38. Perfecta/o y hermosa/o
❝Perfecta/o y hermosa/o❞
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NARRADOR:
Selena tropezó con una roca logrando que cayera al suelo por un par de segundos, antes de ser arrastrada por Peter nuevamente. La tomó del brazo una vez más y la levantó mientras Paige volteaba al escuchar un rugido cerca de ellos. Su pecho subía y bajaba en lo que trataba de regular su respiración. Entre el miedo y la desesperación no podía controlar el temblor de sus manos.
Selena se aferró a la mano de Peter sintiéndose confundida. No preguntó. No habló. Se mantuvo en silencio durante todo el recorrido a la casa de los Hale. Paige, por otro lado, no dejaba de exigirle una respuesta a Peter sobre el comportamiento de Derek. Incluso, intentando evadir la posibilidad de la existencia de lo sobrenatural, hasta insinuó que Derek podría tener ataques de ira o "algo por el estilo" (como ella lo describió), pero Peter no dijo absolutamente nada. Sólo volteó a ver a Selena por una fracción de segundos buscando algún rastro de emoción en su rostro, pero no halló nada más que desconcierto puro.
Un viento repentino sacudió el cabello de ambas chicas mientras Peter abría la puerta con desesperación. Selena se dio la vuelta al escuchar su apodo siendo apoderado por un ruidoso rugido perdido entre los árboles. Una brisa golpeó su rostro con fuerza antes de ser jalada hacia atrás por Paige. Ambas entraron a la gran casa y Peter cerró la puerta detrás de ellos mientras se dejaba mostrar agitado y con cierta negación en el movimiento de su cabeza. No debía ser así. Derek no debía convertirse tan pronto.
—No —se murmuró a si mismo.
—¡¿"No"!? —preguntó Paige con desespero—. ¿Qué quieres decir con "no"?
—Él no... Derek —su balbuceo seguía siendo incomprensible para amabas chicas, aunque Selena estaba perdida en la sangre de sus manos. Al notarlo, Peter se acercó para verificar que no se hubiera hecho daño—. ¿Te lastimó? ¿Qué pasó?
Selena alzó la mirada hasta encontrar la preocupación en sus ojos. Negó lentamente mientras bajaba sus manos hasta los lados de su pantalón y las refregaba contra la tela.
—Peter, ¿qué sucede? —Paige se acercó a la ventana junto a la puerta y corrió la cortina con precaución—. ¿Por qué los ojos de él brillaban de esa forma? Es decir, pudo ser la luz de la luna, pero no, no tiene sen...
—Hombre lobo —susurró Selena intentando recuperar el tono de su voz. Ambos voltearon en su dirección—. ¿Es eso, cierto? Derek es un hombre lobo.
Paige le dio una mirada incrédula a ella y luego a Peter con una sonrisa ingenua en sus labios. Se fue desvaneciendo poco a poco mientras veía la seriedad en el rostro de Peter. No lo negó y eso fue suficiente como para preocuparla aún más.
—Los hombres lobos no existen, son un mito.
—A veces los mitos tienen algo de cierto —dijo Peter captando su atención de nuevo—. Ya lo han visto, tienen que creerlo.
—No ví nada —habló Paige acercándose a él—. Sabía que algo raro pasaba con ustedes dos, pero hacer este tipo de bromas no es gracioso. Selena está herida.
—No estoy herida —contradijo Selena—. Es sangre de Derek. Él se estaba haciendo daño.
—Sí, y tal vez es sangre falsa. —Volteó de nuevo hacia Peter—. Me voy.
Cuando Paige se acercó a la puerta y apoyó su mano en la perilla, algo del otro lado la golpeó con fuerza. Luego otro golpe. Paige dio un paso hacia atrás. El último golpe destrozó parte de la puerta dejando ver el rostro transformado de Derek.
Peter y Selena compartieron una mirada antes de que Paige girara hacia ellos con terror.
—Okay, sí, te creo.
Se sentó en la orilla de la cama junto a ella antes de notar un poco las lágrimas en sus ojos. Observó con cuidado cada rastro de tristeza en su rostro mientras el latido de su corazón llegaba a sus oídos de forma dolorosa. Odiaba verla así. Ese estado de vulnerabilidad en el que Selena se encontraba lo destrozaba de una forma lenta y despiadada porque sabía que no había forma de quitarle ese tipo de dolor; su tristeza no se iría con un toque en su mano.
Le quitó el mechón de pelo que cubría parte de su rostro y se encontró con sus ojos comenzando a hincharse. Selena clavó su mirada en él mostrando el cansancio de esta misma.
