➛ ⌈02⌋ 'El aroma de lena'
❝EL AROMA DE LENA❞
━🌻━
NARRADOR:
Las náuseas no eran frecuentes en Selena.
Recordaba que cuando tenía diez años, Scott no dejaba de vomitar luego de su sexto cumpleaños, donde junto a Stiles habían planeado una competencia por quién destruía el pastel de chocolate con mayor agilidad. Claro, el niño pálido tampoco se había quedado atrás, pero, Claudia, su madre, había cuidado de él; lo había arropado en su cama con las películas de Star Wars de corrido, y luego de eso, no escuchó un solo quejido del menor.
A diferencia de Selena, quien no corría con la misma suerte; Scott aún no había descubierto su saga de películas favoritas; tampoco un libro que le llegase a gustar; ni siquiera un simple cómic que pudiera llamarle la atención; no había nada en lo absoluto. Así que Selena fue quien estuvo con él en todo momento, procurando que el estado de su hermano no empeorara. Melissa estaba ocupada en su trabajo, pero cada vez que tenía tiempo, iba a casa para asegurarse de que todo estuviera bien. Rafael, el padre de ambos, también les daba una vuelta para supervisarlos. Aún así, ambos padres, sabían que bajo el cuidado de aquella niña, Scott se mejoraría pronto.
Pero en ese momento, no era el caso de Selena.
Isaac estaba acostado en la camilla del hospital, mostrándole a Melissa y a Selena, una herida provocada por un par de alfas. La expresión descompuesta de la chica había atrapado las miradas de su madre y del rubio. Se llevó una de sus manos a la boca y tomó la gasa mediana para cubrir las marcas de garras que comenzaban a sanar en el torso del menor.
—He visto cosas peores —habló Selena, recordando su herida provocada por Peter en el estómago. Se levantó la camiseta blanca y les mostró la ahora cicatriz a ambos—. He tenido cosas peores. No entiendo por qué estoy tan nauseabunda últimamente.
—¡Por dios, Selena! —exclamó su madre, con una mirada horrizada. Se acercó a su hija y pasó sus dedos por encima de la cicatriz—. ¿Cómo te has hecho esto?
La chica volteó los ojos restándole importancia, mientras bajaba su camiseta cubriendo su piel nuevamente.
—Fue Peter —respondió entre dientes, observando de reojo cómo la expresión de su madre no se relajaba, sino que más bien sus facciones arrugadas se marcaban aún más.
—Soy bastante nueva en esto, pero..., ¿no fue una mordida lo que convirtió a tu hermano? ¿Un rasguño no haría algo similar? —el tono de pregunta de Melissa tenía una mezcla de miedo y confusión. Sus ojos seguían pegados en la tela blanca que escondía la cicatriz de su hija.
—Sí, pero no me sucedió nada. Se lo pregunté a Derek y me dijo que es raro que alguien se convierta por las garras. Puede suceder, pero no a mí —explicó Selena, acercándose a Isaac y brindándole una caricia en su cabello—. Ahora, he intentado comunicarme con él desde que llegaste al hospital, pero no he recibido respuesta.
—Bueno, tendrán que buscar otra opción con urgencia —insistió Melissa. Se acercó a los pies de la camilla para tomar una hoja y, sin despegar la mirada, avisó—: Está a punto de entrar a cirujía y, a menos que ustedes tengan elaborada una explicación lógica para la desaparición instantánea de una herida enorme, será mejor que llamen a otra persona.
—Puedo ir por Scott —sugirió Selena, haciéndole una pequeña mueca a su madre consciente del disgusto que causaría en ella.
—Tu hermano está intentando esforzarse para mejorar sus calificaciones —señaló Melissa, enganchando su bolígrafo en el bolsillo de su uniforme. Luego de cruzarse de brazos por varios segundos, se resignó y exhaló—. Pero ambas sabemos que se involucrará de todos modos, así que hazlo.
—Selena —pronunció Isaac, deteniendo a la chica casi en el umbral de la puerta con su voz susurrante—. Realmente no sabes de lo que ellos son capaces, y aunque no recuerdo demasiado, sé que hay algo más. Por favor, solo ve con Scott.
Aunque muy confundida, Selena asintió ante la advertencia de Isaac, y con preocupación, salió del hospital en busca de su hermano.
