.𖥔 ݁ ˖ 𝟬𝟮 - confusion and connection
───── chapter 02 ─────
CONFUSIÓN Y CONEXIÓN
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ENTRAR A LA HABITACIÓN FUE COMO INGRESAR A otro mundo. El calor de afuera se desvaneció al instante, reemplazado por la calidez de la calefacción.
—Ay, sí, por fin. —exclamó Judith, dejando su maleta en el camino y lanzándose sobre la cama cercana a la ventana—. Pido esta.
—Sí, como quieras. —respondió Tory, con un suspiro, sentándose en la otra cama y observando la habitación con más calma que su compañera.
Judith sonrió al sentir las sábanas suaves contra su piel y la comodidad del colchón abrazando su espalda. Cerró los ojos por un momento, saboreando el alivio.
—Podría acostumbrarme a esto.
—No lo hagas. —Tory rompió la ilusión de inmediato—. Debemos enfocarnos en el torneo, sin distracciones. Venimos a ganar.
—Enfocarse, no distracciones, y ganar. —Judith levantó un dedo por cada cosa, como si fuera una lista mental.
—Empezaré a desempacar. —dijo Tory, levantándose y colocando su maleta sobre la cama.
—Pero la sensei Kim dijo que iríamos a un lugar como equipo, ¿no deberíamos arreglarnos? —Judith se sentó en la cama y miró a su compañera.
—Ve tú si quieres, no vengo a divertirme.
Judith hizo una mueca de desaprobación.
—Bien, prefiero dormir. —dijo, recostándose de nuevo y cerrando los ojos. Un rayo de sol entraba por la ventana, iluminando su rostro, dándole una vista hermosa a Barcelona.
Esa felicidad duró solo unos pocos minutos. La puerta se golpeó con fuerza y Tory la abrió sin mostrar ningún signo de preocupación.
—¿Qué están haciendo? —preguntó la sensei Kim, entrando con el rostro enrojecido de enojo, seguida de Kreese.
—Dormir. —respondió Judith, con los ojos cerrados, aunque no necesitaba ver para saber quién estaba allí.
—¡De prisa! Los autobuses están por salir. —su tono era aún más severo.
—No venimos a dar un paseo, ¿cierto, Judith? —Tory la miró rápidamente.
—Cierto. —Judith se limitó a levantar la mano y asentir con el dedo, mostrándose más relajada.
—Tienen un equipo esperando por ustedes.
—Tampoco venimos por ellos. —Judith se levantó, mirando a Kim con una expresión desafiante. Kim negó con la cabeza, acercándose a Judith, imponente, con su coleta.
—Seré muy clara, Silver. —suspiró—. Si te acepté en mi equipo, junto a Nichols, fue por necesidad. No las quería aquí y no ha cambiado nada.
—Ay, mi corazón. —Judith fingió dramatismo, haciéndose la ofendida.
—Igual de arrogante y egoísta que tu padre. —Kim apartó la mirada, al parecer cansada de la conversación.
—¡No soy como él! —gritó Judith, levantándose con furia.
—¡Basta! —intervino finalmente Kreese, su voz firme.
Judith apretó los dientes, esforzándose por contenerse. Lo que fuera menos compararla con su padre.
—Solo vine para ser la última en ganar. —dijo con voz baja pero decidida.
—Y serás la última en perder. —Kim salió de la habitación con un último vistazo cargado de desprecio.
Kreese se quedó un momento observando a ambas, sin decir palabra. A pesar de que Tory era claramente su favorita, algo en Judith le recordaba a Terry Silver. Como si fuera una chispa de él que aún no se había oscurecido completamente.
Ambas terminaron aceptando ir, con la condición de que les dieran 30 minutos más.
—Bajaré ya. Te espero abajo con nuestro "equipo". —dijo Tory sin mucha emoción, ya lista, lo que puso nerviosa a Judith, quien había vuelto a acostarse, aún deseando bañarse.
—Bien, dame 20 minutos. Me apartas un asiento.
—Te juro que si no llegas en 20 minutos, te dejo con Kwon. —Judith abrió la boca, ofendida.
—Con el erizo, no.
—Es advertencia. —Tory la señaló antes de salir de la habitación.
Judith apretó los labios y, sin perder tiempo, se apresuró a entrar al baño.
