OO3. Una misma respuesta.































Maia no podía sentirse más feliz. Estaba festejando su cumpleaños número veinte junto a toda su familia y eso le bastaba. Sus tíos y primos más grandes fueron para verla, estaba junto a sus abuelos y sus mejores amigos.

—¡Veinte años, Mai! — gritó su tía al abrazar a la castaña. Ella es la hermana de su madre, quien la quiere como una hija más —. Tu mamá estaría muy feliz y orgullosa.

Maia le sonrió ampliamente, aguantando las ganas de llorar como lo hizo desde las doce de la noche cuando su abuela le dijo lo mismo. Ya pasaron catorce años desde que sus padres fallecieron y eso la pone sensible, pero nada cambiaría el hecho de seguir disfrutando de su día.

La casa estaba bastante llena de gente. Lo que la alegraba más, además de los regalos, era saber que todos se reunían por ella, amaba mucho a su familia, se apegó a cada uno de ellos cuando se quedó sola y ellos hicieron lo posible para verla feliz.

—Perdone, señora — Mica se acercó a Maia —. ¿Cuántos años cumple usted?

—Cállate — Mica rió —. Perdón, me olvidé que eras re joven.

—Bueno, dieciocho son dieciocho.

Micaela y Valentín llegaron a la casa desde la mañana para pasar todo el día junto a ella. Los dos saben como se pone cuando llega este día, por lo que siempre están con ella para todo.

—Che, ¿viste cuantos regalos tenés? — apareció Valen con un sánguche de miga en una mano y un vaso de gaseosa en la otra mano —. Ni en navidad vi tantos regalos.

—Y eso que todavía no vino Maxi — mencionó Mica.

—No importa si no trae regalo — Mai le restó importancia.

Mica y Valen miraron a su amiga seriamente, como que lo que dijo no tuviera sentido, lo que es verdad.

—Maia, el año pasado te regaló tres entradas para ir a ver tres partidos de Vélez con pase a la cancha y a las salas de conferencias — suspiro —. Dios, ¿dónde se conseguise uno de esos?

—Espiando a de los de las inferiores  — bromeó Valen, pero Mai lo miro mal —. Es chiste, no te ponga' así.

Mai fue a conversar con su familia, estuvo un buen rato hablando con sus primos mayores y de como han llevado su vida en estos años que no se vieron. Maia estaba feliz de tenerlos de vuelta, ella es la más pequeña de todo ellos y sus hijos la quieren como una tía lo cual es muy lindo.

—Tía, Mai — una niña pequeña llamó a Maia —. La abuela esta hablando con un chico que vino a verte.

Maia le sonrió a la pequeña. Es una de todos las hijos de sus primos que llaman por tía. Ella miró hacía la entrada, donde estaban su abuela y Maxi hablando.

—Vení, acompáñame — Maia tomó la mano de la pequeña y la llevó hasta la entrada.

Cuando la abuela de Mai vio que se acercaba, los dejo por un rato para que se saludaran.

—¡Feliz cumple, Mai! — habló él cuando Maia lo saludo con un beso en el cachete y un cálido abrazo.

—Gracias por venir — sonrió.

—Nunca me perdí un cumpleaños tuyo, no lo iba hacer ahora que vivo lejos — Maia rió. Maxi miro hacía abajo donde estaba la pequeña sobrina de Mai —. Ey, hola.

Mai miro a su sobrina que se escondía detrás de ella. Es muy tímida, por lo que Maia decidió presentarla.

—Ella es Bianca, es hija de uno de mis primos, pero me trata como su tía.

Maxi se agachó a la altura de la pequeña le sonrió ampliamente.

—Yo soy Máximo, amigo de tu tía — miró de reojo a Maia. La niña todavía seguía detrás de Mai con mucha timidez —. Haber, ¿puedo ver ese lindo vestido?

Maxi estiró su mano hacía Bianca, la pequeña miro a Maia en forma de aprobación y la mayor asintió. Bianca aceptó con algo de miedo, pero se soltó cuando le hizo dar una vuelta, apreciando lo bonita que se veia.

—Estas muy bonita, Bianca — Maxi le sonrió.

—Gracias, Máximo — agradeció la pequeña con una linda sonrisa. Miro a Mai —. Tía, ¿cuándo vamos a comer torta?