[...]
Selena no se detuvo cuando escuchó su teléfono sonar; estaba convencida de que no era Derek quién la llamaba y no tenía tiempo para las insistentes llamadas de su padre. Luego de su cumpleaños, estaba segura de que no volvería a insistir, pero ahora sabía que se equivocaba. Rafael no se rendiría hasta recibir respuesta de su hija y a Selena no le importaba ignorarlo, de cualquier forma, ella sabía —o le gustaba convencerse— que no habría más que un tono por parte de él.
Se mordió el labio superior con una fuerza leve; estaba molesta por primera vez en mucho tiempo. Sus emociones se retorcían en tristeza hasta que ella misma prefería convertirla en enojo. No quería aceptar que le dolía; no quería aceptar que, luego de varios años, aún seguía sintiendo algo por su padre.
Caminó por los pasillos del colegio hasta dar con el salón donde el director le había indicado. Al asomarse por la puerta, una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro de forma instantánea, logrando que se olvide de su padre por el momento. Al percibir su aroma, Scott alzó la mirada hasta su hermana y no se esforzó por esconder la misma sonrisa que su hermana.
Una mujer, de piel pálida y de un largo cabello marrón oscuro, volteó a verla cuando alzó la mirada de su escritorio y se dio cuenta de que el menor estaba desconcentrado. Selena se disculpó en voz baja mientras ingresaba al salón intentando no hacer demasiado ruido con sus pisadas, como si el resto de la clase no la hubiese notado a esas alturas.
—Ustedes sigan haciendo lo que sea que hacían —musitó, al detenerse junto al escritorio de la profesora quien ya se había puesto de pie.
—Disculpa, no quiero sonar grotesca, pero has interrumpido mi clase —le dijo, intentando evitar que sus alumnos la escucharan.
—Lo siento, de verdad, pero he hablado con el director —explicó Selena—. Necesito llevarme a mi hermano por una urgencia familiar. Mi abuelo ha muerto y bueno, me imagino que sabe todo lo que hay que hacer...
—Oh, sí claro, el dolor debe ser...
—La here... —Selena se detuvo al ver la expresión confusa de la mujer junto a ella. Hizo desdén con la mano mientras tragaba grueso—. Sí, sí, justo eso. El dolor es muy... muy... ¿doloroso?
—Y confuso, lo entiendo —cortó la mujer, notando que la conversación comenzaba a desviarse—. Bien, no hay problema.
Luego de que la profesora llamara a Scott, los tres salieron en silencio del salón. En cuanto se giraron, el menor saludó a su hermana con un beso en la mejilla que ella recibió con una mueca divertida.
—Estoy segura de que es una emergencia, si tu hermana te necesita —habló la profesora dirigiendo sus palabras hacia Scott—. Pero le daré una advertencia, de la manera más atenta que puedo: Estoy consciente de que ha mejorado con sus asistencias, no quiero verlo retomando viejos hábitos.
—Oh, disculpe que interrumpa en esto, pero le aseguro que está más comprometido con esto de lo que mi madre y yo hubiéramos esperado. —Selena restregó su menos en el pelo de su hermano.
—Sele —musitó Scott, molesto. Se enderezó y volteó a ver a su profesora—. No lo haré. Este año será diferente.
—Los propósitos son buenos en cuanto los cumplas, Scott. —Ella sonrió.
—Lo haré. Prometo no ser efímero. —Scott sonrió orgulloso de sus palabras, antes de apretar la correa de su mochila y caminar en dirección a la salida.
Selena y la profesora se quedaron en silencio, dándose una mirada de perplejidad luego de escucharlo.
—¿Ha dicho «efímero»? —cuestionó la mujer, con el entrecejo fruncido.
Selena apretó sus labios mientras asentía.
—Lo ha dicho. —Enseguida hizo desdén con una de sus manos—. Ha estado leyendo un diccionario. Le dije que mejor se leyera "El principio".
Las palabras de la mujer se quedaron estancadas en su boca por una fracción de segundos, antes de querer corregirle:
—Creo que te refieres a "El principito".
—¡Ese! —Señaló Selena apenada—. Lo siento, los libros... no son lo mío.
La profesora sonrió.
—Lo entiendo.
[...]
