41. Las NO reglas del amor
❝Las No reglas del amor❞
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NARRADOR:
Selena se despertó cerca de las cinco de la mañana.
Se removió somnolienta entre los grandes brazos de Derek, hasta lograr voltearse por completo en su dirección. Los brazos de él parecían aferrarse a su cuerpo, porque en ningún momento se despegaron de ella. Selena se quedó en silencio observándolo dormir con tranquilidad y sonrió levemente mientras acariciaba con sus dedos el brazo de Derek.
Se preguntó por qué él siempre parecía estar tenso y de mal humor cuando estaba despierto, pero al dormir lucía como una persona completamente distinta. Lo que Selena no sabía, era que para Derek, ella era su espacio y su comodidad. Era lo que a él le había costado tanto entender luego de que tuviera que alejarse. No hubo una noche, luego de ella, en la que no pudiera dormir sin despertar agitado y atemorizado de haber soñado que aquella noche, era Selena quién moría.
La chica alzó su mano para apoyarla en el cuello de Derek. Acarició con extrema delicadeza su piel, como si temiera hacerle daño con cada roce. Aunque sucedía lo contrario, en realidad, porque las caricias lograban sanar las heridas internas del hombre ya que él se encontraba despierto. Tuvo el deseo de sonreír en ese instante, pero decidió reprimir su felicidad cuando la sintió moverse lejos de él. Selena se puso de pie y en cuanto se terminó de vestir, caminó hasta su armario para sacar una caja e ir al baño. Salió luego de un par de minutos al terminar de inyectarse la insulina. Lanzó la caja vacía cerca del cesto de la basura y se aclaró la garganta antes de abrir el cajón de su escritorio con cuidado de no hacer mucho ruido. Contó la plata que había guardado durante los últimos dos meses y soltó un suspiro de tristeza al darse cuenta de que no tenía suficiente.
—¿Qué sucede? —La voz repentina de Derek la hizo sobresaltar en su lugar.
Selena se volteó hacia él y formó una pequeña sonrisa al verlo refregar sus ojos con ambas manos. Cerró el cajón luego de dejar el dinero y caminó hasta la cama sin despegarle su mirada.
—Creí que te irías apenas me durmiera —dijo Selena, intentando desviar el tema—. Te hubiese abandonado si esta no fuera mi casa.
Derek volteó los ojos mientras formaba una diminuta sonrisa. Selena se recostó junto a él sosteniendo un lado de su cabeza con la mano mientras mantenía la mirada fija en él. Derek notó el brillo en sus ojos y por dentro comenzaba a emocionarse; esa mirada la había estado esperando durante demasiado tiempo.
—Sabes que nunca lo haría.
Selena entrecerró los ojos fingiendo dudar antes sus palabras.
—Bueno, el Derek que conocí lo habría hecho. —Soltó una pequeña risa.
—No estoy seguro de eso —murmuró, enderezándose—. Pásame la ropa, por favor.
—¿"Por favor"? Eso es nuevo. A ver, dilo otra vez.
Derek volteó a verla de reojo fingiendo seriedad.
—No abuses.
Con el semblante divertido, Selena se inclinó a un lado y tomó la ropa de Derek que estaba tirada en el suelo. Se la pasó y rápidamente se puso de pie hasta caminar a su escritorio nuevamente. Se sentó en la silla y tomó su teléfono. Mientras ajustaba el cinturón de su pantalón, Derek notó como la expresión divertida en su rostro se iba borrando al leer un mensaje.
—¿Que mierda? —murmuró Selena. Dejó el teléfono encima del escritorio y luego sostuvo su cabeza entre las manos.
Derek frunció el entrecejo luego de ponerse la camiseta y caminó hasta detenerse a su lado.
—¿Qué fue lo qué pasó?
Ella lo miró mientras sus manos caían sobre su regazo.
—Scott y Stiles tienen una orden de alejamiento —contó sin poder creerlo todavía. Luego se puso de pie—. ¿No pudieron haber esperado hasta los dieciocho, al menos?
Derek se cruzó de brazos siguiéndola con la mirada de un lado al otro.
—¿Contra quién? —indagó con curiosidad.
—Uhm, Jackson Whittemore. —Bufó—. ¿Qué le habrá hecho?
El hombre se quedó en silencio confirmando sus sospechas; aquel niño, era en realidad un monstruo. Jackson era el Kanima del que Derek quería deshacerse.
