𝗖𝗔𝗣𝗜𝗧𝗨𝗟𝗢 𝗖𝗔𝗧𝗢𝗥𝗖𝗘.
ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ᴄᴀᴛᴏʀᴄᴇ: ʟɪsᴛᴀ ᴅᴇ ᴀᴍɪɢᴏs.
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——— Venus. ————————
— Por fin terminó, casi no entendí nada... —Baam se apenó.
— Con el paso del tiempo podremos comprender muy bien. —envolví mi mano de shinsu—. Al menos sabemos hacer algo así.
— ¡Tienes razón!
— Pareces cansado, Baam.
Alguien habló a nuestras espaldas, reaccionamos con un pequeño salto del susto por la inesperada aparición del regular.
— ¡Perdón! —se disculpó—. ¡Mucho gusto! Me llamo Ho. Encantado de conocerlos.
Sonreí amablemente al regular.
Estábamos sentados, más específicamente yo en medio de Baam y Lauroe. El castaño se encargaba de hablar animadamente con Ho, mientras que yo solo jugaba con el fuego que producía de Shinsu.
— Parece divertirte. —Lauroe bostezó, para después mirarme directamente.
— No en realidad. —dejé de generar fuego.
— No me sorprenden tus habilidades, pues eres hija de Gyeong Yeon. —se recostó en las mantas—. Pero debes tener mucho cuidado.
— ¿Por? —lo miré atentamente.
— Ya sabes, hay algunas en tu familia que no logran controlar su fuego y hacen un destrozo.
Entre cerré los ojos.
— Supongo.
Baam de repente se giró a vernos para saber nuestra opinión al respecto de las habilidades de Ho, se le ve desconfiado por su capacidad baja del momento.
— Tiene razón.
— ¡No creo! —Baam intervino—. Seguramente tienes un gran talento para-...
— No. —le interrumpió Lauroe.
— No deberías ser tan seco. —cuestioné—. Después podrás tener mejor habilidad, Ho.
— No. —volvió a hablar el bello durmiente, a lo que fruncí el ceño—. Mira, muchacho. Dame la mano. —se puso de pie y caminó hacia Baam.
— ¿Eh? ¿Así...? —puso su palma al interperie.
Quedé como mera espectadora a lo que estaban haciendo.
— Ahora imagina que todo el mundo se concentra en tus manos y forma un círculo. —se puso la cobija hasta la cabeza.
Baam reaccionó de inmediato e hizo lo que le pidió el alto. Rápidamente apareció una esfera de shinsu en la mano del morocho.
— ¿Q-qué? ¡¿Qué es esta luz?! ¡Ah! ¡Desapareció! ¿Qué fue eso? —miraba la palna de su mano asombrado.
— Eso se llama “talento”, muchacho. —se fue del lugar.
Me levanté y caminé a los dos chicos.
— No le hagas caso, Ho. Unos nacen con el talento, y hay otros que deben pulir sus habilidades hasta convertirse en personas poderosas. —le sonreí, él seguía impresionado, pero terminó por asentir—. Y Baam, creo que ya es hora de irnos.
— ¡Oh! ¡Está bien! —se me acercó y miró a Ho—. ¡Nos vemos luego, Ho!
— Adiós...
Caminamos a la salida del aula, pero antes de dar un paso fuera, miré por encima de mi hombro al de cabellera rubia y larga. Fácilmente se podía ver su tristeza desde acá.
Tenía los ojos cerrados, tenía planeado tomar una siesta después de la clase. Quedé algo cansada por mi gasto de energía con el shinsu innecesario de hace un rato.
Ya necesitaba dormir...
Espero que Aurora esté bien, ella es demasiado fuerte. Dudo que le haya pasado algo grave o que la dejara mal, ese supremo Han Sung Yu es extraño y no me inspira confianza.
En realidad, la mayoría en la Torre son extraños, por no decir que todos.
Mis pensamientos fueron interrumpidos por el golpeteo detrás de mi puerta, hacía eco el alboroto que creaban los que estaban fuera de aquí.
— No puedo tomar ni un descanso... —abrí la cortina y me levanté somnolienta de mi cómoda cama.
