𝐅𝐎𝐔𝐑
𝐓𝐄𝐄𝐍𝐀𝐆𝐄 𝐃𝐑𝐄𝐀𝐌 | 𝐬𝐞𝐚𝐬𝐨𝐧 𝐨𝐧𝐞
❛𝐌𝐄 𝐀𝐍𝐃 𝐓𝐇𝐄 𝐃𝐄𝐕𝐈𝐋 𝐖𝐀𝐋𝐊𝐈𝐍'
𝐒𝐈𝐃𝐄 𝐁𝐘 𝐒𝐈𝐃𝐄❜
– 𝙈𝙚 𝙖𝙣𝙙 𝙩𝙝𝙚 𝙙𝙚𝙫𝙞𝙡; 𝙎𝙤𝙖𝙥&𝙨𝙠𝙞𝙣
˚ʚ♡ɞ˚
TRAS VARIOS DÍAS evitándolo, Nathan por fin consiguió detener a Kayla tras uno de los partidos.
—He aprobado —sonrió enseñándole el examen.
Lucas, unos metros más atrás, junto a Haley, miraba la escena con confusión.
—¿Cuándo estudiaste? ¿Antes o después de destrozar el campo de baloncesto junto al río? O no, espera. A lo mejor fue después de lanzar a Lucas a un pantano —la rabia era notoria en su tono.
Nathan apartó la mirada sin saber muy bien cómo responder a aquello. Era ridículo negarlo, ambos se conocían demasiado bien como para saber todo de lo que el chico era capaz por conseguir lo que quisiera.
—¿Todo esto de que fuera tu tutora era también para molestarlo?
—Kayla...
—Olvida todo lo que dije el otro día. Eres igual que tu padre, Scott —dio por terminada la conversación antes de dirigirse a sus amigos.
Un nudo se formó en la garganta del chico mientras soltaba un suspiro repleto de frustración.
—¿De qué iba eso? —cuestionó Lucas sin comprender por qué Nathan se acercaría a Kayla tan feliz.
—No era nada —le aseguró con una pequeña sonrisa.
—Lucas quiere que vayamos con él a la fiesta de Nathan —anunció Haley enganchándose al brazo de su amiga.
—No iría ni aunque me pagaran.
Kayla, soltó un suspiro mientras miraba la casa de playa de los Scott con una mueca.
—Hola, soy Nathan Scott —intentó presentarse a Haley, así que la rubia se interpuso entre ellos.
—Ni siquiera lo intentes —le pidió mientras tiraba de su mejor amiga hacia el interior de la casa.
—¡Kayla, has venido! —exclamó Brooke antes de abrazar a su hermana.
Haley dio un paso atrás, pues aún siendo la mejor amiga de la rubia, a penas había tenido interacciones con su hermana mayor.
—Chicas. ¿Habéis visto esto? —les extendió una chica un periódico.
—¿“La asustadora del instituto”? —leyó Brooke centrando su atención en las viñetas bajo el título.
—Mi perro puede dibujar mejor que esto —comentó uno de los chicos del equipo.
—¿Qué chico se deja la gorra puesta mientras tiene sexo? —se quejó la morena mientras Nathan y Kayla miraban a Peyton, ella con sorpresa y él con confusión—. Si va a ser anónima, al menos que publique algo de buena calidad, como StellaR.
—Dios, ojalá poder conocerla. Tiene la voz de un ángel —habló Tim—. Seguro que también se ve como uno.
Esa vez fue Lucas quien centró su atención en su mejor amiga.
—Necesito una bebida —habló Peyton.
—Voy contigo —ambas se alejaron del grupo antes de llenarse los vasos de cerveza—. Así que, “Saki”.
Aquel era el nombre que firmaba la columna del comic.
—¿StellaR?
—Sólo lo saben Lucas y Haley —encogió los hombros con nerviosismo, pues jamás había hablado de su música con alguien que no fueran los mencionados.
