abajo de sus hombros y la yukata púrpura que portaba hacia resaltar su piel pálida, como si fuera de porcelana.

—Es un forastero que vino a hospedarse —mencionó, subiéndose al taburete.

—Ya veo —la chica sonrió, tanteando con sus dedos la madera del mostrador—. Bienvenido a nuestra posada, mi nombre es Yue y estoy a sus órdenes, joven viajero.

Sasuke asintió, fijándose en la mirada perdida de la chica.

—Sasuke —Yue giro su cabeza en dirección a su voz, permitiéndole al Uchiha observar detenidamente sus ojos aperlados.

La chica era ciega, algo que le sorprendió de algún manera.

—¡Yo soy Shun! —se presento el menor, tendiendole una llave al azabache—. Esperamos disfrutes tu estadía.

—Gracias.

—La cena estará lista en una hora —anunció Yue, mientras el menor dejaba de anotar en un gran libro para salir corriendo hacia otra puerta—. Al igual que el baño, por si deseas.

El chico sonrió. El pequeño Shun no era un mentiroso, así que aceptaría las quejas por los "capas verdes" que atormentaban a los pueblerinos e investigaría por su cuenta.

—Si —miro a la pelirroja una última vez antes de perderse por el pasillo en busca de su habitación.

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