15 | EL BIEN Y EL MAL
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Al día siguiente, Amelia se había despertado para disfrutar su último día con vida. Sí, no suena lo más emocionante del mundo, pero si iba a morir sería al lado de su familia. Por eso, se puso el mejor vestido que encontró en su armario, peinó su cabello y en un segundo estuvo lista para decirle adiós a todo lo que conocía.
Tarareó una canción frente al espejo, terminando de acomodar el cuello de su camisa blanca. Admite que no solo quería verse bonita para morir, si no por la presencia de Cinco, a quien no ha visto desde lo ocurrido anoche. Tiene muchas ansias de verlo y, extrañamente, era algo que no sentía hace mucho tiempo. Supone que sus sentimientos hacia él crecieron y pufo darse cuenta de que nadie en el mundo podrá sentirla tan bien como él.
El sonido de la puerta la distrajo y se giró, viendo a Allison. Dejó su labial en el mesón, volteando a verla — ¿Necesitas algo?
— ¿Podemos hablar? — pidió.
— Supongo... — aceptó no muy convencida. La morena se acercó, manteniendo la distancia entre ellas.
— Vengo a disculparme por todas las cosas horrendas que dije. No quería culparte por no usar tus poderes, sé que son muy peligrosos ahora, por eso... Te pido disculpas — lamentó.
— ¿Alguien te envió? Porque me parece que tú no te arrepientes de todo eso que dijiste ese día. No me lo esperaría viniendo de tí, Allison — miró a otro lado con seriedad.
— Amelia... Eres mi familia, así como los demás — puso su mirada en ella de regreso— Me siento muy agradecida de que decidas reprimir tus poderes para protegernos. Eso vale más que nada.
La castaña se mostró insegura, sin saber qué decir. Claro que quiere a Allison, la ama, pero lo que ha hecho ha sido incorrecto y nada puede remediarlo.
— Está bien, te perdono pero quiero que sepas que no creo que podamos ser las mismas de antes. En serio me lastimaste y también a Viktor, eso no se olvida tan fácil.
— Entiendo. Gracias— agradeció, volteando para irse, pero volvió a verla — casi lo olvido, papá convocó una reunión familiar en el lobby. Te esperamos allá.
Amelia asintió y regresó al tocador terminando su retoque una vez que Allison se fue. Se siente muy mal de que la relación con su hermana se haya quebrantado de esa manera, pero fue por su propia culpa y no hay nada que hacer más que seguir adelante.
— ¡Hey, ya llegó la nueva enamorada!— gritó número 4 apenas vió la vió llegar a los sofás, donde se encontraba el resto de la familia — ¿Cómo te sientes hoy después del ajetreo de anoche, hermanita? Fue una bomba total.
— Por favor, Klaus... No lo recuerdes más — dijo avergonzada. Tomó asiento en un sillón, esperando a que la reunión comience.
De la puerta principal aparecieron Cinco y Reginald. Los demás empezaron a gritarle y aplaudirle al chico, animados ante su increíble espectáculo en la boda.
— ¡Qué discurso de anoche, Cinco!
— Me hiciste llorar, ternurita.
— Me gustó cuando nos llamaste "familia unida por el destino y el amor" — se burló número 7.
— ¡No, lo mejor no fue eso! Si no el show que nos dieron tú y Amelia. Esa fue la cereza del pastel.
— Okey, ya basta. Fue el alcohol que tomé. A la luz del día, son inmundos— insultó, sentándose a un lado de Amelia y dándole una mirada rápida.
— Y el día está a punto de empeorar — empezó a hablar Reginald, de pie frente a todos. Lo único que espera Amelia es que no sea como las típicas reuniones de los Hargreeves donde todos se niegan a todo — los nórdicos tenían siete durmientes, los pies negros, siete estrellas. De pequeño, escuché la leyenda de las siete campanas. Las historias son iguales. Un pueblo amenazado por una inundación, un incendio o por una noche eterna. El chamán lleva a sus discípulos a una cueva sagrada, les dice si pueden hacer sonar las siete campanas mágicas, el pueblo se salvará y todo volverá a ser como antes.