—Vaya, por lo menos las toallas sí son toallas y no papel de baño. —suspiró, quitándose la ropa.
Mientras lo hacía, las cicatrices en su cuerpo aparecieron a la vista, esas marcas que había dejado el reinado de Terry Silver en Cobra Kai. Judith amaba su cuerpo, con todo y sus cicatrices. Aunque fueran un recordatorio doloroso, cada marca tenía su historia.
Marcas que Terry había dejado, convencido de que Judith le pertenecía. No quería que fuera una de las mejores, quería que fuera la mejor.
Creó una arma, la mejor de todas. Creó a la reina Cobra.
Un apodo que a Judith le parecía patético, pero al final, era lo que se había convertido en la sombra de su vida. Terry Silver dejó marcas, tanto en su cuerpo como en su mente.
El agua de la ducha comenzó a recorrer su piel, desde su cabeza hasta los pies, brindándole una sensación de alivio. Un respiro. Era como una brisa fría en pleno verano.
Judith se bañó lo más rápido posible, saliendo de la ducha y envolviéndose en una toalla, antes de dirigirse hacia su maleta. La levantó y la colocó en la cama, sintiendo por primera vez que estaba más pesada de lo que había empacado.
Al abrirla, su expresión serena cambió a confusión.
—¿Qué es esto...? —No terminó la frase cuando sacó una camiseta sin mangas enormemente grande, que definitivamente no era suya. —No, no, no. —se repitió a sí misma mientras se ponía de nuevo la ropa que llevaba puesta.
Cerró la maleta antes de seguir investigando, sin querer sacar nada que pudiera arrepentirse de haber visto. Decidida a aclarar el malentendido, se acercó a la puerta y la abrió justo cuando un chico alto, el mismo de antes, estaba a punto de tocar.
—Oh, lo siento, ¿Eres Judith, cierto? —dijo con una voz tranquila, las mismas mejillas rojas de antes. Se pusieron aún más coloradas cuando vio a Judith, cuyo cabello corto y castaño estaba aún mojado, goteando sobre su camiseta.
Judith lo miró, confundida.
—Depende, ¿Te debo dinero o algo? —El chico negó rápidamente y, detrás de él, levantó la maleta de Judith como si fuera de papel.
—Soy Axel... Kovacevic. Creo que confundimos nuestras maletas. —Judith sintió sus mejillas arder al ver su verdadera maleta en las manos de él.
—Demonios. —Abrió más la puerta, dejándolo pasar. —Lo siento mucho.
—No, está bien. —respondió Axel con una sonrisa tímida, dejándola en el suelo.
—¿La abriste? —preguntó Judith con nervios, juntando las manos.
—Sí, me di cuenta de que no era mía porque había una ballena... de peluche. —dijo casi tropezando con sus palabras. Axel, a diferencia de Judith, era más tímido y reservado.
—Se llama Wall-E. —respondió Judith con el ceño fruncido, tomando su maleta y abriéndola para asegurarse de que Wall-E estuviera allí.
Axel sonrió levemente al ver cómo Judith cuidaba tanto su peluche.
—Lo siento, no quería revisar de más, solo vi el peluche. —dijo, bajando la mirada, visiblemente avergonzado.
—Está bien, aquí está la tuya. —Judith se acercó a su cama, dejando a Wall-E a un lado y tomando la maleta de Axel.
—Gracias... —Axel sonrió tímidamente—. ¿Tu revisaste algo?
Judith asintió con la cabeza, haciéndolo con seriedad fingida.
—Me di cuenta de que no era mi maleta cuando saqué la última prenda. —Axel, sin comprender muy bien el tono de la broma, se puso aún más rojo y se sintió avergonzado.
—Oh, es broma, no revisé nada. —sonrió, sintiéndose algo inocente.
—Uf, gracias. —Axel tomó su maleta.
—Sí, no, yo jamás. —Ambos rieron, aunque incómodos, mientras Axel se acercaba a la puerta.
—Por cierto, ¿Cómo supiste cuál era mi habitación, o mi nombre? —Judith levantó una ceja, curiosa.
Axel apretó los labios y sonrió tiernamente.
—Bueno, antes de que escogieras la maleta, escuché que gritaron tu nombre. Pregunté en recepción y me dieron tu número de habitación.
Judith abrió los ojos sorprendida.
