CAPÍTULO VEINTITRÉS: CONTROL
Gracias a los días libres que Lee Know le dió a Ha-ri, pudo adelantar muchos documentos a tramitar desde la comodidad de su casa. Entró en celo, por lo que es peligroso que salga de su hogar. Por ello, su jefe prefiere darle días libres a correr el riesgo de que alguien se le acerque a hacerle daño. Aunque la rutina de Ha-ri siempre es así durante esa época, quedarse en casa y esperar que pase.
— Perdón, no he ido a visitarte porque tengo muchísimo trabajo. El señor Lee tiene muchas ventas últimamente y cada día hay más compradores — explicó la pelinegra por el teléfono. No ha visto a su abuela desde hace unas pocas semanas, la extraña.
— Hablando de él ¿cómo está? ¿Se está alimentando bien? La próxima vez que vengas deberías traerlo— exclamó con alegría.
No quiere contarle a su abuela sobre el favor que le pidió Lee Know con respecto al pago de su asilo. Primero quiere asegurarse de que sea cierto y no una mala broma de su parte, además de que lo ideal es que él mismo sea el encargado de comunicarle la decisión.
— Sí, está bien... Como sabes, vinimos ayer de un paseo en Jeju y lo ví más relajado. Es bueno que deje de pensar en la empresa un tiempo— responde calmada— abuela... ¿Puedo pedirte un consejo?
— Claro que sí, hija.
— Digamos que conocí un alfa en el paseo, es algo serio, conmigo es agradable. Tenemos la misma edad, pero... Creo que supo que tengo mi celo y no pudo controlarse, así que intentó sobrepasarse un poco, pero no sin mi consentimiento. Lo que quiero decir es... ¿Debería dejar que me ayude con eso o no? De todas maneras, siento que es personal y no quiero incomodarlo.
— Cariño, si a ese alfa le gustaste a primera vista, no creo que quiera malas intenciones contigo. Deberías darle una oportunidad. Si te trata bien, es un aspecto increíble, significa que le agradas.
— Es complicado... Supongo que tendré que averiguar si sus intenciones son buenas o simplemente quiere pasar el rato ¿no?
— Así es.
— Gracias, abuela. Voy a hacerte caso— sonrió. El reloj marcó las doce en punto ¿cuándo había pasado tanto tiempo desde las diez? — es muy tarde, ya deberías dormir. Puedo ir a verte el sábado.
— Está bien, mi niña. Hasta mañana.
Ha-ri colgó la llamada y soltó un suspiro, dejando el teléfono en su mesita de noche. Se acomodó en su cama para dormir, aún así, se quedó mirando el techo unos minutos. Sin saber realmente qué hacer con Lee Know. Ha puesto su vida patas arriba desde el día en que lo conoció y, a día de hoy, no pensó que se convertiría en parte fundamental de su existencia.
El celular sonó de repente, despertándola de su sueño profundo, miró el reloj antes de contestar ¿Quién llama a esa hora? Su descanso es muy importante como para desperdiciarlo hablando a las cuatro de la mañana.
— Ha-ri, sé que estás durmiendo pero te necesito ya mismo— escuchó la voz de su jefe al otro lado de la línea, sonaba preocupado.
— ¿Mm? ¿Qué sucede? — se sentó en la cama somnolienta, encendiendo su lámpara.
— Necesito que hagamos papeles nuevos, mi reunión de negocio con Gingobam es a las siete y no tengo ninguno listo porque los dañé con café, me es imposible aplazar la fecha. Me dieron plazo hasta esa hora para mostrárselo al CEO en persona. Debes venir ya a la oficina y ayudarme.
— ¿Y mi celo? — murmuró apenada.
—Sí, lo sé, sé que tienes eso, pero solo será un rato. Te prometo que no haré nada ¿sí? Por favor, ayúdame. Es un contrato muy importante para mí.
La pelinegra pareció dudarlo, sin embargo, tenía que aceptar. No quería perjudicar a Minho con algo tan importante como lo es su empresa, además de que no correría el riesgo de que la despidiera si no le hacía caso.
Se vistió lo más rápido que pudo, poniéndose cualquier conjunto rápido y formal con sus tacones. Por suerte, hay autobuses nocturnos, son peligrosos, tenía que arriesgarse. En el viaje, se maquilló un poco para no verse tan destruida. Realmente no tenía muchas ganas de trabajar a esa hora, pero lo haría por Minho. Verlo contento es mejor que malhumorado.