—¿Vas a irte? —preguntó con un tono apenas audible—. Todos se van siempre.
Derek negó lentamente sin ser capaz de emitir ni una sola palabra. Sabía que si lo hacía diría cosas de las que luego podría arrepentirse.
Selena le dedicó una pequeña sonrisa.
—No te culparía si lo hicieras —susurró—. Si yo pudiera dejarme, también lo haría. Pero no puedo —soltó una pequeña risa que logró quebrarse al paso de los segundos—. No puedo...
Derek quiso acercarse tomando su rostro entre sus manos, pero de inmediato Selena lo alejó arrastrándose por la cama. Negó repetidas veces en voz baja mientras movía su cabeza de un lado a otro. Su vista era nublosa y lo que alcanzaba a ver se movía demasiado. Logró ponerse de pie y en cuanto tuvo la intención de caminar al baño, tropezó con la esquina de su cama. Derek la había estado siguiendo con la mirada, entonces, cuando el cuerpo de Selena estuvo a punto de impactar contra el duro y helado suelo, él lo evitó sosteniéndola de la cintura.
Con cuidado de no marearla, Derek la ayudó a sentarse en la cama junto a él. No la pudo acostar, ella se negó mientras gimoteaba. Sus ojos se llenaron de lágrimas enseguida y él tomó una de sus manos mientras se arrodillaba enfrente de ella. Con la mano libre la ayudó a quitar la humedad de sus párpados y mejillas antes de también secar las suyas propias.
Inevitablemente estaba viendo en ella su antigua versión. La veía como una niña que no sabía como pedir ayuda porque temia afectar a los demás y a demostrarse débil, tal y como había sido aquella noche en que la encontró caminando en el bosque.
Lamentaba más no tener a su madre ahí mismo. Esa noche, Talia había sido la única que pudo calmarla.
Selena intentó tragar el nudo de su garganta mientras suprimía las ganas de romper en llanto. Se llevó una de sus manos al pecho cuando sintió una presión fuerte que le obstruía el aire en sus pulmones. Derek negó con la cabeza antes de tomarle la mano y buscar sus ojos.
—No hagas eso, no, Selena. Si quieres llorar, hazlo. Pero no pienses ni por un segundo que voy a juzgarte por hacerlo —pidió en un murmullo.
—No... No. —Selena cerró sus ojos con fuerza—. Él se fue cuando me vio llorando. Papá me dejó porque era demasiado débil para ser su hija. No lo dijo, pero no hizo falta. Las miradas expresan más que las palabras, ¿sabes?
—Lena...
—No me llames así, por favor, no —suplicó entre dientes—. Cada vez que lo haces siento un vacío inexplicable dentro de mi mente y corazón. No me gusta sentirme así.
Derek soltó las manos de Selena y las alzó cerca de sus mejillas. Quitó el cabello que cubría su rostro y lo colocó detrás de la oreja antes de acariciar levemente su mentón. Él no podía hablar sin explotar ahí mismo y contarle todo, Selena tampoco quería que lo hiciera. Cuando Derek se acercó a ella y la envolvió en sus brazos, Selena cerró sus ojos una vez más sintiendo como todo su dolor se trasladaba hacia el cuerpo de él. No lo pudo resistir por mucho tiempo porque en cuanto Derek acarició su espalda de forma reconfortante y suave, ella soltó en llanto.
Hundió su rostro entre el hueco de su hombro y cuello y resistió el impulso de avalanzarse hacia él con fuerza. Tal vez para Selena había sido una conexión demasiada repentina para contener tanta fuerza de atracción, pero Derek sabía que había una historia detrás. Una razón más grande por la cual ser.
—Eres la esperanza de mi vida, Selena, me costó años recuperarte. Jamás te dejaría —mantuvo la firmeza de su voz, pero descargó el dolor apretando más sus brazos—. Sé que a dónde sea que vayas, iré contigo porque no importa cual sea el destino, estar a tu lado me asegura la felicidad absoluta.
Se separó un poco de ella a pesar de que los delgados brazos de Selena se aferraban a su cuerpo con temor a que se alejara. Derek no la soltó, pero acercó su rostro al de ella con lentitud atrapando sus ojos en los suyos.
—Eres perfecta. —Asintió con la cabeza mientras Selena negaba—. Lo eres, sé que sabes que lo eres. Perfecta y hermosa en todos los aspectos. Tu apariencia es una maravilla y tu corazón logra que delire con un simple latido. Estás llena de amor apesar del dolor que tuviste que pasar, no cualquiera logra tan bonita contradicción.
