➛ ⌈09⌋ 'Futuros padres'
❝FUTUROS PADRES❞
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NARRADOR:
—Estás embarazada, hija.
Primero, aquellas palabras se sintieron como un golpe seco en su estómago. Se mezclaron en su mente, intentando buscarle alguna otra explicación, hasta que su forma resultó ser casi imposible de disipar. Selena no había oído mal, pese a que todo el ruido y las voces de las enfermeras habían sido amortiguadas por sus dudas, las palabras de su madre habían sido claras.
Luego, cuando creyó que al fin sería capaz de emitir algún sonido o reaccionar de alguna forma que cortara con la eterna espera de su madre, Selena intercaló su mirada entre sus manos y las de Melissa. La mujer movía sus manos, ansiosamente, por encima de las sábanas blancas de la camilla, mientras que las de Selena, se encontraban rígidas junto con el resto de su cuerpo. El pecho de la chica subió y bajó deprisa en cuanto las palabras de su madre volvieron a repetirse dentro de su cabeza sin cesar. Casi pudo sentir como una soga se enredaba alrededor de su estómago y le apretaba con fuerza, provocándole, al mismo tiempo, inevitables ganas de salir huyendo.
Cuando finalmente logró deslizar su mano desde su pierna hasta su barriga, experimentó un inmenso alivio inmediato. Sentía como si el simple acto de tocar esa parte de su cuerpo le devolviera la calma que tanto necesitaba.
Cerró sus ojos cuando inhaló y los abrió luego de exhalar cuidadosamente. Cuando se encontró con los ojos cristalizados de su madre, Selena soltó una risa alegre y se avalanzó hacia ella para poder abrazarla. La risa llena de emoción de Melissa fue una caricia en el alma para su hija, aunque no fuera capaz de hacérselo saber en ese instante porque luchaba contra las ganas de llorar descontroladamente.
—¡Mi niña! —soltó la mujer enternecida—. ¡Mi bella y dulce hija!
Los ojos de Selena brillaron cuando las lágrimas se acumularon, y su sonrisa fue en aumento luchando por no dejar que su voz se quebrara.
—Voy a ser mamá —se dijo a sí misma, como si aún no se lo creyera verdaderamente—. Voy a ser la madre de alguien.
Ella iba a ser la madre de alguien.
[...]
Selena recogió con cuidado la botella de whisky que yacía en el suelo. La base se había hecho trizas, tal vez por el impacto que había tenido al caer. Era de esperarse para la niña parada frente a la escena. Su padre estaba tendido en el sofá de la sala, con una revista apoyada en su rostro y con una de sus manos por encima. El otro brazo le colgaba al lado del sofá, con un par de dedos que rozaban una zona de la alfombra felpuda húmeda.
Selena llamó a su padre dos veces, sin deseos de alzar la voz. Sabía que su hermano aún se encontraba durmiendo y que su madre probablemente había vuelto a casa luego de una larga jornada laboral. Aunque Rafael le pidiera que no lo hiciera porque no quería que trabajara demasiadas horas y según él podría ocuparse de los gastos necesario, Melissa no veía sus promesas planteadas en los pagos atrasados ni en el refrigerador medio vacío, así que prefería ocuparse ella misma.
La niña cerró su boca y tragó grueso para deshacer el nudo en su garganta. Tan pequeña y el primer hombre en decepcionarla había sido su padre. Eso no se olvidaba con facilidad.
Selena se mordió el labio inferior con fuerza para contener las lágrimas que amenazaban con brotar. Si alguien se levantaba o su padre despertaba completamente consciente, se darían cuenta de inmediato de lo que estaba sucediendo.
Una vez más, Selena llamó a su padre. Y otra vez, este no respondió.
Selena se acercó a él y tomó asiento en la pequeña mesita junto al sofá. Aún sostenía la botella de whisky entre sus manos y la agitó como si aún contuviera un poco de líquido, a pesar de que supiera que no era el caso. Los minutos pasaron y a Selena le fue una tarea casi imposible despegar los ojos de su padre. Se sentía devastada al verlo comportarse de aquella forma casi todas las noches. Sin embargo, luego existían los días en que llegaba del trabajo y se comportaba como lo que Selena necesitaba que fuese: un padre. Eso la confundía; le hacía preguntarse cuál de los dos era el auténtico Rafael.
