;; Capitulo IV
Al día siguiente te dolía la cabeza, no sabias donde estabas mucho menos lograba recordar nada de lo que pasó la noche anterior
— Mierda...
Una ola de recuerdos llegó a tu cabeza y tu último recuerdo era cuando Sanzu de besó, pasándote aquella pastilla
Viste tu cuerpo y empezaste a verlo, notando como este estaba igual que siempre.
Te recostaste en la cama soltando un suspiro de alivio, para luego ver tu teléfono y notar la hora que era.
9:30
— Oh mierda mierda mierda
Tu hora de entrada al trabajo fue hace hora y media y apenas acabadas de levantarte.
Te levantaste lo más rápido que pudiste para luego colocarte lo primero que encontraste, corriste a la cocina buscando algo de comida pero no había nada.
No hiciste más que soltar un suspiro de desesperación y salir corriendo al trabajo.
Al llegar ahí, encontraste la tienda abierta y entraste por la puerta de servio, para ponerte tu mandil verde militar encima de tu ropa y entrar a la tienda.
Tus ojos fueron directo a la caja encontrandote con la mirada de enojo, rechazo y de regaño por parte de Ayato.
Rápidamente te acercaste a él, saludaste al cliente y empezaste a hablar con él chico mientras seguía atendiendo.
— El jefe te quiere en su oficina — dice el chico y solamente volteas a verlo con los ojos abiertos como platos — ¡Pero ya!
Exclama Ayato y de enseguida fuiste a la oficina que estaba alado de tienda. Era una cada grande, la casa de tu jefe.
Llamaste a la puerta y te abrió una señorita guiandote hacia la oficina del señor.
Te sentaste enfrente de él sin verlo a los ojos pensando en que te podía decir.
— Dígame señorita _____, ¿es usted jefa de este local? — pregunta el jefe
— No señor...
— Díganme, ¿cuál es su horario de entrada al trabajo?
— A las ocho
— Entonces explíqueme ¡¿Por qué diablos llega hora y media más tarde?! — te grita el mayor — ¡Tuve que llamar a Ayato para abrir el local por que la estúpida de mi empleada no puede llegar a la hora que se asigna!
Lo único que hiciste y dijiste ante esas palabras fue agachar la mirada, esperando a que te despidieran.
— Por favor... no me corra — murmura bajo
Necesitabas el dinero para lograr mantener los gastos de tu casa, de tu hogar, ya que no podías contar con tus padres para ello.
— ¿Estas dispuesta a lo que sea? — te pregunta el mayor
Si necesitas el dinero, era el único empleo que te ofrecía un salario decente para que pudieras mantenerte.
— Si — Respondes bajo
— Te quiero hoy a las 8 de la noche aquí, si no llegas entonces ni te molestes en volver mañana
Sus ordenes fueron claras, si no llegabas ese mismo día en la noche, te olvidabas completamente de tu empleo.
Y Sanzu, que al parece ver tenía múltiples contactos por todos lados, mismas personas que te vigilaban, no tardó mucho en saber la situación.
"Te quiero para mí, solo para mí y si eso no es posible,
entonces lo único que el mundo podrá hacer por ti,
es recordarte."
— Mierda...
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