Selena sonrió apenas logrando que el pecho de Derek dejara de apretar con dureza.
—Mi mamá me ayudó con eso.
—Y pienso lo mismo de tu madre —murmuró Derek—. Es por eso que Scott también será igual.
—Es lo único que quiero —sollozó Selena sin quitarle la mirada—. Solo quiero que llegue a ser feliz sin tener que haber sufrido todo lo que mamá y yo.
—Él no lo hará.
Selena tomó el rostró de Derek entre sus manos y lo estuvo acariciando por varios segundos hasta que se inclinó hacia él para besarlo. Presionó sus labios contra los de él sin quitarle las manos de encima. Derek moría por seguirle el beso, incluso no pudo resistirse por varios segundos mientras movía sus labios de un lado a otro, pero logró contenerse. Detuvo el beso cuando se alejó y tomó sus manos quitandolas de sus mejillas.
—¿Tú no...?
—Sí —interrumpió Derek—. Muero por besarte, pero no ahora. Estás ebria y tu hermano estará aquí pronto. Solo quiero que estés verdaderamente segura de besarme cuando estés en todos tus sentidos.
Selena sonrió una vez más antes de que Derek la ayudara a recostarse en la cama.
[...]
—Ya llegué a casa. Allison se quedará contigo, Stiles, pero cualquier cosa debes llamarme —dijo Scott abriendo la puerta—. Asegúrate de que Jackson no escape.
—Todo estará bajo control, amigo, tu solo preocúpate por Selena. Luego dime que fue lo que pasó.
Scott colgó la llamada y guardó su teléfono en el bolsillo de su pantalón. Se quedó inmóvil cuando vio la sala convertida en un desastre absoluto mientras repetía en su mente las miles de quejas que soltaría su madre al regresar. No tenía problema en ayudar a su hermana a ordenar y encubrir todo lo sucedido, el problema era que no había tiempo para hacerlo. Su madre estaría ahí en una hora y media.
Se quitó el abrigo y lo colgó en el perchero de la esquina. Subió las escaleras saltándose varios escalones con grandes zancadas y caminó directo hacia el cuarto de su hermana. Se sintió aliviado de ver qué el segundo piso mantenía cierto nivel de limpieza hasta que encontró un par de botellas de alcohol tendidas junto a la entrada del baño. Al menos no estaba tan desastroso como el primer piso.
Abrió la puerta de la habitación y entró tan rápido como pudo. Se sorprendió al ver que Derek aún se encontraba ahí y más encima sentado en la orilla de la cama. En cuanto lo vio su cuerpo se tensó levemente y se puso de pie.
—¿Cómo está? —fue lo primero que preguntó Scott acercándose a la cama. Observó los ojos cerrados de Selena y su pecho que apenas subía y bajaba—. Isaac me dijo que viniera en cuanto pudiera.
Derek mantuvo silencio mientras caminaba hasta la puerta. Se apoyó en el umbral cruzándose de brazos. Quiso mostrarse menos preocupado de lo que estaba realmente, pero Scott cerró sus ojos centrándose en sus latidos y enseguida supo la verdad oculta detrás de su apariencia.
—Acaba de dormirse, no te preocupes.
Scott volteó a verlo incrédulo.
—¿Cómo puedes pedirme que no me preocupe? Ella... —Volvió la vista a su hermana—. Ella no está bien.
Un teléfono comenzó a vibrar captando la atención de ambos. No estaba en la habitación, se escuchaba de más lejos. Derek salió del cuarto y bajó las escaleras siguiendo el sonido. Cuando llegó a la sala y tomó el teléfono que estaba tirado en el sofá, subió las escaleras con rapidez y al llegar de nuevo al cuarto se lo lanzó a Scott. Sabía que era el de Selena.
La llamada se detuvo en cuanto el teléfono tocó sus dedos. El menor leyó el número con cuidado y al finalizar resopló mientras volteaba los ojos.
—Ahora sé que fue lo que pasó.
—¿Qué? —preguntó Derek dejando escapar la demostración de su verdadero interés.
Scott le lanzó el teléfono de vuelta y lo señaló.
—Si llama de vuelta, atiende y dile que es un número equivocado.
—Pero, ¿por qué?, ¿Quién es él?
El teléfono volvió a sonar y Scott clavó la mirada en Derek enseguida.
—Solo hazlo.
Derek salió del cuarto una vez más y caminó lentamente por el corto pasillo mientras miraba la pantalla del teléfono con confusión. Cuando la llamada estaba a punto de terminar, él atendió soltando un suspiro.
—¿Hola?
