𝟬𝟯 𝘚𝘏𝘈𝘋𝘖𝘞𝘚 𝘈𝘕𝘋 𝘉𝘓𝘖𝘖𝘋

an. ، shadows and blood⸺three ⎰chapter . by cardkgan𓆩﹙𝚠𝚛𝚒𝚝𝚝𝚎𝚗 𝚋𝚢 ┈ 𝚝𝚒𝚗𝚊 𓏲﹚

🪽💮 |

El sol comenzaba a despuntar en el horizonte cuando Daella escuchó los susurros de una tragedia. Los corredores del castillo estaban llenos de murmullos sobre la muerte de Sir Harwin Strong y su padre, el Señor de Harrenhal, el lord mano de su padre. La noticia, aunque dolorosa, no fue inmediata para Daella, pero la joven princesa pronto sintió el peso de la pérdida, de alguien con la cual estaba acostumbrada a ver en sus caminatas a lo largo de su crianza, siempre con un saludo respetuoso, demostrando lo caballero que era el Quebrantahuesos.

Daella estaba en la biblioteca cuando lo supo, el lugar donde solía encontrar consuelo entre las páginas de viejos manuscritos y crónicas de tiempos pasados. El sonido de pasos apresurados la hizo levantar la vista, y fue entonces cuando vio a una de las sirvientas acercarse con el rostro pálido.

⸻Mi princesa, el rey me ha mandado a comunicarle noticias de Harrenhal⸻Dijo la sirviente, su voz apenas un susurro.

Daella asintió con el seño fruncido, sus dedos aferrándose al borde del libro que tenía en las manos. Escuchó atentamente, sin esperarse de que eran esas noticias que pocas veces se le era comunicada, y cada palabra parecía una daga que se clavaba en su corazón. Sir Harwin Strong, había perecido en un fuego junto con su padre.

La empatica Daella se le hizo un nudo en la garganta al pensar en sus sobrinos. Sabía cuánto respetaban y admiraba a Sir Harwin. La pérdida sería inmensa para ellos, y su corazón se llenó de una tristeza por sus familiares.

Con aquella noticia, trajo a su vez otra muerte inesperada, la de Laena Velaryon, esposa de su tío y madre de sus primas. Sabía que la Lady de pentos estaba en cinta, pero no tenía más información de su muerte, sólo el funeral que se llevaría a cabo.

Rhaenyra había tomado una decisión al otro día de los acontecimientos de Strong contra Cole, en donde iba a ser escoltada a Dragonstone junto a su familia, la isla hecha de piedra y rodeada de historia de su sangre, ahora era el techo que separaba a Daella de la pequeña ilusión que se había hecho al interactuar con Jacaerys lunas atrás, pensaba que finalmente podía establecer otro vínculo que no sea el de sus hermanos.

Pero el funeral de Lady Laena Velaryon en Driftmark se aproximaba rápidamente, en donde tanto como la primogénita y el rey debían asistir por respeto. Todos los ojos estaban puestos en la Casa Velaryon, y la presencia de los Targaryen y sus aliados. Daella sabía que su familia debía asistir, y aunque no conocía bien a Lady Laena, la solemnidad del evento la llenaba de una tristeza adicional, fácilmente aquellos eventos la rodeaban de una nube de angustia, no la pasaba bien.

La corte se preparaba ante las próximas palabras del lord Vaemond, las comitivas se organizaban, y la atmósfera era una mezcla de prisa y silencio reverente. Daella pudo observar desde la lejanía a Jacaerys junto a su madre, quien permanecían en silencio, el rostro del joven príncipe era una máscara de contención. Ella deseaba consolarlo, pero las palabras parecían inadecuadas ante el peso de su pérdida.

