03 | NOCHE DE TACOS

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— Hola chicos — saluda Amelia sonriendo llegando a la mesa de sus hermanos quienes acaban con la comida china. Ellos la miran confundidos ante su felicidad — ¿Qué pasa?

— ¿Te sientes bien? Hace rato te ví muy triste — Cinco alza su ceja.

— Oh, sí, es que... Calvin volvió — señala a su mascota tratando de desviar el tema. El animal se lanzó hacia Cinco apenas lo vió.

¿Razón por la que no debía contarle a que había visitado a Ben? Muy sencilla: celos y sobre protección. Cinco es una persona bastante decidida y no dudaría ni un segundo en ir a reclamarle el por qué fue a verlo. Su vida se veía más relajada que nunca al no tener que evitar un apocalipsis y no quería arruinarle su descanso.

— Estuve pensando en el error en la línea del tiempo... — habla el chico cuando logra quitarse al perro — y me complace informarles que, en mi opinión profesional, estamos totalmente a salvo.

— Entonces ¿todo está bien? — pregunta Luther para asegurarse de que escuchó correctamente.

— Algo así, aunque hay una... pequeñez. Nada que no podamos manejar — Cinco se queda en silencio un rato.

— ¡Dilo de una vez!

— Bueno, Diego, esto es así; papá no nos adoptó cuando éramos bebés pero esos bebés aún existían aquí. Crecimos en otros lugares con otras personas ¿y dónde están ahora? Debe haber versiones idénticas de nosotros mismos caminando por ahí, viviendo vidas completamente diferentes.

— ¡Doppelgängers! — Amelia frunce su ceño ante lo que soltó número 1.

—Eso es una palabra inventada.

— ¡No! Aprendí sobre esto en Texas. Háblales de la psicosis paranoica.

— Oh, cierto... Cuando habían dos Cincos — apoya Amelia recordando ese día tan loco.

— ¿No habías dicho que esto no era un problema?

— En teoría, te volverás loco si estás mucho tiempo con tu doble. Así que, si ven a su otro yo...

— Lo mato.

— Duermo con él.

— La invito a comer.

— Evitarlo — completa el chico a regañadientes.

— ¿Qué diablos les pasa? — Luther los mira con rareza.

— ¡Oh, vamos! Podríamos probar el Luther Sándwich— bromea Klaus haciendo reír a su hermana.

— Espera ¿Cómo garantizamos que no nos cruzaremos con nosotros?

— Fácil. Somos un grupo muy diverso y nacimos en distintos lugares hasta que papá nos trajo aquí. Lo cual no hizo. Nuestros dobles ni siquiera deben estar en nuestra misma zona horaria.

— Aunque, no sé... ¿No les parece mal que papá nos haya adoptado y no haya cambiado nada? Me siento ofendido...

Amelia termina su vaso de refresco y se levanta para ir a descansar. Siente una ola de calor chocar contra ella, sus ojos parpadean en color blanco y se sostiene de la pared al sentirse débil. Se sintió como si la hubiesen jalado con una cuerda invisible.

— ¡No es hora de hablar sobre papá! El punto es que lo logramos, salvamos al mundo. Detuvimos el apocalipsis y llegamos a casa a tiempo para la cena. Así que, sea lo que sea que haya cambiado y estemos en la línea de tiempo que estemos, podemos manejarlo. Ganamos.

Luther, Klaus y Cinco chocan sus bebidas con victoria. El último nota a Amelia rara, por lo que se levanta acercándose a ella.

— Amelia ¿Te sientes bien? — pregunta mirándola con preocupación. Sacude su cabeza poniéndose recta nuevamente.

— Sí, gracias, creo que me mareé un poco porque no he comido nada. Sabes que la comida china no me gusta demasiado...

— ¿Quieres ir por los tacos que tenemos pendientes? — ella asiente sonriendo— Iré a cambiarme.

Se teletransporta y decide sentarse afuera del hotel a esperarlo. Esperó unos cuantos minutos hasta que Cinco volvió, vestido con ropa casual y no con su mismo uniforme de siempre. Caminaron por el parque cercano al hotel, la noche en esa realidad era más iluminada y llena de vida, o así se veía.

— Cinco ¿Cómo vamos a comprar tacos si no tenemos dinero? — cuestiona una vez que están a pocos metros del puesto callejero. Él la mira con su típica mirada de siempre — ¿y si nos metemos en problemas por esto?

