𝐓𝐇𝐑𝐄𝐄
𝐓𝐄𝐄𝐍𝐀𝐆𝐄 𝐃𝐑𝐄𝐀𝐌 | 𝐬𝐞𝐚𝐬𝐨𝐧 𝐨𝐧𝐞
❛𝐈 𝐊𝐍𝐎𝐖 𝐀𝐋𝐋 𝐘𝐎𝐔𝐑 𝐒𝐄𝐂𝐑𝐄𝐓𝐒 𝐀𝐍𝐃 𝐈 𝐏𝐑𝐎𝐌𝐈𝐒𝐄 𝐘𝐎𝐔 𝐈'𝐌 𝐆𝐎𝐍𝐍𝐀 𝐊𝐄𝐄𝐏 𝐓𝐇𝐄𝐌❜
– 𝙎𝙚𝙖𝙢𝙡𝙚𝙨𝙨; 𝙎𝙖𝙗𝙧𝙞𝙣𝙖 𝘾𝙖𝙧𝙥𝙚𝙣𝙩𝙚𝙧
˚ʚ♡ɞ˚
LOS PIES DE Kayla abandonaron el suelo cuando Lucas le envolvió entre sus brazos tras haber ganado el partido de los Ravens.
Aquello molestó a Nathan y a Dan, pues parecía que había un nuevo Scott dispuesto a ser la estrella del equipo.
—Estoy muy orgullosa de ti, Luke —exclamó entre los aplausos y silbidos de la multitud.
La cosa se relajó unos minutos después, así que la joven volvió a acercarse a su mejor amigo.
—Había pensado que podríamos ir al festival de la Quema del Barco —propuso, haciéndole sonreír.
—¿Vas a buscar a Haley?
—Te esperamos allí. Por cierto, cuidado con mi hermana, tiene esa mirada de “quiero acostarme con él” puesta en ti —le advirtió, provocando una carcajada por parte del rubio.
—¿Tú también tienes una?
—Nos vemos en un ratito —lo ignoró saliendo de allí.
Condujo hasta el café de Karen donde su mejor amiga la estaba esperando.
—¿Adivinas quién ha marcado el punto ganador? —preguntó Kayla con diversión, a lo que Haley soltó un pequeño grito de emoción antes de abrazarla con fuerza.
—Nuestro pequeño se hace mayor —dramatizó, provocando risas entre ambas.
—Eres consciente de que es mayor que nosotras, ¿verdad?
—Detalles sin importancia.
—Hoy soy tu taxista, vamos al puerto —anunció Kayla, así que su amiga fue hasta el teléfono para llamar a casa.
—Ey, mamá, soy Haley. Haley James, tu hija —respondió con cansancio mientras la morena hacia un gesto de beber—. Escucha, voy a salir después del trabajo antes de ir a casa, ¿vale? Muy bien, adiós.
—¿Tu madre estaba bebiendo? —la confusión era más que evidente en su voz.
—No, ha saltado la máquina —respondió agarrando la mano de Kayla y tirando de ella hasta el coche.
—No juegues así conmigo —se quejó golpeando su brazo de manera juguetona.
—Me lo pones demasiado fácil. Por cierto, te vi con Nathan Scott hace unos días. Te llevaba en brazos. ¿Vamos a hablar de eso?
—No hay nada de lo que hablar. Mi padre me obligó a entrenar con él y me torcí el tobillo, así que me ayudó.
—Si tú lo dices —encogió los hombros divertida.
—Lucas no puede saberlo, Hales. Me mataría con tan solo saber que me disculpé con él por golpearlo.
—Se acabará enterando —una sonrisa pícara bailaba en sus labios.
—¿Por qué dices eso?
—Por el charco de babas que creas cada vez que lo miras —se burló abiertamente, provocando que los ojos de Kayla rodaran sin disimulo.
—Deberías revisarte la vista, resulta que no ves muy bien.
—Puedes pensar eso si te ayuda a dormir por las noches. Aunque seguro que duermes muy bien soñando con Nathan vestido con el traje de baloncesto.
—Voy a sacarte del coche, Hales.
—¡Te has puesto roja! —exclamó con diversión señalando las mejillas de su amiga—. ¿Te pone verlo en uniforme?
