28. Proteger a Todos

❝Proteger a todos❞

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  SELENA MCCALL:

  Ni siquiera supe de donde reuní fuerzas para soportar el cuerpo de mi hermano, pero estuve agradecida de que pudiera sacarlo de ahí sin que ninguna bala volviera a tocarlo. Estaba completamente aterrada, podía sentir como mi propio cuerpo temblaba por el frío y el temor mientras trotaba junto a Scott lejos de la casa de Derek. Nos detuvimos en mitad del bosque y ambos caímos al suelo exhaustos, sobre todo Scott quién se quejaba adolorido mientras una especie de humo salía de sus heridas de balas. Cuando ví que sus ojos se cristalizaron mi corazón apretó contra mi pecho. N no sabía la razón por la que él quería llorar, pero tampoco me importaba saberlo. Si él lloraba, yo no podía evitar hacerlo tampoco.

  El bombeo de mi corazón llegó hasta mi cabeza al darme cuenta de que no podía hacer nada porque ni siquiera sabía que era lo que ocurría. Tomé la mano de mi hermano con fuerza como si eso pudiera quitarle el dolor y mi tonta esperanza insistía en que en algún momento dejaría de quejarse. Tomé su rostro y por unos segundos recordé sus tiernas mejillas de niño que me encantaban pellizcar y una pequeña lágrima brotó de mi ojo derecho mientras repetía su nombre.

  —Quédate conmigo —murmuré mientras lo escuchaba quejarse una vez más. Si hubiese podido pasarme el dolor, lo habría hecho sin dudarlo—. No mueras, por favor —pedí en voz baja.

  Apoyé mi frente en su pecho sintiendo el humo golpear mi piel, hasta que escuché unas pisadas.

  —Él no morirá —dijo alguien detrás de mí.

  Al darme vuelta, sorprendentemente, me encontré con el veterinario Deaton. Se acercó hasta nosotros cuidando de sus movimientos para no alarmarme y levantó el cuerpo de Scott con ambos brazos. Antes de llevárselo, me dio una mirada completa llena de compresión.

  —Vamos, Sele. Iremos a la veterinaria, él se pondrá mejor —dijo.

  Habían razones para confiar en él, sus palabras no tendrían por qué ser mentira, en especial, porque fue él quien siempre nos ayudó. Más bien me había quedado sin reacción alguna por su de repente aparición en el bosque y por su relajada forma de actuar ante lo que estaba sucediendo. Yo sabía del mundo sobrenatural, pero estaba aterrada por todo lo que ocurría.

  «¿Él también lo sabía?» me pregunté, mientras me ponía de pie.

  No me importó conseguir una respuesta, en ese momento, lo único que me importaba era que Scott siguiera con vida. Sin decir ni una palabra, lo seguí hasta el auto.

  [...]

  Mientras Deaton hurgaba en la herida de Scott en busca de la bala, yo intenté marcarle varias veces a Derek sin éxito alguno. Me extrañó bastante que ni siquiera sonara la llamada y solo se colgara al instante, pero fue algo que no me preocupó. Solo deseaba que él estuviera bien, había salvado nuestras vidas arriesgando la suya... una vez más. Él había cumplido con su palabra desde que le pedí que cuidara de Scott y sin pedírselo, también se ofreció a cuidarme a mí. No es que necesitara a alguien que me protegiera las veinticuatros horas del día, pero en ese mundo tan nuevo para mí, no menospreciaba su ayuda.

  Scott abrió los ojos y yo me acerqué a él llevando mis manos a su rostro. Él me miró completamente desorientado y luego volteó a ver en todas las direcciones.

  —Que no se levante —pidió Deaton, al ver como Scott tosía—. Le daré algo que acelere el proceso de curación.

  _Sé que es una pregunta estúpida, pero, ¿le pondrás eso y estará bien? —Apoyé mi mano en el hombro de Scott.

  Deaton asintió con una pequeña sonrisa.

  —¿Se supone que esto lo saben todos los veterinarios? —pregunté.

  —No todos —respondió—. El 90% del tiempo, casi siempre atiendo gatos y perros.

  —¿Casi siempre? —preguntó Scott en un leve susurro.

   Deaton lo miró.

  —Casi siempre.

  [...]

  —Ayúdenme a buscar el teléfono.

