01. 𝖣𝗎𝖾𝗍


LA ARENA EN TATOOINE PARA MUCHOS PODÍA RESULTAR MOLESTA. Aquellos diminutos granos color beige adentrándose en los cabellos rebeldes y la vestimenta suelen ser algo de absoluta incomodidad para los habitantes del planeta y los visitantes que realizaban su labor de comercio y tradeo. Pero para Casiopea era todo lo contrario. Desde que tenía memoria, ella había amado sentir la cálida arena entre los dedos de sus pies y sus manos. El lugar donde residía, junto con Peli, lo era todo para ella y admiraba cada amanecer en el que los dos soles comenzaban a dislumbrar en la lejanía.

Sentía que, aunque el lugar estuviera tachado como un sitio peligroso y de seres en el bando del maligno, existían los afortunados que tenían la oportunidad de cambiar poco a poco la perspectiva del planeta al salir de éste y viajar por los límites conocidos, e inexplorados, de la galaxia.

De vez en cuando, Cassie fantaseaba con ir mucho más allá de lo conocido por su mente, pero la oportunidad no se había presentado aún en su vida. Además, tenía que seguir ayudando a su figura materna con las labores de mantenimiento de las diversas naves que pisaban la arena del puerto que ambas veían como un hogar.

Ay, esta niña—Murmuró Peli entredientes mirando en diversos puntos aleatorios del área abierta. Dio unos cuantos pasos hacia delante en búsqueda de la fémina de largos cabellos castaños—¡Cass!

—¿Si, Peli?—La respuesta a su llamado, proveniente detrás de su persona, ocasionó que la mujer mayor diera un brinco en su lugar antes de dar media vuelta y enfocar su visión unos metros por encima del subsuelo. Cassie tenía una sonrisa que reflejaba la diversión e inocencia que le provocó la situación.

—¡Baja de ahí, te vas a caer y te romperás una costilla!—Exclamó alarmada la mujer de cortos cabellos risados. Su mano derecha estaba situada sobre su pecho como reacción a los descontrolados latidos en su corazón generados por el reciente susto.

—Pero estoy recolectando los artículos de utilidad de la tormenta de ayer—Explicó la castaña desde el techo. Y es que cada vez que las tormentas de arena hacían de las suyas en Mos Eisly, Cassie regresaba a aquellos recuerdos en su infancia donde se sentía nuevamente como una pequeña niña curiosa y exploradora por encontrar piezas cuyo nombre desconocía.

—Bien—Chistó Peli resignada a las palabras dichas por la castaña—Pero si te caes...

—No voy a caer—Interrumpió Cassie con un tono tranquilo, lo suficiente como para relajar las inquietudes en la adulta.

Peli, moviendo sus manos en el aire y dando media vuelta, se dirigió a la cabina del taller—¿Y tú qué estás mirando?—Preguntó a uno de sus droides mecánicos—Ponte a trabajar.



































CAPÍTULO UNO.
Dúo.































Casiopea realmente no tenía una idea certera o concreta sobre cuánto tiempo llevaba sumergida en su búsqueda de objetos para sus tareas mecánicas, pero su atención viajó rápidamente cual velocidad de un speeder cuando divisó un Razor Crest descender de las alturas. Estando en posición de cuclillas, la fémina se reincorporó y sacudió la arena esparcida en su traje marrón con las palmas de sus manos.

—¡Oye! ¡Oye!—Escuchó gritar a su madre. Con pasos cuidadosos y lentos se aproximó a la orilla del tejado—Si dañas a uno de mis droides, vas a pagar por ello.

—Pues mantenlos lejos de mi nave—Le respondió alguien, y por el tono de voz que utilizó Cassie pudo distinguir dos cosas:

a) El extraño seguramente portaba una armadura y por ende utilizaba un modulador de voz, lo que explicaría únicamente porque en su audición escuchó cierta distorsión.

Y b) Debía hacer acto de presencia para proteger a Peli y sus droides. Nadie se metía con su madre y sus pequeños amigos de metal.

—¡Hey!—Tan rápido como emitió esa expresión, un bláster fue dirigido a su ubicación—Ni siquiera lo intentes, brillos—Advirtió ella haciendo uso de un tono de voz imponente. Pero no lo suficiente como para intimidar al hombre de armadura plateada.

Cassie tuvo una mejor apreciación a la apariencia de la persona que acababa de generar impertinencia en su hogar: un hombre de armadura y casco plateado, con una larga capa color marrón en su espalda, un cinturón donde su bláster podía guardarse, una carrillera con explosivos circulares que rodeaba parte de la pieza metálica en su pecho y muchas otras cosas.

En conclusión, el hombre era la imagen palpable de un mandaloriano, ello según los hologramas e historias que había escuchado y visto por parte de Peli.

—¿Brillos?—Repitió el Mandaloriano algo confundido el apodo dado por la castaña, quien a su vez descendía de las alturas usando unas enormes cajas como escalones.

—Si, Cass siempre tiene un sobrenombre para cada persona que llega al puerto, aún cuando sabe que no debe decírselos—Replicó la mujer mayor a la menor con una mirada seria mientras sus últimas palabras salían entredientes. La nombrada agachó su cabeza a la altura de sus hombros restándole importancia a la situación—Bien, hablemos de negocios—Solicitó Peli al Mandaloriano tratando de disipar la tensión en el ambiente.

Tensión que por desgracia aumentó cuando el hombre de armadura y la joven mecánica por fin establecieron un mejor contacto visual. Y aunque el casco de beskar impedía ver los ojos marrones del Mandaloriano, el mismo destello amatista en los ojos de Cassie fue visible en el cristal obscuro.

Pero eso no fue todo, pues cuando el misterioso hombre salió del puerto con el propósito de conseguir un trabajo que cubriera al cien por ciento los gastos de reparación, la diminuta presencia de un niño de grandes orejas y piel verde marcó el destino escrito de Casiopea.

Por lo tanto, una Hexe no tardaría mucho en regresar a reclamar el papel que le correspondía.







































































AUUUUU

Se van a quedar con más dudas que respuestas, pero es por un bien mayor.
Soy de ir revelando poco a poco los detalles importantes :b

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©-mandaloriana76

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