—Como sea —resopló, luego volteó a verlo. Le dio una sonrisa ladina al cruzarse de brazos—. ¿Podrías llevarme a mi trabajo? Quiero aprovechar el tiempo para buscar otro más.
—¿Otro? ¿Por qué? —Derek enarcó una ceja con curiosidad.
Selena le dio una mirada divertida antes de caminar hasta su armario y sacar un abrigo de ahí.
—Porque amo trabajar —respondió con ironía—. No es que necesite plata ni nada de eso. Puff, ¿Vivir del dinero? Por dios, eso está tan sobrevalorado.
Derek le dedicó una sonrisa de pocos amigos y luego soltó un suspiro mientras asentía.
—Bien, vamos.
Selena le tomó la mano, aunque antes de poder empujarlo hacia la salida, Derek alcanzó a notar la caja de insulinas en el cesto de basura.
Derek rodeó su brazo por encima de los hombros de Selena mientras conversaba animadamente. Paige, quién se encontraba sentada enfrente de ellos, los miraba con atención intentando comer su sandwich sin llegar a vomitar ahí mismo. Realmente se sentía mal, no tenía nada en contra de sus amigos y si ellos estaban saliendo estaría feliz de que ellos lo fueran también, pero odiaba aquel nudo en el pecho que se le formaba al verlos tan cerca. Se odiaba así misma por ello, porque en verdad quería verlos bien.
Pero por otro lado, Selena comenzaba a notar el comportamiento de Paige. A pesar de ser muy buenas amigas, ella nunca le había contado de sus sentimientos hacia Derek y aunque no era muy obvio al principio, Selena comenzó a darse cuenta de ello con el paso del tiempo. No sabía como sentirse al respecto.
Derek quitó el brazo de encima de Selena y Paige se sintió horrible de sentir un alivio. Apretó sus labios antes de guardar su sandwich en su lonchera.
—¿Qué pasó con Peter? No lo he visto en estos días —comentó Selena, intentando desviar sus pensamientos.
Derek le sonrió antes de beber de su jugo.
—¿Puedes creer que mamá lo ha castigo como si tuviera diez? —soltó una risa—. ¡Por dios! Es su hermana, pero a veces actúa como si fuera su madre. Claro que Peter no le ha hecho caso, pero si he notado que ha estado alejado.
—Por eso pregunté. Siempre viene a molestarnos en el almuerzo.
Derek se encogió de hombros en respuesta.
—Tal vez ha decidido estar con sus amigos —opinó Paige, uniéndose a la conversación—. Tal vez lo aburrimos.
—¿Peter? ¿Amigos? Claro que no —intervino Derek con diversión—. Bueno, los ha tenido en la secundaria, siempre ha sido bastante popular, pero luego de eso se alejó de todos. No pregunten por qué, nadie lo sabe.
Mientras Selena hacia pequeños garabatos encima de su cuaderno, Paige se despidió de ambos porque debía asistir a sus clases de chelo.
Agradecido por el momento a solas, Derek abrió un paquete de galletas de chocolate sin cuidado. Soltó una carcajada cuando varias de las galletas salieron volando por los aires hasta caer en la mesa y otras en el suelo. Volteó a ver a Selena quién se encontraba mirándolo divertido antes de voltear los ojos.
—¡La regla de los cinco segundos! —gritó él, lanzándose al suelo para tomar las galletas mientras contaba en voz alta—. ¡Toma las de la mesa!
Selena lo hizo casi sin protestar mientras reía al verlo inclinado en el asiento tomando con rapidez las galletas. Derek soltó un suspiro fingiendo estar agotado antes de dejar las galletas encima de la bolsita. Ella lo miró con disgusto.
—¿Vas a comértelo? Eres asqueroso —lo molestó antes de robarle una y llevarla a su boca con una sonrisa burlona.
—¡Iba a tirarlas a la basura! —exclamó, alzando sus cejas, asombrado.
—¿Sabes cuánto sale este paquete de galletas? Se nota que tienes plata. Llego a desperdiciar de esta forma y mi madre me castigaría sin pensarlo —dijo Selena con el semblante divertido—. Dámelas todas.
Selena tendió su mano hasta el paquete, pero Derek le dio un leve golpecito para que no se las robara.
—Nos intoxicaremos los dos entonces.
Derek se inclinó hacia ella y le dio un corto beso que Selena recibió con una tímida sonrisa. Solo deseaba que sus sentimientos se aclararan pronto porque no soportaría vivir con la duda toda su vida.
No soportaría vivir sin saber qué sentía en realidad.
