uno.

Jimin estaba acurrucado en el sofá, envuelto en una manta gruesa mientras el frío aire invernal golpeaba las ventanas. Su piel pálida tenía un ligero tono rosado debido a la fiebre, y su nariz ya estaba algo enrojecida por la gripe que lo había dejado débil desde hacía un par de días. Jungkook entró en la sala en silencio, con pasos ligeros, observando a su omega con una sonrisa llena de ternura. No importaba cuán enfermo estuviera Jimin, siempre le parecía precioso, y ese pequeño gesto de vulnerabilidad solo intensificaba su deseo de cuidarlo.

Jimin alzó la vista cuando sintió la presencia del alfa. Aunque la fiebre lo tenía agotado, el simple hecho de ver a Jungkook le dio una pequeña chispa de energía. Sin embargo, cuando notó el ligero aroma de otro omega en la ropa de Jungkook, algo en su interior se tensó. No era raro que Jungkook interactuara con otros omegas en su trabajo, pero esa inseguridad tan característica de Jimin siempre aparecía en los momentos menos esperados.

Jungkook, que conocía cada una de las expresiones de Jimin como la palma de su mano, notó de inmediato el leve cambio en su rostro. Se acercó con cuidado, sentándose al borde del sofá y acariciando suavemente la mejilla del mayor.

─Jiminie, ¿qué pasa? ─susurró Jungkook, inclinándose para que sus rostros estuvieran a la misma altura.

Jimin apartó la mirada, fingiendo estar concentrado en ajustar la manta que lo cubría. No quería parecer infantil ni dejar que los celos lo dominaran, pero su pecho se sentía pesado, y esa sensación lo frustraba.

─Nada... solo... ─murmuró Jimin, su voz débil no solo por la fiebre, sino por el cúmulo de emociones que siempre parecía brotar cuando se trataba de su alfa.

Jungkook sonrió suavemente y dejó un pequeño beso en la frente de Jimin, justo donde sabía que la piel estaba caliente por la fiebre. Sabía exactamente lo que estaba pasando por la cabeza del rubio, y no lo culparía por sentir esos celos, porque para él, los celos de Jimin eran una forma tierna de demostrar cuánto lo amaba.

─No hay nadie más, Jimin─dijo Jungkook con voz suave pero firme, mientras sus labios dejaban otro beso, esta vez en la nariz enrojecida de su omega─. Tú eres lo más bonito que me ha pasado, ¿lo sabes? No hay, ni habrá, otro omega que se compare a ti.

Jimin cerró los ojos ante el tacto de Jungkook, sintiendo cómo el nudo en su pecho comenzaba a desvanecerse lentamente con cada palabra y caricia. Jungkook siempre sabía qué decir, siempre encontraba la manera de calmarlo, de hacerlo sentir que era suficiente, más que suficiente.

─Pero... ─comenzó Jimin en un susurro, con un ligero tono de inseguridad─ a veces pienso que no soy suficiente para ti.

Jungkook dejó de acariciarle la mejilla por un segundo, sorprendido por lo profundamente enraizadas que estaban esas inseguridades en el mayor. Luego, sin decir nada más, lo rodeó con ambos brazos y lo atrajo hacia su pecho. Jimin no se resistió; de hecho, enterró su rostro en el cuello del pelinegro, buscando ese confort que solo Jungkook podía darle.

─Eres más que suficiente, Jimin─murmuró Jungkook mientras acariciaba el cabello rubio del omega, dejando suaves besos en la parte superior de su cabeza─. No sé qué haría sin ti, honestamente. Eres el único que me completa, el único que quiero a mi lado, para siempre.

Jimin se relajó completamente en los brazos de Jungkook, disfrutando de la calidez que su alfa le brindaba. Sus respiraciones comenzaron a sincronizarse, y aunque Jimin seguía sintiéndose un poco débil por la fiebre, el calor del cuerpo de Jungkook era reconfortante.

─Además... ─continuó Jungkook, separándose solo un poco para mirarlo a los ojos─. Estás enfermo, y me tienes a mí para cuidarte. ¿Qué tal si te preparo algo calentito? Quizás un té o sopa, lo que prefieras.

Jimin esbozó una pequeña sonrisa, algo tímida pero sincera. Jungkook siempre sabía cómo hacerlo sentir especial, cómo recordarle que, incluso en los días malos, siempre estaría a su lado.

─Un té suena bien ─susurró Jimin, y antes de que pudiera decir algo más, Jungkook lo sorprendió con un beso suave en los labios.

─Te traeré el mejor té que hayas probado ─dijo Jungkook mientras se levantaba, sonriendo de forma juguetona─. Y te prometo que después te haré más mimos hasta que te sientas mejor.

Jimin observó cómo el mayor desaparecía en la cocina, sintiendo el corazón un poco más ligero. Por mucho que los celos intentaran enturbiar sus pensamientos, Jungkook siempre encontraba la manera de disiparlos, de recordarle que era él, y solo él, quien ocupaba ese lugar especial en su vida.

Al rato, Jungkook regresó con una taza de té humeante, con el aroma de hierbas y miel llenando la sala. Se arrodilló frente a Jimin, ayudándolo a sostener la taza y asegurándose de que la temperatura fuera perfecta.

─Gracias, cariño ─dijo Jimin, con la voz un poco más fuerte.

─No tienes que agradecerme ─respondió Jungkook, dejando un último beso en la frente del rubio-. Para eso estoy, para cuidarte, siempre. Eres mi novio, el único que quiero.

Jimin se acurrucó aún más en la manta, sintiendo la calidez del té y el amor de su alfa envolverlo. Aunque los celos habían asomado su fea cabeza al principio, ahora se sentía en paz. Sabía que, mientras tuviera a Jungkook a su lado, no había razón para temer.

Y mientras el viento invernal seguía soplando fuera de la casa, ellos dos se quedaron allí, en su pequeño refugio, compartiendo el silencio y la tranquilidad que solo su amor podía ofrecer.

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