Caminé a la puerta, antes solté un bostezo, y me decidí por abrirla. Shibisu peleaba a gritos con el de la espada.
— ¿Hola? —tallé mis ojos—. ¿Qué sucede?
— ¡Venus! ¿Qué hay? —Shibisu me sonrió.
— Iba a dormir. —miré al chico de cabellos negrizos, esperaba pacientemente y con la cabeza en alto—. ¿Qué los trae por aquí?
— ¡Lo siento! Interrumpimos tu siesta reparadora de belleza. —lloriqueó—. ¡Una disculpa!
— Que ridículo. —soltó el azabache.
— No, no te preocupes. —le sonreí—. Pasen.
Ambos se miraron con un sonrojo en sus mejillas.
— ¿Es correcto entrar al cuarto de una chica?
— Solo entren, no se les va a acabar el mundo. —cerré la puerta y me volvía dirigir a mi cama—. Ahora explíquenme.
— Bueno... Esto es patético de preguntar, pero... —Shibisu y Hatsu me enseñaron una hoja—. ¿Quieres ser nuestra amiga?
— ¿Eh? —tomé la hoja en mis manos, y leí los nombres que aparecían—. Ya fueron con Khun y Baam.
— ¡Sí! Pero Hatsu estuvo a punto de que nos rechazaran. —le removió el brazo al mencionado—. Créeme que esta vez lo tendré supervisado.
Reí en bajo, — ¿Es para su clase de exploradores? Dudo que lo hayan hecho porque sí.
— Nos dijeron que debíamos hacer 10 amigos en una semana. —dijo Hatsu con simpleza.
— Bueno. Acepto ser su amiga, son muy agradables. —les sonreí y escribí en las dos hojas mi nombre.
— ¡Es un honor que nuestra amiga sea Yeon Storm-quer! Seremos los mejores con usted. —Shibisu me abrazó.
— ¿Solo te intereso por mí familia? —me hice la indignada.
— ¡No, Venus! ¡Nos conocimos incluso antes de saber de tu familia! ¿No recuerdas? —volvió a lloriquear.
— Así es de idiota. —Hatsu se alejó con su papel—. Gracias, Venus. Por haber aceptado rápido ser nuestra amiga.
— No hay que agradecer, ya dije que son agradables. —calmé a Shibisu—. Mucho éxito con conseguir amigos.
— ¡Gracias! —el de pecas hizo una reverencia y corrió hasta la puerta—. ¡Eres afortunada de tener buenos amigos!
— Que arrogante, pero tienes razón. —me crucé de brazos, sonriente.
— No me refiero a mí. —relajó sus facciones—. Khun, Baam y Rak nos recomendaron que vinieramos hasta ti, ellos sabían que ibas a aceptar.
Abrí mis ojos con sorpresa.
— ¿De verdad?
— ¡Sí!
— Apúrate, gimnasta. —lo llamó Hatsu, asomando la cabeza en la puerta.
— ¡Ah, sí! ¡Adiós, Venus! —salió corriendo.
— Ellos... —bajé la cabeza, sonriendo ligeramente—. Eso me deja tranquila.
Había una enorme bulla en el comedor, todos estaban con sus grupos de amigos comiendo y compartiendo palabras. Me agradaba este ambiente, no me hacía pensar en que en realidad todos somos enemigos en esta torre.
Escogí de platillo un omelette y una ensalada, tenía bastante hambre por gastar energía muy seguido. Aurora me había enseñado a estar en forma sin siquiera estar presente en clases, prácticas o peleas.
Pero creo que tendré que repartir mis tiempos o remover esa costumbre.
— Muero de hambre... —llevé mi bandeja con la comida entre mis brazos, estaba muy grande a mi parecer.
Pasé al lado de una de las mesas en las que hacían escándalo, un chiflido me hizo dar un pequeño salto, provocando que mi bandeja estuviese a punto de caer.
— ¡Venus! ¡Siéntate con nosotros! —giré mi cabeza, era Shibisu llamándome.
— ¡Gracias! —me senté cerca de él en la mesa. Ahí varios se me quedaron viendo, pero continuaron hablando.
Después noté que tenía a Khun a mi lado derecho, y al izquierdo tenía a Baam. Les sonreí a los dos y proseguí a comer tranquilamente.