SELENA MCCALL:
¿Qué siento en realidad?
Me pregunté a mí misma varias veces mientras Derek manejaba con tranquilidad. Voltee a verlo de reojo. Tenía más que claro que él me gustaba y que había logrado despertar algo en mí, pero ese era el problema; creía que los sentimientos se formaban, se creaban, no que despertaban. Tenía la sensación de que habían estado ocultos en mí durante una eternidad y solo con el roce de sus dedos lograba que salieran con facilidad.
¿Era así cómo debía sentirse? Lo cierto era que no tenía idea. Jamás me había enamorado, al menos nada tan intenso como para recordarlo, pero había oído historias. Mi madre solía contarme como supo cuando se enamoró de Rafael y a pesar de que la historia no había terminado bien, la forma en la que me describía sus inicios me hacían querer experimentar solo esa parte del amor... Al menos una vez en mi vida, incluso si no pudiera quedarme con esa persona.
Derek me dio una corta mirada antes de seguir con la vista al frente.
Tal vez, me gustaría que él fuera esa persona.
—¿Todo bien? —me preguntó, moviendo el volante a un lado—. Has estado callada desde que salimos.
Asentí levemente intentando desviar la mirada de él, pero me fue imposible. Al quitarle los ojos de encima perdía la tranquilidad que él me daba.
—Solo estoy pensando —murmuré, dibujando garabatos invisibles y sin sentido en mis piernas.
—¿En qué? —Hizo una mueca curiosa al detenerse enfrente de un semáforo en rojo.
—Digamos que en lo que nunca he sentido, pero me gustaría experimentar —hablé con tranquilidad, animándome a apartar la mirada y ver a través de la ventana de mi lado.
—¿Cómo qué? —indagó, y en secreto, formé una sonrisa.
—El amor —respondí—. ¿Te has enamorado alguna vez?
Voltee de nuevo hacia Derek y lo vi tragar con dificultad mientras arrancaba nuevamente. Noté como se esforzó por evitar darme una mirada y vaciló con las palabras en su boca. Sonreí divertida al verlo de esa forma.
—No voy a ponerme como loca si me lo dices —le aseguré—. Es normal enamorarse, al menos eso creo. Solo tengo curiosidad de saber que se siente, ¿es malo preguntártelo? No me incómoda, pero si a tí si, no necesitas responder.
Derek se mantuvo en silencio durante los minutos que tardo en estacionar frente de la cafetería. Tuve miedo de haberme sobrepasado y tocar un tema del que seguramente Derek no quería hablar. Estuve a punto de disculparme, cuando él se giró levemente hacia en mi dirección. Clavó la mirada en mí mientras una diminuta sonrisa se dibujada en su rostro.
—Lo estuve, sí —contestó luego de lo que sentí una eternidad—. Fue bueno mientras duró. —Noté un brillo distinto en sus ojos.
—¿Solo "bueno"? Que decepción, creí que el enamoramiento era perfecto.
—No puedes definir como perfecto, algo que no terminó como querías —dijo Derek, acomodándose en su asiento nuevamente—. La conocí, me enamoré y todo era colorido... hasta que no lo fue más. Habrá momentos en los que creas que todo es perfecto, que ya no puedes pedir nada más, hasta que te das cuenta de que es el mundo real. Claro que no abrirás los ojos sola, un golpe de realidad te quita la ilusión.
Fruncí el entrecejo.
—Eso suena pesimista.
Derek me dio una pequeña sonrisa sin que la felicidad llegara a sus ojos.
—Porque lo es —murmuró—. Pero tú no tienes que verlo de esa forma. Cuando te enamores crearás tu propia versión sobre eso y tal vez sea más positiva. Todos lo vemos de diferentes formas y seguro mi visión cambie si vuelvo a enamorarme. —Se quedó en silencio durante un par de segundos antes de bajar la mirada—. Mi madre solía decirme que el amor no tiene una regla escrita. Todos podemos experimentarlo de diferentes formas...
—Sean buenas o malas —susurré inconscientemente. Derek me miró extrañado—. Lo siento, al parecer he oído lo mismo.
Él asintió y luego suspiró intentando recobrar los ánimos. Se inclinó hacia mí y pegó sus labios en los míos durante unos segundos. Cuando se alejó me dio una sonrisa ladina.
—Te veré luego.
—Okay. —Le di otro beso antes de bajar del auto.
[...]
NARRADOR:
—Creo que estoy enamorado, mamá.
