14 | TÚ Y YO (PARTE 2)
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Amelia había tomado una decisión, una que cambiaría por completo su situación y está segura de que no se arrepentiría. Ha pensando bastante y es momento de dejar sus sentimientos en claro, sobre a quién amar exactamente. Y ya que el fin del mundo se acerca, debe arreglar cualquier detalle, incluso esos a los que no quiere enfrentarse.
— Ben, podemos hablar ¿por favor? — le habló al asiático, él asintió, totalmente ebrio, pero eso no le importaba a Amelia. Lo único que desea es acabar con su incertidumbre de una vez por todas, esa misma noche. Se alejaron un poco de las mesas, quedándose a un lado del gran salón donde la música no llegaba del todo — verás... quiero hablarte sobre nosotros.
— ¿Nosotros? Nunca lo hubo— ella frunció su ceño, sin entenderlo — te ahorraré las palabras porque ya sé a lo que vienes, a terminarme ¿no es así? Aunque nunca tuvimos nada, pero igualmente.
— Eh... Es decir, sí, pero...
— Lo admito, en algún momento pensé que me enamoraría de tí, pero no fue así. Lo siento. Te voy a decir la verdad: simplemente me acerqué a tí para convencerte de unirte a los Sparrow pero ya no existimos y soy el único del grupo que queda vivo además de Sloane que se casó con tu hermano el gigantón y no quiere saber nada sobre eso, así que prácticamente nos disolvimos.
— Entonces ¿todo este tiempo me utilizaste para tu beneficio? — preguntó mirándolo sin poder creerlo.
— En parte... pero quiero que sepas que disfruté estar contigo algunas veces, eres muy bonita pero no mi tipo. Te recomiendo buscarte otro Romeo. — rió, burlándose. Número 8 apretó los puños frustrada y le dió una cachetada, tomándolo por sorpresa — okey... Me lo merecía.
— Eres un tonto, no sé cómo llegué a esto. Debí hacerle caso a Cinco.
— Cinco, Cinco, Cinco ¡date cuenta! ¿Acaso no sabes la razón por la que dudas tanto de lo que sientes? Siempre andabas detrás mío, creyendo que realmente me querías pero no era así.
— ¿De qué hablas?
— Yo nunca fuí la persona que te gusta Amelia, siempre ha sido, será y es Cinco.
Una voz interrumpió su conversación y Amelia giró su cabeza, observando al nombrado en el escenario, cantando mientras la miraba. Quedó en shock, sabe que está borracho y de vez en cuando hace cosas totalmente absurdas, pero ¿cantarle frente a toda su familia? era algo nuevo.
Amelia había decidido dejar lo que sentía por Cinco a un lado después de reencontrarse con Ben, sin embargo, siempre ha estado ese sentimiento que no la deja dormir por las noches, preguntándose por cada vez que la protegía, cuando a la única persona a la que le contaba sus problemas era ella o dejaba de lado a todos por su bienestar. Había llegado a la conclusión de que nunca podrían estar juntos, pues la situación no es la mejor y su estado físico tampoco, pero ahora, teniéndolo de frente, enfrentándose a lo que sea por ella, duda de esa decisión y quizás debe esforzarse un poco más si realmente quiere estar con él. Además, es el fin del mundo, debía cagarla una última vez.
Salió de sus pensamientos al no oír más su canto. Cinco ni siquiera pudo terminar la canción, pues estaba en las nubes por el alcohol y se dirigió hacia ella, tropezando con sus pies.
— Cinco ¿te sientes bien? — cuestionó extrañada, él se puso recto, descansando sus manos en sus hombros.
— Amelia ¿por qué hablabas con Ben? ¿Acaso no sabes lo mucho que me duele cada vez que los veo juntos? Me rompe el corazón— balbuceó. La castaña miró alrededor, notando que tenían la mirada de los demás en ellos, curiosos de su interacción.
— Oye, no creo que sea un buen lugar para hablar sobre eso... ¿Por qué mejor no vamos a un lugar más privado y tomas un poco de agua para reanimarte?
