𝗖𝗔𝗣𝗜𝗧𝗨𝗟𝗢 𝗡𝗨𝗘𝗩𝗘.

ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ɴᴜᴇᴠᴇ: ʟᴀ ғʟᴀᴍᴀ sᴏʟᴀʀ.
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Aurora y Venus correteaban en los pasillos de la enorme casa de la gran familia, habían estado comiendo unos cuantos dulces que les ofrecieron princesas amigas de la familia, por lo que ahora se sentían con bastante energía para jugar y entrenar un buen rato. Por otro lado, Gyeong las seguía a paso calmado y acomodándose el hermoso traje sencillo que traía puesto.

— Niñas, es hora de practicar las flamas de cada una. —las llamó con su voz débil, últimamente había estado generando una enfermedad que no le permitía hacer mucho esfuerzo.

— ¡Ya vamos! —Aurora jaló a su hermana del brazo para llevarla a donde la madre de ellas—. Venus, hay que ser cuidadosas con mamá, ya sabes que no se ha sentido bien últimamente.

— Entiendo. —sonrió ligeramente y se terminó de acercar a la progenitora.

Fueron a un gran salón. Gyeong dejó unos almohadones en el suelo y abrió la puerta corrediza que conducía directamente al patio de la casa, le gustaba practicar con sus hijas mientras recibían la luz que producía el shinsu directamente.

— ¿Por qué casi nadie viene a casa, mamá? —Venus se recostó en uno de los almohadones—. Extraño hablar con la familia.

Gyeong rió en bajo mientras se acercaba a ellas.

— Porque soy tan fuerte que las personas pueden saber que estoy aquí con ustedes sentadas. Es por eso que casi nadie sabe de este lugar. —sonrió en la comodidad de sus siento—. Bien, comencemos.

Venus formó una “o” con su boca por la respuesta, admiraba que su madre fuese tan fuerte como para llegar a tales extremos.

La mayor de hebras rubias alzó la mano ligeramente y le dio una pequeña vuelta, dejando como rastro las cenizas de una flama muy brillante y más peculiar que las que su familia creaba.

— Pertenecemos a la familia y controlamos las llamas del fuego, pero en el caso de nosotras tres, sólo podemos utilizar el fuego que maneja el sol, es por eso que las llamas que creamos son amarillas ardientes en vez de rojizas como la de las demás. —apagó el fuego en su mano—. ¿Conocen la leyenda del sol fuera de la Torre? Tiene que ver con eso. —sonrió—. Inténtenlo.

Las dos imitaron el movimiento de su madre, logrando formar una pequeña flama de fuego que no se podía comparar a la grandeza de la que maneja Gyeong.

— Pronto podrán hacerlas igual de grandes, e incluso más. —sacó unos pergaminos de entre su traje holgado y elegante—. Nuestras flamas son las más destructivas en nuestro linaje, por lo que les pido que practiquen demasiado para no ocasionar un desastre.

Venuz y Aurora sonrieron, les gustaba la idea de ser igual de poderosas que su madre.

— ¡Okay!

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——— Venus. ————————

— El trono del rey es nuestro. —el de cabellos azulados desenvainó su cuchillo, mientras que yo me encargué de acomodar mi lanza entre mis brazos.

— ¡Uno! ¡Dos! ¡Tres! ¡Cuatro! ¡¡Cinco!! —salimos de la habitación—. ¡Tercera ronda del juego de la corona! ¡Todos en posición!

Miré a nuestras laterales y al frente, habían varios nuevos equipos, era obvio que ya en esta partida comenzarían a unirse más por las probabilidades de salir victoriosos.

Suspiré, e iba a preguntarle a Khun sobre el plan, pero cuando lo noté ya estaba él en el trono con la corona en manos.

— ¡¡Ni siquiera nos avisó!! —mi entre cejo se frunció.

— El señor Khun... —Baam observó asombrado.

— El juego se termina si me siento aquí con la corona, ¿no? Pero eso sería aburrido. —postró su mano con la corona en un lado del trono—. Y no quiero que se aburran.

Todos los equipos soltaron en bulla por lo que dijo el señor Khun.

Jugó con su cuchillo, — Enfrenteme, debiluchos. Si logran vencerme les daré la corona.