— ¡Ha-ri! — exclamó aliviado al verla entrar a su oficina, inmediatamente su olor lo mareó. Intentó verse casual a pesar de eso — gracias a Dios que llegas. Son casi las cuatro y media, sé que puedes lograrlo en menos de dos horas.
— No te preocupes, voy a hacerlo. Mientras tanto, te agradecería si también me ayudas con otros, son demasiados para mí sola — él asintió. Ella fue a su escritorio, comenzando a trabajar.
Efectivamente, la fe que Minho le tenía a Ha-ri no lo defraudó. Estaba demasiado estresado, probablemente se iba a cortar las venas para salir de esa situación, pero ella pudo lograrlo en menos de una hora. Al imprimir y organizar los papeles, dieron su trabajo por terminado.
— ¿Café? — le extendió una taza, ella la tomó. Minho se apoyó en la pared, mirándola con atención — Perdón por... Haberla hecho venir a esta hora. Me arriesgué a que, por su celo, le hicieran algo en la calle.
— Tranquilo, tengo un arma. La uso con los alfas que quieren sobrepasarse. Después de lo del museo de arte y su hermano, decidí tomar precauciones — asomó su pistola eléctrica en su bolso, indicándole que estaría bien— dígame... ¿Se quedó trabajando toda la noche?
— Sí. Dormí solo una hora por ese contrato. Fui un imbécil y lo eché a perder, pero tuvo arreglo y es lo importante—la omega tomó un sorbo de su bebida — por favor, no se vaya. Déjeme llevarla a su casa antes de mi reunión. Es más seguro.
— Está bien— Minho hizo una mueca al verla, sintiendo sus manos sudorosas y ganas de acercarse, pero no podía hacerlo. Le prometió no hacer nada— ¿se siente bien? Lo noto apurado.
— Sí, yo sólo... Me gusta cómo se te ve el cabello suelto. Es muy largo. Es lindo — alagó, eso la tomó un poco desprevida. ¿Lee Know dándole un cumplido? Eso es nuevo.
— Gracias, lo cuido bastante — le dió una sonrisa.
— ¿Te sientes bien con... eso? — preguntó curioso.
— Seré sincera, es incómodo. Sientes como si dentro de tí hubiese una sensación de calor todo el tiempo — murmura sin mirarlo. Recordó el consejo de su abuela, no sería malo ponerlo a prueba — yo... si te dejase hacerlo... ¿Seguirías tratándome igual? Digo, ya sabes, hay alfas que actúan diferente con algunas omegas para aprovechar su celo y, después, ya no quieren saber nada de ellas.
Él parpadeó un poco y dejó su taza en cualquier encimera que encontró. Caminó a paso lento hacia ella, retrocedió, sin embargo, no pudo seguir por su escritorio.
— Ha-ri... ¿Estás preguntándome si solo te busqué para tener sexo contigo en tu celo, porque es lo que cualquier alfa querría, y luego dejarte tirada? — ella se quedó callada, él tomó eso como un sí— sabes que no soy así. Te he dicho muchas veces que nunca te voy a dejar sola en esto.
— Sí, cierto... Lo lamento— se disculpó. Minho tomó un mechón, dejándolo detrás de su oreja.
— Ha-ri... Mi Ha-ri— empezó a comerla los nervios, sus manos temblaron y él se dió cuenta de eso. Le quitó la taza, aportándola de su perimetro. Dió otro paso adelante, pegándose más a ella— ¿me dejarías tocar... más? Veo que estás comenzando a pensar que es buena idea ¿mmm?
Tragó en seco. Sus labios se encontraron en un beso fogoso, su labial manchó su boca, aún así, continuó besándola. Sus manos apretaron su cintura, invitándola a seguir con ello.
— Minho... ¿Los demás no llegarán? — se separó unos centímetros para dar un vistazo por la oficina.
— Su horario empieza a las ocho, apenas van a ser las seis. No te preocupes, cariño— le dió un pico, haciéndola sonreír un poco. El celo lo hacía portarse más cariñoso. Las feromonas le están afectando — hoy lo hiciste muy bien, debería darte una recompensa ¿no crees?
Desabotonó su blusa con lentitud, para después girarla, pegándola a su pecho.
— Esta marca te hace tan mía... — susurró dejando besos en su hombro. Su mano ascendió por su falda, hasta llegar a su ropa interior, donde acarició con lentitud — Estás muy mojada, debo ayudarte con eso.
