─¡Tsubasa!─ el joven Misaki evitó la barrida de Taki y le hizo un centro a su compañero de oro para que rematara.

─¡Qué buen centro, Misaki!─ le dijo su compañero, quien hace una "paloma" y logra meter el balón en el arco de Morisaki─¡Gooool!

─¡Tonto!─ Ishizaki le dio un golpe en la cabeza─¡Hasta yo hubiera detenido ese tiro!─ lo acusó con el dedo.

─Sí, cómo no─ se burló Kisugi.

─Metiste un autogol contra el Hanawa por patear mal la pelota─ le recordó Taki riendo.

─¡Grr! ¡No me lo recuerden!─ volteó a otro lado para ocultar su sonrojo.

Todo el equipo rió.

─Como el entrenador está enfermo, es nuestro deber esforzarnos al máximo en este entrenamiento─ dijo el capitán, Wakabayashi, el portero estrella.

─¡Sí, capitán!

En ese momento, vieron cómo las botellas temblaban solas.

─¿Qué está pasando?─ preguntó Urabe.

─Se están moviendo solas─ dijo Izawa.

─Shh─ pidió Takasugi─. Silencio. Escuchen.

Todos prestaron atención, y oyeron una especie de temblor. A los pocos segundos el temblor aumentó su magnitud. Las ventanas de las casas cercanas se rompieron.

─¡ABAJO!─ pidió Misaki.

Pero antes de que pudieran mover un dedo, el suelo se dividió en dos, llevándose a Nishio, Kishida, Urabe, Nakayama y Morisaki hacia abajo. 

─¡MUCHACHOS!

─¡RECUÉRDENMEEEEE!─ gritó Urabe antes de ser perdidos de vista.

─¡NO PUEDE SER!─ gritó Kisugi.

─¡CÚBRANSE EN ALGÚN LUGAR!─ pidió Tsubasa.

Las luces de la ciudad comenzaron a parpadear, y alguno que otro poste se cayó.

Tsubasa, Ishizaki y Wakabayashi se escondieron debajo de una banca. El resto buscaba dónde esconderse, no había muchos lugares en una cancha de fútbol, tenían que ser rápidos.

Lo último que los tres pudieron ver fue el tejido de la cancha caer encima de los demás.