.𖥔 ݁ ˖ 𝟮𝟴 - opportunity to shine

───── chapter 28 ─────

OPORTUNIDAD DE BRILLAR

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EMPACAR NUNCA HABÍA SIDO TAN DOLOROSO.
Tanto que Jud se negaba a hacerlo.

—Nos vamos en una hora —advirtió Tory mientras cerraba su maleta con un movimiento seco.

—Ya sé —murmuró Jud, tirada sobre la cama con las manos sobre el estómago, la mirada perdida en el techo. Su pecho se sentía vacío, como si todo su mundo se hubiera derrumbado y la hubiera dejado atrapada en los escombros.

Tory suspiró y se cruzó de brazos.

—Judith.

Jud cerró los ojos con pesadez. El tono de Tory era firme, casi autoritario.

—Volveremos a casa.

Jud se sentó de golpe, la miró durante unos segundos, su expresión endureciéndose.

—¿Qué casa? —su voz tembló, pero rápidamente la llenó de veneno—. Tú sí tienes una. Volverás con tu hermano, Robby irá a buscarte, Johnny y Daniel te apoyarán y todo volverá a la normalidad. Pero yo...

El nudo en su garganta le impidió terminar. No era justo.

Tory entrecerró los ojos y su mandíbula se tensó.

—¿Así que eso crees? —dijo con sarcasmo—. Que yo lo tengo todo y tú nada. Que eres la única que pierde, la única con derecho a sentirse así.

Jud abrió la boca para responder, pero Tory ya se había girado, tomando su maleta con un movimiento brusco.

—Cuando termines de compadecerte, baja. —Y sin más, salió de la habitación, su ira resonando en cada paso.

Jud se quedó inmóvil, sintiendo el peso de sus propias palabras. Había sido cruel con Tory, incluso antes de perder. Todo por esa absurda necesidad de ganar.

Respiró hondo, obligándose a ponerse de pie. Con movimientos lentos, empezó a guardar sus cosas, cada prenda cayendo en la maleta con un peso que parecía arrastrarla aún más al fondo. Cuando terminó, se quedó mirando la cama.

Había un pequeño montón de peluches apilados en una esquina. Sus dedos temblorosos alcanzaron el pingüino de peluche que Axel le había ganado en una feria. Lo apretó contra su pecho, sus labios fruncidos en una línea delgada.

<< ¿Por qué no corrió a apoyarme? >>. El ardor en su garganta se intensificó. Se mordió el interior de la mejilla para contener las lágrimas y, con un suspiro, guardó el peluche en la maleta antes de cerrarla de un tirón.

Al salir al lobby, se encontró con un mar de gente. El ruido de las conversaciones, el ir y venir de los alumnos de otros dojos... todo parecía ajeno. No podía permitirse mostrarse débil. Enderezó los hombros, suavizó la expresión de su rostro y esbozó una sonrisa tranquila.

—Hasta que la señorita se dignó a llegar —espetó Kwon con los brazos cruzados, su ceño fruncido de puro fastidio.

Jud entrecerró los ojos y lo encaró con una sonrisa burlona.

—Si así como te quejas supieras patear, ahora mismo no estaríamos empacando, idiota.

Kwon bufó y apretó los puños.

—Fue un error de cálculo.

—Ah, claro. Pero tranquilo, solo es una derrota. No es como si estuviéramos en Barcelona, en el Sekai Taikai, a punto de convertirnos en el mejor dojo del mundo —ladeó la cabeza con fingida confusión—. ¡Oh, espera! Lo estábamos.

El rostro de Kwon se tornó rojo. Sus ojos chispeaban furia cuando se inclinó ligeramente hacia ella.

—No sabes nada sobre perder o tener miedo —espetó con rabia contenida—. Sé que tu padre es millonario, tienes la vida resuelta.

Las palabras golpearon a Jud como un puñetazo directo al estómago. Se quedó inmóvil, sintiendo su pecho encogerse mientras Kwon sonreía con arrogancia y pasaba junto a ella, empujándola levemente con el hombro.

Jud tragó saliva y bajó la mirada, tratando de aferrarse a la máscara de indiferencia que tanto le costaba mantener. Pero en ese momento, era difícil.

Entonces, sintió una punzada en la nuca. La estaban observando.

Se giró y, entre la multitud, encontró a Axel. Estaba a varios metros de distancia, junto a Zara, quien ni siquiera levantaba la vista de su teléfono. Pero él no. Axel la miraba con seriedad, los brazos cruzados con fuerza, la mandíbula apretada.