— ¿Reggie? Ya basta de los hermanos Grimm ¿Qué tiene que ver esto con nosotros? — interrumpió Lila.
— Hay algo cierto en esos mitos. Ninguno puede negar lo que está sucediendo, todo lo que existe desaparecerá al final del día, pero quien sea o lo que sea que haya unido el espacio y el tiempo, también dejó una forma de volver a unir todo de nuevo si el universo se enfrentaba a la aniquilación total. Hay un portal en el universo. Contruí este hotel alrededor de él y del otro lado está la respuesta.
— ¿Y qué se supone que hagamos? ¿Ir ahí, sonar unas campanas y arreglarlo? — cuestionó Luther.
— Sarcasmos aparte, así es. Excepto por el guardián.
— ¿Qué tipo de guardián?
— Uno que hace esto, usaba espada— Diego enseñó sus dedos mutilados.
— Entonces... ¿Es muy peligroso? — preguntó Amelia temorosa.
— Es un oponente muy brutal.
— Ya me cansé, no te creo.
— ¿De qué hablas? Yo estuve en esa cueva sagrada.
— ¿Por qué los constructores del portal pusieron un guardián?
— Para protegerlo de quienes quieran usarlo con fines malvados.
— Supongo que debemos unirnos para vencer al guardián.
— ¿En serio le crees? — Cinco miró a Allison incrédulo.
— ¿Acaso es más loco que maletas del tiempo y asesinos con máscaras de caricatura?
Se miraron entre sí, para nada seguros de lo que decía su padre. Ben fue el primero en ponerse a su lado, indicando que iría.
— Yo también, pero alguien se debe quedar, como Lila — habló número 2.
— O tú puedes quedarte y yo iré.
— No, esto nos supera a todos. Nadie puede quedarse.
— Ustedes, mis hijos. Son lo único que hay entre nosotros y el olvido ¿están listos para ir?
— ¿Y si votamos? — propone Viktor.
— Esto no es una democracia, papá está a cargo— le responde Ben.
— Coincido con Viktor, votemos— apoya Cinco decidido.
— ¿El mundo se acaba y quieren contar votos?
— Pides que arriesguemos nuestras vidas, deberíamos conversarlo. En privado—Reginald suspira y se retira, sin más remedios que aceptar.
— Vamos a encontrarnos aquí en una hora.
Cinco no pierde tiempo y agarra a Amelia la muñeca, llevándosela para hablar. Se detuvieron en un pasillo. Solo esperaba que ambos tuviesen la misma idea, ya que si uno de los dos se quedaba o se iba, dolería bastante la despedida.
— Si es verdad lo que papá dice, deberíamos ir. De todas formas, podemos morir aquí o allá. No perdemos nada yendo con él — empezó a hablar número 8, optando por esa decisión.
— Amelia, conozco a papá, nunca ha sido así de directo con nosotros ¿Cuándo nos ha dicho toda la verdad? Está planeando algo.
— Entonces ¿vas a quedarte? — preguntó con miedo— Cinco... Si quieres morir por el Kugelblitz, me quedaré contigo. No me importa que el resto de la familia se vaya, no voy a dejarte solo.
Él tomó aire, preparándose para lo que va a decir — escúchame, si alguno de los dos tiene que morir ese debo ser yo. No tú. Lo sabes. No permitiré que si decido quedarme, tú me sigas ¿entendido? Si realmente es verdad todo lo que papá nos contó, tú podrás vivir.
— ¿Por qué no podemos ir juntos? No lo entiendo— insistió.
— Me cansé de estas cosas. No estoy seguro de si quiero seguir con esto: celebrar que salvamos al mundo y a los cinco minutos sigue la destrucción, debemos ponerle un final a este ciclo. Tú misma sabes lo que me dijo mi yo del futuro: "no salves al mundo"
— ¿Entonces prefieres no volver a intentarlo y perderlo todo? ¿Perderme a mí?
— No he dicho eso, Am— la detiene— es solo que... ya no sé qué más hacer, lo único que quiero es acabar con estas tonterías del fin del mundo y morir sin más. No quiero seguir esforzándome.