— Espera — la detuvo, acorralándola en una columna, dejando sus manos a cada lado de su cabeza — nunca te dije lo atractiva que te encuentro...
— Creo que el alcohol ya está haciendo efecto— rió nerviosa.
— Linda, hace días estaba sobrio y seguía pensando lo mismo— la miró a los ojos, ella bajó su mirada — sé que fui un estúpido en dejarle el camino libre al imbécil de Ben, pero... No quería limitarte. Ser como los demás idiotas que han estado contigo.
— ¿Y por qué no hiciste nada?
— Te lo he dicho mil veces... No te merezco, no tengo el derecho de pelear por tí si no me lo pides o me das alguna señal, lo único que quería era que fueras feliz. Aún así no sea conmigo.
Amelia lo miró con melancolía, arrepentida de haberse fijado en Ben, pues le hizo daño a Cinco sin querer.
— No sé si es el alcohol, pero... Tengo muchas ganas de besarte— murmura.
Ella alzó sus ojos a los suyos, con él aproximándose cada vez más. Su corazón latía con fuerza, inquieta y a la vez incómoda de que su familia viese todo, pero era lo que menos le preocupaba.
La vida es una sola y el apocalipsis es mañana así que el deber de Amelia es cagarla por una última vez.
— Hazlo — Cinco no pudo evitar sonreír un poco al escucharla y la atrajo a él por el cuello, uniendo sus labios en un beso profundo y lento.
Los demás, al ver esa escena, se quedaron más impactados que nunca. Klaus dejó caer su vaso con la boca abierta a más no poder.
— Espera ¿Se están besando? — Diego preguntó, alzando las cejas, enojado por lo que hace número 5 con su hermanita más querida — ¡Oye, maldito an...!
— Cállate, déjalos tener su romance de ancianos — Lila lo calló de un golpe— si tienen sexo ahí mismo, nos vamos todos y listo.
— Esta noche no puede estar mejor — exclamó Luther.
— ¿Alguien puede traer una cámara? ¡necesito grabar esto, es histórico! ¡Cinco por fin va a tener una novia que tiene brazos y piernas de verdad! — gritó número 4.
— ¿Qué? Entonces ¿Cinco es el novio de Amelia? — preguntó Viktor confundido y a la vez asombrado— mierda.
— Enhorabuena — felicitó Ben alzando su copa.
— ¡Ya basta! Denles su espacio, todos atrás — Sloane se encargó de dispersarlos para que dejaran de ver y los miró con una sonrisa por última vez antes de regresar con su esposo.
Amelia alejó su boca de la del chico, viéndolo con timidez— Cinco, yo... Lamento haberme alejado de tí, estuve muy mal.
— Eso no me importa, lo importante es que estás conmigo otra vez — tocó su mejilla, acariciando con su dedo pulgar sus labios delgados — ¿podemos volver a empezar?
— Claro que sí pero... Ojalá que esta vez sí podamos resolver tu problema físico, de verdad me encantaría que pudiéramos tener algo de la manera en que queremos — contestó haciendo una mueca.
— Soy capaz de aceptar volver a tener 30 años solo para estar contigo.
Amelia sonrió avergonzada y le dió otro beso. Cinco, en más confianza, la agarró por la cintura con fuerza, pegándola a la pared y a su cuerpo, profundizando el encuentro.
— Cinco, deberíamos parar ¿no lo crees? — interrumpió la chica, poniendo sus manos en su pecho— no me siento cómoda si nuestros hermanos nos miran.
Cinco decidió dar un paso atrás — iré por más licor... Tengo más razones para embriagarme, celebraré que estoy con la mujer más guapa del planeta que está a punto de desaparecer.
Le sacó otra sonrisa. Esa es la especialidad de Cinco, hacerla sonreír por sus alagos. Lo vió caminar borracho hasta la mesa de tragos.
— No me habías dicho que tenías un romance con el anciano — Lila apareció a su frente junto a su hermano— pensé que se iba a morir sin novia.
