━Capítulo Cinco







¿𝐐𝐔É 𝐃𝐈𝐑Í𝐀 𝐓𝐔 𝐌𝐀𝐃𝐑𝐄 𝐃𝐄 𝐄𝐒𝐓𝐎?









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〘 ✰.༄☼︎ 𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟎𝟓☼︎༄.✰ 〙

–— misión —–

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LAS FIESTAS ERAN ALGO CON LO
QUE DIANE NO SE SENTÍA DEL TODO cómoda. Sin embargo, todos estaban muy contentos celebrando la victoria por fin del equipo azul así como la llegada del hijo del Dios de los Mares.

Todos bebían y comían alegres por su triunfo. Grover escoltaba a Percy, quien venía tomando la mano de Diane para que no se perdiera entre tantos chicos. El sátiro obviamente disfrutaba de ir por todos lados presumiendo a sus amigos.

Ya era de noche y era cuando más alocados se ponían los adolescente.

—¡Disculpen, damas y caballeros el
hijo de Poseidón va a pasar! —gritó Grover con alegria, abriendose paso entre la multitud —. ¡El heróe va a pasar, a un lado! No, no nos mires así
mi amiga es la hija de Artemisa no te conviene molestarnos grandote.

Percy no tardó en disculparse en voz baja por el comportamiento irritante
y a la vez euforico de su compañero al dirigirse a uno de los hijos de Ares.

Al llegar a la mesa de bocadillos unas chicas se acercaron. Parecían ser hijas de la diosa de la belleza Afrodita.

—Oye, Percy. Abra una fiesta en nuestra cabaña más tarde.

—Nos encantaría si pudieras ir —
siguió una de ellas con una sonrisa de oreja a oreja.

El rostro de Diane poco a poco se fue tornando oscuro. Sus ceño se frunció ligeramente y se cruzó de brazos a la espera de que esas chicas terminaran
de tartamudear y babear por Percy.

¿En serio no capta la indirecta? Típico de Percy Jackson.

Antes de responder Diane apretó con suavidad sus manos unidas intentando darle un mensaje. Solo no iras.

—Me encantaría, muchas gracias —respondió el pelinegro con una sonrisa amable antes de mirar a Diane —. Tal vez vayamos, gracias por invitarnos.

—A mi támbien me gustaría ir a la fiesta, no se hubieran molestado chicas —comentó Grover interrumpiendo a Percy e intentando llamar la atención de ellas.

—Bueno, eso es todo chicas —comentó Diane haciendoles un gesto vago para que se fueran —. Nos vemos después.

Ellas de mala gana se alejaron con Grover detrás de ellas pidiendoles que lo invitaran y que conversaran con él. No le extrañaba ese comportamiento siendo un hombre. Afortunadamente Percy no haría tales cosas si ella lo evitaba.

Nos encantaria si pudieras ir —empezó a repetir Diane con voz chillona imitando a la rubia, mientras tomaba un par de bocadillos de la mesa —. Ash, son tan irritantes las hijas de Afrodita y mas si son rubias. Abusan de su belleza.

Percy soltó una risa que hizó que ella lo mirará ofendida.

—¿De que te ries, tarado? No da gracia.

—Diane Gagnon, ¿acaso estás celosa?

—¿Celosa? Pff, por favor —respondió la pelirroja haciendo un gesto vago a la vez que rodaba los ojos divertida —. Puedes salir con quieres, Perceus.

—Entonces eso se resume a que las chicas que se me acerquen van a recibir una flecha en la cabeza —comentó él divertido haciendo una mueca mientras daba un sorbo a su trago.

—Podría ser...

—¿Qué te parece si vamos a otra parte? —propusó el pelinegro con nerviosismo señalando desinteresadamente el lugar.

Ella asintió y la tomó de la mano para empezar a abrirse paso por entre el mar de adolescentes frente a ellos.

—Tú me defendiste y eso fue asombroso, eres muy buena peleando.

—Es lo que hacen los amigos, se cuidan las espaldas el uno al otro —respondió Diane con una sonrisa sin dejar de moverse —. Además, Clarisse iba a matarte si no hacia algo. No se porqué te aborrezca tanto, pero si no intervenía ádios chico pez. Eso merece un gracias.

—Gracias por eso.

Después hubo una pequeña pausa y se detuvieron justo enfrente de la fogata, sus rostros iluminados por la luz de esta.

—Así que solo tú puedes hacerme daño, interesante.

