━Capítulo Dos
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〘 ✰.༄☼︎ 𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟎𝟐 ☼︎༄.✰ 〙
–— mestizos —–
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ÉL ESTABA EN SU MUNDO POR COMPLETO O AL MENOS ASÍ ERA COMO SE SENTÍA. Nada de ruido
solo una voz susurrandole que todo
iba a cambiar apartir de ahora.
Creyó haber visto a alguien viendolo fijamente del otro lado de la calle pero supuso que solo estaba algo paranoíco.
Estaba tan concentrado en lo suyo que no se percató de que Diane llevaba hablandole durante un par de minutos.
—Tierra llamando a Percy —escuchó que lo llamaba mientras pasaba una mano por su cara repetidas veces —. ¿Hay alguien en casa?
El pelinegro se giró rapidamente hacía Diane, saliendo de su pequeño trance y se apresuró a negar con la cabeza.
—¿Estás bien? —preguntó ella, buscando con la mirada lo que sea que estaba mirando —. ¿Seguro?
—Sí, solo... creí haber visto algo —respondió con una mueca, restandole importancia al tema —. Sigamos.
Ambos entraron rápidamente a
las galerias de arte griego y romano, dandole alcanze a Grover y al resto
de sus compañeros de clase.
La chica observó maravillada las estatuas y demás reliquias que tenían
en diversos pedestales.
—Afrodita.
La voz de Percy logró sacarla de su pequeño transe. Ella solo se giró a verlo por unos segundos sonriente.
–Diosa de la belleza y el amor sexual —respondió, embelesada por la estatua —. Sabes, es una de mis diosas favoritas. ¿Tú tienes algún dios preferido?
—Probablemente sería Poseidón
pero no importa —contestó sin ganas para después encogerse de hombros.
Diane miró como Percy sacaba sus audifonos de uno de sus bolsillo y lo miró con esa mirada que te dedica
una madre de regaño.
—¿Enserio vas a oír música mientras nos enseñan todo este arte? —reprendió la pelirroja con ese tono malhumorado, cruzandose de brazos con firmeza.
—Es mejor que morir de aburrimiento —respondió poniendose los audifonos en sus oidos con pereza.
Diane rodo los ojos. ¿Aburrido? Puf, la mitología griega era un inmenso mar de historias que esperaban ser leidas. Ella amaba leer pero sobre todo investigar lo que fuera hasta encontrar el porqué.
—Hay doce dioses del Olimpo —comenzó a decir aquel hombre en
silla de ruedas, capturando la atención de los jovenes —. Los tres principales son; Zeus, Poseidón y Hades. Ellos adquirieron poder derrocando a su padre, Cronos. Lo cortaron en mil pedazos.
El hombre rápidamente señaló un pequeño jarrón de barro que estaba justo detrás de ellos, en el que se podía ver perfectamente la representación.
Algo que no paso por desapercibido
para Diane fue la mirada furtiva que la profesora Dodds le dedicaba a Percy.
Había algo en aquella mujer que para nada le agradaba.
—Los tres dioses son rivales desde entonces —continuó diciendo el señor Bruner mirando con disimulo hacia los tres amigos —. Siempre discutiendo, siempre declarando la guerra.
Rápidamente todo el grupo se dió la vuelta para apreciar una obra más que aquel hombre barba tenía que decir.
Pero la profesora Dodds seguía ahí,
junto a ellos, como quien acecha a su presa. Y el pelinegro no pudo evitar sentirse acosado de cierta forma.
Casi por instinto buscó la mano de
Diane y no dudó en entrelazarla con
la suya. Como siempre la ojiverde le
trasmitía ese calidez y seguridad.
—En varias ocasiones bajaron a la
tierra -siguió diciendo el hombre con
la atención de todos en él —. ¿Cómo
se los digo?
—Divertirse —completó Grover mirando a sus amigos picaro, logrando que todos rieran ante tal ocurrencia.
El hombre en silla de ruedas asintió dandole la razón.
—Se divertían con mortales. Los hijos de estas uniones eran mitad dioses, mitad humanos —anunció, antes de mirar a los jovenes en espera de una respuesta —. ¿Alguien sabe cómo se les llama?
