09 | BAJO LA LUNA
✩ ─── 「☪ 」─── ✩
Amelia se encuentra sentada en el marco de la ventana, observando la luna, en silencio, una de sus actividades favoritas. Hace unas horas llegaron de la fracasada misión de hablar con su padre, lo cual no sirvió para nada. La situación se está complicando de manera general: No han podido reunir a la familia por completo, tampoco encontrar a la persona causante del Apocalipsis. Se están quedando sin opciones.
Ella suspira profundo, oyendo los truenos y leves relámpagos saliendo de las nubes grisáceas. Lo más probable es que llueva en la madrugada. Aspira el olor a tierra mojada cuando empiezan a caer leves gotas de lluvia. Amelia se sobresalta cuando Cinco aparece en la habitación. Odia cuando hace eso, y le ha dicho varias veces, pero él continúa haciéndolo.
— Deberías estar dormida, ya van a ser las 12, mañana será un día largo y no quiero que te salgan ojeras— es lo primero que dice. Suena como una mamá.
— Últimamente no puedo dormir bien.
Él deja de apoyarse en la pared y se sienta a su lado, dejando caer sus piernas en el aire. Ambos miran la luna, llena y brillante.
— ¿Crees que vuelvan? — pregunta Amelia refiriéndose a sus poderes.
— Solo es cuestión de tiempo.
— He esperado demasiado y sin ellos me siento una basura, ustedes me necesitan y no puedo ayudarlos. Ni siquiera sé para qué me esfuerzo.
— Tal vez tus poderes necesitan una razón para volver. Un momento donde sientas que en verdad los necesitas. Debes tener más paciencia.
Baja su mirada triste y sus ojos se cristalizan. Por primera vez, desea tener sus poderes. A pesar de todo lo malo que le han traído a su persona, son parte de ella, y los necesita más de lo que pensaba. Cinco coloca suavemente su mano en su rostro, alzando sus ojos a él para mirarlo.
— Nadie es como tú y ese es tu poder — susurra, tomando una de sus manos y dando un beso en su dorso.
Amelia sonríe. Cinco siempre sabe cómo animarla, incluso en los peores momentos, y eso es lo que le gusta de él. El chico se transporta y regresa dos segundos después con una cobija, la cual deja en los hombros de su amada y vuelve a tomar asiento a su lado.
— ¿Cómo era vivir en el apocalipsis? — pregunta curiosa después de un rato.
— Lo más difícil era conseguir comida ya que no había nada, era un niño de 13 años completamente solo en el mundo... Aunque las noches eran hermosas, las estrellas seguían brillando a pesar de que la luna estaba incompleta. Siempre me sentaba a admirar la vista. Eso es lo que más me gustaba. — pausa, pensando un rato — pero extrañaba más las noches donde nos escabullíamos a la cocina de la academia.
—¿Recuerdas la vez que dañamos el microondas a las 3 de la mañana?
— ¿Por culpa de la torre de sándwiches que hicimos con macarrones? eso fue horrible.
Ella suelta una risa, recordando esos momentos. Puede que su padre no los dejara hacer muchas cosas de pequeños, pero siempre encontraban la manera de divertirse, incluso si eso traía consecuencias después.
— Me gusta cuando ríes — Cinco la admira, mirándola con dulzura. Su mano acaricia su mejilla con suavidad, aproximándose cada vez más — Eres hermosa ¿te lo he dicho?
Sus labios la besan de forma amorosa, sin quitar esa lentitud que lo caracteriza. Los dedos temblorosos de Amelia van a su cuello, acercándolo, haciendo que sus cuerpos se peguen lo suficiente. Ella se separa un poco para tomar aire, sin quitar la distancia que mantienen entre ambos.
— ¿Por qué quisiste volver con nosotros? — susurra Amelia. Sabe muy bien que Cinco estuvo tan atrapado que se sentía solo y rogaba por regresar, pero nunca le ha dicho explícitamente su razón de volver.
— Quería una buena taza de café — ella frunce su ceño, él ríe por su expresión — en medio de todo eso, a veces lo que necesitamos recordar es lo que nos hace felices.
— ¿Y qué es lo que te hace feliz en estos momentos, ahora que volviste? — Cinco suaviza su mirada, rodeando sus brazos alrededor de su cuerpo, y sosteniendo sus ojos en ella.
— Estar aquí contigo. Eso es lo que me hace feliz ahora.
Amelia baja la mirada con timidez unos segundos, pero regresa su vista a él, volviendo a darle un beso levemente profundo. Un trueno sonó con fuerza en el cielo, dándose cuenta que había empezado a llover de una vez.
— Creo que es hora de dormir. — anuncia, poniéndose de pie para ir a la cama. Cinco se queda en su lugar— ¿no vas a descansar?
— Si quieres puedo quedarme y acompañarte — ofrece, mientras ella se acuesta y cubre muy bien con las cobijas por el frío.
— Otro día. — responde con una leve risa. Cinco pone los ojos en blanco con diversión y se acerca a ella, dándole un beso en la frente.
— Buenas noches, Am.
Cinco se transporta, desapareciendo de su cuarto. Amelia suelta el aire que acumuló en sus pulmones y cerró sus ojos de una vez por todas.
