₁₇ P̶̈́̇̽̽ȯ̸̓̀̈́͘ŏ̷L̸̓͛͑͝
Ansan, 4̴͖̳̖͙͎̣̦͇̿ de m̶̧͉͙̖͗̔̓̐̏̇ą̴̪̩̫̝̰̈̿̊͂ͅr̶͇̟̝̠̲͗͗z̶͈̭̰̗̮̖͛̿̇̀̕ö̷͕͇̠̠̔̀͛̂̀͐́͝ͅ de 2̵̟̲͙̺̆̄͘0̶̨̨̳͈͙̫̑͑̒́̈́̈́̆̑1̷̗̳̗̩́9̴̰͈̣͋̔͝
YJ, 19 años. SB, 18 años.
Al traspasar el espejo llegó al pasillo de su instituto. Pero al contrario de lo usual, esta vez todo lucía desgastado y oscuro, además de estar lleno de humedades, probablemente debido a que todo estaba inundado de agua, aunque solo le llegaba hasta los tobillos, pero para alguien con temor al agua como Yeonjun, era horrible.
Aún así, no tuvo reacción alguna, se encontraba tranquilo a pesar de sus fuertes pulsaciones causadas por lo inquietante que era el lugar. Después de todo, ahora mismo su instituto se asemejaba demasiado a cualquier edificación abandonada por la cual se podría hacer una exploración urbana similar a aquellas que alguna vez vió donde siempre acababan encontrando cosas aterradoras.
Aunque estaba nervioso, se mantuvo bastante calmado, especialmente cuando comenzó a caminar siguiendo un pequeño rastro de sangre que había en el agua, como si hubieran arrastrado a alguien herido por todo el lugar.
A medida que avanzaba, Yeonjun sujetaba más fuerte el llaverito de luna para sentirse seguro aún sabiendo que eso era inútil, porque ya es consciente lo que que iba a pasar.
Lo sabía perfectamente, pero no le gustaba saberlo, pues nunca había llegado hasta ese punto. ¿Tan mal estaba? ¿Acaso ya estaba todo perdido? ¿Había llegado a su límite?
Definitivamente se siente de esa manera, pero aún quería tener algo de esperanza y pensar que con el tiempo todo se solucionaría solo a pesar de ya no tener absolutamente nada de estabilidad, pues que ese mundo de los sueños anteriormente colorido y animado ahora luzca bastante tétrico y deprimente le daba a entender que ya no podía caer más bajo. Se encontraba en un punto sin retorno, incapaz de regresarle los colores vivos y las agradables personas que lo habitaban.
Tan solo eran él y un angustiante silencio que era perturbado por el sonido del agua que causaban sus pasos y una mezcla de susurros incomprensibles que también lo estaban guiando a cierto lugar.
Cada paso que daba se sentía más pesado, como si el agua se volviera slime pegandose cada vez más a sus pies con el fin de impedirle caminar. Pero no era eso, al contrario, el agua se sentía incluso más ligera de lo normal, así que es él quien no quería seguir avanzando al autoconvencerse de que algo se lo impedía, pero aún así seguía hacia delante. No podía detenerse aunque quisiera.
Y así llegó a la cancha interior de baloncesto, que estaba igual de inundada que el pasillo, solo que dentro había demasiadas raíces negras llenas de pinchos que dejaban un camino libre hacia esa puerta.
Yeonjun se adentró, importándole poco el acabar lastimado por las espinas y se paró frente a esta. Es una puerta cerrada de instituto como otra cualquiera. Entonces, ¿por qué le perturbaba tanto?
Debía abrirla, pero no quería, y cada segundo que pasaba, en esta empezaban a aparecer manchas negras y algunos ojos observándole con detenimiento, juzgándole por ser tan cobarde como para no poder abrirla.
Se sentía tan presionado por esas miradas que, sin darse cuenta, lágrimas empezaron a caer de sus ojos.
No, de hecho no era por la presión, sino por la situación en la que se encontraba.
Llevó su mirada hacia el pequeño cartelito que había al lado de esta para intentar distraerse un poco. Sin embargo, leerlo solo empeoró la desagradable mezcla de emociones que sentía ahora mismo.
"Swimming pool", eso era lo que ponía.
Ese instituto es uno de los pocos de Ansan que contaban con una gran piscina climatizada única y exclusivamente para dar educación física cuando hacía mucho calor.
Sin embargo, como los alumnos necesitaban mucho tiempo para cambiarse y algunos aprovechaban eso para saltarse las clases, con el pasar de los años se prohibió usar la piscina a no ser que pidieran un permiso a la directora y su uso fuera luego de finalizar el horario escolar.
Como era un proceso un tanto tedioso para unas horas poco convenientes, prácticamente nadie iba, aunque la piscina seguía recibiendo el mantenimiento necesario.
Yeonjun nunca llegó a tener una clase de educación física ahí, algo que agradece porque seguía sin saber nadar. Por eso es que el lugar siempre le causaba indiferencia, simplemente ignoraba que existía y ya.
Pero en algún punto de su vida, esa maldita piscina se convirtió en su peor pesadilla, llegando a ser la principal culpable de su irracional miedo al agua.
No quería recordar. Antes se sintió muy valiente al traspasar el espejo. En cambio, ahora se arrepiente demasiado. Quiere regresar y seguir fingiendo que todo estaba bien a sabiendas de que ya no podía volver a ese feliz pero falso mundo en el que se había resguardado durante años.