El cielo estaba encapotado, reflejando la tristeza de los corazones reunidos. El mar rugía con una fuerza sombría, y las olas golpeaban contra los acantilados como un eco del luto colectivo. Daella se encontraba entre la multitud, su vestido negro con detalles en esmeralda de terciopelo reflejando el solemne evento. El vestido, de un corte elegante y sencillo, tenía bordados delicados esta vez en plata que brillaban con la luz tenue del sol. Su cabello platinado, suelto solo sujetado por dos trenzas pequeñas por detras de su cabeza, se movía suavemente con la brisa, enmarcando su rostro de manera etérea. Los ojos de Daella, normalmente llenos de curiosidad y vida, estaban ahora ensombrecidos, al parecer, era la única de su familia que podía sentir el peso de una pérdida la cual no tenia relación de ningún tipo.

El funeral fue una ceremonia solemne y cargada de emociones. Las palabras del tio de Laena, por un momento habían sido interrumpidas por la risa del príncipe canalla, pero directamente fue ignorado. La dignidad con la que la Casa Velaryon soportaba su pérdida creaban una atmósfera de respeto y duelo profundo. Daella permanecía en silencio, sus ojos fijos en el horizonte.

El ataúd construido especialmente para que los restos de la Velaryon descansen, fue arrojado al mar respetando la vieja tradición que tenían los que venían del mar, y se iban en el. La pequeña Targaryen, soportando su postura caracterizada, que consistía en tener sus manos juntas bajo su vientre, lanzó un largo suspiro, no entendía el por que ese tipo de momentos la llenaba de pesades y dolores de cabeza, el ambiente la abrumaba demasiado.

Ella permanecía al lado de su hermano mayor, Aegon, por su izquierda. Quien al lanzar un largo bostezo, fue movido de su lugar con un choque de cuerpo por parte de Daella, este rodeo sus ojos, solo tenía intenciones de tomar y tomar hasta olvidarse de lo aburrido que estaba.

Por el lado derecho, Helaena jugaba con sus anillos, teniendo la vista pérdida en ellos. Daella al notarlo, extendió su mano con las suyas, deteniendo aquel tic nervioso, y juntando al compás los anillos que hacían machina uno con el otro. La mayor Targaryen tenía un pequeño dragón de joyería blanca, mientras la menor tenía uno de material topacio, de un color azul, ambos haciendo honor a sus dragones que las escogieron, DreamFyre y WhiteFyre.

El tiempo de la ceremonia había pasado, pero la tradición exigía que todos permanecieran en la tierra de Driftmark por un par de lunas. Daella, con el permiso de su madre, deambulaba entre la gente hasta llegar a una zona específica de la gran terraza, donde podía observar claramente a los más grandes dragones, descansando o volando, todos juntos por órdenes de sus jinetes.

La mente infantil de la joven Targaryen se llenó nuevamente con la imagen de su propio dragón. Esperaba con ansias que algún día lo que veía en los demás montadores de dragones lo viviera en carne y hueso, montando por horas a WhiteFyre bajo su mando.

Con la brisa marina despeinando sus cabellos plateados, Daella caminó en busca de sus hermanos. Se encontró con Helaena en el suelo, de espaldas a ella, incapaz de ver lo que hacía, pero capaz de escuchar la conversación de sus mayores al posicionarse a un lado de ellos.

⸻Fortalecería a la familia, mantendría nuestra sangre Valyria pura.

⸻Ella es una idiota⸻Exclamó Aegon con desdén, como si Helaena no pudiera escuchar.

⸻¿Y tú qué eres, Aegon? ¿Acaso un dios?

Ambos hermanos miraron a Daella, sorprendidos por sus palabras. Ella miraba a su hermano mayor, esperando su respuesta, dejando claro que no iba a permitir que se sobrepasara sin enfrentar consecuencias. Aegon, siendo el mayor, creía que tenía más derecho y libertad para burlarse de sus hermanos. Aunque por unos momentos su rostro mostró que las palabras de su hermana menor le afectaban, rápidamente recobró su postura altanera.

Aegon se giró hacia Daella con una sonrisa despectiva, sus ojos reflejando una mezcla de burla y desprecio.