—Te odio —masculló apartando la mirada.
—Yo también te quiero, Kay —exclamó antes de dejar un beso en su mejilla.
˚ʚ♡ɞ˚
—¿Te importaría dárselo a tu hermana? —preguntó Lucas mientras sacaba un sujetador que Kayla reconoció demasiado bien de su taquilla.
—¿Te has acostado con mi hermana?
—Apareció medio desnuda en mi coche y se lo dejó, Kay —respondió entre risas, aún sin procesar lo surrealista que había sido aquello.
—No te dejes llevar por Brooke, porque si acabas en su cama, jamás volveré a hablarte —le advirtió señalándolo con el dedo.
—Entendido, jefa —levantó las manos en señal de rendición.
—He quedado con Haley en el centro de tutores, te veo luego —se despidió tras darle un corto abrazo—. ¡No colecciones más sujetadores! —exclamó mientras se alejaba, provocando que una carcajada escapara de los labios de su mejor amigo.
Nathan observó la interacción de la pareja con una sonrisa que solo podía significar problemas.
¿Cómo podía no habérselo ocurrido antes?
Sí no podía quitarle el baloncesto, al menos le quitaría a la persona que más quería. En la que más confiaba.
Poniendo su plan en marcha, Nathan consiguió que uno de sus profesores asignara a Kayla como su tutora, así que con una sonrisa impregnada en sus labios, se dirigió hacia el departamento de los tutores.
—¿Podemos ayudarte? —le preguntó Haley mientras su mejor amiga terminaba de preparar una prueba para otro de los alumnos.
—Estaba buscando a Kayla, es mi tutora.
—Sí, claro —bufó lo rubia con sarcasmo sin siquiera mirar al chico.
—La última vez que lo revisé, tu nombre era Kayla Ross —le extendió la hoja con las indicaciones del profesor.
—Lo siento, no puedo ayudarte —respondió devolviéndole el papel.
—¿Por qué no?
—Te recuerdo que Lucas es mi mejor amigo. No voy a ayudar al chico que le está jodiendo la vida.
—Te encontraremos a alguien más —le avisó Hales.
—No hay nadie más, ¿de acuerdo? No me importaría si habría alguien más que pueda ayudarme.
—Hubiera —le corrigieron ambas al unísono.
—¿Ves? Ya me estás ayudando.
—Scott, no puedo ayudarte, y aunque pudiera, no lo haría.
Ni una hora más tarde, el hermano menor de los Scott apareció de nuevo por allí.
—Solo quería decirte que no necesitaré tu ayuda —le dejó saber, provocando un ceño fruncido en el rostro del par de amigas.
—Me alegro que hayas cambiado de opinión.
—Suspenso es una buena nota, ¿verdad? —les enseñó su examen antes de salir de allí.
Haley miró a su amiga con lástima. La conocía extremadamente bien y tenía un corazón demasiado bueno como para negarse a ayudarlo.
—¿Por qué la vida no me puede dar una tregua? —se quejó Kayla hundiendo la cabeza entre sus brazos.
—Quizá la vida quiere que pases tiempo con Nathan —se burló la morena, ganándose una mirada que podría haber congelado en infierno por parte de su amiga—. ¿Vas a ayudarlo?
El silencio entre ambas respondió por ella, así que tras soltar un suspiro, agarró su mochila y se dirigió a los vestuarios, donde sabía que Nathan se encontraría.
Con la mirada fija en su objetivo, Kayla ignoró a la docena de adolescentes semidesnudos que había a su alrededor antes de cerrar la taquilla de Nathan y apoyarse en ella, quedando frente a él.
—Llámalo devolución de un favor por ayudarme cuando me torcí el tobillo o llámalo caridad, como quieras. Un examen, te ayudaré a estudiar para la recuperación de literatura y se acabó —declaró, formando una sonrisa en el rostro del joven.
—Un examen —accedió.
—Me paso por tu casa a las cinco —decretó antes de comenzar a caminar hacia la salida.
—No puedes entrar así al vestuario. ¿Y si hubiéramos estado desnudos? —llamó su atención Tim.
—Tranquilo, no me he traído la lupa, así que no podría haberte visto nada —respondió, provocando carcajadas por todo el vestuario.