Probablemente si no fuera porque era de noche el sonrojo en sus mejillas sería mas notable que en ese momento. Fue en ese instante que se odio por decir eso.

—No se ni por qué lo dije, fue algo del momento —respondió Diane intentando sonar firme pero salían tartamudeos y sentía sus manos sudar —. No es como que... mejor olvidemos eso. Yo quisiera saber que fue todo eso, ¿desde cuando aprendiste a pelear de ese modo?

—Como dijiste tú fue algo del momento —mencionó Percy haciendo que ella le diera una mirada de confusión —. Sonará loco pero, creo que fue mi padre llamandome, diciendome que peleara. Fue algo muy extraño, ¿sabes? De la nada sentí como el dolor desaparecía.

El rostro de Diane pasó de la confusión a la alegria. No sabía como interpretar con palabras eso, pero en el fondo sabía que de alguna u otra forma a ella támbien en algún punto sintió esa conexión con su madre.

—Supongo que solo a nosotros puede pasarnos estás cosas.

—Desventajas de ser mestizos —comentó Diane con una sonrisa antes
de darle un sorbo a su bebida al igual que hizó el joven frente a ella.

Justo en ese momento de la nada la fogata que estaba frente a ambos se avivó por completo haciendo que todos los jovenes incluidos ellos retrocedieran completamente asustados.

Fueron los hijos de Area quienes al instante desenvainaron sus espadas dispuestos a pelear si era necesario.

Una monstruosa criatura enorme ardiendo en fuego hizó su apareción desde la hoguera. Con voz profunda y buscando por todos lados algo habló.

—¡Percy Jackson! ¿¡Dónde estás!?

Percy se giró confundido y aterrado a ver a la joven a un lado suyo quien de igual manera tenía esa mirada llena de terror.

Al no recibir señales de la presencia
del joven el monstruo empezó a lanzar bolas de fuego a todos lados haciendo añicos gran parte del campamento. Los campistas empezaron a alzar sus armas dispuestos a desatar una batalla.

—¡Apártense!

Quirón se abrió paso frente a Percy y Diane alzandó sus espadas.

—Percy Jackson entrégame el rayo —exclamó aquella bestia mirando a todos lados antes de ablandar su tono —. Sé
un buen chico, dámelo a mi y prometo devolverte a tu madre.

—Percy no lo escuches. ¡Percy!

Sin embargo, Percy no se detuvó a
hacer caso a Quirón al contrario se soltó del agarre de Diane y se abrió paso entre el montón de adolescentes hasta que se posicionó frente a frente de la criatura.

—¡Mi madre murió!

—No, tu madre sigue con vida. Le ordené al minotauro que la secuestrara —explicó el monstruo con una sonrisa acercandose un poco a él —. Está conmigo en el inframundo.

Pronto el monstruo se inclinó un poco más y creó una ilusión a base de fuego en la que se pudó ver perfectamente a Sally Jackson. La expresión en su rostro dejaba mucho que decir.

—Percy...

Unos segundos después la criatura de fuego dió un manotazo a la ilusión que devolvió al chico a la realidad.

—¿Qué le hiciste a mi madre?

—Tendrás que entregarme el rayo si quieres volver a ver a tu madre.

Después de decir aquello el monstruo
se esfumó entre las llamas avivadas y la hoguera volvió a la normalidad como si nada hubiera pasado. Percy apretó los dientes furioso y un tanto colerico.

—Quirón tengo que rescatarla —exclamó Percy con desesperación acercandose al centauro y a sus amigos.

—Percy tú no tienes el rayo.

—Le diré la verdad —propusó el ojiazul exasperado haciendo varios gestos con las manos —. Cuando se de cuenta que yo no soy el ladrón la dejará ir.

—No, no puedes negociar con Hades —respondió Quiron mirandolo alterado antes de cruzarse de brazos —. Cuando se de cuenta que no tienes el rayo te asesinará con tu madre.

—Es nuestra única salida.

—No, adhiérete al plan. Viaja al Olimpo y habla con Zeus —empezó a decirle poniendo una mano sobre su hombro
de manera reconfortante —. Cuando lo convenzas de tu inocencia haremos lo que podamos para recuperar a tu madre.

—Okey.

