i. La verdadera sangre de dragón.

(...)

Es increíble como las cosas pueden cambiar en cuestion de segundos, el rey Viserys Targaryen había organizado aquel festejo para dar la bienvenida a su hijo el legítimo heredero al trono de hierro, un barón como en los sueños de el rey, todo era celebración en Kingslading y no había nada más emocionante que un nuevo miembro de la casa Targaryen. La celebración de combates siguió apesar de que la reina Aemma Targaryen había comenzado el parto, el rey continuo con la celebración mientras su esposa daba a luz a su heredero. Por su parte la princesa, Rhaenyra también le emocionaba la idea de tener un hermano incluso había elegido un huevo de dragón para el, además con un hermano baron su padre no estaría presionandose a si mismo por buscar a un heredero.

Todo está a en orden, hasta que el maestre mando a llamar al rey quien no dudo ni un segundo en dejar de lado el combate y correr a ver cómo estaba su esposa.

—Me temo que tenemos complicaciones, su gracia—Mencionó el hombre mientras limpiaba sus manos ensangrentadas, caminaban por los pasillos del castillo hasta llegar a la habitación donde se podían escuchar los gritos de la reina.

—¿Que clase de complicaciones—Preguntó un poco preocupado.

—Pues para empezar, el primer bebé está volteado...

—¿Primer?.

—Esa es la segunda complicación, son dos bebés, su gracia—Aclaró el maestre entrando a la habitación dejando al rey con su boca entre abierta debido a la sorpresa.

—¿Dos?, ¿Dos varones?—Preguntó conmocionado por la noticia.

—Eso aún no lo sabemos, me temo que el embarazo se volvió un tema muy serio—Cuando ambos entraron, la reina Aemma se encontraba postrada sobre la cama ya habia dejado de gritar pero aún sentía dolor, la dama de compañía le sostenía la mano con delicadeza se trataba de su reina, su amiga dejando los títulos de lado—el tiempo se agota y debe tomar una decisión.

La dama de compañía se acercó a ambos hombres, se veía totalmente molesta con las palabras del maestre.

—Maestre, no puede pedirle al rey que decida entre la vida de los bebés o la de la reina—Aclaro la mujer, se encontraba desconcertada por tan terrible noticia, la idea de perder a los tres le dolía pues la amistad que había forjado con Aemma era fuerte.

—Lady Stark, me temo que estás decisiones son solo tomadas por su gracia, no por usted—El tono de repulsión en su voz no fue pasado desapercibido por la mujer mayor.

Medelyn era una de las hijas mayores de la casta Stark, una dama de compañía y la más leal para la reina Aemma. La mujer suponía que el rey se negaría a tomar esa terrible decisión, salvar a la madre o los hijos, pues sabía de el amor que Viserys le tenía a Aemma y supuso que eso evitaría que tomara alguna decisión.

—Lady Stark, por favor tome las manos y piernas derechas de Aemma, por favor—Medelyn no pudo evitar dejar salir un jadeo de sorpresa ante tales palabras.

—Su gracia, debería considerar...

—No tenemos tiempo, los perderemos a los tres si no actuamos para salvar a alguno—Interrumpió el Maestre quien rápidamente se acercó a los ayudantes y comenzó a darles órdenes.

Recostaron a Aemma quien se veía totalmente confundida por lo que pasaba, Viserys se acercó por el lado izquierdo dándole su mano a su esposa y por el otro lado Lady Medelyn acariciaba la mano de la reina mientras derramaba un par de lágrimas.

—¿Que están haciendo?—Pregunto Aemma a su esposo.

—Van a sacar a los bebés—Trato de articular Viserys mientras le daba una leve sonrisa a su esposa.

La reina comenzó a alarmarse cuando las sirvientas le sostuvieron los pies.

—¡No, ¿Que hacen?!—Cuestionó tratando de removerse pero le era imposible—Medelyn, diles que paren, por favor.

Lady Stark iba a reprochar y pedir que pararan.

—No articule ni una sola palabra, fue la decisión de su gracia—Murmuro el Maestre, los gritos de Aemma se volvieron más fuertes en cuanto el hombre hizo una incisión para darle más espacio al bebé para salir, logrando que esté saliera.

El primer bebé se le fue dado a una de las sirvientas para que lo cubriera en una manta, el maestre siguió abriendo más la incisión para que el segundo bebé saliera. Los sollozos y gritos de la reina había cesado pues está ya había fallecido por la terrible perdida de sangre que se había presentado. Lady Stark seguía sosteniendo la mano de su reina mientras ocultaba un par de sollozos, cuando el segundo bebé estuvo en los brazos del maestre el hombre lo reviso para ver cuál era su género, pero en lugar de eso se dió cuenta que el bebé estaba muy caliente para ser un bebé recién nacido, casi tan caliente como las piedras bajo el sol.