Jake, con una sonrisa llena de orgullo impregnada en sus labios, elevó la mano, la cual Kayla chocó antes de salir del vestuario.
Los brazos de Haley la envolvieron en cuanto salió de la sala, reconfortándola ligeramente.
—No le diré a Lucas que tienes una cita con su hermano —se burló la morena, ganándose un empujón por parte de su amiga.
—Eres la peor mejor amiga del planeta.
—Las dos sabemos que eso no es cierto —Se enganchó a su brazo mientras se dirigían a su siguiente clase.
Kayla pasó las últimas horas de clase jugueteando con una de sus pulseras, como hacía cada vez que estaba nerviosa.
Si Lucas descubría que planeaba ayudar a Nathan, aunque fuese con un solo examen, le cortaría la cabeza.
—Llegas pronto —señaló Nathan tras abrir la puerta de su casa.
—Son las cinco menos uno —frunció el ceño Kayla.
—Por eso, pronto —sonrió antes de dejarla pasar.
—No me hagas arrepentirme de esto, Scott —le rogó la rubia colocando sus cosas en la mesa de la sala de estar.
—¿Por dónde empezamos?
—Vamos a revisar tu examen, te voy a explicar las respuestas erróneas y después haremos apuntes para que puedas memorizarlo con más facilidad —no había ni una pizca de interés en su tono.
Kayla quería acabar cuanto antes con aquello.
—A sus órdenes, jefa.
A Nathan le costó entender la materia más de lo que creía, así que cuando quisieron acabar, ya se había hecho de noche.
El teléfono de la rubia sonó de nuevo, mostrando el nombre de Lucas, pero por vigésima vez, colgó. No quería arriesgarse a que su hermano pudiera hablar, delatando la razón por la cual lo había estado ignorando durante horas.
—¿Te llevo a casa?
—Puedo caminar.
—No seas cabezota, Ross —negó con la cabeza el alto agarrando las llaves de su coche—. Vamos, te llevo.
—Se te está haciendo costumbre eso de llevarme a casa —se quejó Kayla.
—Puede que simplemente no sea tan mala persona como crees.
—No lo creo —se negó a aceptarlo.
Toda su vida, Nathan había sido como un grano en el culo para la rubia, y un par de gestos amables no iban a cambiar su opinión sobre él.
—Suerte en la recuperación —comentó antes de salir del coche.
Vio el vehículo marchar en dirección contraria a la casa del chico, lo que la confundió ligeramente, pero no le dio demasiadas vueltas.
Al entrar en casa, decidió cenar las sobras del día anterior, pero antes de poder terminar, alguien llamó a la puerta, así que dejó los cubiertos de lado y se dirigió hacia ésta.
—¿Lucas? —preguntó confusa al verle cubierto de barro—. ¿Qué te ha pasado?
—Nathan.
Aquello terminó con su paciencia.
Por eso había tenido tanta insistencia en llevarla a casa.
—¿Puedo pasar aquí la noche?
—Por supuesto —respondió apartándose de la puerta—. ¿Quieres darte una ducha?
—Gracias —masculló cansado antes de subir a la habitación de su mejor amiga, la cual tenía su propio baño.
Mientras él se daba una ducha, Kayla fue a la antigua habitación de Hudson para robarle un par de prendas que ya no iba a usar, pues vivía en Nueva York, donde tenía su propia empresa.
Fue su padre quién le ayudó a montarla, y con veintun años ya era todo un empresario reconocido entre la gente.
La rubia dejó la ropa sobre su cama antes de bajar a preparar algo de comer para su amigo, pues no tenía suficiente para ambos.
—No tenías que preparar la cena —le aseguró Lucas apareciendo por el pasillo.
—Es lo mínimo que podía hacer.
Kayla se sentía culpable por haber ayudado a Nathan en secreto.
—Siento no haber contestado a tus llamadas, estaba estudiando y no quería desconcentrarme —se excusó, odiándose a sí misma por mentirle a la cara.
—Nathan y el equipo han destrozado la cancha de baloncesto junto al río, he estado limpiando toda la tarde —le explicó su mejor amigo, rompiendo en mil pedazos el corazón de la rubia.
—Lo siento mucho, Luke —la culpa era notoria en su voz.
—No te preocupes —le restó importancia antes de abrazarla.
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