Talia alzó la mirada de su libro y continuó en silencio mientras observaba el nerviosismo de su hijo. Derek no la estaba mirando, estaba sentado en el suelo con los ojos perdidos en un punto fijo de la sala, mientras rodaba su pelota de básquet.
—¿Y por qué has llegado a esa conclusión? —cuestionó Talia, volviendo la vista a su libro. Acarició con sus dedos el borde diseñado con hilo mientras evitaba formar una pequeña sonrisa.
—No lo sé —murmuró Derek, sintiendo que sus mejillas comenzaban a calentarse. Levantó la vista hasta su madre—. ¿Cómo te das cuenta de eso? Tú lo has sentido con papá, puedes decírmelo y entonces yo sabré.
La mujer se mantuvo en silencio mientras le daba otra mirada a su hijo. Luego cerró el libro y se inclinó hacia adelante aún con sus piernas cruzadas.
—No voy a dejar que te guíes por eso, Derek. Si menciono algo que tú tal vez no sientas, te convencerás de que no lo estás —con dulzura, explicó su madre.
Derek negó enseguida antes de ponerse de pie logrando que la pelota cayera y rebotara en el suelo un par de veces.
—No lo entiendes, mamá. Y-yo... Yo quiero estar enamorado de ella —soltó rendido—. Lena es perfecta, ¡y lo sé! Siempre me dices que nadie lo es, pero si ella tiene defectos no los veo, o bueno, simplemente no me importan lo suficiente como para notarlos. También estoy seguro de que si los viera, no me importarían en lo absoluto y la seguiría amando de todos modos. Es buena persona, es dulce y estoy seguro de que no importa lo que pase, jamás tendrá maldad en ella. Es como... Es como un lugar seguro para mí, ¿entiendes?
Talia formó una sonrisa en su rostro y le hizo seña a su hijo para que se sentará junto a ella en el sofá. Derek le hizo caso y con la cabeza cabizbaja, caminó hasta su madre. Cuando se sentó, Talia apoyó su mano encima de la de él y le sostuvo la barbilla con la otra para que él pudiera verla.
—Tienes quince años, a tu edad habría estado aterrada de sentir lo que tú sientes —habló con dulzura.
—Lo sé, mamá, sé que aún soy un niño. Pero sé lo que es amar... Bueno, nunca lo he hecho antes, pero supongo que lo hago. —Clavó sus ojos en su madre y formó una breve sonrisa—. Como te amo a tí, como amo a Cora, a Laura o... como amaba a papá.
—Lo sigues amando, y lo harás hasta el día que mueras, porque eso es parte del amor; cuando es real, nunca se va —le aclaró su madre, señalando su corazón—. Pero lo cierto es, niño mio, que el amor no tiene ninguna regla escrita. Todos lo experimentamos de diferentes formas, sean buenas o malas. Lo bueno, es que cuando llega, te das cuenta tú solo... Justo como te está pasando ahora.
Derek arqueó aún más la comisura de sus labios hasta que mostró sus dientes. Talia notó la felicidad de su hijo, pero aún temia que en algún futuro pudiera afectarle.
—Pero ten en cuenta algo: a veces solo es uno el que se enamora. Y hay que respetarlo, no importa cuanto duela.
Peter Hale escuchaba atento la conversación detrás de la pared. Él también creía amar a Selena, pero no de la forma en la que todos pensarían si alguna vez lo dijera en voz alta. No. Habia cierto amor fraternal que se había formado desde el momento en que habló con ella. Esa necesidad urgente de tener que protegerla o estar junto a ella lo hacían odiarse asi mismo. Aunque al mismo tiempo, no podía dejar de hacerlo.
De todos modos, sabía que aquel sentimientos se quedaría enterrado en lo más profundo de su corazón. Bajó la mirada hasta el suelo sintiendo que sus ánimos decaían. Siempre había creído que sus emociones deberían mantenerse ocultos, de lo contrario, podrían ser usados en su contra. La misma sensación de debilidad que años después le surgiría nuevamente.
Aunque claro que había un problema aún mayor para él. Se lo estuvo replanteando durante demasiado tiempo. Selena era una simple humana y, si el mundo normal era malo, el sobrenatural era despiadado. Alguien como ella no sobreviviría durante mucho tiempo en mente de Peter, y era algo que pretendía solucionar.
