11 | UN BESO DE AMOR

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—¿Cómo te sientes? — Amelia pregunta a Allison, quien la mira con pesar —en verdad lo siento, yo también quisiera que Vanya saliese.

Ella escribe en la libreta y le enseña "¿Crees que fuimos muy duras con ella?" A lo que Amelia niega con la cabeza.

— Ella necesitaba escuchar lo que teníamos para decir, pero no lo tomó de la mejor forma... Lo importante es lo que hagamos de ahora en adelante. Hay que ser mejores hermanas para ella ¿no crees?

Allison sonríe levemente, asintiendo, y le da un abrazo a su hermana. La situación de Vanya las hiere bastante, y sabe que a ella también. No quiso hacerles daño, se dejó llevar por el enojo y eso la provocó, y es entendible, pero al parecer el resto de sus hermanos no entienden eso.

Amelia se separa y camina a la salida de su cuarto. De pronto, los objetos empiezan a temblar nuevamente, con mucha más fuerza que antes. Inmediatamente, Luther entra a la habitación.

— Amelia, busca a los demás, ayúdalos a salir. Yo sacaré a Allison.

— ¿Qué está pasando?

— Vanya.

Amelia sale de allí con rapidez, gritando el nombre de sus hermanos mientras va por el pasillo. Hasta que Cinco aparece frente a ella y la transporta a la calle, fuera de la academia.

— ¡Debemos sacar a los demás!

— Ya están afuera.

—¿Mamá y Pogo? — alza la vista a la academia, viéndola derrumbarse. Treinta años de vida, sufrimiento y amor siendo destruidos en menos de cinco segundos.

— Si entramos, Vanya nos matará. Ellos ya no podrán salir.

Lo único que queda de la Academia Umbrella son escombros. Amelia corre para encontrar al resto de sus hermanos, hasta que los halla reunidos entre la mugre, cerciorándose que estuviesen bien. En efecto, Pogo no sobrevivió, Vanya lo asesinó antes de irse. Grace aceptó su destino y no salió.

—El Apocalipsis sigue en curso, el mundo se acaba hoy. — es lo primero que dice Cinco, llamando la atención de todos, al mismo tiempo que les enseñaba un periódico.

—¿No era que ya lo habíamos detenido? — pregunta Luther

—Me equivoqué. Este es un periódico que encontré en el futuro el día que llegué, el titular no ha cambiado.

—Eso no significa nada, el tiempo pudo alterarse desde que se publicó—niega Diego con lástima, más que triste por la pérdida de sus seres queridos.

—No estás escuchándome, idiota. — insiste el chico, tratando de hacer que entren en razón — creí que la academia se había destruído durante el fin del mundo, pero ahora la luna está brillando y la tierra sigue entera. Pero no la academia. Todo esto sucedió antes.

Klaus le quita el periódico de las manos. Él continúa — Vanya destruyó la academia antes del Apocalipsis, creí que Harold Jenkins era la causa pero es el detonador, ella es la bomba. Vanya causa el Apocalipsis.

—Hay que buscarla— Una luz cegadora interrumpe su charla, encontrando un helicóptero de rescate encima suya, y las bocinas de los policías a lo lejos.

—¡Debemos irnos! ¡nos vemos en el Super Star, corran!

Cinco toma a Amelia de la cintura y los transporta hasta la esquina del Super Star.

— Escucha, pase lo que pase, debes permanecer a mi lado ¿está bien? — habla el chico, mientras la jala de la muñeca, llevándola al interior del local — Vanya es más peligrosa de lo que pensaba y está cegada por el odio. Hará cualquier cosa para provocar el Apocalipsis. No medirá acciones.

— Lo entiendo.

— No, no digas que lo haces cuando no es así — entran al lugar, acercándose a la recepción para conseguir un par de zapatos apropiados para los bolos, viendo a algunos de sus hermanos que ya habían llegado — Nunca nos habíamos enfrentado a algo así de grande.

— Lo sé, no tienes por qué preocuparte... Ni siquiera sé por qué me das esta charla de sobreprotección, en primer lugar. Sabes bien que entrenamos todas nuestras vidas para esto.

— Aún así salió mal la primera vez que lo intentaron sin mi — Él suspira, poniendo sus manos en sus hombros, viéndola de cerca — mantente cerca y haz todo lo que yo te diga ¿bien?