⸻Y tú, querida hermana, ¿qué sabes de dioses o de idiotas? Quizás deberías preocuparte más por aprender tus modales y menos por entrometerte en las conversaciones de los mayores.

Daella no se dejó intimidar. Mantuvo su mirada fija en Aegon, su voz firme y clara:

⸻Quizás más de lo que tú jamás sabrás, hermano. Y al menos yo no necesito despreciar a los demás para sentirme importante.

Aemond observó la escena con interés, notando la inusual firmeza en la voz de su hermana menor. Mientras tanto, Helaena, ajena a la tensión, murmuraba algo para sí misma mientras continuaba con su ocupación en el suelo.

⸻Aegon, deberías aprender a escuchar, no sólo a hablar,⸻intervino Aemond, con una mirada severa hacia su hermano mayor.⸻Quizás entonces comprenderías el verdadero significado de la fuerza y la lealtad.

Aegon resopló, visiblemente irritado, pero optó por no seguir discutiendo. Daella, sintiendo una pequeña victoria, se giró a observar a su hermana, que estaba concentrada en lo suyo. Lo primero que pensó fue que probablemente estuviera con alguno de sus insectos, dado el inusual interés que Helaena tenía en ellos.

Aegon terminó su copa, probablemente, de vino, y se acercó a una sirvienta que llevaba más, deteniéndola para dejar su copa vacía y tomar otra.

⸻De hecho, tenemos algo en común.

Aegon sonrio arrogante, la sirvienta, visiblemente aterrada, no pasó desapercibida para Daella.

⸻A ambos nos gustan las criaturas con las patas largas⸻agregó Aegon, insinuando doblemente el hecho de que Helaena también tenía un dragón.⸻ ¿No es así, Daella?

Daella solo lo miró con desprecio antes de darle un leve empujón a Aemond para llamar su atención, sacándolo de sus pensamientos provocados por las palabras del mayor.

⸻Ignóralo.

Aemond observó a Aegon alejarse con indiferencia. Aunque las palabras de su hermano mayor a menudo eran crueles, él ese día no quiso dejar que le afectaran. Giró su atención hacia Daella, quien permanecía firme a su lado, y dejó escapar un leve suspiro.

—No vale la pena gastar energía en Aegon⸻Voz calmada y firme utilizó, su mirada fija en ella, casi guardando los pequeños detalles del rostro de su hermana que antes no había prestado atención⸻Él siempre será así.

Daella asintió, su semblante relajándose un poco.

⸻Lo sé, Aemond. Pero no puedo evitar defender lo que es justo. Helaena no merece ser tratada así.⸻Su mirada ahora en el.⸻ Tu tampoco.

Aemond esbozó una pequeña sonrisa de aprobación. La fuerza de su hermana menor siempre le impresionaba.

Daella dio unos pasos y se arrodilló junto a Helaena, quien seguía absorta en su propia ocupación, murmurando suavemente para sí misma mientras manipulaba con cuidado un pequeño insecto que había encontrado. La Targaryen sonrió ante la escena, encontrando una especie de paz en la simplicidad de los intereses de su hermana.

⸻Helaena⸻Dijo suavemente Daella, tocando ligeramente el hombro de su hermana⸻¿Qué has encontrado esta vez?

Helaena levantó la vista, sus ojos brillando con una mezcla de curiosidad y alegría.

—Es una araña, Daella. ¿No es hermosa? ⸻ Respondió con una sonrisa, mostrando el insecto delicadamente entre sus dedos.

Daella asintió, compartiendo la sonrisa de Helaena.

⸻Sí, es hermosa.

Aemond observaba a sus dos hermanas con una sensación de protección creciente. Aunque su apariencia a menudo mostraba una dureza y seriedad, en su interior sabía que su familia era lo más importante, al menos en aquel momento.

⸻Daella, tendrás que dormir profundamente.

