cinque.

El sol de la tarde caía suavemente sobre las calles mientras Jungkook y Jimin caminaban de la mano hacia la tienda de decoración que habían encontrado en internet. Habían planeado este día desde hacía semanas, emocionados por darle un toque más personal a su hogar. Aunque su apartamento ya tenía su encanto, ambos sentían que faltaban pequeños detalles que lo hicieran sentir más como ellos.

—¿Qué es lo primero que deberíamos buscar? —preguntó Jimin, balanceando ligeramente sus manos entrelazadas mientras observaba a Jungkook con ojos brillantes.

Jungkook le devolvió una sonrisa cálida, como siempre hacía cuando su omega se veía especialmente adorable. Era un reflejo automático, una muestra de cuánto lo adoraba.

—Creo que los vasos de fresas que querías deberían ser la prioridad. No puedo seguir viéndote suspirar cada vez que mencionas que los necesitas en nuestra cocina —respondió con una pequeña risa, apretando suavemente la mano de Jimin.

—¡Es que son preciosos, Kookie! —protestó Jimin, inflando ligeramente las mejillas en un gesto que a Jungkook siempre le parecía irresistible—. Además, nuestra cocina necesita un toque más... dulce, ¿no crees?

Jungkook asintió, fingiendo una expresión seria. —Por supuesto. Y si eso significa que te harás feliz cada vez que los uses, entonces son imprescindibles.

Jimin soltó una risa suave, dándose cuenta de que Jungkook siempre tenía esa habilidad de convertir cualquier momento cotidiano en algo especial. Al llegar a la tienda, ambos quedaron maravillados con la variedad de cosas que podían comprar. Los muebles, los adornos, las lámparas, y sí, los famosos vasos con diseños de fresas, todo parecía tener un brillo extra bajo sus miradas llenas de ilusión.

—¡Ahí están! —exclamó Jimin emocionado, señalando una estantería donde los vasos con pequeños dibujos de fresas estaban cuidadosamente acomodados.

—Vamos, tómate tu tiempo para elegir los mejores. Esto es algo que no se puede tomar a la ligera —bromeó Jungkook, observando cómo Jimin analizaba cada detalle de los vasos, como si estuviera eligiendo una obra de arte.

Mientras Jimin inspeccionaba los vasos, Jungkook se permitió un momento para observarlo. Había algo en cómo se concentraba, en cómo su ceño se fruncía ligeramente cuando encontraba un pequeño detalle que no le convencía, que hacía que el corazón de Jungkook latiera un poco más rápido. Era en esos momentos simples, tan llenos de normalidad, cuando Jungkook se daba cuenta de cuánto amaba a su omega.

—¿Qué te parece este? —preguntó Jimin, sosteniendo uno de los vasos frente a Jungkook.

—Perfecto. Pero creo que cualquier cosa que elijas será perfecta, porque tú lo elegiste —respondió Jungkook con una sonrisa, logrando que las mejillas de Jimin se tiñeran ligeramente de rojo.

Una vez que los vasos estuvieron en la cesta, se dirigieron a la sección de muebles. Buscaban un sofá nuevo, algo más grande y cómodo para sus noches de películas y abrazos. Mientras recorrían la tienda, sus conversaciones comenzaron a derivar en algo más profundo.

—¿Te imaginas cómo sería decorar una casa más grande juntos? —preguntó Jimin mientras acariciaba la tela de un sofá gris claro—. Algo con un jardín tal vez, o una terraza para ver el atardecer.

Jungkook lo miró, sintiendo un cálido hormigueo en su pecho. Jimin tenía esa capacidad de hacerlo imaginar futuros que nunca antes se había permitido soñar.

—Me lo imagino perfectamente. Y puedo verte ahí, regando las plantas mientras yo preparo algo en la cocina. Luego, tal vez, planearíamos unas vacaciones o simplemente nos sentaríamos juntos en el sofá, como siempre —respondió Jungkook con sinceridad, acariciando el cabello de Jimin.

Jimin sonrió, pero no dijo nada. Había algo en la forma en que Jungkook hablaba que hacía que todo pareciera posible, como si su amor pudiera superar cualquier obstáculo.

Al final, eligieron un sofá beige con cojines mullidos, una pequeña mesa auxiliar y, por supuesto, los vasos de fresas que Jimin había deseado tanto. Cuando terminaron de pagar, caminaron juntos hacia la salida, cada uno sosteniendo una bolsa.

—Hoy ha sido un buen día, ¿no crees? —preguntó Jimin mientras miraba a Jungkook.

—Siempre es un buen día si estoy contigo —respondió Jungkook sin dudarlo, inclinándose para dejar un suave beso en la frente de Jimin.

De regreso en casa, mientras acomodaban sus nuevas adquisiciones, Jungkook se detuvo un momento, observando a Jimin organizar cuidadosamente los vasos en el estante de la cocina. En su mente, la imagen de ambos en un futuro más lejano comenzó a formarse. Jimin con un anillo en su dedo, ambas decorando un hogar que llamarían suyo para siempre. Era un pensamiento que aún no estaba lista para compartir, pero que la llenó de calidez y determinación.

—¿Qué pasa? —preguntó Jimin al notar que Jungkook lo miraba fijamente.

—Nada. Solo estaba pensando en lo bonito que te ves cuando estás feliz —respondió Jungkook, acercándose para envolverlo en un abrazo desde atrás.

Jimin soltó una pequeña risa y se giró para besarlo suavemente en los labios.

—Te amo, Kookie.

—Yo más, Jimin. Mucho más de lo que podrías imaginar.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top