— La verdad, queremos intentarlo otra vez... Después de todo, es el fin del mundo, no hay tiempo qué perder — se encogió de hombros. Una idea llegó a su mente — Diego, dijiste que me ibas a contar algo ¿Qué es?
— Ah, sí... Bueno... Vas a ser tía.
— ¿Qué? ¿No es una broma? ¿Es enserio?— el moreno asintió, Amelia sonrió enormemente, dándole un abrazo fuerte — ¡estoy muy feliz, de verdad, por ambos! No puedo creerlo.
— Es una lástima que no durará mucho— se mostraron desanimados.
— Anímense, habrían sido unos padres raros pero increíbles, yo lo sé.
— ¿Puedes ser la madrina antes del nacimiento?
— Sería un honor— oyeron un estruendo, volteando a ver a Cinco haciendo un desastre con el licor — creo que debo ir a controlarlo un poco, perdón ¡seguiremos hablando de esto después!
El resto de la fiesta fue una locura. Ben y Cinco andaban ebrios por ahí, haciendo estragos con cualquier cosa que encontraran. Incluso, sin querer, la llenaron de pastel por ser tan distraídos. Tuvo que limpiar la mancha que dejaron en su vestido, pero era lo que menos le importaba. Estaba feliz porque su familia estaba unida, tranquila, sin problemas apocalípticos de por medio. Era lo que siempre había querido desde el día en que Cinco volvió del futuro.
— Listo, quedó como nuevo — exclamó, refiriéndose a su vestimenta, llegando a la terraza donde estaban la mayoría de los invitados observando el mundo colapsar.
— Cara mia... — dijo Cinco tomando su mano y dejando un beso en su dorso— cada vez que te veo, es como ver un ángel cruzar las puertas del cielo.
— ¿Alguien puede callarlo? Tantas cursilerias me dan náuseas. Es la primera vez que extraño al Cinco amargado — pidió Lila.
— A mí me parece muy dulce — dijo Sloane emocionada.
Amelia suspiró sentándose a su lado sin más remedio. Mañana sería un nuevo día por lo que el Cinco amoroso desaparecería de inmediato.
— ¡Klaus! ¿Por qué trajiste a Ben? — reclamó al ver a su hermano acercarse con el nombrado.
— ¡Vamos, escuchen antes! El hermano que conocían como Ben ya no está y no me refiero a nuestro Ben, al Ben bueno, sino a este Ben. El imbécil ya no está.
— ¿De qué estás hablando?
— El hombre que está frente a ustedes es el nuevo nuevo Ben y es uno de nosotros, es parte del equipo ¡es parte de la familia! — gritó número 4 apoyándolo.
— Como regalo de bienvenida sugiero que lo tiremos del techo.
— Yo ayudo.
— ¿Saben qué? Sí se puede quedar.
— ¿Por qué?
— Porque es mi boda hermano, vamos, puede quedarse.
— Oye, grandote, qué amable eres.
Ambos tomaron asiento, admirando el cielo tono naranja y el humo de los edificios destruidos. No había nada más en el mundo y eso lo hacía hermoso.
— ¿Saben qué? Esto es lo que siempre quise. Estar todos juntos cuando realmente importa. Una gran familia de verdad. — habló Luther emotivo.
Cinco se levantó de su lugar con dificultad, caminando aún peor que antes y casi tirándose al suelo. Más ebrio que quién sabe qué.
— Creo que voy a vomitar.
— ¿No quieres dormir ya? Has tomado más que nunca— cuestionó número 8 dispuesta a ayudarle.
— No, de hecho... Creo que tengo hambre. Nos vemos, atacaré el bufé. Puedes irte a descansar si quieres, Am... Ya estoy empezando a verte doble, qué bendición — le dió un beso en la mejilla.
— ¿Va a estar bien? — preguntó Viktor viéndolo irse.
— Es Cinco ¿tú qué crees?
— Bueno, no sé ustedes, pero a mí me duele todo. Iré a dormir — habló Amelia.
— ¡Adiós, nueva enamorada! ¡duerme bien! — Ben y Klaus le gritaron, despidiéndose. Ella puso los ojos en blanco riendo y movió su mano yéndose.
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