Había visto toda su interacción con Kwon. Jud sostuvo su mirada por un segundo, esperando encontrar algo en sus ojos. Pero Axel no se movió. No dijo nada.

Jud aún sentía el peso de la noche anterior sobre sus hombros. Sus pensamientos eran un torbellino desordenado, pero aun así le sostuvo la mirada a Axel. Esta vez no había rastro del brillo que antes lo enloquecía, esa chispa traviesa y desafiante que solía tener en los ojos. Ahora, solo quedaban rabia y decepción.

No perdió más tiempo y desvió la vista, retomando su camino con el ceño fruncido. Buscó a Tory entre la multitud, con la intención de hablar con ella, pero al verla conversando con Robby, se detuvo en seco.

—Genial —murmuró con fastidio, rodando los ojos.

El aire a su alrededor pareció volverse pesado cuando una voz familiar, cargada de burla, la alcanzó.

—Vaya, vaya... pero si es mi pequeña guerrera.

Cada músculo de su cuerpo se tensó de inmediato. No necesitaba voltear para saber quién era. Su mandíbula se endureció, y una mueca de agotamiento cruzó su rostro antes de que se girara lentamente para encararlo.

—Ahora no, Terry —pidió con tono áspero, conteniendo un suspiro de fastidio.

Silver sonrió con suficiencia y cruzó los brazos, disfrutando de verla así.

—¿Qué pasa? ¿Es porque tuve razón? —inquirió con fingida inocencia—. Nunca debiste alejarte de mí. Y mucho menos ayudar a ese montón de basuras Miyagi a destruir mi dojo.

Jud soltó una risa seca y lo miró con burla.

—¿De qué te quejas? —señaló con la cabeza en dirección a Axel y Zara, quienes estaban con su sensei—. Tenías dinero de sobra para comprar otro.

Silver ladeó la cabeza y su sonrisa se ensanchó.

—Y sin embargo, aquí estás... con esa cara larga. ¿Por qué tan triste, Jud? Fuiste tú quien eligió quedarse en Cobra Kai.

El sarcasmo en su voz la irritó aún más, pero no le dio el gusto de reaccionar. Silver avanzó un paso hacia ella, bajando la voz.

—Así que te lo propondré una vez más... únete a mí y serás la mejor del mundo.

Jud lo miró con frialdad, sintiendo una punzada de desprecio recorrer su cuerpo.

—Seré la mejor del mundo... en Cobra Kai —afirmó con firmeza—, pero nunca junto a ti.

Silver alzó una ceja, divertido.

—¿Eso crees?

—Eso sé —sentenció ella, con un destello desafiante en los ojos—. Y aquí va mi trato: si Iron Dragons gana el Taikai, iré contigo y estaré a tu lado hasta en el maldito asilo... que tampoco es que te quede mucho tiempo.

Silver soltó una carcajada baja, pero Jud no se detuvo.

—Pero si Iron Dragons pierde, te irás de mi vida para siempre.

La sonrisa de Silver se volvió más afilada. No le tembló el pulso al levantar la mano.

—Trato.

Jud estrechó su mano con fuerza, pero al sentir la piel de Silver contra la suya, una ráfaga de recuerdos desagradables la golpeó de golpe. Su corazón latió con furia y retiró la mano tan rápido como pudo, disimulando su incomodidad.

Justo en ese momento, el teléfono de Silver sonó. Él lo sacó del bolsillo y lo miró, perdiendo interés en ella al instante. Sin despedirse, se dio la vuelta y se alejó, dejándola ahí con el eco de sus propias palabras.

Jud exhaló un suspiro tembloroso y sintió que sus piernas le pesaban. Con esfuerzo, se dejó caer en uno de los sofás del lobby, recostando la cabeza hacia atrás.

—Yo no podría estar tan tranquilo después de perder.

La voz de Miguel la sacó de sus pensamientos. Jud levantó la vista y lo vio parado frente a ella con los brazos cruzados.

—De verdad, ¿Qué se necesita para tener cinco minutos sola? —murmuró con fastidio.

—Uy, qué triste... porque no me voy a ir. —Miguel se dejó caer en el sofá junto a ella, como si estuviera en su casa.

Jud resopló y miró a su alrededor.

—¿Dónde está Sam?

—Con Robby.

—Pues ve con ella. —Miguel rodó los ojos, exasperado.