El desconcierto se apoderó de la nombrada, y su ceño se frunció ante las palabras de Helaena, pronunciadas con total normalidad antes de volver a su mundo con el insecto, murmurando ahora para sí misma, casi imposible de escuchar para Daella. Se giró hacia atrás en busca de Aemond, pero él ya no estaba allí.

Helaena solía decir cosas que podrían sonar incoherentes. Nadie podía entenderla, y Daella tampoco, pero era la única que al menos intentaba hacerlo. Trataba de sumergirse en su mismo mundo, algo en ella le decía que su hermana no debía ser pasada por alto, en ningún sentido.

Así que, sea la manera en que lo haga, le haría caso a su pequeña hermana.

La sombra de la noche se cernía sobre Driftmark, bañando el lugar en una penumbra melancólica. Daella, tras las interacciones cotidianas con sus hermanos, retomó su deambular entre los grupos de nobles y cortesanos, recibiendo ocasionales halagos que, por un breve instante, la hacían olvidar la solemnidad del funeral. Con su dulce sonrisa, podía hacer que todos olvidaran, aunque fuese por un momento, el motivo de sus presencias allí.

Sus pasos eran elegantes y medidos, cada movimiento una muestra de la gracia y educación que se esperaba de una joven de su estirpe. Mientras avanzaba, su mirada se cruzó con la escena de sus primas, Baela y Rhaena. Las dos niñas permanecían sentadas en una banca, con la cabeza gacha, sumidas en su dolor por la pérdida de su madre. Lo que capturó la atención de Daella fue la presencia de Jacaerys junto a ellas. Él sostenía la mano de Baela en un gesto silencioso de consuelo, los tres niños compartiendo un momento de respeto y tristeza profunda.

Daella, sin poder evitarlo, jugó con sus delgados dedos, intentando encontrar una expresión acorde a la solemnidad de la escena que presenciaba. Su rostro, habitualmente sereno y amable, parecía buscar entre un abanico de emociones la más apropiada. A veces, era como si fuera una marioneta, tratando de encontrar la cuerda correcta que la hiciera moverse de la manera adecuada. La costumbre de ocultar sus verdaderos sentimientos le resultaba a menudo una tarea casi inalcanzable.

Las olas golpeaban suavemente la costa cercana, su murmullo un fondo constante al murmullo de las conversaciones apagadas. El aire fresco de la noche hacía ondear el cabello de Daella, sus mechones platinados y ondulados danzando en la brisa nocturna. El vestido verde que llevaba, semejante al de su madre y su hermana, ondeaba delicadamente, acentuando su figura esbelta y elegante. En la penumbra, las esmeraldas bordadas en su vestido brillaban tenuemente.

A lo lejos, las llamas de las piras funerarias se alzaban hacia el cielo, un recordatorio constante de la pérdida que todos compartían. Daella, a pesar de su juventud, comprendía la importancia de mantener la compostura en momentos como aquel.

Mientras observaba a sus primas, sintió una duda creciente sobre si debía acercarse. No era especialmente cercana a las hijas de Laena, y temía que su presencia pudiera ser vista como una intromisión en su dolor. Sin embargo, Jacaerys, como si leyera sus pensamientos, levantó la cabeza, ambos se miraron por unos segundos, y este mismo le hizo un leve gesto con la cabeza, invitándola a unirse a ellos. Esa simple señal disipó sus dudas.

Con un último vistazo a Jacaerys y sus primas, Daella se dispuso a acercarse a ellos, sus pasos ligeros sobre el frío y duro suelo. Aunque su corazón pesaba por el dolor ajeno y la tristeza colectiva, sabía que su presencia podía ofrecer un consuelo silencioso y una muestra de solidaridad en tiempos de duelo.

Al llegar junto a ellos, Daella se quedó de pie junto a Rhaena, imitando la postura de Jacaerys al lado de Baela. Observó por unos segundos las manos entrelazadas de su prima y de su sobrino, sintiendo una mezcla de compasión y una ligera inquietud. Aquella cercanía, aquella conexión palpable entre sus manos, la hizo preguntarse si alguna vez podría ofrecer el mismo consuelo a alguien.