Terminó de subir la prenda, dejando su parte trasera descubierta, al mismo tiempo que se arrodillaba luego de quitarse la chaqueta que le molestaba. Atacó su centro con fuerza, moviendo su lengua con rapidez. Como le gusta hacerlo.
— M-minho...— gimió cerrando sus ojos. Sus manos acariciaron su piel, tocando cada centímetro de su cuerpo. Los gemidos de su omega se oían en su oficina, y era una suerte que era el único lugar del edificio que no cuenta con cámaras. Ya que prefiere mantener su privacidad.
Golpeó su trasero al mismo tiempo que aumentaba el movimiento, haciéndola sufrir, oyéndola quejarse con cada golpe que le daba con fuerza. Sin pestañear.
Aún así, Minho es un desesperado. Su aroma a fresa lo enloquecía cada vez más, por ello, no duró mucho en su labor, así que apenas vió la oportunidad, no dudó en deslizarse dentro de ella. Embistiendo contra su cuerpo, sintiéndose más satisfecho que nunca. Ha-ri solo podía gemir su nombre, tratando de sostenerse de la mesa, tumbando algunas de sus pertenencias entre su lucha por mantenerse cuerda por su toque.
— Quién lo diría... El jefe teniendo sexo con su secretaria en su oficina, eso suena excitante ¿no te parece, cariño? — musitó en su oído— eres tan malditamente tierna, no puedo parar de tomarte.
— Minho... A-ah— gimió en respiros cortos.
— Háblame más formal, Ha-ri. Después de todo, estamos en la oficina, te dije que aquí adentro soy tu jefe — enredó su cabello en su mano y jaló, ella puso los ojos en blanco— ¿cómo se dice?
— ¡S-señor Lee! — gritó. Minho esbozó una sonrisa presumida, pensando en lo sencillo que era para él controlarla. Lo fácil que era tenerla bajo sus pies. Aún así se negara.
Su espalda chocó contra el frío cristal del escritorio, cambiando la posición, dejándolo posicionarse entre sus piernas, donde siguió la batalla. Sus músculos se tensaron y se inclinó hacia su omega, besándola. Callando sus súplicas en su boca.
— Señor Lee... Y-ya casi.
— ¿Ya casi, señorita Jung? ¿Quiere que le ayude? — Ha-ri asintió con rapidez— fue una chica buena, debo hacerle saber que lo hizo bien.
Su dedo movió su clitoris, lo suficiente como para arquear su espalda y hacerla llegar en menos de cinco segundos. Él sonrió nuevamente, dándole besos en el cuello, dejándole marcas probablemente duraderas. Soltó un gruñido, dejando sus últimas embestidas, para después dejar caer su semilla en su abdomen.
Luego de un par de besos más y caricias suaves, Ha-ri acomodó sus vestimentas, un tanto avergonzada. El hecho de que su jefe le hizo eso en su lugar de trabajo, la hace sentir asustada. Sin embargo, ha sido muy profundo. Diferente a otras veces. Se portó más cariñoso, su personalidad es distinta.
— Ya ha amanecido, son las seis y media. Voy a imprimir unos documentos que faltan y podrá irse — habló, sin siquiera mirarlo, para después irse. Minho sonrió de lado y siguió poniéndose su ropa.
Ha-ri se dedicó a imprimir unas hojas en la mesa de Christopher, no estaba y las necesitaba con urgencia así que lo hizo ella misma. Mordió su labio inferior ¿cómo iba a ocultar su penetrante olor a su jefe? Debía irse a casa rápido.
Se sobresaltó cuando las manos del alfa rodearon su cuerpo, abrazándola con dulzura. Definitivamente el celo afecta muchas cosas.
— Recuerda tu promesa, debes ir conmigo a almorzar desde hoy. Si quieres ve a tu hogar y arréglate, pasaré por tí después — murmuró. Ha-ri se giró, dándole la cara de una vez— tu maquillaje se arruinó, aún así, te ves linda al natural.
No pudo evitar sonreír. Muchos cumplidos la hacían sonrojarse. Minho hizo lo mismo y la apretó entre sus brazos, dándole un beso duradero. La omega se apoyó en la mesa de su compañero para no caerse y siguieron besándose con delicadeza.
— ¡NO PUEDE SER! — un grito los hizo voltear, hallando a todos sus compañeros, totalmente sorprendidos ante la escena — ¡Señor Lee! ¿Qué es esto?
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