(—☪️—)
Amelia abre los ojos poco a poco, con la luz iluminando su habitación, indicando que ya es de día. Ayer durmió muy bien, no sabe si será por haberse acostado con el corazón a mil o porque estaba muy cansada, pero tiene sospechas de que es por la primera razón. Deja de pensar al oír voces afuera, le pica la curiosidad y se pone sus pantuflas, saliendo de su cuarto.
— ¿Luther? — exclama al ver al gigantón en medio de la cocina, quien sonríe al ver a su hermana. Ella corre a abrazarlo, a pesar de ni siquiera poder alcanzarlo hasta su pecho debido a su baja estatura.
— Te extrañé mucho, hermanita.
— Yo también.
— Okey, mucho amor de hermanos, sigamos con el tema que teníamos e ignoremos que Amelia está en pijama si no queremos que Cinco nos arranque los ojos — interrumpe Diego, Cinco hace una mueca de enojo. Miro a Número 1 — fuiste a ver a papá hace un año y te destrozó el corazón, qué pena.
— Sea lo que sea que haya destrozado, sabe lo de los viajes en el tiempo.
Amelia toma asiento en la mesa, escuchando su conversación, mientras Número Uno come un plato repleto de huevos revueltos.
— ¿Por qué no usas tus habilidades y nos llevas a todos? — consulta Elliot. El chico se queja y se levanta para tomar más café. Está cansado de explicar siempre lo mismo, por lo que sus hermanos son más idiotas y lo hacen por él.
— La primera vez quedó atrapado en el futuro durante mucho tiempo.
— Y ahora dejé a mi familia esparcida por todo Dallas durante tres años ¿algo más para preguntar, Elliot? — responde con un leve toque de ironía.
— Estamos olvidando lo más importante, papá tiene un plan para matar al presidente.— dice el lanza cuchillos. Amelia rueda los ojos, cansada de ese tema de conversación.
— Ignórenlo, como siempre lo hacemos... — dice Número Cinco, sin prestarle atención — solo tenemos una opción y es reunir a la Academia Umbrella nuevamente para poder pensar en qué hacer.
— ¿Puedes ir tú por Allison?— pregunta Luther, Diego lo mira con los ojos entre cerrados — no ha pasado nada, está casada. Lo tengo controlado.
Cinco se encarga de buscar a Número Tres y Luther a Vanya. Amelia, por su parte, decide quedarse y prepararse para recibir a sus hermanos. No los ve desde hace tres meses, y otros, desde hace años. Está sorprendida de que cada uno haya hecho su vida y les esté yendo mucho mejor que en su línea temporal pasada. Al parecer, los únicos que fueron por el camino incorrecto fueron ella y Diego, al ser tan tontos que se dejaron encerrar en un psiquiátrico.
— Vanya— murmura Amelia al llegar a la sala y ver a Número Siete sentada en el sofá. Se miran de frente. — ¿Cómo has estado?
— Ella es una de tus hermanas, se llama Amelia. — le informa Luther al verla un poco confundida.
— Genial, no soy la única que mide menos de 1,60 en la familia. — bromea. Ambas ríen.
— ¿Crees que puedas... darme un abrazo? — Vanya no duda y la rodea fuertemente con su cuerpo, Amelia le corresponde de igual forma.
Las dos toman en el sofá para charlar. Número Siete le platica sobre lo que hace en la granja y su trabajo de niñera de un niño autista. Amelia también le cuenta un poco sobre su lugar de paso en el psiquiátrico, buscando completar aquellas partes de su memoria que aún le faltan.
— ¿Cuáles son tus poderes?— le interroga Vanya con curiosidad.
— Magia negra proveniente de la luna.
— ¿No invocas muertos o algo así? —Número Ocho se ríe.
— No, de hecho, eso lo hace Klaus, nuestro hermano. Lo mío es más brujería, satanismo, conexiones con el inframundo como demonios, posesiones, ese tipo de cosas. — le explica con detenimiento.
— ¿Si la probamos, te callas? —Diego interrumpe la habladuría de Elliot, quien no deja de hablar de su de atún, pues había preparado una merienda para su visita.
Él se entretiene sirviendo sus copas de atún, mientras Diego no para de mover su cuchillo, mirando a Vanya, lo cual hace sentir nerviosa a Amelia. Sabe todo lo que pasó, pero tampoco debe estar amenazándola indirectamente. En ese momento, se escucha la campana de la tienda, indicando que el resto ya había llegado. Todos se levantan y miran por la baranda, viendo al resto entrando.
— Sé que sonará raro pero... ¿Estamos todos más sensuales? estos looks nuevos nos hacen ver muy sexis— dice Klaus viéndolos desde abajo.
Bajan las escaleras acercándose a su familia. El primero en abrazar a Amelia es Klaus. — Amelia, hermanita, te extrañamos mucho ¿Te hiciste algo? te ves hermosa. Me encanta tu ropa.
— Tú también te ves muy bien, Klaus.
Allison la abraza igual y ambas voltean a ver a Vanya, aceptándola en su abrazo.
— Genial, tengo dos hermanas. — dice contenta.Número Cuatro se une haciendo un pequeño abrazo grupal.
— Klaus ¿está Ben aquí? — Cinco interrumpe el encuentro. Los cuatro se separan.
— No, lamentablemente los fantasmas no viajan en el tiempo...
— De acuerdo, vayamos directamente al grano.
Cinco sube las escaleras para irse de regreso al salón y empezar con la reunión familiar.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top