— Te ves cansada, ¿has estado practicando mucho? —me preguntó Khun mientras tomaba un tenedor.
Jugué con uno de mis mechones de cabello, no quería que se preocupara por mí.
— Todo está bien. Solo tengo hambre. —le di un bocado a mi ensalada, después le sonreí con inocencia a Khun, quien me observaba con una ceja alzada—. Vamos, ¿tanto se nota?
— Demasiado, Venus. —habló Baam—. ¿No quieres de mi comida? Eso no te llenará. —me acercó su bandeja con comida.
— No, no. Eso es tuyo, también debes alimentarte. —sonreí—. Esto es suficiente para mí.
— Ella tiene razón, Baam. No vayas a quedar igual de cansado como esta irresponsable. —sarmoneó el ojiazul.
— He estado entrenando, no se preocupen. —rodé los ojos, pero una sonrisa burlona se formó en mis labios.
— ¡¡Venus!! ¡¿Cómo es eso de que estás cansada y entrenando más de lo debido?! —Shibisu me apuntaba con su cuchara.
— Genial. —dejé que mi barbilla reposar en la palma de mi mano sin dejar de comer.
Me dejaron en paz con el tema, pero sabía que mis amigos seguirían insistiendo con que debo cuidarme más. Lo bueno es que ahora solo hablaban de la cantidad de amigos que le hacen falta a Hatsu para completar su lista.
— Anímese, Señor Hatsu. En la noche lo ayudaré a buscar dos amigos más. —dijo Baam al chico que estaba sentado a un silla de diferencia entre él y el castaño.
— Gracias, Baam. ¿Nos vemos luego?
— Olvídalo, Baam. Nadie puede hacer amigos con ese carácter. —habló Khun a mi lado.
— Creo que depende del humor de cada uno. —opiné con una cuchara a punto de tocar mi boca.
— Nadie pidió tu opinión, aretes. Deberías tomar como ejemplo a Venus, ella sabe ser buena amiga.
— Oh, por favor. —se quejó.
Al lado de Baam pude ver como la chica de la prueba de la corona se sentaba con mi amigo.
— Mm, señorita Endorsi. —conque Endorsi...—. ¿Le gustaría ser amiga de Hatsu?
Miré atenta la plática. Esa chica quiso ayudarme a pelear pero la amenacé con quemarla... Creo que fui grosera.
— ¿Su amiga? ¿Estás tratando de formar una pareja? Bueno, no está nada mal. —musitó con los ojos entre cerrados y una sonrisa cerrada burlona.
— Baam, ¿te dedicas a las ventas? —preguntó Shibisu. Yo reí con ese comentario.
— Lo siento, pero no. —se encogió de hombros sin dejar de sonreír, Endorsi.
— Ahh... ¿Por qué? ¡Podría enseñarte técnicas muy buenas con la espada! —exclamó Baam.
— Baam... Lo siento, tengo prohibido salir con chicos.
— ¿En serio? Que regla tan absurda.
— ¡Lo sé! Es muy anticuada, ¿verdad? Pero mi padre ama demasiado a sus hijas...
Eso captó mi atención. ¿Se referirá a...?
— ¿Y tampoco puedes tener amigos?
— ¡No! ¡No creo en las relaciones platónicas entre hombres y mujeres! —Endorsi ladeó la cabeza para verme fijamente. Se burlaba de mí, e insinuaba cosas que no.
— Eso pensarás tú. —cerré los ojos para concentrarme en comer.
Khun se dio cuenta de la tensión que se generó en tan sólo dos intercambios de frases.
— Bueno. —pasó de largo para volver a Baam—. Es como si compraras unos zapatos que te gustan, y en lugar de usarlos los guardas en una vitrina.
— Suena complicado... —murmuró el de orbes dorados.
Es una princesa de Zahard.
— Divirtiendote con estos chicos, ¿Eh? —alguien pasó detrás de mí—. Nada adecuado para una princesa de Zahard.
Anaak.
— ¡¿Z-zahard?! —varios de los regulares se exaltaron.
— Hey, ten cuidado. —suspiró Endorsi, escuchando las preguntas de todos, pero ignorandolos.
Dos princesas de Zahard aquí... Interesante.
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