Entonces le surgió una duda repentina, pero necesaria: ¿Por qué bebía su padre? ¿Por qué lo necesitaba?
La respuesta llegaría mucho más tarde de lo que Selena esperaba.
—¿Lena? —murmuró su padre, sin abrir sus ojos, pero restregando su rostro con ambas manos.
—Te haré café —le informó ella, poniéndose de pie y llevando la botella hasta la cocina.
Selena esperó a que su padre terminara de espabilarse para poder servirle café; así no se enfríaba. Cuando Rafael entró en la cocina y miró a su hija con la vergüenza y arrepentimiento sembrados en sus ojos, Selena supo que el efecto del whisky ya había pasado, al menos un poco. Era la misma historia de siempre: su padre tenía un mal día, tomaba hasta dormirse y, cuando se despertaba algo sobrio, se disculpaba con la promesa de cambiar. Selena ya no le creía; quería hacerlo, pero las palabras de su padre se volvían huecas cada vez que recaía en lo mismo. Y luego era su madre quien la consolaba cuando la desilusión atacaba su corazón.
Selena estaba segura de que el comportamiento de su padre le dolía; sin embargo, ni siquiera podía llevar a imaginar lo que su madre sentía al ver al hombre que amaba y por el que había dejado casi todo, convertirse en un completo desconocido.
Cuando el hombro tomó el primer trago de café, Selena se puso de pie y tomó la mochila que estaba recostada en la mesa.
—Tengo que ir a la escuela —avisó la niña, dejándole un par de boletas encima de la mesada.
—Puedo llevarte, Lena —la voz del hombre titubeó porque sabía la respuesta que su hija le daría.
Selena se detuvo junto a él. Ella bajó la mirada hasta las manos de su padre y vio cómo temblaban. Luego, al alzar sus ojos hasta los de él, apretó sus labios al notarlos cristalizados y rojos.
—Puedo caminar —y, con eso dicho, Selena salió de la casa.
[...]
Un par de luces amarillas adornaban el loft tiñendo el lugar de un suave dorado y creando un ambiente cálido y acogedor. Selena se sentó en el borde del sofá, y en silencio, repasó el lugar con su mirada luego de haber apoyado sus manos entrelazadas sobre su vientre aún plano. En esa posición, podía sentir el ligero latido de su corazón, y sonrió al pensar en que pronto podría llegar a sentir otro también.
Selena sacó su teléfono del bolsillo y revisó la hora. Derek le había avisado que llegaría más tarde de lo que prometió, ya que había surgido un problema luego de haber intentado detener a Cora y a Boyd dentro de la preparatoria. Derek mencionó a una profesora que pudo haber resultado herida, o muerta, según sus palabras. Selena no cuestionó nada, pero le pidió que en cuanto pudiera, llegara al loft porque tenía que hablar con él sobre algo importante.
Tras recibir la noticia de Peter, Derek comenzó a tener una idea sobre lo que ella podría querer hablar. Aunque estaba ocupado en resolver lo que estaba ocurriendo, su mente divagaba en otro lugar. En ese momento, lo único que deseaba era estar al lado de Selena, acompañarla y descubrir si lo que su tío le había revelado era cierto.
Su teléfono vibró y ella atendió con velocidad creyendo que se trataba de Derek; sin embargo, cuando escuchó una voz totalmente diferente a la que esperaba, sintió como su corazón comenzó a martillar contra su pecho.
—¿Lena? —dijo él.
Los ojos de Selena se humedecieron, porque, por primera vez, tuvo deseos de contarle a su padre algo sobre su vida, algo de lo que ella se sentía orgullosa. Pensar en compartir aquella noticia con él, le provocaba un torbellino de emociones. Pero no pudo. Se resistió al impulso de cometer tal grado de barbaridad. Si él no había querido quedarse a su lado desde el inicio, ¿qué le hacía pensar a ella que a su padre podría llegar a interesarle algo sobre su vida en la actualidad?
—¿Por qué me llamas? —preguntó Selena—. ¿Por qué insistes con esto?
Hubo unos segundos de silencio; luego se escuchó un suspiro largo del otro lado del teléfono, pero Selena no emitió ningun sonido. Su mirada estaba perdida en la pared frente a ella mientras esperaba una respuesta.
—Solo quiero saber cómo has estado. Te extraño, Selena, los extraño a ambos —admitió.
La chica tragó el nudo que se le había formado en la garganta y se secó las lágrimas que ya se habían deslizado por su mejilla. No quería llorar por eso. No era el momento, y no era justo para ella.