  Voltee los ojos al escuchar a Scott decir aquello. No podía creer que otra vez había extraviado su teléfono.

  —Tal vez se te perdió cuando intentó matarte luego de interrumpirlo intentando matar a Jackson, ¿comienzas a notar un patrón de violencia? —Stiles se balanceó en la silla.

  —Él no iba a matar a nadie —dijo Scott.

  —De todos modos, no lo dejaremos morir —intervine tomando la pelota con la que Scott había golpeado a Stiles.

  —¿Podrían al menos pensar en dejarlo morir? —Stiles volteó a verme e hizo puchero—. ¡Por mí!

  —No —le contesté exageradamente y él me miró mal.

  Noté de reojo como Scott se quedó quieto mientras buscaba su teléfono en un cajón y miró hacia la ventana. Stiles le preguntó que pasaba y él contestó que nuestra madre había llegado. Me quedé quieta en la cama mientras acariciaba la pelota cerca de mi abdomen y veía la reacción d Scott. Cuando se volteó y se sentó en el escritorio, ví su rostro y mis ánimos bajaron.

  —¿Ella no está bien, verdad? —le pregunté, aunque ya sabía la respuesta.

  Scott negó mientras me miraba. Estaba triste, lo notaba en el brillo de sus ojos.

  —¿Qué está haciendo? —preguntó Stiles.

  —Llora.

Comencé a apretar la pelota casi sin notarlo. Estaba furiosa y para mí, eso había sido la gota que derramó el vaso. Peter sabía muy bien que si salía con ella, mi madre iba a ilusionarse. Todo eso para herir a Scott. No sabía que era lo que buscaba logrando eso, pero si lo tenía enfrente de nuevo, lo golpearía sin dudarlo.

  La pelota explotó y Stiles y Scott voltearon a verme asustados.

  —Estoy molesta —les avisé mientras me ponía de pie.

  Ambos quitaron sus miradas de encima mío.

  Algo desanimado, Scott caminó hasta la cama y juntó sus manos. Stiles lo miró y yo me arridillé enfrente de él.

  —No puedes protegerlos a todos —dijo Stiles.

  Scott me miró por unos segundos y luego desvió la mirada hasta su mejor amigo.

  —Tengo que hacerlo.

[...]

  NARRADOR:

  Kate sostuvo con fuerza el rostro de Derek mientras lo miraba. No había una pizca de lástima en sus expresiones, solo una mirada llena de diversión y locura. Derek estaba molesto, pero las ataduras en sus muñecas no le permitían moverse demasiado. A pesar de todas las amenazas y torturas, no había cedido a hablar en lo absoluto. Una parte de él, solo esperaba volver a ver a Selena y tener la oportunidad de hablar con ella.

  Sabia que ellos no lo matarían, pero conocía a Kate, ella iría en contra de las reglas con tal de conseguir lo que quería. Derek se agitó para que las manos de la mujer se quitaran de su piel. Se sentía asqueado con solo verla y la forma en la que ella le pasó su lengua por su abdomen lo hizo sentir sucio.

  —Ella no volverá a tí —soltó Kate de repente, caminando lejos de él—. Recuerda que me contaste sobre ella. Sinceramente esperaba que su historia fuera mejor.

  Derek alzó la mirada.

  —Tal vez es porque no te conté la historia completa. Y lo agradezco —murmuró lo último.

  Ella se encogió de hombros.

  —La he estado viendo. Es hermosa, pero no creo que se interese en tí después de todo. Derek, por favor, sabes que ella podría terminar muerta.

  El hombre rugió con fuerza al oír lo último. Sus músculos se tensaron y sus venas se hincharon al inclinarse hacia adelante. Kate soltó una gran risa al ver como lograba su cometido. Esperaba verlo furioso, ella saboreaba el momento de victoria.

  —Podría matarla yo. —Se encogió de hombros restándole importancia—. Quiero decir, su muerte es inevitable. Es una simple humana.

  —La conozco, sobreviviría más que tú —masculló Derek—. Si le tocas un pelo te despedazo —amenazó.

  Kate lo miró. No esperaba que arriesgara tanto por aquella chica.

  Se acercó a la máquina y la encendió. Derek volvió a rugir al sentir la electricidad recorriendo su cuerpo.

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