Diane y Grover se dieron una mirada rápida. Después la pelirroja miró al de ojos azules. No era tonta, conocer por tantos años a Percy le facilitaba las cosas y sabía bien que Perceus Jackson no era de esas personas que se quedaba con los brazos cruzados. Asi que sabía que iba
a tener que vigilarlo de cerca porque en cualquier momento haría algo loco.



































































——— ✮✧☾✧✮ ———
















Alrededor de las doce de la noche la
hija de la diosa de la caza se despertó asustada pues sin saber porque tenía
un mal presentimiento que involucraba a Percy Jackson en el. Así que empezó a guardar sus cosas más escenciales en su mochila por si tenía que ir con él.

Un par de horas después Grover llegó casi corriendo a la cabaña sacandole un susto a la pelirroja.

—Es Percy, está planeando algo —informó Grover intentando controlar su respiración irregular mientras tomaba asiento en un sofá de piel cerca de ella.

—Suerte que empaque a tiempo —contestó la chica apretando las correas de su mochila antes de hacerle una seña para que la siguiera —. Vamos por él. No va a ir solo a que lo maten o algo así.

Fueron sigilosos a la hora de acercarse
a la cabaña de Poseidón. Ambos se escondieron tras unos muros para ver a dónde se dirigía el muchacho o si iba o no a salir por la madrugada. Un par de minutos después salió con una mochila en su hombro, pero al pasar por el muro la pelirroja fue la primera en aparecer.

—Con que te vas —comentó Diane con una sonrisa divertida acercandose a él —. ¿Se puede saber que haces despierto a estas horas?

—Si, responde Perceus —soltó Grover apareciendo por atrás sacandole un susto al chico —. ¿A dónde vás?

—Voy a caminar...

—¿En la madrugada?

—Si, ¿a qué vienen tantas preguntas? —cuestionó Percy mirando a la pelirroja a su lado algo nervioso —. ¿No deberían de estar en sus cabañas?

—Eso mismo te pregunto yo —comentó Diane siendo ignorada por el pelinegro que solo siguió caminando.

—Si vas a caminar te acompañaremos —informó Grover siguiendo al chico unos cuantos pasos más atrás.

—No, prefiero ir solo.

—Vamos contigo —insistió el satiro sonriendo, ocasionando que el chico se desesperará aún más

—No.

—No nos vamos a despegar —soltó Grover con diversión chocando los
cinco con la pelirroja a su lado.

Lo que el grupito no sabía es que a unos cuantos metros justo por la entrada de la cabaña seis se encontraba una rubia con su mochila casi lista, preparada para ir a la misión junto a aquellos jovenes.

Sabía perfectamente que aquel chico hijo de Poseidón era la clave de todo el embrollo del campamento y no iba a quedarse con los brazos cruzados. Quizá era la misión que llevaba esperando por años y no dejaría ir su oportunidad.

—Percy me pones nervioso —
decía Grover a unos metros llamando
la atención de la joven —. No podemos salir después de la una.

—¡Dejame en paz, vayanse a dormir o algo!

—Una victoria y ya estás listo para enfrentar a Hades —comentó Annabeth ligeramente molesta acercandose al grupito con una ceja alzada.

—¡Ay, ya somos tres!

—¿Exactamente quien eres tú y por qué támbien quieres ir conmigo?

—Disculpa si no me he presentado —respondió la rubia estrechando la mano del pelinegro con un gesto serio —. Soy Annabeth Chase, hija de la diosa de la ssbiduria Atenea y por lo visto está más que claro que van a necesitar mi ayuda.

Percy solo la miró confundido una vez solto su mano. ¿En serio una chica que por lo que oía era lista estaba dispuesta a arriesgarse en una misión peligrosa?

—Llevo mucho tiempo esperando una misión, sesos de alga —espetó Annabeth deteniendolo por un segundo —. Atenea no es ninguna fan de Poseidón, pero si vas a salvar el mundo, soy la indicada para evitar que metas la pata.

—Anda, si eso es lo que piensas —
replicó el pelinegro restandole importancia reanudando su andar —. Imagino que por ser hija de la diosa de la sabiduria tienes un plan, ¿no, chica lista?

—Atenea siempre tiene un plan.

—Oigan acabo de escuchar que mi madre sigue viva —informo Percy dandoles una severa mirada a los tres jovenes junto a él —. La voy a salvar.

—¿Del inframundo?

—De dónde quiera que este.

—Si, tal vez logras engañar a Hades —comentó Diane con algo de ironía ganandose una mala mirada por parte del chico —. Ups, me calló entonces.

—Tal vez sí.

—No Percy, no puedo dejar que hagas esto.