Stiles y Scott mantenían una entretenida conversación sobre quién podía ser el asesino que controlaba al Kanima. Estaban en detención, así que les resultaba más fácil hablar entre ellos sin que ningún profesor los molestara con continuar su tarea o prestar más atención. Aunque, claro que, si Stiles llegaba a hacer más ruido del necesario, el profesor Harrison no dudaría en extenderle el castigo solo a él. El chico no lo odiaba, pero aquel hombre parecía tener algo en contra de él dada sus constantes acciones en su contra.
Luego de que Stiles sugiriera que Matt Daehler podría ser el asesino, Scott dudó de ello por notarlo un poco idiota. Stiles lo vio llevarse un par de papas a la boca mientras le tendía el paquete a Jackson —quien no se encontraba en un muy buen estado— y lo escaneó con la mirada sin convencerse de algo.
—Parece que más bien te cae mal —dijo Scott.
—Es que, me molesta, no sé por qué. —Se acarició la barbilla, hundiendo la cabeza en el respaldo de la silla—. Solo mira su cara, tiene algo.
—Sí, bueno, es raro —estuvo de acuerdo Scott, pero volvió de nuevo la vista a su mejor amigo—. ¿Tienes más teorías?
Stiles negó lentamente, sin quitarle la mirada de encima a Matt.
Scott, por otro lado, juntó sus manos encima de la mesa de madera y jugueteó con sus pies mientras se hundía en sus pensamientos. La noche anterior, había estado en su casa luego de que su madre lo castigara por haberse ganado una orden de alejamiento en contra de Jackson. La mujer no habló en todo el camino, tampoco dijo nada al entrar en casa. Solo llamó un par de veces a Selena, pero no recibió respuesta. Al ver la puerta cerrada de su cuarto asumió que se encontraba dormida, así que solo le recordó a Scott su castigo y subió a su habitación luego de haber tenido un día tan largo.
Había ido al cuarto de su hermano y sintió la necesidad de entrar, pero no lo hizo, algo lo detuvo al tocar la perilla. El aroma de Derek había llegado como un golpe seco a su nariz.
—¿Sucede algo? —Stiles alzó una de sus cejas con curiosidad mientras apoyaba sus brazos en la mesa.
—Sí —susurró, luego levantó la mirada hasta su amigo—. Bueno, al parecer, Selena y Derek tienen algo.
—No. —Stiles meneó su cabeza repetidas veces en absoluta negación—. Imposible.
Scott lo miró con el entrecejo fruncido, —Estoy seguro de que sí. Se lo pregunté a Derek cuando vino a casa luego de la fiesta de Selena, pero no respondió. Eso es una clara respuesta.
—Bueno, con Derek nunca se sabe. —Abrió sus ojos de golpe y lo apuntó con el dedo—. ¡Está planeando su asesinato!
Scott volteó hacia sus compañeros de castigo y les hizo una seña para que no se alarmaran. Matt les dio una mirada extrañada y Erica junto a Allison los ignoraron por completo. Scott volteó hacia Stiles.
—¿Qué? ¡No! Estoy seguro de que Derek jamás le tocaría un pelo a Selena. —Scott apoyó su mentón en su mano mientras resoplaba—. Bueno, sería un idiota si no me diera cuenta de sus miradas. Stiles, Derek la mira de una forma intensa, ¿sabes?
—¿Cómo a qué tipo de mirada te refieres? —preguntó Stiles, sintiendo como la curiosidad podría brotarle de los poros.
Scott chistó dejando caer sus manos encima de la mesa, —No tengo idea. Solo sé que no miras de esa forma a alguien que recién conoces.
Ambos se quedaron en silencio mientras debatían con sus propios pensamientos. Scott no estaba seguro de que fuera lo correcto, se sentiría el peor hermano del mundo si permitía que algo saliera mal. Era una necesidad que tenía el que fuera su responsabilidad. Después de todo, él había sido siempre la de Selena.
Stiles soltó un quejido repentino asustando a Scott.
—¡Estuve tan cerca de conquistar el corazón de tu hermana! —Se quejó, haciendo una mueca mientras apretaba uno de sus puños.
Scott le sonrió divertido.
—Amigo, ella te dijo que definitivamente estabas en su zona de amigos —le recordó, haciendo alusión a tiempos pasados.
—Es lo que ella creía
[...]
Luego de que Derek lograra quitarle el veneno del Kanima a Erica, Selena y Scott siguieron al mayor hasta salir del tren abandonado. La chica se había quedado horrizada luego de ver como rompía el hueso de Erica y clavaba sus garras en su brazo. Selena tenía un agrio sabor en la boca al recordar los gritos de dolor de la pobre chica.