—Mhm, todavía falta para eso, pero en lo que falta, anda a pedirle a la abuela que te busque los juegos de mesa que están en mi pieza — la chiquita asintió y se fue con una sonrisa.

Mai aprovechó en ir a presentar a Maxi a la famila. Había muchos quienes no lo conocían, otros lo recordaban por el hecho de ser amigo de Mai y que siempre estaba apegado a ella, y los que faltaban lo conocen por ser uno de los mejores jugadores de Vélez.

La cumpleañera ya se sentía más cómoda, necesitaba a Maxi a su lado para poder estar más tranquila, porque con él se siente diferente.

Mientras Valentín, Mica, Maia y Maxi charlaban, el teléfono de Maxi sonó, pidiendo la atención de los tres en él.

—¿Todo bien? — le preguntó Mai al ver la cara de preocupación de su amigo.

—Eh... — Maxi levantó la mirada —si, si. Gian me avisó que va a llegar un poco tarde, pero si viene.

Mai asintió.

—Ahora vuelvo — dijo Maxi para después irse para hablar por teléfono.

Los amigos de Mai miraban a Maxi curiosamente. Los dos son unos chismosos.

—No te trajo regalo, Mai — mencionó Valen —. Eso es raro.

—Si, y además, esta raro — Maia miró a Mica —. No sé, tengo intriga, este me parece que esta haciendo o planificando algo.

Maia miró a Maxi que seguía hablando por teléfono, de a rato se le escapaba una sonrisa, de lo cual a Maia se le hacía tierno, pero también quería saber con quién hablaba o quien lo hacía sonreír así.

Luego de un rato, un rato antes de cortar la torta, Maia se quedó sola con Maxi en la cocina hablando.

—Eu, ¿a qué hora viene Gian? — preguntó Mai.

—Eehh, creo que en un rato va llegar — le respondió él rápidamente.

Maxi estuvo actuando raro hace unos minutos y esa rareza volvió a estar presente, pero el sonido del teléfono de Maxi cortó la tensión.

—Ah, mira. Gian esta afuera. Me mandó un mensaje.

Los dos amigos fueron hacía la entrada, Mai abrió la puerta dejando ver a un Gian todo despeinado y algo agitado.

—Hola, Mai — dijo el rubio teñido —. Feliz cumpleaños — abrazo a su amiga —. Perdón que ande así todo mal, pero vine corriendo.

—No, no importa, Gian. Vení, pasa. Me alegra que estés acá — sonrió la castaña.

—Ah, toma. Un un regalito — el chiquito le extendió la bolsita rosa.

Maia la aceptó con gusto y abrazo otra vez a Gian. Mientras Mai habría el regalo, Maxi saludó a Gian, solo que Mai no estaba atenta a los susurros de aquellos dos. La castaña sacó de la bolsita una cajita que dentro de ella contenía un collar con el escudo de Vélez.

Ella no dudó en gritar de felicidad.

—¡Ésto esta hermoso, Gian! — volvió a abrazarlo —. Gracias, gracias, gracias.

—Es un placer, Mai — el rubio le sonrió —. Pero, creo que mi regalo no se compara con el de Maxi.

Maia miro a Maxi curiosamente mientras volvía a guardar la cajita en la bolsita.

—¿Qué regalo?

—Vení — Maxi hizo una ademán con la cabeza para salir afuera —. Ah, pero antes tenés que cerrar los ojos.

—Maxi.

—Dale, cerrá los ojos.

Mai hizo caso, Gian le agarró bolsita y la dejó en la mesa de los regalos. De a poco la pulga de Vélez llamaba a la familia de Mai para que también presenciarán esta sorpresa, pero que en el momento exacto debían de guardar silencio. Maxi abrió la puerta, con Mai salieron a fuera y detrás de ella estaba su familia.

—Maxi, si me caigo, te pego y vos sabes que no tengo piedad — aclaró ella, haciendo reír a Maxi.

El rubio la guiaba con sus manos agarradas a las de ella hacía el pasto del patio delantero. La calle estaba despegada, pero a lo lejos se veía que habían cortado las esquinas de los dos lados por una razón.