— Sólo será una vez. Lo prometo. No tengo más razones para robar si en el hotel hay un bufete lleno de comida. Y si tú quieres tacos y allá no hay... Es la única solución que tengo para darte lo que quieres, Am.

Ella sonríe asintiendo por su amabilidad. Cinco desaparece y en un abrir y cerrar de ojos llega con una bandeja llena de tacos.

— Ultimamente te noto con una actitud distinta... Eres menos explosivo de lo normal — señala la castaña, él alza una ceja.

— El cambio de realidad me ha afectado, supongo.

— ¿Es eso o Jayme usó sus poderes contigo? — frunce su ceño confuso — Eres muy malo simulando que no sientes dolor por algo, anda, cuéntame. Estabas muy raro cuando intentamos escapar de la academia.

— Ví a Dolores en carne y hueso, digamos que... La besé, pero en realidad era aire. Fue muy loco eso... ¿No estás molesta? — la mira con atención.

— Pasaste 30 años con ella, Cinco, más que conmigo ¿desde cuándo volvimos a vernos? ¿Un mes o menos? No debo exigir nada todavía. La amaste y es entendible — musitó totalmente plena, aún así, hace una pequeña mueca al finalizar — aunque hay algo que me incomoda un poco...

— ¿Qué es?

— Tu apariencia— contesta sincera. De la familia, Amelia es la más franca de todas. Le gusta expresar lo que siente y piensa todo el tiempo— me resulta extraño que esto suceda entre los dos, sé que es muy tarde para decirlo pero... Hay muchos que criticarán esto y lo sabes ¿verdad?

— Am, no hablaron mal de mí porque tenía una novia que era un maniquí ¿y piensas que lo harán porque me gusta una mujer real que es casi de mi edad mental? Que me vea de 13 años no justifica absolutamente nada.

— Las sociedad no entiende, Cinco... Aún así les des miles de razones — susurra limpiando sus manos con una servilleta.

— ¿Y a ellos qué les importa? No es su vida ni su relación, que dejen de meterse— ella ríe levemente— te prometo que algún día regresaré a mi cuerpo de 30 años, sólo debes darme más tiempo.

— Entiendo, no te preocupes— Amelia juega con el relicario en su cuello distraída y Cinco se da cuenta de ello.

— Nunca te he preguntado... ¿Qué tienes ahí?— señala el accesorio.

— Eh... No es nada, sólo me gusta usarla. Me recuerda a cuando éramos niños— relame sus labios— ¿nos vamos? Ya es tarde y debemos regresar al hotel.

Para ella, ese collar contenía parte de su adolescencia, y también de quien fue su primer amor cuando era niña. Lo tenía guardado en lo profundo de sus poderes, tratando de conservarlo para que no se perdiese, esperando a poder usarlo nuevamente cuando su esperanza regresara o volviera a ver a esa persona.

Porque sí. Amelia amó a alguien, tanto que tuvo que ocultarlo hasta arrepentirse de nunca expresarlo. Destrozó el corazón de alguien más para conservar el suyo. Cinco nunca se ha enterado de ello y le aterroriza el hecho de que lo sepa, pero algún día deberá contarle que su rechazo antes de su desaparición no había sido por él. Si no por ella. Que su amor pertenecía a alguien más.

— Esa chica... Amelia, la que hizo volar a Sloane y Jayme, me visitó en mi habitación — cuenta Ben a Fei y Sloane, quienes escuchan atentamente la noticia de su hermano.

—Seguramente vino a cerciorarse por si escuchaba una parte de nuestro plan.

— Parece muy tierna, es tan pequeña — Sloane esboza una sonrisa contenta, la cual borra cuando su hermano la mira seriamente — tan tierna que casi nos mata solo con mover un dedo ¿que creen que vino a hacer?

— Ella es muy extraña... En un momento parece una ovejita adorable y de repente se convierte en un demonio sin ataduras — contesta la más alta. Se levanta del sofá acariciando al cuervo en su mano — parece ser la más poderosa, hay que ocuparnos de esa chica. Debe tener un punto débil.

— Todos hablaban de mí. Al parecer, existía en su línea temporal... Ella debe saber algo.

— ¿Qué harás? ¿Sacarle información?

— ¿Enamorarla para que haga lo que sea por tí y después echarla a la calle como un perro abandonado? — bromea Fei.

— Por primera vez estamos de acuerdo en algo, Fei— Ben sonríe con malicia pensando en todo tipo de insinuaciones para Amelia.

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