Diane alzó la mano con timidez, esperando que le dieran luz verde
pero quien menos estaba interesado
fue el afortunado.
—¿Percy?
Al ver que el chico no respondía y seguía en su mundo, la ojiverde no tuvo de otra que darle un codazo que lo sobresaltó y no dudó en quitarse los audifonos.
—Percy, responde —susurró Diane, señalando con la cabeza al señor Bruner que aguardaba por una respuesta.
—Perdón, ¿qué decía, señor Bruner?
La pelirroja solo rió por lo bajo a causa de la distracción de Percy, mientras Grover solo rodaba los ojos.
—¿Cómo se le llama al producto de un humano y un dios?
—Semidiós.
—Exacto. Muchos se convirtieron en grandes heroes como Hércules y Aquiles —siguió relatando, mirando con fijeza al chico frente a él —. ¿Puedes nombrar a otro?
El pelinegro solo hizo un gesto de confusión y negó suavemente con la cabeza.
—Te voy a ayudar, tú tienes algo en común.
Grover miró a Percy expentante.
El chico miró a detalle el mural de piedra que estaba justo en la pared,
justo atrás del señor Bruner. Y como era costumbre las letras griegas escritas rápidamente se cambiaron, haciendo una oración completamente nueva que apesar de ser griegas Percy entendió.
"Perseo derrota a Cetus".
—Perseo —respondió temeroso, recibiendo un asentimiento por parte del hombre en silla de ruedas.
—Correcto.
Después de eso se dió la vuelta, siendo seguido de nueva cuenta por los chicos.
—Por aquí tenemos a Artemisa, la
diosa griega de la caza y las doncellas
—comenzó a decirles, señalando la esttatua —. Artemisa juró siempre mantenerse pura. Si ella rompía su juramento el fruto de su vientre estaría maldito de alguna u otra forma y la miseria lo seguiría por siempre.
Diane contemplaba la estatua
mientras el señor Bruner seguía hablando. Artemisa sacaba una
flecha de su carcaj mientras con
su otra mano sostenía a un ciervo
de los cuernos.
Desde que era pequeña había oído
una infinidad de mitos de aquella diosa gracias a su padre. Amaba oír como su padre le leía todo sobre ella antes de ir
a dormír. Además amaba la arquería, por eso Damien le decía que tenía más en común con ella que nadie.
—Diane -llamó Grover, mirando a
su alrededor con recelo —. ¿Donde está Percy?
—Obviamente Percy está... -comenzó
a decir buscando la mano del pelinegro pero no hubo nada —. En ninguna parte.
Ambos se miraron a los ojos confusos pero tambien bastante asustados, apesar de todo sabían que Percy no se alejaría de sus amigos en lugares públicos pero no estaba y eso los asustó aún más.
La pelirroja comenzó a buscarlo por todas partes con la mirada mientras
se movía lentamente entre el mar de alumnos sin tener rastro del chico.
—¿Paso algo, Diane? —preguntó el
señor Bruner al ver a la chica moverse un tanto inquieta.
—Percy no está, profesor.
—Tenemos que encontrarlo —exclamó el hombre comenzando a moverse por
el lugar no sin antes tranquilizar a los demás e inventarles cualquier excusa.
Diane junto a Grover y el señor Bruner se dieron a la tatea de buscar a Percy, no fue hasta que llegaron a una puerta que decía sala temporalmente cerrada que dieron con el pelinegro.
La imagen que encontraron no fue
la mejor. La pelirroja soltó un grito
de terror mientras que los dos hombres parecían no observar a detalle al horrible monstruo que sostenía al chico de la ropa.
—¡Suéltalo! —exclamó el señor Bruner con furia a la criatura —. ¡Suéltalo ahora o te juro que te haré pedazos!
Diane no supo si fue el instinto de pelea o el hecho de que no quería ver herido a Percy pero no titubeó a la hora de tomar una espada que estaba tirada.
—¡Oye tú, bestia horrible! —gritó la pelirroja bastante enojada porque no
lo soltaba —. ¡Suelta a mi Percy!