—¿Sabes quién es? —preguntó Scott logrando que Derek detuviera su paso.
Selena se detuvo a un lado de ambos y recibió una mirada por parte de Derek antes de que este asintiera ante la pregunta de Scott. Soltó un suspiro y se apoyó en una mesa detrás de él.
—Jackson —respondió.
—Bueno, entonces, ¿por qué Erica estaba ahí? —cuestionó Selena, cruzándose de brazos—. ¿Acaso querías que lo confirmara?
—Sí, de hecho. Ya lo sospechaba, pero cuando me dijiste que Scott y Stiles tenías una orden de alejamiento en contra de él, no tardé en preguntarme: ¿Por qué este par de idiota le harían algo a Jackson? La respuesta no fue tan difícil de encontrar.
Scott le dio una mirada ofendido.
—¿Era necesario el adjetivo?
—Sí, idiota —le remarcó a propósito.
—Muy maduro de tu parte, Derek —intervino Selena, volteando sus ojos antes de que su hermano explotara—. Como sea, ¿qué haremos ahora?
Los tres se quedaron en silencio hasta que escucharon un suspiro rendido por parte de Scott. Selena lo observó con atención, mientras Derek mantenía su mirada en sus zapatos.
—Te ayudaré a detenerlo... Como parte de tu manada. —Aquella última oración captó la atención de Derek por completo—. Si me quieres, bien, pero con una condición: Lo atraparemos, no lo mataremos.
—¿Y? —Derek se cruzó de brazos.
—Lo haremos a mi manera.
—Bien, me gusta la idea —opinó Selena con una diminuta sonrisa. Luego los apuntó con el dedo a ambos—. Me agrada que ya no se quieran matar.
Derek y Scott le dieron una mirada seria, antes de que Selena optara por ignorarlos y darse la vuelta. Dio unos cuantos pasos mientras veía de reojo como Scott volvía dentro de tren con Stiles y Erica. No tardó mucho en sentir una mano sostenerla de su brazo con suavidad.
—Oye, actúa normal —habló Selena entre dientes, y luego señaló con una mirada divertida a un lado del tren—. Tenemos una sombra.
Derek desvío la mirada hasta donde Selena le indicaba y soltó un bufido al notar a Stiles pegado en el cristal observandolos "disimuladamente". El hombre agradeció internamente cuando el chico fue tironeado hacia abajo por su mejor amigo. "¿Ves que tengo razón?", le había dicho Scott cuando lo sentó junto a él.
—Ya se fue —le señaló, tomándola de su brazo nuevamente para llevarla a un lugar más apartado.
Se detuvieron al llegar a un sitio solitario del andén; las paredes estaban notoriamente agrietadas e incluso habían plantas que comenzaban a extenderse por el lugar. Selena le regaló una sonrisa cuando se detuvo, antes de que Derek la besara ahí mismo. La sostuvo de la cintura con delicadeza mientras ella reposaba sus brazos en los hombros.
—Podría acostumbrarme a esto —musitó Derek, aún pegado en los labios de Selena.
—De eso quería hablarte. —La chica luchó con su fuerza de voluntad para separarse brevemente de los besos de Derek—. Creo que debemos mantenerlo en secreto, ya sabes, no quiero que Scott se moleste y a decir verdad, cuando le conté sobre tí a mamá se puso bastante rara. Tal vez deba esperar un poco.
Derek tensó su cuerpo un momento antes de lograr asentir despacio.
—Sí, sabes que no tendré problema con eso. —Le dedicó una media sonrisa—. Pero, ¿exactamente que escondemos?
Las mejillas de Selena comenzaron a calentarse y apartó la mirada con timidez. Derek no pudo evitar tener un pequeño deja vu mientras sus latidos comenzaban a intensificarse.
—Digamos que algo informalmente formal —dijo Selena, logrando luego de un par de segundos mirarlo nuevamente. Comenzó a reír cuando vio el rostro confundido de Derek—. ¿Suena raro, cierto?
—Sí. —Inclinó su cabeza a un lado con diversión—. Pero lo que digas está bien. Luego, si quieres... —La acercó más a él—, podemos dejar solo lo formal.
Selena sonrió con dulzura antes de asentir.
—Suena perfecto.
N.A:
No juzgo a Stiles, la verdad yo sería igual a él si Selena existiera.
Anyways, háganle caso a mami Talia: A veces solo es uno el que se enamora y, aunque duela, hay que respetarlo.
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