—Oye no te estoy pidiendo permiso —soltó Percy molesto girandose a ver a su compañero, quien lo miró indignado.

—Okey, pues acorde al reglamento —comenzó a decir Grover caminando justo en medio de sus dos mejores amigos —. Si no puedo detenerte debo acompañarte porque soy tu mejor
amigo y tu protector.

—Estás en nivel uno.

Entonces en cuanto escuchó aquellas palabras el sátiro soltó una carcajada ruidosa y claramente falsa.

—Era innecesario.

—No necesito qur nadie me ayude, esto es algo que debo hacer solo.

—Sí, pues no te estamos pidiendo permiso —exclamó Diane poniendose justo enfrente del pelinegro tan solo para detenerlo —. Iremos contigo y no quiero excusas, ¿oiste, Perceus?

—Diane puede ser peligroso, no
quiero ponerlos en peligro —respondió Percy poniendo su mano en su hombro mirandola con seriedad —. No se que haría si algo te pasa, a ambos.

—Somos un equipo, nos protegemos el uno al otro —informó la pelirroja con una sonrisa esperanzadora tomando su mano entre las suyas —. Te aseguro que estaremos bien. Además deberíamos dejar que Annabeth vaya con nosotros, iremos por buen camino si ella viene.

Percy esquivó su mirada y empezó a meditar que iba a decir. Diane Gagnon tenía algo especial al que Percy por más que quisiera no podía resistirse. Siempre terminaba convenciendolo al instante.

—¿En serio quieren venir?

—¡Sí!

—Entonces iremos todos.

—Bueno, ¿quien sabe como llegar
al inframundo? —preguntó Grover mirando a sus compañeros.

—Eso nunca paso por mi cabeza.

Pasaron unos cuantos segundos hasta que Annabeth pensó algo que les podría ser de ayuda.

—Sé de alguien quien podría saber.

Fue la rubia quien los guió a la cabaña once, la cabaña de Hermes donde todos los mestizos que aún no sabían quienes eran sus padres divinos podían estar.

Al entrar a la cabaña encontraron
a Luke sentado en una silla bastante cómoda con un control de videojuegos gritandole a una pantalla de Xbox.

—Luke —saludó Annabeth llamando la atención del rubio.

—Hola chicos —saludó Luke dandoles una ligera mirada al grupo sin detener su partida —. Percy imagine que vendrías tarde o temprano todo el mundo lo hace para escapar de ese mundo estancado en la epóca medieval.

Rápidamente el joven dejó el mando a un lado y se pusó de pie abriendo sus brazos señalando todo a su alrededor.

—Bienvenidos al mundo moderno.

—Uh, me gusta...

—¿Y qué están tramando?

—Vamos a salvar a mi mamá —respondió Percy mirando al rubio de manera seria.

—Tu papá es el mensajero de los dioses, uno de los pocos que ha ido y vuelto del inframundo —comenzó a decir la rubia teniendo la atención del chico —. ¿Tú tienes idea cómo?

—No tuvé el gusto de conocerlo en persona.

—¿Támpoco tú?

—Todos estamos igual, ¿eh? —
comentó Luke con diversión mirando
a los recien llegados —. Es porque todos los dioses son igual de egoístas. Solo piensan en sí mismos, pero una vez tuvé la oportunidad de entrar a su casa. Tiene cosas increibles.

El rubio sonrió antes de alejarse un poco para ir en busca de algunas cosas. Traía una caja polvorienta que se les enseñó y pronto se la pasó a Percy.

—Para ti.

Percy tomó la caja extrañado y le quitó el poco polvo que aún le quedaba a esta. En cuanto la abrió unos zapatos salieron volando sorprendiendo a los presentes.

—Tenis con alas.

—Son de mi padre. Tiene cientos y cuentos de ellos —respondió el chico antes de tomar el zapato volador y entregarselo —. No es gran perdida. Mira debajo del otro.

Rápidamente Percy tomó una nota que encontró debajo de la caja cuidando que el otro par no saliera volando y pronto guardó el otro zapato en la caja.

—¿Ustedes sabían que han bajado muchos al inframundo sin estar muertos? —preguntó Luke recargando en una de las sillas mientras miraba al grupito —. Hércules lo hizó, Orfeo, mi papá lo hace todo el tiempo. Entrar no es complicado. Salir, esa es otra cosa.

Pronto el joven señaló la gran hoja que traía el pelinegro en sus manos.

—Este es un mapa de las perlas de Perséfone.

—Perséfone, es la esposa de Hades.