—Es una niña—Aclaro buscando a quien darle a cargar a la bebé para que pudiera revisar al primero, Lady Stark se acercó con cuidado de no hacer llorar a la bebé y la tomo en brazos.

—¿El otro es un niño?—Pregunto el rey quien tenía unas visibles lágrimas en sus ojos, seguía arrodillado al lado del cuerpo de su esposa muerta.

—Es un barón mi lord, felicidades—Felicito el Maestre con una gustosa sonrisa, pero entonces pasó lo temido el bebé dió varias bocanadas de aire y después dejo de respirar en los brazos del Maestre.

(...)

A la mañana siguiente se celebraba un funeral en Kingslading, todos estaban tristes por la partida no solo de la reina Aemma si no también del que sería el futuro heredero. Lady Stark veía el cuerpo de su reina y el del bebé en una mesa de piedra cubierta de madera y envuelta para no poder ver sus rostros, las tradiciones de la casa Targaryen dicen que una vez que uno de los suyos muere, debe ser bajo la llama de un dragón. Medelyn miró a la pequeña bebé en sus brazos, apenas todos se enteraron del tragico nacimiento se dieron cuenta que solo un bebé había sobrevivido, diciendo que se trataba de una maldición por parte de los siete, por su parte Lady Stark se prometió cuidar a la pequeña y instruirla lo suficiente. La joven princesa Rhaenyra era quien debía dar la orden a su dragón para terminar, pero no podía dejar de ver a su padre quien estaba destrozado, giro su rostro hacia Lady Stark quien cargaba a su nueva hermana en brazos.

—Nunca voy a ser un hijo—Hablo en Valyrio mientras tragaba duro y miraba a syrax—¡Dracarys!.

El dragón escupió fuego hacia ambos cuerpos, Medelyn abrazo a la pequeña con cuidado no deseando despertarla. Algo en los huesos de Lady Stark le advertian que eso era el inicio de algo peor en la historia.

Año 124 Después de la conquista.

Quince años habían pasado desde el horrible suceso, la joven princesa que había sobrevivido al parto ahora era una dama de quince años preparándose para ser alguien perfecta, su infancia no fue fácil, pues crecer sin una madre definitivamente no es fácil, Viserys la visitaba de vez en cuando en su habitación, las damas y sirvientas del lugar solían cuidar de ella día y noche, pero especialmente Lady Medelyn Stark fue quien se encargó de instruirla y guiarla, su relación con su hermana Rhaenyra era extraña, la mayor solía ignorar a la joven princesa al menos al inicio, pero lo entendía Rhaenyra pasaba por una presión enorme cuando tuvo que ser nombrada heredera después del fallecimiento de su madre y hermano. Las personas en el pueblo solían decir que la joven de las hermanas estaba maldita al ser la única sobreviviente.

Sus primeros meses de vida fueron difíciles, necesitaba la leche materna de su madre y dormir cómodamente a su lado, vivió tres meses sin un nombre pues Viserys estaba muy ocupado casándose con Lady Alicent como para brindarle uno, al final Lady Stark tuvo que pedir el consejo del príncipe Daemon para saber algún nombre que pueda enorgullecer a la casa Targaryen, el príncipe rebelde la nombró Stormaerys Targaryen. En la actualidad su relación con su familia había mejorado constantemente, Rhaenyra ya era una mujer mayor y Stormaerys sabía que tenía que aprender mucho de ella, incluso Viserys comienza a pasar más tiempo con la joven princesa, sin mencionar a Daemon quién es el tío favorito de Stormaerys.

—Mi Lady es hora de levantarse—Hablo Medelyn abriendo las cortinas de la gran habitación, la joven princesa tapo sus ojos cuando el sol le golpeó la cara.

—Lady Stark, por favor debo dormir un poco más—Pidió suplicante, se notaba la pereza en sus palabras.

Medelyn se acercó a la cama y comenzó a tomar varias sábanas en sus manos para arreglarla cuando Stormaerys se levantará, expecto que al tomar una de las sábanas un libro cayó, la mayor lo tomo en sus manos y suspiro mientras negaba.

—Stormaerys, sabes muy bien que ya no hay huevos de dragón—Murmuró la Stark mirando con seriedad a la princesa quién se había sentado al ver que su libro había sido descubierto.

—Rhaenyra dijo que Syrax podía dar algunos en los próximos meses—Mencionó Stormaerys mientras se despojaba de las finas sábanas para levantarse, Medelyn se acercó a ella y colocó sus manos en los hombros de la menor.