Y seguido de eso lanzó la espada, logrando que está se incrustará en
una de sus alas. Instantaneamente
la criatura soltó un gruñido de dolor
y soltó Percy por culpa del dolor.
Rápudamente huyó no sin antes romper una de las ventanas.
—¡Percy! —exclamó Diane con preocupación, arrodillandose ante
él buscando alguna herida grave —. ¡Dios mio! ¿Estás bien?
—¿Qué si estoy bien? —preguntó él incorporandose del suelo asustado —. ¡Esa cosa con alas acaba de atacarme y se supone que era nuestra profesora!
El pelinegro comenzó a caminar de un lado a otro musitando para si mismo, definitivamente debía estar soñando.
—Necesito medicina —repetía una y otra vez moviendose por todos lados ansioso.
—Percy calmate, todo va a salir bien —aconsejó Grover con voz calmada y eso inquieto a ciertos adolescentes.
—No, ¿eso ocurrió realmente? —interrumpió Percy señalando por donde el monstruo se había escapado —. Se transformó en eso.
—Una furia oculta en la escuela -murmuró el señor Bruner al Grover, quien estaba cerca de él —. Debí imaginarlo.
Posiblemente los semblantes de la pelirroja y el pelinegro estaban igual de desencajados. ¿Una furia? ¿Esas bestias en verdad existían? Sonaba ilogico.
Diane conocía todo sobre la mitología griega y romana, sabía de lo que eran capaces las furias pero no creía posible que todo eso existiera y al parecer toda su vida había vivido engañada.
—¿Una furia? ¿Qué es una furia? —cuestionó el ojiazul con rápidez sin dejar de moverse de un lado a otro —. ¿Y por qué le dijo que la haría pedazos?
—¿Qué es lo que quería, Percy?
—Dijo que yo había robado un rayo
y no sé qué más —respondió el chico al hombre, algo confuso —. Mencionó algo sobre la hija de Artemisa, algo como que su final estaba cerca.
—Los encontraron, corren peligro —murmuró el hombre de nueva cuenta a su complice Grover.
—¿Alguien puede decirme que está pasando? -preguntó Diane confusa, su gesto lo decía todo —. ¿Cómo que nos encontraron? ¿De que hablan?
El señor Bruner simplemente ignoró a la pelirroja y con una seña mandó a callar a todos.
—Ya no están seguros aquí —musitó
al chico en muletas, ignorando a los dos jovenes enfrente de él.
Diane solo rodó los ojos con molestia.
No sabía de que estaban hablando y el hecho de que murmuraban entre ellos
la molestaba aún más.
—¿A dónde los llevo?
—No hay opción, al campamento.
—¿Qué campamento?
—¡Oigan, estamos enfrente de ustedes! —exclamó Diane mas molesta haciendo una mueca y mirandolos incredula.
—Si creen que es el ladrón y que la
hija de Artemisa sigue viva no hay lugar seguro ni en el cielo ni en la tierra.
Percy y Diane se miraron el uno al
otro aún más confusos. No les estaban diciendo absolutamente nada, hablaban como si no estuvieran enfrente suyo
y para colmo lo que creyeron que no existía estaba mas vivo que nunca.
—Percy, usa esto para defenderte —anunció Bruner sacando de su bolsillo un bolígrafo que rápidamente le paso al chico —. Es una poderosa arma. Cuídala bien. Solo usala en una verdadera emergencia.
–Es un bolígrafo –soltó Percy con incredulidad.
—Llévalos con sus padres y no los pierdas de vista —musitó el hombre con seriedad, tomando a Grover de su camiseta.
—Descuide –se apresuró a decir
Grover, antes de dirigirse a sus dos amigos —. Percy, Diane, muévanse.
Vámonos rápido. Caminen.
Ninguno pudo reclamar nada solo
se vieron obligados a seguir a Grover
sin rechistar. El único que no dejaba de quejarse era Percy, quien seguía sin creer que le habían dado un bolígrafo como una poderosa arma.
Una vez salieron de la galeria Percy no se hizo esperar a soltar todas las dudas que rondaba por su cabeza.
—Oye, ¿qué está pasando? —preguntó
el pelinegro a Grover, moviendose con rápidez por la calle.