Fue entonces cuando sus ojos se encontraron con los de Jacaerys nuevamente, y en ese momento, él, con una leve timidez, extendió su mano libre hacia ella. Daella sintió un ligero estremecimiento, un impulso inexplicable que la hizo aceptar la mano de Jacaerys. El tacto de su mano era cálido, y por un instante, sintió una conexión sutil pero profunda.

Luego, con delicadeza, ofreció su propia mano a Rhaena. Las cuatro manos se unieron en una cadena silenciosa pero poderosa, uniendo a los primos en una muestra de solidaridad y amor fraternal. La escena, con las manos unidas bajo la luz vacilante de las antorchas, representaba más que palabras. En medio del dolor y la pérdida, la unión de sus manos simbolizaba la fortaleza y el apoyo mutuo que los mantenía unidos.

En aquel instante, sin necesidad de palabras, se dieron cuenta de que, a pesar de la tragedia, la sangre que compartían eran su mayor refugio y consuelo. Y aunque Daella no era consciente de ello, esa simple unión de manos con Jacaerys plantó una semilla, una promesa silenciosa de un vínculo.

No pasó mucho tiempo antes de que la figura majestuosa de Rhaenys, la reina que nunca fue, apareciera en la escena. Su presencia, imponente y llena de dignidad, se dirigió hacia sus nietas con un propósito claro: consolarlas en su dolor. La visión de su abuela hizo que Baela y Rhaena levantaran la cabeza, buscando el refugio y la fuerza que solo ella podía ofrecer.

La llegada de Rhaenys, sin necesidad de palabras, obligó a Daella y Jacaerys a romper la cadena de manos que habían formado. Con un suave apretón final, soltaron sus manos y se apartaron unos pasos, dando espacio a la abuela para que pudiera consolar a las niñas. Caminando juntos, se dirigieron hacia un caldero cercano que contenían pequeños fuegos, una especie de brasero destinado a mantener la luz y el calor en la fresca noche de Driftmark.

Daella y Jacaerys se quedaron en silencio junto al brasero, observando cómo las llamas bailaban y chisporroteaban en la oscuridad. El fuego, aunque pequeño, proporcionaba un cierto consuelo en la fría y lúgubre noche. Los reflejos anaranjados del fuego danzaban en los ojos de ambos, creando un momento de introspección y calma compartida.

El silencio entre ellos era cómodo, casi reconfortante, hasta que la figura de Aemond apareció en su campo de visión. El principe frunció ligeramente el ceño al ver a su hermana menor y a Jacaerys uno al lado del otro, la cercanía entre ellos despertando algo que él mismo no podía identificar claramente. Sin embargo, en esos segundos de silencio, Aemond intentó sonreírles, aunque su sonrisa se asemejaba más a una mueca dudosa que a una verdadera expresión de alegría.

Daella le devolvió la sonrisa con la misma dulzura que siempre la caracterizaba, un gesto pequeño pero sincero. Jacaerys, en cambio, se quedó observando a Aemond con confusión, sin entender del todo el motivo detrás de aquella sonrisa forzada.

El fuego del caldero seguía crepitando, llenando el aire con su calor y su luz tenue, mientras los tres jóvenes permanecían inmersos en un mar de pensamientos y emociones no expresadas. La noche avanzaba, y con ella, las sombras del pasado y las promesas del futuro parecían entrelazarse en aquel momento fugaz.

-ˋˏ ༻✿༺ ˎˊ-

hola cielitos

Creo que no esta de más decirlo, pero por las dudas aclaro, que recién es el tercer capítulo y Daella es una niña, aún todo no es tan relevante, pero si trato de dejarles ciertos datos que serán muy convenientes para la trama futura.

sean totalmente libres de comentar, manteniendo el respeto, siempre amaré responderles.♡

Aemond niño al acercarse a Daella y Jacaerys:

es que yo me imagino las manitos de Dae y Jace juntitas y soy esto.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top