OO1. Más feliz que nunca.
BUENOS AIRES,
ARGENTINA.
📍 LINIERS.
2022
Maia soltó un suspiro largo y lleno de fiaca, se estiró para alcanzar su teléfono en la mesita de luz y al ver hora que era abrió sus ojos asustada. Se levantó volando de su cama y entró al baño con rapidez, se metió a la ducha y se bañó más rápido que nadie para salir fresca.
Al terminar de arreglarse, agarró su mochila y teléfono, fue hacía la cocina y saludó a sus abuelos quienes ya estaban despiertos desde hace rato.
—Buenos días — dijo ella con una sonrisa y le dió a sus abuelos un beso a cada uno —. ¿Cómo durmieron? — hablaba mientras se preparaba una chocolatada fría rápidamente.
—Muy bien, hija. ¿Y vos? — habló su abuela mientras dejaba el pan tostado sobre la mesa.
—No dormí mucho, me quedé haciendo la tarea atrasada que me quedó, después me aburrí y me puse a ver videos en la compu — tomó un sorbo de su chocolatada y se sentó en la mesa—. Pero estoy bien, bien despierta.
Su abuelo le ofreció pan tostado con dulce de leche y ella agarró una para llevársela directamente a la boca.
—¿A dónde vas tan arreglada? — le preguntó su abuelo.
—Con Maxi nos vamos a juntar con Gian, Valen y Mica antes del partido de hoy — sonrió —. Después me trae acá y de acá nos vamos a ver el partido.
Sus amigos también son de Vélez Sarsfield, más Valen porque se lo heredo su familia, Mica dice ser de Vélez, pero todos saben que esa chica es de Boca de acá a la Quiaca, pero no lo quiere admitir y no saben por qué.
—Que te traiga temprano — advirtió su abuela.
—Si, si. Igual no puede irse tan tarde, tiene que estar allá más temprano — sonrió.
Al instante se escuchó el timbre de la casa y Maia recibió un mensaje de su amigo diciendo que estaba afuera de la casa. La castaña dejó su taza para lavar para después agarrar sus cosas y saludar a sus abuelos antes de irse. Se fue directo a la puerta a abrirle a Maxi.
—Hola — sonrió al ver al rubio con un gran sonrisa y lo saludó con un beso.
—¿Todo bien? — preguntó él sonriéndole amablemente.
—Si, me desperté recién.
—Uhh, ¿desayunaste? ¿Querés que vayamos a desayunar? — comenzó a preguntar él con preocupación.
—No, no. Desayuné recién con mis abuelos.
En eso, la abuela de Maia apareció detrás de ella para saludar a Perrone.
—¡Maxi! — la señora abrazó a Maxi con mucha alegría —. ¿Cómo estás, mi vida?
—Muy bien, gracias. ¿Y usted? — el rubio sonrió.
—Estoy muy bien, Maxi — ella le sonrió carismática al cortar el abrazo —. Ay, no puede ser lo grande que estás. Ya todo un futbolista profesional. Estoy muy orgullosa de vos, mi vida.
Máximo le sonrió amablemente. Amaba a la familia Greco, son como un lugar donde podés llenarte de alegría y bondad.
—Bueno, vamos antes que me robes a mi abuela — Maia alejó a Maxi de abuela —. Nos vemos, Iaia — esa es su forma cariñosa de decirle. Se acercó a abrazarla.
—Nos vemos, cuídese — saludó Maxi.
—Chau, nos vemos — saludó la señora agitando su mano al ver a los chicos alejarse de la casa.
Los dos se dirigieron hacía el auto de él, Maxi le abrió la puerta a Maia para que entrara a su auto y le agradeció. La abuela de Mai veía cada acción que tenía Maxi con Maia, podía ser alguien diferente en la cancha, alguien bruto, pero con Mai es todo diferente a eso, es alguien del cual si merece a Maia.
Los dos amigos pasaron a buscar a sus tres amigos y se fueron hacia un campo que lejos de la ciudad, en el cual los padres de Maxi siempre llevaban a los dos amigos a disfrutar un día alejados de todos. Al llegar al lindo lugar, los primeros en salir fueron Valentín y Gian, quienes llevaron su pelota de fútbol para jugar y Mica solo se quedó apoyada en el auto a esperar a Maia.
—Que lindo lugar — dijo Ferri al ver el lindo y gran campo, despejado de edificios, gente gritando y de los millones de colectivos que andan por todos lados.
—Si, me trae paz — dijo Mai.
Maxi bajó del auto y se apoyó en el auto al lado de su mejor amiga. Micaela no dejaba de ver a los otros dos jugar con la pelota lejos de ellos.
—No entiendo, Gian y Maxi están todos los días jugando fútbol. ¿No se cansan?
Maia rió ante la suposición de su amiga, ella no tan futbolística como Maia. Mai podría hasta vender su riñón con tan solo ir a ver jugar a Vélez y no solo para apoyar a Maxi, sino para estar entre la gente que hace todo por su club, ver a Vélez jugar, gritar en cada gol y sentirse parte de algo.
—Esa es su pasión, no vas a querer dejarlo por nada en el mundo y menos alejarte de eso — dijo Maia
Máximo miraba a su amiga con una gran sonrisa, lo que ella acaba de decir era lo que siente por ella. Por nada en el mundo podría alejarse de ella y se sentiría muy raro estar sin ella.
—Bueno, si, es verdad. Pero no sé, me da cansancio verlos correr por toda cancha — aclaró Mica. Les sonrió una última vez y se fue con los chicos.
Maia miró a Maxi con una sonrisa y apoyo su cabeza en su hombro, mientras que Maxi pasaba un brazo detrás de su cuello para abrazarla.
