2.3
Blood on my shirt, rose in my hand
You're looking at me like you don't know who I am
Blood on my shirt, heart in my hand
Still beating
«Lo sabe. Todo»
Chuuya no necesitaba más. Sabía a qué se refería Ango, sabía a quién se refería, y eso decía mucho más que cualquier explicación que su compañero pudiese darle.
Al deslizar la mano por el verde tallo de la rosa para cogerla, una espina se clavó en su dedo. La sangre empezó a brotar.
Se secó la herida en su camisa blanca, antes de mirar a Dazai. Seguía sonriendo, porque no podía dejar caer su fachada. Ahora menos que nunca
—Llegas tarde.
Si Ango no se lo hubiera dicho, Chuuya podría haber jurado que Dazai no sabía nada. Actuaba como siempre, con pasos cautelosos, devorándole con la mirada. Como si no supiera quién era en realidad.
¿En qué momento habían llegado a ese punto?
Era más que irónica la situación en la que se encontraban. Eso no debía haber pasado más de unas semanas, y llevaban así poco más de un año.
¿Tan mal se le había dado?
Muchas veces pensó en renunciar. En decirle a Ango y a todo el mundo que no estaba capacitado para ese trabajo e irse a un país lejano. Francia o Inglaterra estarían bien para empezar otra vida, lejos de ojos oscuros y sonrisas inteligentes.
Esas dos semanas en las que no se había dejado localizar por ninguno de los dos había sido lo más cerca que había estado de rendirse.
Cuando Dazai estuvo lo suficientemente cerca, dejó caer la rosa que sostenía y tomó la navaja a tiempo para apuntarla a su cuello mientras sentía en su pecho el frío metal de la pistola que Dazai sostenía.
—¿Piensas matarme? —sonrió Dazai.
—¿Acaso crees que no puedo?
La risa de Dazai, fría e irónica, le provocó un escalofrío.
—Demuéstralo.
El filo del cuchillo hizo un pequeño corte, tan pequeño como el de la espina en su dedo, y la sangre salió.
—¿Te parece prueba suficiente o quieres más?
La sonrisa de Dazai se amplió.
—Estamos iguales ahora, Chuuya—la manera en la que pronunciaba su nombre hacía que fuese difícil incluso respirar—. ¿Qué te parece si hablamos con el corazón en la mano?
Esta vez fue el turno de Chuuya de sonreír más.
—Al parecer, no lo sabes todo —se burló, borrando ligeramente la sonrisa de Dazai—. Al menos, no todo lo que crees saber.
Era verdad, pero no tenía manera de saberlo. No podía saber que Chuuya tenía el corazón en un puño por él. Que se lo arrancaría si él se lo pidiese. Que haría lo que fuese por mantenerle a su lado.
Y que había perdido todo por su culpa.
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