quattro.

El apartamento estaba en completo silencio, roto solo por el suave ruido de las hojas que Jimin pasaba una y otra vez mientras estudiaba. Estaba sentado en la mesa del comedor, con libros, apuntes, y su computadora portátil esparcidos a su alrededor. Su cabello recogido en un moño descuidado y las ojeras bajo sus ojos delataban las largas horas que llevaba intentando comprender el material frente a él.

La tensión en su cuerpo era evidente. Sus manos temblaban ligeramente mientras sostenía un bolígrafo, y su mandíbula permanecía apretada. Llevaba días así, saltándose comidas, durmiendo apenas unas horas, y sumido en un ciclo interminable de ansiedad por no poder avanzar en sus estudios.

Jungkook, que había llegado temprano del trabajo, lo observaba desde la cocina, con los brazos cruzados y una expresión preocupada en su rostro. El menor estaba claramente al límite, y eso lo inquietaba profundamente. Jimin siempre había sido perfeccionista, esforzándose más de lo necesario, pero ahora su estrés estaba comenzando a afectarlo de una manera que Jungkook no podía ignorar.

—Jimin-ah… —llamó Jungkook suavemente, acercándose a la mesa. Su tono era cariñoso, pero firme, como el de alguien que estaba a punto de intervenir—. Amor, llevas horas ahí. ¿Has comido algo hoy?

Jimin apenas levantó la vista. Sus ojos, cargados de cansancio, evitaron los de Jungkook.

—Estoy bien… solo un poco más, y termino este capítulo —murmuró, su voz apagada.

Jungkook suspiró y se inclinó hacia él, quitándole con suavidad el bolígrafo de las manos. Jimin trató de protestar, pero Jungkook lo detuvo colocando una mano firme pero cariñosa sobre la suya.

—No, Jimin. Esto no está bien. Has estado ignorando tu cuerpo, y eso no te va a ayudar. ¿Cuándo fue la última vez que dormiste bien? ¿O que comiste algo decente? —preguntó, sus ojos oscuros llenos de preocupación.

Jimin bajó la mirada, sabiendo que Jungkook tenía razón pero incapaz de admitirlo. Sus labios temblaron un poco, y Jungkook notó cómo su omega luchaba por contener las lágrimas. Sin decir una palabra más, Jungkook se acercó y lo envolvió en un abrazo cálido, acariciándole el cabello con delicadeza.

—Todo estará bien, cariño. Los estudios pueden esperar, pero tu salud no. No tienes que cargar con todo tú solo, ¿sí? Yo estoy aquí para ti, siempre —susurró Jungkook contra su cabello.

Jimin cerró los ojos, dejando escapar un suspiro tembloroso mientras se relajaba un poco en los brazos de Jungkook. Por primera vez en días, se permitió bajar la guardia.

—Lo siento, Jungkook… —murmuró Jimin con voz quebrada—. No quiero preocuparme, pero no puedo evitarlo.

Jungkook lo apartó lo suficiente para mirarlo a los ojos y luego depositó un beso suave en su frente.

—No tienes que disculparte. Solo quiero que recuerdes que no estás solo, ¿de acuerdo? Ahora, ven. Te voy a preparar una sopa caliente. Necesitas comer algo ligero pero nutritivo.

Jimin, envuelta en una manta, estaba sentada en el sofá mientras Jungkook servía una sopa humeante en un tazón. Cuando regresó a la sala, se sentó junto a Jimin, colocando el plato en sus manos.

—Primero, comes esto. Después, te llevo a la cama, y vamos a dormir juntos. Nada de estudiar esta noche, ¿entendido? —dijo Jungkook con una sonrisa suave pero decidida.

Jimin asintió lentamente, tomando un sorbo de la sopa mientras Jungkook le acariciaba la espalda con movimientos tranquilizadores. La calidez de la comida y la presencia reconfortante de su alfa comenzaron a calmar sus nervios.

—Gracias por cuidarme tanto, Kookie… —dijo Jimin después de unos minutos, su voz más suave.

—Siempre lo haré, Jimin. Porque no hay nadie en este mundo que ame más que a ti —respondió Jungkook con una sonrisa, dejando un beso en su mejilla.

Esa noche, Jungkook cumplió su promesa. Después de asegurarse de que Jimin terminara su sopa y se sintiera un poco mejor, lo llevó a la cama. Ambos se acostaron juntos, con Jungkook abrazándolo como si fuera su mayor tesoro.

—Duerme, mi omega hermoso. Yo estoy aquí contigo —susurró Jungkook, dejando pequeños besos en la frente y el cabello de Jimin.

Jimin se acomodó más cerca, sintiendo cómo el calor y el amor de Jungkook lo envolvían por completo. Esa noche, durmió profundamente, con el corazón lleno de gratitud y el cuerpo protegido por el amor incondicional de su alfa.

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