Selena carraspeó.
—Papá... —ella inhaló profundamente, intentando prepararse para lo que iba a decir, porque aunque sabía que a su padre le dolería, pero ella la destruiría por completo al tener que recordárselo una vez más—, es demasiado tarde —le dijo—. Desde que te fuiste fue demasiado tarde.
Bajó el teléfono de su oreja, pero no colgó la llamada. Supo, después de oír el tono, que su padre lo había hecho por ella.
Cuando Selena escuchó un par de pasos acercándose, se puso de pie inmediatamente y pasó sus gélidas manos por su cara, esperando que nadie encontrara ningún rastro de tristeza en sus ojos, porque no era lo que ella quería sentir en ese momento. Selena estaba completamente feliz por lo que estaba ocurriendo en su vida y no podía dejar que nadie cortara con aquella emoción de ninguna manera.
La puerta se deslizó y un Derek notoriamente agitado y ansioso se adentró al loft con rapidez. Recorrió el lugar con la mirada y se percató de las luces amarillas que decoraban el loft con armonía. Cuando sus ojos se detuvieron en Selena, se dio cuenta de inmediato, debido a su sonrisa, que había sido obra de ella. Eso no le generó nada más que ternura.
DEREK HALE:
Ni siquiera me molesté en cerrar la puerta de nuevo. Caminé deprisa hacia Lena y me detuve frente a ella. Fue en ese momento cuando noté la piel enrojecida alrededor de sus ojos, una clara señal de que había estado llorando. Me pregunté el porqué mientras apoyaba suavemente las manos en sus mejillas, lleno de preocupación.
Entonces, por un instante, temí que algo grave estuviera sucediendo con ella.
Pensé en las palabras de Peter, repitiéndolas en mi cabeza sin cesar. Tal vez había pasado algo, ¿pero qué, exactamente? Él habló en presente; él nunca se refirió a una pérdida o a alguna complicación. No. De haberlo hecho, inmediatamente yo habría corrido kilómetros hasta ella solo para asegurarme de que estuviera a salvo y, sobre todo, que estuviera bien.
Lena bajó los ojos al suelo al tiempo en que las preguntas sin respuestas se me acumulaban en el pecho. Luego, alzó la mirada nuevamente, y me encontré con un brillo alegre que decoraba sus hermosos ojos. Una mezcla de desconcierto y alivio recorrió mi cuerpo, porque no entendía que era lo que estaba sucediendo, pero al menos me había asegurado de que se encontraba bien.
—¿Qué sucede? —pregunté con confusión.
Ella levantó sus manos y tomó mis muñecas, dibujando una sonrisa nerviosa en su rostro. No dejé de acariciar sus mejillas en ningún momento, mientras ella parecía sopesar sus palabras con cuidado. No pude evitar sentir una corriente de nervios que corrió por mi espalda como electricidad. Mi cuerpo temblaba con impaciencia y no sabía decir si estaba más ansioso que ella por escuchar lo que tenía para decirme.
Sabía lo que estaba a punto de decirme; su mirada y sus manos sudorosas lo contaban a gritos, pero solo quería que Lena lo confirmara y lo revelara con sus propias palabras. Quería oírlo de ella, sentir lo que ella sentía y estar con ella. Eran mis tres únicos deseos del momento.
—Derek... —pronunció con suavidad—, y yo...
No pude contenerme y le ofrecí una pequeña sonrisa alentadora. Esa expresión pareció brindarle un poco más de fuerza y confianza para hablar. Sus hombros se relajaron y la tensión de su cuerpo se disipó, aunque me tomó con firmeza de las muñecas. Pasaron unos segundos en silencio, sin que ninguno de los dos pronunciara una palabra, hasta que, con lentitud, bajó una de mis manos y la apoyó suavemente en su vientre. Sentí cómo mis ojos se humedecían mientras luchaba contra las ganas de gritar en ese instante.
—Vamos a ser padres —anunció finalmente, al tiempo en que sus ojos se cristalizaban y su sonrisa se ensanchaba.
Sus palabras me golpearon con fuerza, arrastrándome a un mar de nuevas emociones. Los nervios se transformaron rápidamente en una euforia desbordante. Acaricié el abdomen de Lena temblorosamente, incapaz de apartar mis ojos de ella. Lena, por su parte, tampoco parecía tener intenciones de alejarse ni de romper el contacto visual; su rostro, su mirada y las caricias sobre mis manos delataban una armonía pura que reflejaba su felicidad.