Cinco le entrega sus zapatos y camina hacia sus hermanos. Ella le sigue, algo confundida y nerviosa. Su manera de protegerla la hacía sentir inquieta, pero por otra parte, le gustaba bastante. Vanya demostró ser aún más decisiva con sus poderes que Amelia, pues ella no es fan de usarlos todo el tiempo, muchos menos si recurren a la violencia, pero hay ocasiones que se salen de sus manos y no tiene más opciones que aceptar que esa es su naturaleza. Ser extremadamente cruel. Pero le da miedo serlo con las personas que ama, algo que Vanya ha demostrado que puede hacer sin pestañear.

—Nunca pensé que diría esto pero hay que prepararse para detener a Vanya sea como sea —Allison le da un golpe a Luther en el pecho como regaño —quizás no hayan más opciones.

— Opciones hay siempre.

—¿Cómo cuáles? — pregunta Número Cinco, sentado al lado de Amelia.

— Más allá de lo que decidamos, hay que encontrarla y rápido. Podría estar en cualquier parte.

—Creo que la encontré— todos voltean a mirar a Klaus que tiene un periódico en sus manos. Una anuncio donde está Número Siete. — tiene su primer concierto esta noche cuando la ascendieron a primer violín. Probablemente lo haga allí.

—Disculpen—voltean, encontrando a una chica con un uniforme —odio interrumpirlos pero el encargado dice que si no van a jugar, tienen que irse.

Luther tira una bola a las pistas con mucha fuerza y ésta derrumba los pinos, continuando con la partida mientras se ocupaban de temas mucho más importantes que un juego de bolos.

— Solo nosotros podemos parar esto, por Vanya y se lo debemos a papá. Él sacrificó su vida solo para reunirnos.

—Estoy de acuerdo con Luther, hay que evitar que Vanya pueda defenderse. Hay millones de vidas en juego, no podemos salvar a una sola.

—Oigan, chicos, tal vez pueda ayudar.

— Klaus.

—Déjalo, él me salvó la vida

—Sí, sí, yo... Me llevé el crédito pero el verdadero héroe fue Ben. — confiesa, Amelia lo mira, frunciendo su ceño.

— ¿Ben? — murmura, sin poder creerlo.

— Sí, fue Ben. Por cierto, dice que te extraña mucho — ella no puede evitar sonreír con melancolía — ¡En fin! Hoy me dió un golpe en la cara y en la casa él fue el que ayudó a Diego, yo no ¿quieren pruebas? Está bien.

Klaus toma una bola y la tira al aire pero simplemente se cae al suelo como si nada. Ahora mismo Amelia no sabe si creerle mucho con respecto a su saludo.

— ¿Puedes callar esa voz en tu cabeza que te dice que siempre debes ser el centro de atención? — pide Luther.

—Me caías mejor cuando eras vírgen.

Los Hargreeves se impactan ante la noticia. Allison solo mira a Luther con enojo y se da la vuelta, yéndose.

— Disculpen, hola— giran la mirada encontrando a una mujer obesa de gafas junto con su hijo que también usa el accesorio — hoy es el cumpleaños de mi hijo Kenny y me preguntaba si le gustaría jugar con niños de su edad. Si tus papás o tu niñera te dejan.

Ninguno dice nada. Cinco la mira con el odio fulminante en sus ojos antes de espantarla.

— Preferiría arrancarme el pie a mordiscos.

La mujer queda muy sorprendida y se va con el niño. Amelia cae en cuenta que olvidaba una cosa, por lo que se pone de pie desprevenidamente, tomando por sorpresa a Número Cinco.

— La función de Vanya empieza en una hora. Tengo algo importante que buscar.

— ¿A donde vas? — la detiene Cinco.

— Enserio es importante, necesito buscar algo que es muy serio, mi apartamento queda a dos cuadras de aquí.

—¿Por qué no te acompaña Cinco? Dejar que andes sola en la calle con Vanya suelta es como dejar un pedazo de carne en frente de un perro hambriento. Además, así tienen tiempo para hablar a solas antes de morir — ofrece Número Dos.

—Bien, no tardaremos— el chico ignora su último comentario.

Amelia camina, soltando un suspiro, pues Cinco parecía su sombra, siempre pegado y detrás de ella. Su familia siempre la ha protegido bastante, incluso cuando eran pequeños, siempre la acompañaba alguien así sea a comprar un dulce en la tienda. No le molesta, pero aveces necesita su tiempo a solas y hacer cosas que no involucren interacciones sociales.