—¿En serio? Qué poca privacidad y seguridad tiene este hotel, digo, aparte de este pequeño error con las maletas... ¿Te das cuenta? Según 5 estrellas, y no sé qué más. Terrible servicio, además de que me di cuenta que solo hay dos enchufes: uno entre las camas y otro en el baño. Somos dos, comparto habitación y mira que mi roomie no es mala, pero sí me gustaría tener mi teléfono cargando al lado. ¿Cuántos enchufes tiene tu cuarto? Bueno, digo, tú compartes, ¿no? —Judith comenzó a hablar tan rápido y fluidamente que Axel no pudo evitar escucharla todo el tiempo, sorprendido por la rapidez de su discurso. Pero, al final, no pudo evitar interrumpirla un poco avergonzado.
—No, yo no comparto. —sonrió, ligeramente nervioso.
—¿Ah, no? —Judith se cruzó de brazos, algo sorprendida.
—No, nuestros patrocinadores nos dieron una habitación a cada uno. —Axel sonrió inocentemente.
—¡Qué envidia! —Judith no pudo evitar soltarlo sin pensarlo—. Ay, lo siento, ya hablé de más y tú aquí escuchándome.
Axel soltó una leve risa, mirando a Judith. Le parecía linda.
—¿Irás al acuario? —preguntó Axel, con una dosis de valor que ni él sabía que tenía.
—Sí, no quería, pero... —Judith se detuvo al darse cuenta de que estaba a punto de seguir hablando demasiado, y apretó los labios—. Sí, iré.
Axel notó cómo Judith misma se calló. Sabía que algunas personas se molestaban cuando ella hablaba tanto, pero Axel, a solo unos minutos de conocerla, se dio cuenta de que podría escucharla todo el día.
—Bien. —Axel asintió con la cabeza, como despedida, y se fue rápidamente, como si tuviera prisa.
Eso hizo que Judith recordara que tenía menos de 10 minutos para estar lista.
El ascensor bajó rápidamente, pero para Judith, cada segundo se alargaba como si fueran años. Ya llevaba 8 minutos de retraso. Se apresuró a llegar a los autobuses, y vio que el de Cobra Kai iba a ser el último en salir.
—Tarde. —gritó Kim desde fuera del autobús.
—Ponerse linda tarda. —Judith soltó sin mirarla, mientras subía rápidamente.
Caminó entre los asientos, buscando a Tory, que como había advertido, encontró a alguien con quien sentarse. Esta vez, Yoon, uno de los pocos chicos que a ambas les caía bien, ocupaba el lugar junto a ella. Aunque ni Tory ni Yoon parecían intercambiar palabras, ninguno de los dos parecía incómodo con la situación.
—¡Tory! —gritó Judith, deteniéndose frente a ella.
—Te lo dije. —Tory la señaló con una mirada divertida.
Judith hizo una mueca de incomodidad, pero siguió caminando.
—¿Tú?.
—¡Tú! —protestaron Judith y Kwon al mismo tiempo, ambos con el mismo tono de fastidio y repulsión.
—Prefiero el maletero. —Judith soltó, mirando el pasillo, queriendo retroceder, pero el autobús ya había comenzado a moverse.
—Anda, tropieza y rómpete una pierna antes de que el Sekai Taikai inicie. De todas maneras, perderemos contigo. —Kwon se cruzó de brazos y miró al lado contrario, sin ocultar su irritación.
Judith, con una sonrisa traviesa, se sentó junto a él.
Ambos permanecieron en silencio, cruzados de brazos, mirando en direcciones opuestas.
—De todos en este maldito autobús, ¿me tocó con la loca parlanchina? —Kwon murmuró, claramente molesto.
—No hablo, erizo, no te preocupes. —Judith sonrió inocentemente, mientras se colocaba los auriculares.
Kwon frunció el ceño, confundido. "Erizo" no era una palabra que conociera muy bien. Era un chico coreano, llevaba menos de una semana en los Estados Unidos y apenas había pasado tres días con una chica cuyo vocabulario parecía interminable.
Kwon no la odiaba por hablar, o al menos no del todo. Lo que realmente odiaba era no entenderla.
Hizo una mueca y regresó su mirada a la ventana, resignado.
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by Eli_fanfic / Lizzie Arellano
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