En ese instante, desearía haber tenido una cámara a mi alcance. Solo podía pensar en lo hermoso que hubiera sido llevar una fotografía de sus ojos avellana en mi bolsillo todo el tiempo, porque, de esa forma, siempre me sentiría en casa. Congelar aquel momento en mi memoria fue lo único que pude hacer. Observé cada detalle de su semblante, presté atención al sonido de su respiración y, por supuesto, a los latidos de su corazón también.
Entonces lo supe. No había pasado una sola noche en que cerrara los ojos sin ahogarme en los recuerdos que había construido junto a ella. Saber que solo yo los conservaba solía agrietar cada parte de mi alma. Sin embargo, ahora yo estaba con ella, y eso era todo lo que había soñado desde que tuve que alejarme de su lado —o al menos intentarlo. Sabía que había cometido varios errores en el camino, y estaba consciente de que me arrepentiría de ellos toda la vida; pero tenía que permitirme, al menos, disfrutar con Lena más de lo que tuve que sufrir.
La miré, y no pude seguir negando la fuerza de mis sentimientos hacia ella. Tenerla frente a mí, sonriéndome de esa forma tan hermosa y sincera, con aquel destello de luz que había intentado encender durante años, me obligó a aceptar el amor. Ese amor que nunca se fue, que nunca desapareció ni se ocultó, siempre me acompañó en forma de chispa. Por eso no pude enamorarme de nuevo; por eso jamás sentí nada por nadie más, por mucho que me esforzara en hacerlo. Siempre mantuve la esperanza de regresar a ella para avivar el fuego, para que se convirtiera en un incendio que me iluminara, en lugar de consumirme.
Lo comprendí y me di cuenta de lo equivocado que había estado al decirle a Lena que el amor nos hacía débiles, porque no era esa la forma en que ella me hacía sentir. Nunca nadie había tenido el poder de hacerme experimentar las emociones más agradables y sinceras que ella había provocado en mí.
—Selena —pronuncié hablando con suavidad—, te amo —mi voz perdió fuerza.
Ella curvó sus labios en una enorme sonrisa y yo no pude seguir conteniéndome. La tomé de las manos y la atraje hasta mí, envolviendo su cintura con mis brazos. Entonces me incliné hacia ella, y mis labios se pegaron con un fuerte deseo a los suyos. Lena respondió el beso con la misma emoción e intencidad que yo, apoyando sus brazos por encima de mis hombros para poder atraerme más a ella. Soltó una pequeña risa encima de mis labios, lo que me obligó a sonreír junto a ella.
—Te amo eternamente, es una promesa —le dije una vez que alcancé a separarme por unos segundos de ella.
—Te amo eternamente, y también es una promesa —murmuró Lena, sin despegar sus labios de los míos.
⌈❜#...NOTA...#❛⌋
Holiiis!
😽💛
Ha vuelto mi inspiración para esta historia, como antes. Espero que no se le dé por darse otras vacaciones, porque si no, nunca voy a terminar la historia. Eso será un tanto decepcionante, porque entiendo que, entre más me tardo en actualizar, más se pierde la emoción y el hilo de la historia.
Pero bueno, gracias a las personitas que siguen leyendo la historia; acarician mi corazón con cada lectura.
Ahora sí, algunos puntos para aclarar:
1) También soy parte de las personas a las que no les gustan los embarazos inesperados en los libros; sin embargo, no es inesperado y tiene una razón bastante válida para que se dé en este momento y no luego. Los que vieron la película, o al menos saben de la existencia de Eli, entienden que pudo haber nacido entre la tercera y cuarta temporada de Teen Wolf (al menos lo que se especula). Y como yo me estoy basando en el canon, pues trato de encajarlo todo tanto como me es posible.
2) De ahora en adelante, no todo será sobre el embarazo. Aún queda mucho de qué hablar sobre la historia de Lena y Derek, además de que, manteniendo la lógica de las temporadas, el bebé recién nace en la quinta (aún tengo que calcularlo bien, porque el señor Jeff Davis no se dignó a darnos una línea temporal detallada).
Eso es algo de lo que se me ocurre aclarar, pero si tienen más dudas, pueden hacérmelas saber.
Besos y abrazos.
😽💛
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