—La obligó a casarse con él —respondió Annabeth ganandose la mirada atenta del pelinegro —. La tiene prisionera.

—Obviamente odia estar ahí abajo.
Hace calor y él está loco —continuó diciendo Luke haciendo señas graciosas —. Así que tiene visitantes secretos. Tiene perlas para ellos en todo el mundo y estas perlas brindan la manera de escapar del inframundo. Úsenlas para salir.

—Y las perlas, ¿cómo funcionan?

—Fácil. Tomas la perla, la pisas, la destruyes y visualizas dónde quieres estar —respondió Luke luego de oír a Diane —. Ahora, hay tres perlas en Estados Unidos. Este mapa los guiará.

El rubio se acercó a ellos señalando una dirección en el mapa.

—Aquí está la primera ubicación —informó Luke señalando una parte del mapa que se iluminó.

El imperio de la tía Eme.

—Cuando encuentren la primera perla el mapa les mostrará la siguiente y la siguiente y luego a ver a Hades. Lo que me recuerda que tal vez necesitaran protección.

Rápidamente el chico rebuscó entre sus cosas hasta que encontró lo que buscaba.

—Mi escudo favorito —informó pasandole el escudo a Percy que pronto él se colocó, después se dirigió a los tres —. Les recomiendo que se aparten.

El escudó se abrió por completo en cuanto el pelinegro se lo pusó cosa que sorprendió a sus acompañantes.

—Oye, gracias Luke.

—Nah, es una placer —soltó él con una sonrisa antes de enseriarse por completo —. Solo prometanme una cosa. Si ven a mi padre camino al infierno patéenlo de mi parte.

Percy asintió algo confuso mientras que una sonrisa resplandecía en el rostro del joven.

Cuanto ama entonces a su padre, pensó Diane riendo para sus adentros.






































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El grupo decidió ir por tierra pues no quisieron arriesgarse a que Zeus hiciera algo en su contra en el proceso. Asi fue como realizaron un largo recorrido a su primer destino desde Long Islang hasta una parte rural de Nueva Jersey. En el trayecto Diane no pudó resistir el sueño y se durmió sobre el hombro de Percy hasta que llegaron a una parte especifica y bajaron del autobus.

Al llegar al lugar lo primero que vieron fue que el aspecto de aquel sitio no era el mejor. Parecía un basurero, hierba por todas partes, automóviles y camionetas varadas, plantas y más plantas y lo que lo hacia resaltar cientos de estatuas.

—Este lugar necesita una buena remodelación —comentó Grover mientras observaba a su alredor.

Pronto entraron pues la vieja puerta de madera se encontraba abierta.

—¡Hola!

—¿Hay alguien en casa de la tía? —exclamó el sátiro adentrandose más a la polvorienta casa antes de acercarse a una maquina —. Miren esto, tienen sodas gratis.

Rápidamente la pelirroja se acercó divertida a la maquina y al momento en que Grover abrió el compartimiento un montón de ratones salieron sacandoles un tremendo grito a ambos jovenes.

—Okey, que asco —susurró Grover tallandose las manos con su chaqueta para después ver el lugar aterrado —. Salubridad debería cerrar este lugar.

—Oigan, aquí afuera —informó Annabeth dirigiendolos a la parte trasera de la casa.

Percy se acercó ligeramente a Diane, quien tallaba sus manos asqueada por lo ocurrido.

—¿Todo bien?

—Si, solo fue algo horrible eso —respondió ella divertida antes de tocar los carillones de viento colgantes —. Anda vamos, este lugar está de locos.

Diane tomó suavemente su mano y lo obligó a moverse junto a ella. Al estar afuera encontraron a Annabeth junto a una fuente entrenida con su interior.

—Miren esto —comentó la rubia enseñandoles unas monedas doradas que había en ella —. Son dragmas.

—Debemos estar cerca.

Pronto la chica le dió las monedas al pelinegro y él las miró embelesado.

—¿Cómo encontraremos la perla?

—Buena pregunta.

—Hay que separarnos —propusó Percy soltando un suspiro frustrado mirando a  sus amigos —. Hay que revisar todo.

—Buena idea —comentó Grover señalando la entrada por donde llegaron —. Yo iré por acá.

—Percy y yo revisaremos por el otro lado —informó la pelirroja ganando un asentimiento de sus compañeros para después dirigirse a dónde dijo.

