02 | EL HOTEL OBSIDIAN
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— ¡No empujen!
— Sí saben que podemos pasar uno por uno ¿verdad?
La familia Hargreeves entró al Hotel Obsidian, el extraño lugar donde su hermano Klaus había planeado traerlos. Un sitio poco recurrente en donde se hospedaban por mucho tiempo, más que un hotel, era una casa se paso. Cualquiera que lo viese diría que cuesta una fortuna hospedarse allí, la verdad es que la apariencia no siempre lo es todo.
— Hotel Obsidian, te extrañé, vieja zorra. Absóbanla, que llene su seno porque en su apogeo, fue anfitriona de líderes mundiales: Roosevelt, Gandhi, Stalin, Gorbachov, Castro, el rey Olaf de Noruega, uno de los Kim Jong, Tito, el dalái lama, Elvis, y no una, sino dos Kardashian, en teoría. — cuenta número 4.
— Debo hacer una llamada— Allison se retira aburriéndose de la habladuría de su hermano.
— Hoy es sólo un albergue para vagabundos, un lugar de encuentro donde evitas ser juzgado según las reglas y normas de la sociedad.
— ¿Como un escondite? — pregunta Luther.
— Exacto, es perfecto, y lo mejor es que nos cuidará. Y no hará preguntas. Nunca jamás. Vengan.
Amelia y Cinco se miran entre sí con una ceja alzada y caminan hacia recepción con los demás. Encuentran a un perrito, el cual número 8 intenta acariciar, este le gruñe y decide no hacerlo.
— ¡Chet! Hermano mío. Qué bueno verte. Quiero mi suite de siempre — pide Klaus al ver al señor de edad que se acerca a atenderlos una vez que suena la campana.
— Nunca te había visto. Dejen de asustar a mi perro.
— Necesitamos habitaciones — informa Vanya.
— Súper ¿Cómo desean abonar? — el hombre coloca el cartel de "en efectivo, por adelantado" frente a ellos. Los hermanos buscan en sus bolsillos dinero o algo de valor que pueda servirles.
— Guarda ese cuchillo.
Amelia se aparta del grupo y mueve sus manos apareciendo su libro. No lo necesita demasiado, se sabe todos los hechizos que contiene y, al ser de oro, vale una fortuna.
— ¿Planeas dárselo como pago?— Cinco aparece a su lado sabiendo lo que quiere hacer. Ella asiente y estaba por irse, pero la detuvo poniendo su mano en el libro — Puede servirnos mas adelante
— Cinco, no lo necesito y ellos sí.
—Luther ya lo resolvió. Guarda eso — señala al grandote, quien entregó su reloj y logró conseguir dos habitaciones. Amelia suspira y desaparece el libro manteniéndolo seguro — Debemos restablecernos en esta realidad y ahorrar todo lo que se pueda, incluyendo tu poder. Si lo desperdiciamos, no podremos con los Sparrow.
— ¿De verdad tienes la esperanza de que podemos vencerlos? Viste lo mal que nos dejaron en la Academia.
— Si no los vencemos, intentaremos que nos ayuden. Tenemos tiempo, menos mal y no ha pasado nada grave, excepto la sorpresa de que nuestro hermano está vivo aquí.
— Y... ¿Qué opinas de eso? — Cinco frunce su ceño.
— ¿Por qué te interesa?
— No es nada, es sólo que... Se ve muy diferente ¿no crees? Tiene una personalidad distinta a la que recordaba. Ahora es más... Superficial — baja su mirada triste.
— Sé que ustedes fueron muy amigos cuando eran pequeños, Am.
— Sí, amigos... —ella se retira yendo con sus hermanos al ascensor.
Amelia recuerda su infancia y su amistad con Ben. Eran bastante cercanos, diría que lo era más con él que con Cinco. Le contaba secretos que a nadie le decía, incluso le daba regalos especiales en los cumpleaños a escondidas de los demás. Ben era de esos hermanos en los que puedes confiar hasta la muerte y para ella era muy especial, pero después de su muerte, no volvió a hablar de él. Ni una palabra. No se mostraba interesada en el tema, sin embargo, mentalmente, le seguía doliendo el hecho de que nunca pudo apreciarlo como quería. De la manera en que lo quería.
— Nos vemos en el bar en dos horas para hacer un plan— anuncia Cinco.
— Tengo un plan — Diego se pone al frente de todos mientras andan — Atacamos a los Sparrow, recuperamos la casa y golpeamos a papá hasta que admita que somos mejores y que nos ama más ¡Bum! ¡Listo! No perdamos el tiempo.
— Tus planes siempre son los mejores, Diego, como el de Kennedy. Fue estupendo — Diego mira a su hermanita de mala gana.
— Relájate, no te preocupes. Esas mierdas no se irán a ningún lado. Deben estar tan exhaustos como nosotros— tranquiliza número 4.
— ¿Eso crees?
— ¡Sí! Darnos una paliza parecía agotador.