Luego de diez minutos de caminata, llegan al edificio. En vez de perder tiempo en abrir cerraduras, Cinco los transportó adentro, donde Calvin saltó con alegría. Amelia se dirigió directamente a su habitación, sacando de su cajonero el libro de hechizos, volviendo a la sala.

—¿Qué es eso? — cuestiona el chico, notando el objeto tan fino que tenía en sus manos.

— Papá me lo regaló, es un libro de hechizos, nos puede servir. — contesta. Calvin ladra, llamando su atención — cierto, casi me olvidaba de ti, no te preocupes. Estarás bien conmigo.

Busca en su libro un hechizo de protección, donde, al encontrarlo, lo usa en Calvin, rodeando su cuerpo con su humo negro y haciéndolo desaparecer.

— ¿Puedo preguntar qué hiciste? — cuestiona más que confuso.

— Lo protegí con mis poderes. Es algo sencillo, en realidad.  Puedo hacer que aparezca de nuevo conmigo cuando yo quiera. — sonríe con alegría y, antes de tomar la manija de la puerta, Cinco la detiene — ¿qué sucede?

— Sé que no es el momento ni la situación pero... ¿Podemos hablar? — Amelia piensa unos segundos, pero asiente. Se mantiene en su posición, esperando que dijese algo — Lo siento, ¿de acuerdo? reaccioné mal cuando...

—La que debe disculparse soy yo. Me tomaste por sorpresa cuando me dijiste que te habías enamorado de mí, ¿bien? es decir... Eres mi mejor amigo—le interrumpe, tomándolo desprevenido — y lo sé, fue mi culpa que te fueras en el tiempo porque estabas molesto. Fui una tonta, debí ir detrás tuya, pero yo...

— Basta. —la calla, sin querer escuchar más sus disculpas, pues nada de lo que decía estaba bien. — ¿crees que hubiese querido que fueras detrás mía? ¿Para qué? ¿Para que entonces viajaras conmigo al futuro y desperdiciaras 45 años de tu vida en un mundo sin esperanza?

— Lo siento. — baja la mirada apenada.

— ¿Cuándo dejarás de disculparte? Te he dicho mil veces que no hagas eso conmigo.— suspira, y pausa unos segundos — el tonto fui yo. Pensé que sentías lo mismo que yo y me precipité. Perdóname.

— Pero ni siquiera me dejaste responderte... — él arruga las cejas ¿acaso esa no era la respuesta? ¿Qué otra podría haber que fuera lógica? — en ese entonces era una niña, no sabía lo que era el amor, pero ahora... Crecimos y me di cuenta que me mentí a mi misma todo este tiempo. — sube la mirada, viéndolo a los ojos — mi respuesta siempre fue sí, pero no estaba preparada para eso a los 13 años.

Cinco se rasca la cabeza. No se esperaba una respuesta positiva. Amelia vuelve a mirar al suelo, al ver que se mantiene tanto tiempo en silencio.

— Entiendo si ahora no sientes lo mismo que yo, y sería mi culpa, me demoré demasiado y compliqué las cosas, pero te prometo que no intentaré nada si tú no...

Su mano alza su rostro, acercándose a ella, dándole un beso delicado en los labios, del cual se separa luego de unos segundos. Normalmente Cinco no es de los hombres más románticos del mundo, pero es de las personas que al sentir algo tan fuerte con alguien, es capaz de ser una persona totalmente diferente a la que acostumbra a ser con los demás. Menos egoísta y más humano.

—Me gustas, Amelia, mucho— me mira a los ojos sin ninguna expresión en su rostro —no había querido hablarlo porque no sabía cómo decírtelo y admito que cuando estabas con Dylan me hervían las venas de no poder golpearlo por tratarte así pero... Carajo, desde los diez años estoy enamorado de tí.

— Eso es bastante tiempo— suelta una risa dulce.

— Contando los años que duré perdido en el fin del mundo, es mucho más que eso. — bromea, haciéndola reír aún más. — Cuando llegué al futuro y te vi sin vida sabiendo que no pude protegerte, yo... Sentí que me moría también. Supe que debía volver. Tenía que.

— Espera — lo detiene, al notar que se acercaba más a ella — ¿Qué hay de....? — lo señala de arriba a abajo.

— Por eso no te preocupes, yo lo resolveré. — tranquila — además, mi versión adolescente es la que siempre te ha gustado.

Amelia ríe aún más, rodando los ojos con diversión. Cinco la mira enternecido y la toma del mentón, volviendo a darle un beso suave.

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