El lugar en serio era de lo más tenebroso y de cierto modo escalofriante. El jardín estaba repleto de estatuas y más de ellas, lo curioso de todo esto es que cada una se veía extremadamente realista.

—Esta dichosa tía Eme si que debió detener tiempo de sobra y tecnica para hacer esto —soltó Diane divertida a la vez que tocaba una de las estatuas —. Uno pensarían que son reales. Claro, si no fuera porque son solo piedra.

—Vaya que son extra realistas —comentó Percy acercandose a ella para observalas más de cerca.

—¿Qué es esto? —preguntó Diane señalando una piedrecilla brillante incrustrada en la estatua —. Oh, por dios. ¡La encontramos, es una perla!

—Genial, solo faltan dos más. Aunque creo que eso fue realmente fácil.

—Sí que lo fue...

De repente su concentración en la perla se vió interrumpida por unos gritos a un par de metros. Lo peor es que era la voz de Grover gritando sus nombres.

—Algo anda mal.

—¡Grover! —exclamó Percy sacando
su boligrafo espada algo asustado antes de tomar a la chica de la mano y salir corriendo —. ¡Vamos, Diane corre!

Mientras tanto en otra parte del enorme jardín Annebeth corría siendo tomada de la mano por una mujer que parecía de lo más alterada, que no dejaba de gritar que corrieran ya que su marido habia sido convertido por esa mujer.

—¡Grover! —gritaba el ojiazul moviendose con la chica tras de él por entre los arbustos —. ¿¡Dónde estás!?

Fue entonces que al llegar a cierta parte del jardín los chicos se encontraron, aunque no de la manera en que quisiera pues iba a tanta velocidad y asustados por rumbos diferentes que chocaron.

Para su desgracia la de melena rojiza no se salvó y támbien terminó en el suelo sobandose una rodilla.

—¿¡Por qué no te fijas por dónde vas!? —exclamó Percy algo molesto ayudando a su amiga a ponerse de pie junto a él.

—Percy, escucha...

—¿Dónde estamos?

—En el jardín de Medusa —informó Grover antes de mirar a su amigo con panico.

—Esto no esta nada bien —soltó
Diane sacudiendose un poco la ropa antes de salir corriendo seguida por
los chicos —. ¡Annabeth!

Por otro lado Annebeth corrían sin parar con la paranoíca mujer por entre las estatuas y plantas confundida.

No entendía la seriedad de tanto alboroto hasta que se detuvieron al ver frente a ellas a una mujer que llevaba lentes oscuros y estaba vestida de un color en especial. Negro.

—No se mueva.

—Vaya, que fabulosa sorpresa —comentó la desconocida con un tono bastante calmado, provocando sollozos de la mujer —. Es encantador tener visitantes tan jovenes. Nos sentimos muy solas aquí. ¿No es así? Es por eso que creo mis estatuas. Son mi única compañía, hija de Atenea.

—¿Y cómo es que lo sabes?

—Tienes un cabello muy hermoso —continuó diciendo la mujer acercandose a acariciar su larga melena rubia —. Yo solía tener el cabello asi. Era cortejada, deseada por muchos hombres, pero todo eso cambió debido a tu madre. La mujer que me maldijó

Apesar de todo Annabeth se mantuvó firme. No retrocedió y támpoco dejó que notará que tenía miedo. Rápidamente la desconocida se alejó un poco.

—La que me convirtió...

Al notar que la mujer empezó a quitarse lo que envolvía su cabellera, Annabeth se dió cuenta de todo. Era nada más y nada menos que Medusa.

—¡Cierra los ojos! —exclamó la rubia logrando que la señora acatará su orden antes de cerrar sus ojos ella támbien.

—En esto...

Quizás no hizó falta verlo para comprobarlo, pero claramente el sonido de miles de serpientes se hizó presente y el terror en ambas mujeres aumentó.

—Dicen que los ojos son las ventanas
del alma. Es muy descortes no ver a las personas a los ojos —susurró Medusa con voz suave incitandolas a abrir sus ojos —. Por favor, solo mirá...

La acompañante de Annabeth no pudó evitar caer ante el hechizo de Medusa y lentamente descubrió sus ojos, lo que fue su peor error. Instantaneamente se convirtió en piedra y al tener a la rubia agarrada de la mano no pudó zafarse.

Afortunadamente Percy junto a Diane y Grover llegaron a tiempo, pero tuvieron que esconderse detrás de unas estatuas.

—¿Cómo enfrentaremos algo que no podemos ver?