—Ya están acá — informó Gian al ver una camioneta gris acercarse cuando los policías dejaron a la camioneta pasar la esquina cortada.

—¿Quiénes? — preguntó ella con los ojos cerrados, pero Maxi tuvo que taparlos con su mano para que ella no haga trampa.

—No preguntes — rió —. Bueno, quedate acá — se quedaron quietos cuando Maxi vio la camioneta gris  frente a la casa —. Cuento hasta tres y abrís los ojos.

—Dale — la castaña sonrió nerviosa —. ¡Ay, que nervios!

La puerta de la camioneta se abrió, dejando salir la sorpresa. La familia de Mai se quedó sorprendida al ver la sorpresa de Maxi, pero Gian procuró que guardarán silencio hasta que Mai abriera sus ojos.

—Uno... dos — él sonrió —. ¡Tres!

Maia abrió lentamente sus ojos, esperando ver la gran sorpresa que Maxi le tenía preparado. Solo que esa sorpresa sobrepasó sus expectativas.

—¡Feliz cumpleaños! — gritaron parte de los jugadores de la selección Argentina.

Mai no podía creerlo. Frente a ella estaban el Dibu, Dybala, Paredes, Cuti, Enzo, Pezzela y Julián. Tenían un pequeño cartel deseándole feliz cumpleaños a la castaña y con una sonrisa fueron a abrazar a la cumpleañera.

—Eehh, feliz cumpleaños, Mai — habló Enzo al ir a abrazarla primero —. ¿Cuántos años cumplís, hermosa?

—V-veinte — Mai estaba atónita.

Cada uno saludó a Mai, dándole un cálido abrazo y de paso saludando a la familia de ella. La castaña estaba sumamente sorprendida. Recordaba el hecho de haber estado un rato junto a ellos en la celebración en River, por lo que la desánimo no poder haber hablado junto a ellos, entonces Maxi paso lo límites y cumplió el sueño de su amiga de volver a verlos una vez más antes de que volviesen a sus hogares.

—Maxi, ¿no querés venir a mi cumpleaños? — habló Valentín en broma.

—No se lo pidas, porque yo tengo que andar después organizando todo — dijo Gian.

—¿Vos lo llamaste en rato antes de que vinieras? — preguntó Mai y él asintió.

Ahora toda la rareza de Maxi tenía sentido, pero se sentía avergonzada al pensar que esa sonrisa se la causaba otra persona.

Los de la selección pasaron un rato junto a Mai en su casa, ahora sí la fiesta estaba llena y los chicos acompañaron a Mai para cantar el feliz cumpleaños. No obstante, antes de irse, le regalaron una camisata de Argentina con el nombre de Mai con el número veinte detrás y las firmas de cada uno de ellos.
Se sacaron fotos con la cumpleañera y parte de la familia, se quedaron un rato hasta que el tiempo definido terminó para volver al hotel en donde se hospedaban, no sin antes recibir un pedazo de torta de parte de la abuela de Mai.

También la familia Mai se fue yendo al ver que se había un poco tarde, por lo que los cuatro amigos de la castaña se quedaron a limpiar. Luego, Valen, Mica y Gian se fueron, quedando solo los abuelos y el amigo de Mai.

—No puedo creer que hiciste eso, Maxi — le dijo Mai al sentarse con su amigo en el sillón —. Me sorprendiste.

—Ese era el punto — el rubio paso su brazo por el cuello de ella para abrazarla y acercarla a ella —. Me alegra de que te haya gustado.

—Huh, eso es poco. ¡Me encantó! — la castaña sonrió —. Sos el mejor amigo que esta loquita podría tener.

De a poco, las mejillas de Maxi se tornaron rojas de los nervios, su timidez estaba apareciendo de vuelta. Así que Mai solo besó su cachete, poniéndolo más nervioso.

—Te amo mucho — soltó él con una sonrisa, esperando la misma respuesta de su parte.

—Sos un buen amigo — volvió a remarcar ella.

Maxi solo la miro con una media sonrisa, del cual Mai no se dió cuenta que solo era sufrimiento.

Ay, Mai. Si te darías cuenta de lo loco que Maxi esta por vos, no sería solo tu amigo.

No me convenció mucho este
capítulo, pero aún así espero
que les haya gustado <3

Gracias por leer <3

Melody

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