—Escucha, se que Rhaenyra está impaciente por querer que su relación como hermanas prospere, es decir, ambas sufrieron mucho de niñas—La peliplateada bajo su vista con tristeza pero casi de inmediato volvió a alzar la vista—no es temporada para que los dragones den huevos y lo sabes.

Stormaerys suspiro y asintió al mismo tiempo, tenía razón pero aún así le gustaba hacerse ilusiones, cuando era una bebé se sabía que no la esperaban a ella, sólo a su mellizo Baelon quién había muerto pocos minutos después de nacer, Rhaenyra había elegido un huevo solo para Baelon pero no para Stormaerys, la heredera había decretado que ese era solo el huevo de su hermano y que no debían dárselo a Stormaerys, no lo decía con intención de lastimar los sentimientos de su hermana después de todo era una bebé en ese entonces, pero con los rumores de que está maldita y no tiene dragón hacen cuestionar a los pueblerinos si esa mala suerte podría afectarles.

—Iré a pozo dragón—Mencionó Stormaerys separándose mientras caminaba hacia su vestidor el cual estaba a sólo pasos de su cama—mis hermanos y sobrinos deben estar ahí.

Medelyn sonrió un poco y la ayudó a desvestirse para colocarle un atuendo más presentable para la ocasión, un hermoso vestido con unas mallas de cuero, lleno de encajes representando a la casa Targaryen, era el tipo de ropa que podía usar una princesa que podría montar un dragón y ella no podía esperar para tener uno.

Stormaerys salió de su habitación y comenzó su caminata por los grandes pasillos de la fortaleza roja, recordando como se perdió más de una vez y termino en las habitaciones de las sirvientas sin querer. La peliplateada saludaba a cada Lord que se encontrará en los pasillos, lo hacía con educación y con clase como Lady Stark le había enseñado. La joven Targaryen consideraba su niñez como una época oscura, sin la atención de su padre y el desprecio de su hermana, se sentía sola al menos los días en los que su tío, Daemon, no estaba en kingslanding. El príncipe solía ser muy cariñoso con Stormaerys, era el único que se preocupó por ella cuando era una niña además de Lady Stark, es bueno saber que puedes contar con alguien como Daemon, la princesa ya es mayor como para saber que tener al príncipe rebelde de enemigo no es lo más sabio, actualmente agradece a los siete por hacer que su relación con su padre y Rhaenyra se volviera más unida con el pasar de los años.

Rytsas Taobi (Hola, niños)—Saludó la peli plateada mirando a sus medios hermanos y sobrinos apuntó de entrar a pozo dragón.

—Stormaerys deja de presumir tu dominio en el alto valirio, sólo los reyes y reinas dominan esa lengua con perfección y tú no eres ni estás cerca de ser una reina—Hablo Aegon, su tono de burla hizo enfurecer a Stormaerys pero ella no se dejaría humillar.

—Lo mismo digo, heredero que nunca fue—Respondió con orgullo, las risas de sus sobrinos reinaron en la entrada de pozo dragón.

—Padre sabrá de esto—Amenazó se podía ver humo salir de su plateada cabeza.

—Sabes que padre no te defiende por tu comportamiento inapropiado - Respondió ahora cruzándose de brazos—mejor ahórrate tus comentarios y no saldrás humillado.

Aemond sonrió, le encantaba ver qué pusieran en su lugar a Aegon.

—Como sea, será mejor que entremos los entrenadores de dragones deben estar esperando a tu querido sobrino mayor —Aclaro el peli plateado entrando a pozo dragón seguido del pequeño Luke y Jaehaerys.

—No lo escuches, le encanta molestar a los demás—Sugirió Aemond—yo fingo la mayor parte del tiempo que el no está ahí.

Stormaerys río mientras tapaba ligeramente su boca.

—Tienes razón, la próxima vez que intente avergonzarme fingiré que no existe.

Se dieron una mirada tranquila antes de entrar también al lugar, el rugido de Vermax inundó el lugar, al igual que un poco de oscuridad, lo único iluminando el lugar eran las antorchas en las manos de los entrenadores de dragones. Stormaerys sonrió tristemente al ver a su sobrino mayor, Jaecerys junto a su dragón, Vermax.

—Es increíble, nunca me canso de ver—Susurró Aemond mirando a su media hermana.

—Ni yo —La peli plateada soltó un suspiro y sonrió—algún día tendremos un dragón, los dioses son piadosos.

El pequeño Aemond asintió con emoción. Stormaerys no lo iba a negar también la sentia, no podía esperar montar su propio dragón y sentir el viento golpear su rostro mientras grita comandos en Alto valirio. La peliplateada tuvo que despedirse de sus sobrinos y hermanos debía visitar a la heredera en sus aposentos para ser presentada al nuevo miembro de la familia.

El pequeño Joffrey.

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