—Solo intento tener una conversación tranquila contigo. No tienes que mencionarla cada vez que hablamos.

Jud sonrió con aire despreocupado, encogiéndose de hombros.

—Tú lo hacías en nuestras citas.

Miguel la miró con incredulidad antes de soltar una risa baja.

—Golpe bajo.

—Como el que te di anoche.— Jud lo miró con una ceja arqueada, esperando su respuesta.

—Y aun así perdiste.

Ella abrió la boca en un gesto de sorpresa fingida y asintió lentamente.

—Ese fue bueno —admitió—, pero perder no fue mi culpa.

Miguel se inclinó un poco hacia ella, su expresión más seria.

—Jamás debiste irte de Miyagi-Do.

Jud sostuvo su mirada con firmeza.

—Nunca pertenecí allí, y lo sabes. —Su voz no tembló, pero bajó apenas el volumen.— Tal vez no pertenezco a ningún lado. Nunca fui una opción... ni para Johnny, ni para Daniel... ni para ti.

Miguel bajó la mirada, sintiendo el peso de sus palabras clavarse en su pecho.

—Jud, yo...

Pero ella no le dio oportunidad de continuar.

—Y cada una de esas cosas me forjó para llegar hasta aquí. —Enderezó la espalda con determinación—. Sí, me iré con las manos vacías, pero ya habrá una oportunidad en la que podré brillar como lo merezco.

Antes de que pudieran seguir hablando, una voz resonó a través de las bocinas del hotel, silenciando de inmediato a todos.

Atención a todos los competidores del Sekai Taikai. Todos los dojos reúnanse de inmediato en el salón principal, incluyendo los que fueron eliminados.

Miguel se levantó del sofá de un salto, al igual que Jud.

—¿Qué habrá pasado? —preguntó él, con el ceño fruncido.

—No sé, pero suena serio.

El lobby se llenó de murmullos mientras todos se apresuraban hacia el salón principal. Jud se encontró en medio de la multitud, con Miguel a su lado. Tory llegó junto a ella, y aunque Jud quería disculparse, sabía que no era el momento

En el centro de la sala, Gunther Braun se paró frente a los competidores, su expresión era solemne.

—Me disculpo por convocarlos de esta manera —comenzó, su tono serio y con un ligero matiz de preocupación—, pero dadas las circunstancias, era necesario.

Los participantes se miraron entre sí con expectación.

—El Sekai Taikai tiene una larga y honorable tradición. Peleamos duro, pero peleamos limpio.

El aire se tornó tenso al instante. Jud sintió cómo su cuerpo se tensaba mientras observaba los rostros a su alrededor.

—Por eso me entristece anunciar que uno de los dojos aquí presentes ha empañado esa tradición... Hizo trampa.

Un murmullo recorrió la sala como una ola.

—Mierda, qué fuerte... —susurró Jud, sorprendida.

Las miradas se cruzaron con sospecha y expectación. Todos querían saber qué dojo había sido, pero no tuvieron que esperar mucho.

—Sensei Ivanov. —Braun giró la cabeza hacia la izquierda, señalando con la mirada.

—Mierda... Tiger Strike. —La voz de Miguel sonó tensa.

Jud siguió su mirada y su estómago se revolvió.

—Draga está ahí.

—¿La perra que no dejaba de molestarte? —murmuró Tory, frunciendo el ceño. Jud asintió sin apartar la vista.

—Cuatro de sus alumnos dieron positivo en drogas para mejorar el rendimiento —continuó Braun con firmeza.

Jud apretó la mandíbula.

—Con razón no se cansaba de molestar... —susurró entre dientes.

—Ni el idiota de Vlad.

La voz de Kwon apareció de la nada, justo detrás de ella, haciéndola sobresaltarse.

El veredicto de Braun fue contundente: Tiger Strike quedaba eliminado. Pero con un dojo fuera de la final, hacía falta un reemplazo. Y ese lugar lo ocuparía el dojo con el puntaje más alto de los eliminados.

Jud sintió un escalofrío recorrerle la espalda cuando la verdad se hizo evidente.

Eso significaba...

—¡Cobra Kai!






















































































WATER FOUNTAIN ❞ just in Wattpad
by Eli_fanfic / Lizzie Arellano

☪︎ 🐉˚‧⁺. • ○ ● 🐍☆

NOTA:
Actualizando andooo
super feliz de regresar
a esta hermosa historia,
tranquilas preciosas
que Axel sabe como
arreglar las cosas 🤭💕.

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