Las chicas se instalaron en un cuarto y los chicos en otro. Uno frente al otro. Así se mantenían juntos pero no mezclados. Amelia se sentó en el colchón viendo a su alrededor y sus hermanas no tardaron mucho en acostarse y descansar.
— Anoche dormí en mi propia cama junto a mi increíble esposo.
— Besé a Sissy hace unas horas o unos 50 años...
— Me alegra que hallaras a alguien que te trata bien.
— Vió mi verdadero yo, aún no puedo renunciar a eso...
— Siento lo mismo por Ray. Ojalá no lo hayamos dejado morir en una guerra de superhéroes— Allison pausa y observa a la más pequeña — ¿y tú, Amelia? ¿Cómo te trató Dallas?
— Mmm... No tenía poderes así que... No fue muy increíble. Después me encerraron un manicomio donde conocí a un chico el cual me quería matar pero por suerte recuperé mis poderes — responde con una sonrisa, la cual borra — pero no perdí nada, a diferencia de ustedes... Perdón.
— Me siento mal, nunca preguntamos cómo te sentías — Vanya la mira desanimada.
— No se preocupen, mis problemas son menores, temas que se resuelven con facilidad.
La morena se sienta en la cama — ¿y si Diego tiene razón y los Sparrow atacan?
— Enfrentamos a toda la Comisión. Podemos lidiar con siete idiotas con uniforme. Sólo nos tomaron desprevenidos— Vanya la mira con atención tomando asiento al lado de Amelia — deberías ir al aeropuerto y regresar a tu vida real. Yo lo haría si pudiera.
Allison sonríe levemente y se acerca a sus hermanas dándoles un abrazo de agradecimiento para después irse. Amelia se pone de pie.
— ¿A dónde vas? — le pregunta número siete.
— Iré a buscar trabajo, alguien debe conseguir dinero para comprar ropa a menos que parezcamos los Beatles todo el tiempo que estemos aquí y sé que el plan de Diego será robar así que prefiero evitarlo para que no haga alguna locura de las suyas— Vanya ríe ante la respuesta tan explicativa — ¿Puedes hacerme un favor?
— El que sea.
— Si Cinco pregunta por mí, dile que fuí a acompañar a Allison. No le cuentes sobre esto, por favor.
— Tu secreto está a salvo conmigo— la chica sonríe y se marcha de la habitación.
En parte, Amelia quería explorar, pero no la ciudad. El tema de Ben la tenía demasiado intrigada y necesitaba verlo. Por lo que no tardó en ir directamente a la academia Sparrow. Subió por las escaleras de emergencia hasta llegar a su habitación, la cual se asomó antes de abrir la ventana y entrar sigilosamente.
Era distinta a como lo era antes. Habían dibujos, bocetos, todo ordenado con ese toque característico de él. Divisó la estantería hallando muchísimos libros. De pequeño era lo que más hacía. Leer. Ella le regalaba algunos de vez en cuando que tomaba de la biblioteca prohibida de su padre sin que se diera cuenta. Le hacía feliz notar cómo le sonreía y sus ojos rasgados desaparecían.
Se asustó cuando la puerta se cerró de repente, hallando al Ben serio que los recibió hace unas pocas horas. Se veía diferente pero a la vez igual al Ben que conoció.
— ¿Qué haces aquí? ¿Vienes a atacar otra vez? — pregunta duramente.
— No, sólo vine a... Perdón por lo de antes, lo de su succionar tu cuerpo y eso no era en serio. No sé qué hacía — el chico ladea su cabeza con su ceño fruncido.
— ¿Quién eres? — Amelia no supo contestar eso, él suspiró y dió un paso adelante — no sé qué haces aquí y ni lo que quieres, pero ya es hora de que te vayas.
— Sólo necesitaba verte. Entiendo que me odies por haber irrumpido en tu casa con mis demás hermanos pero en serio, yo no quiero lastimarte. Jamás lo haría. — sonríe levemente tratando de calmarlo — de pequeña era más alta que tú, ahora me pasas por mucho...
— Quizás si me dijeras tu nombre, podríamos empezar a tomar confianza ¿no crees? — rueda sus ojos.
— Amelia, ya sé el tuyo así que... Un gusto, Ben — ríe suavemente con emoción.
— Bien... Ya puedes irte.
— ¿Puedo venir otro día a verte? — pregunta acercándose, él retrocede.
— Sí, claro, te recibiré — acepta siendo totalmente sarcástico. Amelia se dirige a la ventana para irse. Ben la cierra una vez que la ve desaparecer. Esa chica era muy rara.
La castaña camina por las calles sintiéndose más animada, con una sonrisa contenta en el rostro. Se detuvo en seco recordando un detalle muy importante y usa sus poderes.
— Perdóname por no haberte traído antes, estaba muy ocupada. Te daré pollo como disculpa — se agacha acariciando a Calvin, quien lamía sus manos — Vamos a dormir.
El can ladra y ambos se van caminando de regreso al hotel Obsidian.
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