Hacía unos meses había decidido comenzar a publicar alguna de sus canciones de manera anónima en una página de jóvenes artistas, pero hubo un problema.
Comenzó a ganar mucha popularidad y al poco tiempo todos en el instituto estaban hablando de sus canciones, lo cual le agradaba y desagradaba a la vez.
Le aterraba la idea de que todos supieran que aquellas eran sus canciones. Al fin y al cabo, todas trataban de experiencias personales y de cómo se sentía, y no estaba preparada para dejar que la gente viera esa parte de ella todavía.
—Tu música es genial, Kayla —le aseguró Peyton con una sonrisa, contagiándosela a su amiga.
—Tus dibujos también, y más aún cuando se ríen de Nathan —se burló, provocando que de ambas escaparan carcajadas.
Los chicos no tardaron en unirse a ellas y, como no podía ser de otra manera, a Brooke se le ocurrió jugar a un juego.
—Lucas, ven a jugar —le pidió ella con un tono coqueto, ganándose una patada por parte de su hermana, pues le había advertido que se mantuviera alejado de él.
Si tenían algo y acaban mal, Kayla tendría que elegir a Brooke, y no estaba dispuesta a perder a Lucas.
—¿Cuál es el juego?
—“Yo nunca”.
—Y aparentemente lo has hecho —se burló uno de los chicos del equipo.
—El juego trata de decir cosas que no hemos hecho, y si lo has hecho bebes —le explicó Nathan rellenando su vaso—. Theresa, te toca.
—Yo nunca he tenido sexo con algo de plástico —miró a Brooke fijamente, quién bebió.
—Asqueroso —exclamó su hermana con una mueca.
—Me toca. Yo nunca... —una sonrisa se formó en su rostro—. Yo nunca me he liado con Kayla.
—Muy discreta —se burló la nombrada, pues era obvio que quería descubrir si Lucas y ella habían tenido algo en el pasado.
Varios de los chicos bebieron de sus vasos, pero ninguno de los Scott estaban entre ellos.
—Muy bien, mi turno —anunció Nathan—. Nunca he tenido un padre que desearía que hubiera sido una mancha en la sábana.
—¿Cómo eres tan cabrón? —exclamó Kayla mientras veía a Lucas acercarse a él.
Dejó su vaso a su lado y le dio un empujón a su silla, pero fue seguido por su mejor amiga, quién virtió el contenido de su vaso en la cabeza de Nathan.
—¿Por qué le dejas humillarte así?
—¿Qué más puedo hacer, Kay?
—¿Has intentado hablar con él? Y me refiero a hablar en serio, no a meteros el uno con el otro —propuso, lo que formó un ceño fruncido en el rostro de su mejor amigo—. Piensa que también debe ser duro para él que estés en el equipo.
—¿Por qué lo estás defendiendo?
La verdad, es que Kayla no tenía ni idea de por qué lo estaba haciendo. Puede que su conversación de días atrás llegase a ella más de lo que le gustaría admitir.
Y puede que después del partido estuviera tan enfadada porque realmente había querido creer que había algo bueno en Nathan después de todo.
—No lo estoy defendiendo, Luke. Solo digo que a lo mejor las cosas no son como parecen. Yo soy el claro ejemplo. ¿Si me vieras vestida de animadora junto a Brooke y Peyton pensarías que soy tan increíble como sabes que soy? —aquella última frase le sacó una sonrisa.
—Tú no eres una zorra, y él es un cerdo.
—No lo soy contigo, pero hay mucha gente que estaría en desacuerdo contigo, Lucas. No me siento orgullosa de muchas cosas que he hecho o dicho dentro de ese gimnasio durante los años, pero eso no significa que no sea una buena persona.
—Dime que no acabo de escuchar eso. Kayla, no puedes compararte con Nathan —la frustración era obvia en su voz.