Estaba perdido, y lo estaba desde que la mariposa negra ━siendo el único rayo de esperanza que ha tenido en este maldito infierno oculto bajo la fachada de ese asqueroso mundo de los sueños━ fue cruelmente asesinada por él mismo.
Era como una batalla entre su capacidad de raciocinio y ese "yo" interno al que tanto temor le tiene, siendo ese "yo" el claro ganador. Y como este se trata de una cruel representación de sus más podridos sentimientos, creo que no hace falta mencionar lo nocivo que es para su vida el dejarse llevar por este.
Por su culpa estaría eternamente atado al pasado, en especial a aquel momento que vivió tras la puerta que lo separaba de ese maldito recuerdo, puerta que se abrió sola mientras él se perdía en sus pensamientos.
Sin consciencia alguna, avanzó lentamente con la mirada perdida. Ni siquiera se percató de que el lugar ahora no estaba inundado, sino que el único líquido que había era el agua de la piscina.
¿Agua? No, no es agua, ¿o quizás sí? No lo sabe, solo veía una piscina llena de líquido rojo, lo suficientemente transparente como para descartar que sea sangre, pero lo suficientemente roja como para no poder confirmar que sea agua.
Tal vez una mezcla de ambos.
El brusco sonido del chapoteo le hizo llevar su mirada al otro lado de la piscina, donde vio algo que le causó una fuerte punzada en el pecho.
Fuera del agua estaba ese otro Yeonjun completamente podrido, agachado en el borde y hundiendo con todas sus fuerzas algo, o más bien a alguien.
Ese Yeonjun agarraba sin cuidado alguno esas hebras azabache que tan bien conocía para mantener al sujeto hundido hasta que se ahogara mientras el dueño de ese lindo cabello movía los brazos en un intento de sacar el rostro a la superficie para tomar el aire que le empezaba a faltar.
Yeonjun se encontraba anonadado viendo esa cruel escena.
Quería gritar que se detuviera, pero las palabras no salían. Sentía un gran nudo en su garganta que le impedía hacer el más mínimo ruido.
Quería tirarse a la piscina para salvar a Soobin, pero no sabía nadar, además de tener el brazo roto. Solo empeoraría la situación.
Quería correr hacia ese otro Yeonjun y detenerlo, pero sus pies no obedecían, ninguna de sus extremidades parecían funcionar.
Lo único que pudo hacer es dejarse caer de rodillas y llorar de manera muy desgarradora.
Cerró muy fuerte los ojos para no tener que seguir viendo como Soobin moría frente a sus ojos, pero maldijo tener la capacidad auditiva, pues sus oídos fueron invadidos por las llamadas de auxilio del menor mientras el sonido del agua se hacía cada vez más fuerte.
━Y-Yeo- ━le escuchó toser━. A-Ayuhdhhhh ━Soobin apenas podía hablar al no lograr pasar ni un segundo fuera del agua. Pero el sonido que causaban sus movimientos eran lo suficientemente fuertes como para que hicieran eco por todo el instituto.
Todo empezaba a retumbar en su cabeza, y una leve migraña comenzó a molestarlo hasta el punto de llevar sus manos a esta, deseando poder arrancársela para no tener que escuchar ni presenciar lo que se acontecía.
Antes de volverse loco por el ruido, de repente el lugar quedó en absoluto silencio, dándole una angustiante intranquilidad a pesar de que ya todo se había detenido.
Yeonjun tardó un poco en abrir los ojos, y al hacerlo se dió cuenta de que ahora se encontraba en el mismo lugar donde estaba el otro Yeonjun, el cuál había desaparecido.
Su mirada fue primeramente hacia sus propias manos, cuyos dedos estaban arrugados, señal de haber estado mucho tiempo en remojo, aunque él no recuerda haber estado tanto tiempo en el agua como para llegar a ese nivel.
Luego alzó la cabeza para ver el llavero de Soobin flotando en el agua roja, y a unos pocos centímetros de este había un cuerpo sin vida con múltiples raíces espinosas clavadas por todo su cuerpo, causando que el agua rojo transparente se volviera más opaca.
Estaba flotando boca abajo, pero no le hizo falta ver su rostro para averiguar de quién se trataba. Por la cabellera azabache y la pierna escayolada supo rápidamente que era su amado Soobin.
Tardó un poco en reaccionar debido al shock, y su corazón se aceleró bastante a medida que iba procesando lo que acababa de ocurrir.
Nuevamente, quería ir a por él, pero el miedo le impedía moverse.
Así que esta vez, solo se dignó a llorar y chillar sin importarle que se estaba desgarrando la garganta.
Gritó porque odiaba soñar.
Gritó porque se odiaba a él mismo.
Gritó por el dolor de ver a su amado sin vida.
Gritó como una señal de auxilio que sabe que nadie escuchará.
Gritó porque no era la primera vez que pasaba, y no estaba preparado para volver a vivir algo así.
Si antes se encontraba perdido, no hallaba las palabras adecuadas para definir cómo está ahora que volvió a perder a su amado.
Y no era para menos.
Soobin era un jóven adolescente de 18 años que tenía una larga vida por delante, vida que Yeonjun le arrebató tras haberlo ahogado ese 4 de marzo de 2019 en la piscina de la escuela.
Contador de muertes de Soobin: 2.
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