—Escuchen, no confien en nadie
¿okey? -comenzó a decirles el chico
en muletas, acelerando el paso —.
No miren a nadie, solo caminen.
—¿Por qué te pidió Bruner que nos vigilaras? —preguntó Diane igual de desorientada que el ojiazul, dando pasos veloces para no quedarse atrás.
—Porque soy su protector.
—¡Alto! ¿Nuestro protector? —soltó Percy desacelerando el paso solo para encararlo —. ¿Es enserio?
—¿Qué? ¿Crees que porque estoy así no puedo mantenerlos a salvo? —cuestionó incredulo luego de oírlo decir tal cosa.
—Tal vez no estés viendo lo que yo —comenzó a decir Percy sin creer lo que su amigo le comunicaba —. ¡Usas muletas!
—Daría mi vida para garantizar su seguridad.
—¿De que hablas? —soltó Diane furiosa por la falta de respuestas por parte de su amigo —. ¿Qué carajos esta sucediendo?
—Hay que avisarles a sus padres —
fue lo que dijo Grover antes de volver
a retomar la marcha, obligandolos a seguirlo —. Muévanse, rápido.
——— ✮✧☾✧✮ ———
Durante el trayecto a casa, Grover le
dijo ciertas cosas a Diane que de algún modo se le hicieron familiares. Entre ellas la descendencia de la que venía
el porque toda su vida había sido una completa locura tal vez.
Ella se dirigió a su casa para empacar sus cosas mientras tanto los chicos se encontraban en casa de Percy para dar unos cuantos detalles a Sally sobre como estaba la situación con respecto a esto.
—¡Diane, llegaste! —exclamó Damien con una sonrisa de oreja a oreja, yendo a ella para abrazarla pero fue rechazado —. ¿Pasa algo, hija?
—¡Eres un mentiroso! —rebatió la pelirroja con furia sintiendo un nudo en su garganta y las lagrimas queriendo salir —. ¡Dijiste que mamá había muerto cuando yo nací!
El rostro de Damien se endureció por completo y frunció el ceño confuso. En ningún punto de su vida siendo padre su pequeña adoración le había hablado de aquella manera tan grosera.
—¿De que hablas?
—No finjas demencia —continuó
Diane, ahora si con los ojos llorosos
—. Crecí con la idea de que mi madre había muerto dando a luz y ahora me enteró que está viva y no solo eso si
no que también es una diosa griega. ¿¡Qué está mal conmigo!? ¿¡Es que
no puedo ser normal!?
—Te lo contaré, pero necesito que
te calmes. No es fácil de digerir a la primera —pidió haciendo un suave movimiento con las manos, intentando calmarla —. Si después de eso me odias lo entenderé completamente.
—Entonces no me hagas esperar y habla de una buena vez.
Damien soltó un suspiro de pesadez
para después empezar a hablar con la esperanza de que su hija entendiera.
—Conocí a tu madre hace mucho tiempo. Ella era diferente a todas las mujeres que conocí —relató con una sonrisa, haciendo a su hija rodar los
ojos —. La primera vez que la ví ella estaba cazando, yo regresaba de entre el bosque con leña. En mi vida había visto tan hermosa mujer. Recuerdo que me reclamó porque asusté a su presa y me amenazó si me acercaba más a ella.
Diane empezó a sumergirse más en el relato.
—Poco a poco fuimos conociendonos, aunque ella se negaba a aceptar nuestra cercanía. Todo iba de maravilla hasta que un día dijo que estaba embarazada pero que tener al bebé era arriesgado. Aún así estuvo dispuesta a tenerte pero lastimosamente tendría prohibido verte.
—¿Por qué no me lo contaste desde un principio?
—Te lo iba a decir cuando fueras
mayor pero no pensé que llegaría
tan rápido ese momento —siguió diciendo mientras movía las manos
—. Ahora todo es diferente y una vez que sabes que eres un semidios tu
vida deja de ser segura. Por eso fue
que nos mudamos del bosque, al ser
una semidiosa había criaturas que querían asesinarte por ser producto
de algo que nunca debió pasar.