—¿Quieres saber algo? Si mi padre no le hubiera dado una oportunidad a tu madre de explicarle qué sucedió con Dan, tú y yo jamás nos hubiéramos conocido. A lo mejor esta es tu oportunidad de descubrir su perspectiva.
Lucas soltó un bufido antes de alejarse de ella con los puños apretados.
—¿Cómo son todos tan cabezotas? —masculló negando con la cabeza.
Con la luz de la luna alumbrando su rostro, Kayla salió a la playa para despejar su mente.
El sonido de las olas del mar tapaba el ruido que provenía de la casa, así que cerró los ojos y se dejó envolver por el olor característico del mar que tanto amaba.
El silencio reinó a su alrededor por lo que pareció una eternidad, una en la que se quedaría el resto de su vida, antes de ser interrumpida.
—Me lo merecía —admitió Nathan colocándose a su lado—. He sido un cerdo. Y sí, puede que me acercara a ti para molestar a Lucas, pero de verdad que necesito tu ayuda, Kayla.
—¿Cómo puedes pretender ser una persona terrible y que luego la gente quiera ayudarte? —No conseguía entenderlo—. Te di el beneficio de la duda, Scott, y suspendiste con nota por debajo del cero.
—Lo sé, la he cagado —hizo una pausa tras aquellas palabras, las cuales tomaron a Kayla por sorpresa—. Las cosas han estado complicadas con mi padre últimamente —admitió Nathan apartando la mirada hacia el horizonte.
—¿Por Lucas?
—¿Cómo puedo vivir mi vida si él es quien la controla?
—Ojalá lo supiera —suspiró antes de fijar su mirada en el perfil del moreno.
—Vamos, te llevo a casa. Lucas y Haley ya se han marchado —su tono era más suave que de costumbre, como si, por primera vez desde que se conocen, estuviera realmente relajado.
—Va a ser la última vez que voy a subirme a un coche contigo —le aseguró, haciéndole reír.
El camino no fue muy largo, por lo que lo pasaron en silencio hasta que Nathan aparcó frente a la mansión de los Ross.
—¿Puedo ser sincero contigo?
—No creí que tuvieras la habilidad para serlo —bromeó Kayla, haciendo sonreír al chico.
Se alegraba de poder hablar y bromear con ella sin terminar peleados.
—Sé que no tienes ninguna razón para ayudarme, Kayla.
Que estuviera llamándola por su nombre en vez de por su apellido estaba empezando a ponerla nerviosa.
Sabía la facilidad que Nathan tenía de acercarse a las personas para luego joderles la vida, y le daba vértigo pensar que pudiera terminar igual para ellos.
Prefería odiarlo a terminar con el corazón partido.
Ya había sido abandonada por personas en el pasado y no quería volver a sentir ese vacío en su interior.
—Pero tenías razón. El baloncesto es mi vida y me encanta, pero no puedo jugarlo si no mejoro mis notas. Y los dos sabemos que eso no va a pasar a menos que me ayudes. No te estoy pidiendo que seamos mejores amigos, Kayla, ni que tengamos que vernos todos los días, solo quiero tu ayuda para poder aprobar los exámenes y así poder hacer la única cosa que se me da bien en el mundo —la vulnerabilidad en su voz sorprendió a la rubia más de lo que le gustaría admitir.
—Me lo pensaré, pero no te prometo nada.
—Gracias.
—¿Por qué? Todavía no he accedido.
—Por no rendirte conmigo. Sé que no soy fácil de manejar, pero nos conocemos desde los seis años y todavía no has dejado de hablarme —comentó, haciendo sonreír a Kayla mientras apartaba la mirada.
—No lo célebres, todavía estoy a tiempo —bromeó antes de salir del coche—. Deberías ser sincero más a menudo, estoy segura de que caerías mejor a la gente.
Nota de la autora:
se me olvidó ponerlo en la introducción, pero hay una playlist de la historia.
(el enlace está en comentarios)
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