—Hola... ¿Quién eres? —La voz profunda de un hombre lo obligó a alzar una ceja extrañado.
—Tengo la misma pregunta para tí. Tú eres el que ha estado llamando —habló Derek—. Lo siento, es un número equivocado.
—Seguro Selena te ha pedido que hagas esto —contestó el hombre disminuyendo la voz—. Mira, dile que no es necesario. Soy su padre, solo quería desearle un feliz cumpleaños.
Derek relajó las expresiones de su rostro y se dio media vuelta cuando sintió a Scott detenerse junto a la puerta. Cruzaron sus miradas por un par de segundos antes de que Derek repitiera que se había equivocado y colgara la llamada.
Le tendió el teléfono.
—¿Él es...?
—Lo era, sí —contestó rapidamente y, luego entró a la habitación en silencio.
Derek bajó la mirada.
Selena tomó la mano de Paige con rapidez y ambas corrieron detrás de Peter. Derek logró derribar la puerta con fuerza logrando que impactara contra el suelo y provocara un estruendo. Apenas giraron a ver antes de obligarse a apartar la mirada y subir las escaleras hasta llegar a un cuarto oscuro y solitario.
Peter comenzaba a darse cuenta de que la situación se había salido completamente de sus manos. No sabía cuál sería la mejor situación en su lugar; si salía vivo de eso, su hermana le daría un sermón de más de dos horas.
Pero por el otro lado, Selena se encontraba mucho más tranquila de lo que cualquier persona en su situación estaría. Un claro ejemplo de ello era Paige, quien estaba a punto de comerse las uñas de lo aterrada que se encontraba. Sin embargo, la mente de Selena no estaba tan al pendiente de ella como solía ser, si no que por el contrario, estaba realmente preocupada por Derek.
No sabía nada de ese mundo, no entendía lo que le sucedía. «¿Estará sufriendo? —pensó en cuanto recordó la forma en la que se había lastimado así mismo—. Él no quiere lastimarnos».
Selena se acercó cuidadosamente a la puerta seguida por la mirada horrizada de Paige. Su amiga le hizo señas a Peter para que la detuviera, pero él estaba ocupado viendo algo más. Debajo de la puerta, en la pequeña abertura, se detuvo una sombra justo en medio. Cerró sus ojos mientras agudizaba su oído y supo enseguida que era su sobrino. Estuvo a punto de acercarse a Selena, pero al verla apoyar una mano encima de la puerta supo que no era momento de intervenir. Desvió la mirada cuando escuchó el roce de unas garras deslizarse por la puerta hasta que se detuvo luego de un par de segundos y Peter no pudo evitar imaginarse a Derek del otro lado en la misma posición que Selena.
Del otro lado de la puerta, Derek apoyó lentamente su frente contra la madera mientras su mano, que aún seguía en la misma posición que la de Selena, comenzaba a volver a la normalidad. Sus garras habrían desaparecido luego de unos minutos.
Se dejó caer al suelo y se apoyó en la pared detrás de él mientras intentaba recuperar el ritmo normal de su respiración. Su rostro aún seguía transformado y rogaba en voz baja que aún no abrieran la puerta para que no pudieran verlo. En especial ella. Oh dios, Derek imploraba que Selena no lo viera de esa forma. Si ella salía corriendo al verlo, su corazón se partiría en mil pedazos y sabía que no habría arreglo luego de eso.
Cerró sus ojos con fuerza cuando escuchó el chirrido de la puerta. El primero en salir fue Peter quién lo miraba preocupado. Luego lo siguió Paige y por último, Selena. La chica lo miró con tranquilidad mientras se acercaba lentamente a él.
—No —dijo Derek al oír sus pasos—. Vete.
—¿Por qué? —cuestionó Selena en voz baja.
—No quiero que me veas así. Por favor —pidió entre dientes—. Vete.
Selena le dio una mirada a Peter y este se alejó mientras tomaba la muñeca de Paige para que lo siguiera. Ella le dio una mirada a su amiga antes de desaparecer al doblar al final del pasillo.
Selena se puso de rodillas enfrente de Derek y sin dudar ni un segundo lo tomó del rostro entre sus dos manos. Los ojos amarillos de Derek brillaron en los de ella mientras el pelo en su rostro comenzaba a desaparecer poco a poco.
—Tus ojos son de mi color favorito —murmuró Selena fascinada—. ¿Conoces los girasoles? Claro que sí. Todo el mundo los conoce. Tus ojos me recuerdan a sus pétalos.
Derek la miró confundido.
—Pues te has convertido en mi planta favorita; perfecto y hermoso.
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