—En algún momento ella... —
empezó a decir Diane intentando
no sollozar —. ¿Ella intentó volver? ¿Volver con nosotros?
Con todo el dolor que un padre podía cargar, Damien negó.
—¡Era una bebé! —exclamó furiosa poniendose de pie exaltada —. ¿¡Cómo pudo cometer semejante barbaridad!?
Damien no dijo nada más, solo se
calló y se acercó poco a poco a ella antes de envolverla con suavidad entre sus brazos, justo como cuando era niña.
—Nadie más que ella puede decirte el porqué —susurró a su oreja aún con sus brazos envolviendo a su hija.
—No debí decir eso, lo siento —empezó
a decir ella separandose suavemente
de él —. Yo jamás podría odiarte porque te quiero mucho, papá. Tan solo querías protegerme, darme una vida tranquila. Perdón, papá...
—Tranquila, todo está bien —
respondió quitando las lagrimas del rostro de la pelirroja para después mirarla con ternura —. Ahora busca
tus cosas. No tenemos mucho tiempo antes de que te vayas.
—Espera —interrumpió la pelirroja antes de arrugar el entrecejo confusa
—. ¿Cómo sabes eso?
—Yo tengo algo llamado instinto paternal.
——— ✮✧☾✧✮ ———
Diane se mantenía tranquila en su asiento, mirando como la noche poco a poco cubría lentamente el cielo.
Aunque aparentará estar de lo más relajada la verdad es que no era así. Su mente trabajaba de más, intentando digerir o al menos encontrar respuestas vagas a varias de sus teorías luego de enterarse que era hija de una diosa.
Si de algo estaba segura es que el simple echo de ser una semidiosa o mestiza le traería mas problemas de los que podía controlar.
Por otro lado Percy estaba incluso mucho peor que ella, pues él en su vida había sabido nada de esto.
—¿Qué esta pasando? —soltó Percy de inmediato, una vez estuvieron dentro del auto en camino a quien sabe donde —. Es que te juro que yo no robé nada.
—Te creo, mi amor —murmuró Sally
con tono amoroso dandole algunas rápidas miradas a su hijo —. Te creo.
—¿A dondé vamos? —cuestionó el
joven, antes de desviar su mirada al paisaje que atravesaban —. ¿Dondé
esta este campamento?
—Es un campamento para personas especiales como Diane y tú.
—¿Personas especiales? —soltó Percy con ese caracteristico tono de ironía tan suyo —. ¿Es un manicomio o algo así?
—No, cielo. Percy, tiene que ver con tu padre —comenzó a explicarle su madre provocando que el pelinegro apretará ligeramente los puños —. Acababa de graduarme cuando lo ví por primera vez en Nueva York. Tu padre era diferente a todos los hombres que conociera. Radiente.
—Siempre son radiantes —comentó Grover desde el fondo a lo que Diane le dió un suave codazo —. ¡Oye!
—Estabamos muy enamorados —continuó narrando con emoción apesar de que su hijo rodará los ojos —. Cuando tú llegaste al mundo todo era perfecto. Pero tuvo que irse.
—¿Entonces si nos abandono?
—No, cielo. Tuvo que hacerlo. Te
amaba. Dejarte tal vez fue lo más
difícil que haya echo.
—¿Por qué tuvo que irse?
—Porque es un...
Pero la mujer no tuvo la oportunidad de responder aquella pregunta pues el grito tras de ella la aturdió de algún modo.
—¡Sally, cuidado!
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SEGUNDO CAPÍTULO PUBLICADO
Cuanto tiempo ha pasado, ¿no? Con
la nueva portada la inspiración ayudo muchisimo no lo se con exactitud lo que si se es que aquí tienen un capitulo más. YA SE VIENE LO CHIDO.
Se que probablemente algunos
vayan a entender la historia de Diane y otros no, pero no se preocupen proximamente todos esos datos se van a ir revelando.
Espero les haya gustado y para demostrarlo deben dehar sus votos e incluso comentar si asi lo desean. No se olviden de agregar el fic a sus listas de lectura para que bo se pierdan de mis actualizaciones, eh.
Ya es opcional si desean seguirme
en mis redes sociales y aquí en Wattpad ;)
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