—Podemos ver su reflejo —informó Percy mirando a su amigo.

—Creo que por aquí tengo algo —susurró Diane sacando de su mochila
un espejo de maquillaje compacto —.
Tal vez esto pueda ser de ayuda.

—Si, esto servirá —respondió Percy tomando el espejo

—No sabia que traías cosas de ese tipo.

—Que no se olvide que sigo siendo una damita, chico cabra —respondió Diane acomodando su cabello antes de recibir una mirada por parte de su amigo.

—Voy por Annabeth.

—Sí, nosotros nos encargaremos de Medusa —informó Percy restandole importancia para concentrarse en lo
que veía a tráves del espejo.

—Serás una hermosa pieza en mi colección —decía Medusa rondando a Annabeth, antes de acercarse a la estatua de la mujer para colocar sus lentes —. Seremos amigas por siempre.
¿Te importa?

Percy y Diane solo podían observar la escena frustrados sin saber que hacer para ayudarla.

—Tarde o temprano tendrás que abrir esos ojos —continuó diciendo la mujer acercandose a la chica y pronto varias de sus serpientes acariciaron el rostro de la joven —. La tentación de mirarme es fuerza para resistirse.

—No lo hagas Annabeth, no abras los ojos —exclamó Percy mirando por el espejo antes de Diane pusiera su mano en su boca para callarlo.

—¿Quién es ese? —cuestionó Medusa escuchando atenta a sus serpientes —. Son dos. ¿Otros semidioses?

Sin pensarselo mucho Percy tomó la muñeca de su acompañante y ambos salieron corriendo a lo que Medusa no tardó en seguirlos siendo guiada por la hipnotizante voz de sus serpientes.

Estar corriendo por entre las estatuas
y enormes plantas solo ocasionó que la pelirroja se rasgará una mejilla. Aunque eso no pudó frenarlos pues estaba en serios problemas si los encontraban.

Finalmente se detuvieron justo detrás de una estatua y el pelinegro se asomó un poco con el espejo, observando el reflejo de Medusa a unos cuantos metros.

—Hijo de Poseidón, yo salía con tu papi.

Después de eso Medusa hizó un movimientos brusco derriban una estatua que derribó a otra y luego a
otra hasta llegar a dónde estaban los
dos chicos escondidos.

Sin embargo, antes de que la última estatua fuera derribada Percy fue rápido y empujó a la pelirroja lejos. Para su desgracia fue él quien quedó atrapado.

La chica estaba en el suelo cerca de unos arbustos a un par de metros del joven.

Percy intentó tomar su espada que estaba a nada, pero Medusa fue rápida y pateó el arma apartandola de él. Pronto lo tomó por la camisa obligandolo a que se pusiera de pie y la mirará.

—Dicen que tienes el rayo, hijo de Poseidón. ¿Puedo verlo?

—¡Yo no lo tengo, Medusa!

—Déjame ver tus ojos —pidió la mujer en susurros tomando al chico del rostro —. Dicen que son más azules que el mar circasiano. Ábrelos o mis hambrientos bebés tendrán que abrirlos por ti...

Percy se negaba a obedecer sus ordenes y por más que sintiera asco por sentir las serpientes tocar su rostro no pudó hacer nada para impedir que siguieran.

—Sería una lástima destruir un rostro tan joven y atractivo —susurró Medusa tomandolo de la barbilla con dureza —. Quédate conmigo, Percy. Solo tienes que abrir los ojos...

Diane no perdió tiempo y importandole poco su vida hizó aparecer de la nada su arco mágico, puesto que este no era ni un boligrafo solo algo que se convertía en físico si lo necesitabas o invocabas.

Aprovechando el momento y ardiendo en celos tomó la primera flecha que sus manos tocaron y disparó dandole a la mujer justo en la espalda logrando así distraerla para que soltara a su Percy.

—No te atrevas a tocar a ese hombre, maldita vivora —exclamó Diane con furia dando un paso al frente con los ojos completamente cerrados.

Medusa se giró mirando a la chica
llena de furia y se acercó un poco solo para verla mejor, aún con la flecha mágica incrustrada en su espalda.

—Debí imaginarlo, hija de Artemisa —comenzó a decir tomandola del rostro con fuerza queriendo hipnotizarla —. ¿Qué diría tu madre de esto? Odia a los hombres, imagina salir con uno y que para colmo sea un semidios prohibido.

—¡No le hagas daño! —gritó Percy con los ojos cerrados.