Selena se había encargado de estacionar la moto de Scott, mientras que él corría hacia el hospital en busca de su madre. Cuando la chica lo logró, dejó el casco en el manubrio y luego caminó hasta detenerse en la puerta. Una pizca de curiosidad le surgió cuando su teléfono volvió a vibrar; no podía seguir ignorándolo. Tomó una bocanada de aire antes de atender y, cuando creía que tenía la situación bajo control, escuchó su voz.
—¿Lena? —El tono de su voz reflejaba la obvia sorpresa que le había causado el que le atendiera—. ¿Hija, estás ahí?
Una especie de molestia dolorosa se detuvo en su pecho. Aquel apodo, el mismo que Derek había usado, no recordaba haber escuchado a su padre llamarla de aquella forma antes. Y como si se tratara de una fresca brisa de otoño, el último recuerdo con él, golpeó su cuerpo haciéndola estremecer.
"Solo pídele que se vaya".
Y lo hizo, para nunca más volver.
Un nudo se formó en la garganta de la chica, y sin esperarlo, mucho menos desearlo, una lágrima brotó de su ojo hasta deslizarse lentamente por su mejilla. Se secó con la palma de su mano de manera brusca y colgó la llamada. Solo así, el nudo despareció.
«Si lo ignoro, el dolor no existe —pensó—. Si lo ignoro, jamás tuve un padre».
Guardó su teléfono en el bolsillo de su pantalón y abrió la puerta del hospital. Caminó por el trecho corto del pasillo principal y, cuando estuvo a punto de doblar para ir hasta la habitación de Isaac, algo más la distrajo: una chica negra vestida solo con la bata del hospital robó su atención. La chica, ignorando su presencia, caminaba a los lados de las paredes tratando de evitar a los enfermeros, aunque Selena se preguntaba a sí misma cómo es que nadie la notaba además de ella. Poco tiempo después, recordó las palabras de Isaac: "Vine con una chica". Abrió la boca en grande al verla salir del edificio. Por supuesto que no la perseguirá; temía que la noqueara en cuanto la señalara.
Corrió por los pasillos, encaminándose hacia la habitación de Isaac, justo donde estaría Scott también. Tomó el ascensor junto a una mujer pelirroja de mediana edad y en cuanto las puertas se desplazaron a los lados, Selena caminó con rapidez.
Su cuerpo se relajó cuando vio a su hermano doblando en una de las esquinas y al mencionar su nombre, este se volteó.
—Isaac ya no está —le avisó en cuanto llegó a su lado.
—Tal vez lo llevaron a cirujía, estaba programado —Selena recordó las palabras de su madre, cruzándose de brazos.
Ninguno de los dos se había dado cuenta de que el Alfa estaba a unos cuantos pasos cerca del ascensor. Isaac estaba en silla de ruedas, cabizbajo, completamente inconsciente por lo que otro de los alfas, una mujer, le había inyectado previamente.
Mientras Selena y Scott sacaban conclusiones, Ennis, el alfa, se había volteado en su dirección al percibir un aroma nostálgico entre ellos. Sus ojos se habían fijado en Selena de forma automática; era ella. Arrastró su mirada desde sus pies hasta su cuello, y fue en ese instante en que sonrió que recordó el lugar donde planeaba morderla hacía años atrás.
Scott también percibió su aroma, así que volteó al instante, dejando a su hermana detrás de él con la fuerza de su brazo. Cuando Selena al fin se percató de su presencia, recordó de forma automática el día en que quedaron encerrados en la preparatoria siendo acechádos por Peter. Estaba convencida de que el hombre que había visto en los pasillos cerca de las escaleras, no era Peter ni su hermano, ¿entonces, quién era? De la respuesta no estaba segura, pero ese hombre frente a ellos, se asemejaba bastante a la silueta que recordaba haber presenciado aquel día.
Tragó grueso cuando el alfa sacó sus garras afiladas de forma amenazante.
—Scott —pronuncio Selena temorosa, no por ella, sino por Isaac, de quién se había dado cuenta al mirar detrás del gran hombre.
Selena formó unos puños con sus manos, sin saber que era lo que debía hacer
—Ni lo pienses —advirtio Scott, al darse cuenta de lo que dudaba en hacer—. De esto me encargo yo.