Ella bajó su mirada con melancolía, desanimada por su decisión— Está bien, supongo que ambos tenemos posturas diferentes...
— Eso no cambia lo que estamos viviendo ahora. Hasta el último minuto, quiero estar contigo— Amelia con una sonrisa leve, hasta que un pensamiento fugaz pasó por tu mente.
— Oye, sobre lo que pasó anoche entre nosotros... ¿Lo recuerdas?
— ¿Qué parte exactamente? Hice muchas estupideces — rodó los ojos gracioso.
— No es nada importante, olvídalo — contestó con los ánimos bajos, girándose para irse. No iba a obligarlo a recordar, el ambiente ya estaba demasiado tenso como para ponerse en eso.
— ¿Cómo no voy a recordar que hice el ridículo frente a todos esos idiotas y después te besé frente al imbécil de Ben? — Amelia se volteó con una sonrisa contenta, volviendo a su lugar. Cinco acarició su mejilla, viéndola a los ojos — Cara mia.
— Cinq — dijo en francés, de inmediato, su cara se iluminó al oírla.
— Me gusta cuando me llamas así— confesó inclinándose a ella — ¿Sabes? Tengo la memoria borrosa ¿Puedes recordarme cómo nos besamos?
Amelia rió suave, dejando que la atraiga a sus labios delgados. Se besaron unos segundos, manteniendo la suavidad y la cercanía entre ambos.
— Debo irme, nos vemos más tarde— número 8 asintió. Cinco besó el dorso de su mano y se retiró por el pasillo, dejándola con miles dudas acerca de la propuesta de su padre.
(—☪️—)
— Creo que adivinarán lo que votaré— Allison fue la primera en dar la cara con su decisión, teniendo la atención del grupo — todos hemos pasado por mucho, perdimos personas, maniquíes... pero sus muertes no tienen que ser en vano. Por eso voto que vayamos con papá.
— Estoy con ella ¡salvemos el maldito universo! — gritó Lila caminando a su lado.
— Bueno, como ella votó que sí, yo voto que no— Diego fue todo lo contrario.
— ¿Klaus?
— Iré con papá.
— Bien, vamos cuatro a uno — exclamó Allison, llevando la cuenta— ¿Viktor?
— Quiero creer, lo digo en serio, pero algo me dice que no sabemos en qué nos metemos.
— No, pero sabemos lo que pasará si no vamos. Debemos hacer esto juntos. Como familia.
— No puedes seguir usando eso de la familia, no es suficiente. Voto por quedarnos.
— ¿Luther?
— Sloane y yo hablamos y... No iremos. Queremos pasar juntos el tiempo que nos quede y no peleando con tipos con espadas, tocando campanas y esas cosas, así que... No. — contestó sincero.
— Estamos empatados, cuatro se van, cuatro se quedan ¿Cinco?
— Ví el futuro y me dijo que esta vez no hiciera nada. Voto por quedarnos. Es hora de aceptar el destino.
— ¿Amelia? — todos la miraron y ella se limitó a mirar a Cinco. Sintió una presión en el pecho, de verdad quería intentarlo, pero su corazón le pedía otra cosa que no fuese abandonarlo.
— Perdón, pero yo también me quedo— respondió segura.
Mantuvieron el silencio, se sabía qué lado había ganado. Allison soltó un insulto y se retiró, claramente molesta por las decisiones de sus hermanos. Número 8 se acercó al chico, tomando su mano con delicadeza, haciéndole saber que estaría con él hasta el final.
— Hijos, no puedo decir que esté feliz, pero ahora veo que la culpa recae en mí— Reginald empezó a hablar — les fallé cuando eran jóvenes y les fallé ahora. Al hacerlo, he condenado a todo el universo. Si alguien me necesita, estaré en el patio, esperando el final.
— ¿Eso fue una disculpa? — preguntó Viktor apenas se fue.
— Nunca se ha disculpado por nada.
— La verdad, me siento mal por él.
— Tranquilo, se te pasará.
— ¿Y ahora qué?
— Papá lo dijo, a esperar el final — dijo Cinco, agarrando con fuerza a Amelia— nos vemos.
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