—Amor, amor juvenil —comentó Medusa con diversión tocando la melena rojiza de la joven —. No tengo una pareja para adornar mi jardín. Supongo que ustedes serán los primeros. Se van a ver tan lindos juntos y petrificados.

Justo en ese momento hubó un gran choque que ocasionó que todas las estatuas fueran destruidas y cientos de pedazos de piedra salieran volando al igual que ambos chicos junto a Medusa.

Los creadores de aquel desastre solo reían emocionados por la adrenalina del momento vivido, aún sin poder creer que seguían vivos luego de haber echo eso con los ojos cerrados.

Medusa rápidamente se pusó de pie y se concentró en el pequeño espejo tirando en el suelo.

—Hijo de Poseidón...

Aquella distracción literalmente le
costó la vida pues el pelinegro fue rápido y al salir de entre los arbustos le cortó la cabeza acabando de una vez por todas con ella.

—Yo no perdí la cabeza.

Diane permanecía en el suelo con algunas heridas leves en su cuerpo y algunas marcas que más tarde se harían moretones. Pronto el chico se acercó y la ayudó a ponerse de pie.

Al instante la pelirroja lo envolvió en
sus brazos completamente asustada revisando cuidadosamente su rostro.

—¿No estás herido? ¿Te hizó algo esa horrible mujer?

—Oye estoy bien —respondió él apartando sus manos para acariciar el rostro de ella —. Dioses, en serio te ves como si hubieras luchado una guerra tú sola Diane. Ya me encargaré de esto, ¿si?

Diane asintió suavemente y ambos se acercaron a la camioneta en la que aun seguían sus dos amigos.

—Oigan ya pueden abrir los ojos —exclamó Percy limpiando su espada antes de dar un golpe en la tapa.

—Annabeth increible forma de conducir —exclamó Grover acercandose a ella para chocar los cinco con emoción.

—Deberíamos llevarnosla —propusó Annabeth mirando la cabeza en el suelo.

—¿La cabeza? Iugh, que asco.

—Si le abres los ojos sigue funcionando, viva o muerta —informó la rubia luego de escuchar a Grover —. Algo así podría ser de mucha utilidad.

—Si tiene razón, pero yo no la tocare.

—¿Por qué no la envolvemos en
la chaqueta de Grover hasta que consigamos hielo?

—¡Estás loca, mujer! —exclamó Grover mirando de mala manera a Diane, que solo sonreía haciendo ojitos —. ¿Por qué tiene que ser en mi chaqueta, pelirroja?

—Porque tú eres el protector —respondió Diane encogiendose de hombros restandole importancia.

—Tienes razón soy el protector —comentó Grover con calma antes de comenzar a quitarse varias prendas
—. Mejor les doy mi sudadera no mi chaqueta, ¿okey?

—Eres un bebé —susurró Percy incandose para envolver la cabeza en la sudadera de su amigo —. Qué asco.

—Ya damela, pero no vayas...

Y tal como pidió Grover que no hiciera, el pelinegro arrojó la cabeza y el sátiro tuvó que atraparla apesar del asco.

—Oigan, esperen —pidió Percy llamando la atención de sus amigos al ver algo en el brazalete de Medusa —.
Es otra perla.

—¿A qué te refieres con otra perla?

—Diane encontró una extra en una de las estatuas.

Rápidamente les enseñó aquella perla verde que encontró dejandolos un tanto confusos. ¿Qué Luke no había dicho que solo eran cuatro perlas y ellos tenían una extra? Vaya suceso más extraño.

—Ya solo nos faltan dos.



































































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QUINTO CAPITULO PUBLIGADO

Holo, ¿cómo están criaturas del señor? Espero y bien. Siendo sincera no se que carajos se apoderó de mi, pero lo agradezco porque por fin logre seguir con este fic (perdón lo tenían en el abandono, pero volví).

¿Qué opinan del cap? ¿Les gusto? Perdón si está más largo que de costumbre casi 5500 palabras, no miento cuando digo que me aloque escribiendo. Esperen actualizaciones por aquí támbien. REVIVAN LXS FANS DE ESTE FIC POR FAVOR ;)

Para no alargar más esto me
despido no sin antes decir que voten y comenten. Eso ayuda a crecer el fic y me hacen saber si les gusta mi trabajo. Ya es opcional agregar el fic a sus listas de lecturas para que no se pierdan de las actualizaciones y mis redes estan en mi bio por si quieren si a echar un vistazo.

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