Ni siquiera le dio tiempo a responder, porque enseguida Scott corrió hacia el alfa con rapidez. En cuanto Selena pudo reaccionar, las puertas del ascensor se habían cerrado con ellos dentro y, a pesar de estar preocupada por su hermano, lo estaba aún más por Isaac. Él estaba completamente inconsciente, no había forma de que pudiese defenderse de necesitarlo. No podía quedarse sin hacer nada; buscaría ayuda.
—Habría preferido su etapa de adolescente —murmuró Selena, antes de voltearse. Aunque al hacerlo con rapidez, su rostro chocó con el hombro de alguien más. Soltó un quejido por lo bajo mientras luchaba por abrir sus ojos nuevamente—. ¡Oye!
Sintió que unas manos la tomaron de los hombros y eso la alertó, aunque al ver al hombre frente a ella, sus ojos se agrandaron.
—¡Derek! —pronunció, rápidamente le dio un golpe en el pecho con puño cerrado; estaba segura de que había sido cosquillas para él—. ¿Dónde has estado?
—Buscando a Boyd y Erica. —Derek observó por encima de Selena, aparentemente, en busca de algo—. ¿Dónde está Isaac?
—Ese es el otro tema. —Selena se mordió el labio inferior con nerviosismo—. Scott acaba de entrar al ascensor con uno de los alfas, esos que están detrás de ustedes. Isaac está ahí. Deben estar bajando, ¡ve!
El hombre chistó antes de tomar la mano de la chica y correr hasta las escaleras.
—¿Sabes? Ahora sé a quien no tengo que llamar si tengo una emergencia —dijo Selena, con la voz entrecortada al bajar.
Derek le dio una mirada rápida, antes de abrir la puerta del primer piso.
—Escuché todos tus mensajes de voz, Selena. Estaba en camino —le explicó.
—Para ser un hombre lobo, estuviste muy lento —bromeó, mientras que intentaba seguirle el paso a Derek.
De inmediato, llegaron al ascensor y al ver al alfa sujetando a Scott por el cuello, Selena corrió hacia ellos junto a Derek. Éste clavó sus afiladas garras en la espalda de Ennis y, recordándole que también era un Alfa, lo arrojó lejos. El cuerpo del hombre se deslizó por los pasillos y, seguido por su mirada, el corazón de Derek no dejaba de latir desenfrenadamente.
Scott, tratando de recuperar el aliento, tomó la mano de su hermana, mientras Selena acariciaba el pálido rostro de Isaac con la otra mano.
Derek se volvió hacia Scott con una mirada reprobatoria y, enseguida, le preguntó:
—¿No deberías estar en la escuela?
Selena quitó su mano de Isaac y la alzó.
—Soy culpable —habló, enderezándose—. Pero tú lo eres más al no atender.
Derek le dio una pequeña sonrisa antes de besarla.
Por otro lado, Scott no parecía contento en lo absoluto. Derek le estaba mintiendo a su hermana; todo lo hacían, y por obvias razones, él también. Odiaba aquel sentimiento de culpa, sobre todo porque sabía que Selena jamás le haría algo como eso.
Derek se separó de Selena al sentir la mirada intensa de Scott y, sin decir ni una palabra, caminó hasta Isaac y lo levantó entre sus brazos.
Selena quedó confundida, pero también se quedó en silencio. Se encogió de hombros al voltear hasta su hermano y luego, lo ayudó a ponerse de pie.
—Que bien estuviste —habló Selena, con algo de emoción—. Solo no pelees solo.
La chica se llevó una de sus manos a la frente cuando sintió un leve ardor, pero fue apenas notorio, por lo que nadie se preguntó si algo andaba mal, ni siquiera ella.
▮NOTA DE AUTORA .ᐟ :
¡Holis! ¿Cómo andan?
Espero que tengan bonito día ֶָ֢
Ha pasado mucho tiempo, ¿verdad? Pues bueno, he cambiado bastante con respecto a como voy a seguir actualizando, hasta la mayoría de mis historias se fueron a borradores. He decidido que voy a actualizar esta historia todas las semanas los días domingo, y dependiendo de si termino más capítulos antes, tendrán dos días a la semana.
Con las demás historias, solo publicaré cuando tenga las partes listas, sino es demasiado para mí.
Cualquier duda
me lo hacen saber➛
XOXO; Gim. 🌻
..
Tiktok: gimeverlark.
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Recuerden:
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