—¿Estás bien? — le preguntó ella a su amigo.
—Ajá — dijo sin dejar de mirar a los chicos jugar —. Bueno, estoy re nervioso por el partido.
—Buee, si casi siempre ganan — rió ella.
—Igual no es por si ganamos o no, estoy nervioso por la forma en la que juegue — Maxi soltó un suspiro.
Maia enderezó su cuello y lo miro fijamente.
—Máximo, si volvés a decir que jugás mal, agarro la pelota y te la estampo contra tu cara.
—Bueno, bueno, tranqui — sonrió el rubio —. Solo estoy nervioso, nada más.
Maia le volvió a sonreír y se acercó a darle un beso en el cachete. Maxi trató de ocultar su nerviosismo ante ese beso, siempre lo pone así cuando hace cualquier cosa así.
—Tranquilo, vos sos unos de los mejores mejores — sonrió ampliamente —. Hasta el Bayern München puede comprarte.
—Bueee, tan bueno era — Maxi soltó una carcajada que hizo sonreír aún más a su amiga —. Vení, vamos a jugar con los chicos, así no nos vamos tan tarde.
Maia aceptó y los dos corrieron hacia donde estaban los demás. Entre todos jugaron un mini partido en donde la mayoría de los pelotazos los recibía Valen por la forma bruta de patear de Gian.
Pasaron un lindo momento entre todos, uno de los cuales cada uno se siente cómodo.
Maia y Valen gritaban a todo pulmón los cánticos de club, mientras que Mica grababa cada segundo de los festejos de todas personas.
Los amigos se encontraban en los asientos bajos un tanto lejos de la cancha, pero con una buena vista. Se podía notar la alegría de cada una de las personas presentes y la euforia de cada jugador.
—¡Sácala de ahí, Gian! — gritó Valen al ver que el chiquito estaba en aprietos queriendo alejar la pelota de su arco —. Este pibito me va a hacer dar un paro.
—A mi también — dijo Maia dándole otro sorbo a su botella de agua. Ya se tomó como tres por los nervios.
El equipo de Vélez estaba en aprietos, iban empatados con el equipo contrario y debían de actuar rápido. Maia veía que Maxi estaba frustrado, ahora estaba mirando a el cielo, pidiendo algo de ayuda para poder ganar este partido, miro hacía la dirección de su amiga, quien lo saludó y levantó sus pulgares con una sonrisa, el rubio soltó un suspiro y cuando el árbitro volvió a hacer sonar el silbato, Maxi volvió a correr y esta vez con más confianza.
El tiempo ya estaba marcando el final, solo faltaban los cuatro minutos que agregaron. Mica no se quería sentar, Valentín gritaba como loco y Maia solo necesitaba ver un gol más.
De a poco Maxi se iba acercando al área del contrario con la pelota, él necesitaba hacer un gol o por lo menos que hagan un gol y salvar el partido.
Aún así con mucha confianza y recordando el apoyo de su mejor amiga, logró hacer el gol de su vida y salvó al equipo.
—¡Hizo gol! ¡Maxi hizo goooool! — gritaba Maia.
Los tres amigos celebraron y gritaron junto a toda la gente del estadio.
Maia miró a Maxi, quien seguía festejando con el plantel. El rubio notó su mirada sobre él, la señaló para luego formar un corazón con sus manos y guiñarle un ojo.
—Ayy, Mai, Maxi te dedicó su gol — habló Mica.
Maia la miro sin entender.
—No, nada que ver — le restó importancia.
—Dalee, te lo dedicó a vos — Mica insistía.
Si, podría haberle dedicado su gol, pero es algo mucho más importante que eso.
Al finalizar el partido, lo primero que hizo Maxi, fue acercarse hacía donde estaba su amiga y abrazarla como nunca en la vida. Dejó que los tres pasaran al campo y saludarán a los jugadores. Mai se acercó a Gian y lo abrazó.
—Estoy orgullosa de vos, Gian — Mai le sonrió al menor.
—Gracias, Mai — Prestianni le sonrió y saludó a los demás.
Greco se acercó a su amigo y volvió a abrazarlo con mucha fuerza. Estaba muy feliz por él y sumamente orgullosa.
—No sabes lo feliz que estoy, Maxi. ¡Hiciste gol! — celebró ella.
—¡Si! — él rubio saltó de la emoción.
Los entrenadores llamaron a Maxi para hablar con los periodistas, fue con gusto, mientras que Maia lo esparaba a unos pasos. Mientras la entrevista transcurría, Mai le sacó una foto a su amigo distraído de cual va a guardar para siempre. Maxi vio que le sacó una foto y le sonrió ampliamente.
—Maxi, ¿se puede saber a quién señalaste y para quien fue el corazón que hiciste después de tu gol? — Maia escuchó al periodista y prestó atención a la entrevista.
—Eh, bueno. Siempre se lo dedicó a mi familia y a toda la gente que me apoya... pero hoy se lo dediqué a una persona muy especial para mí — Maxi sonrió tímidamente.
—¿Se puede saber quién es?
Maxi miro a Maia. Obviamente ella es especial para ella, siempre lo fue y siempre va a ser así.
—Por ahora no, pero ya van a saber — dejó el rubio con la intriga.
Cuando todo finalizó, Maia saludó una última vez a Gian y a Maxi, para luego irse con Valen y Mica hacía su casa.
Aún así Maia estuvo pensando todo el camino a casa sobre lo que Mica le había dicho. Maxi nunca le había dedicado un gol a todos los partidos que ella había asistido y no sabe cual fue la razón, pero por una parte se sintió bastante bien y cabe aclarar que Maxi era mucho más que feliz en este momento.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top