— Está demente. —murmuré—. Tendremos que cuidarlo, ¿verdad?

— Maldita tortuga azul...

— Sí, pero no sé si yo pueda hacer mucho... —Baam nos despegaba la mirada de su aguja.

— Todos podemos contribuir en algo, estoy segura de que puedes ayudarnos. —sonreí al castaño—. Primero hay que ver cómo se enfrenta a los demás, parece que todo lo tiene controlado hasta el momento.

— Es un estúpido. —Rak rugió.

Khun había lanzado la corona a la lejanía, así captando la atención de todos los jugadores adonde había sido tirada.

— Cuando la recuperen vienen a pelear contra mí, pero por ahora peleen entre ustedes por la corona. —se sentó gustosamente en el trono con la maleta que siempre cargaba a su lado.

Es tan arrogante que me dan ganas de ir y lanzarle la corona en la cara. Pero bueno, a ver que hacen.

Los equipos hicieron una tregua para matar primero a Khun.

— Eso no me lo esperaba. —reí.

— ¿Qué? ¿No van a pelear? —Khun alzó su cuchillo en espera de los regulares—. Que aburridos...

De repente, todos se lanzaron en contra de Aguero, por lo que de un salto Rak llegó hasta donde él, siendo seguido por mí que iba cargando a Baam en mis brazos.

— ¡No te separes de mí, Baam! —lo bajé, y al instante alguien me aventó un arma, el cual pude esquivar agachando mi torso hacia atrás—. Y cuidado con estas personas que lanzan cosas.

— ¡S-sí!

Alguien a unos metros nuestro le quiso disparar a Baam, pero interpuse mi lanza, evitando el contacto contra mi amigo. Eso sorprendió a la persona que había disparado.

— ¡No te desconcentres, chico! ¡Para la próxima no tendrás a tu amiguita cerca! —recargó—. ¡Puedo dispararate con mi canica a control remoto en cualquier...!

Le había dejado mi lanza en la otra mano a Baam para haberme transportado rápidamente al tipo que no se callaba. Generé fuego en todos mis brazos y lo perforé del cuerpo con ello, provocando que cayera en cenizas todo su cuerpo.

— Si quiere jugar con canicas que mejor regrese a su casa. Aunque ya no podrá hacerlo... —suspiré pesadamente antes de volver mi mirada al castaño que me observaba asombrado.

— ¡Señorita Venus! —me entregó la lanza—. ¡Puede crear fuego!

— Sí... Eso fue peligroso de mostrar. —le sonreí con los nervios a flote.

Khun y Rak seguían en pelea, y creo que también estaban en aprietos...

— ¡Tortugas asquerosas! —gritó el cocodrilo.

Me dirigí hasta ellos con Baam aún siguiendome los talones. Dejé que en la punta de la lanza se volviera a crear una concentración de shinsu para expulsarla, di un salto en lo alto, captando las miradas de muchos.

Destruye. —susurré para mí misma antes de que una luz brillosa se estampara contra un regular que iba a atacar a Rak, terminó por salir volando en el lugar.

— ¡Venus! —Khun me llamó, pero en ese preciso instante alguien había disparado en dirección a Baam, quien ahora estaba siendo “protegido” por Aguero.

Pero... La bala se destruyó cuando estuvo a unos centímetros de impactarse en el rostro de Baam...

¿Cómo hizo eso? Fue shinsu...

Rak de un brinco estruendoso paró frente a Baam y lanzó su gran y enorme lanza rojiza carmesí que era disparada al tipo que había disparado a Baam.

— ¡¡Nadie toca a mi presa!! ¡¡Tortugas estúpidas!! —vociferó en gran medida—. ¡¡Tortugas repugnantes!! ¡¡Son peores que las lagartijas!!

Sonreí inconscientemente y aterricé junto a mi equipo.

— ¡Que fuertes son! —habló Baam con emoción.

— Eso que pasó con la bala fue lo mejor. —le sonreí mientras pasaba mi mano por sobre su cabello, haciéndolo desordenarse.

— Toma, Baam. Tú tendrás la corona. —Khun se acercó y le colocó la mencionada en la cabeza—. Toma asiento.

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