CAPÍTULO VEINTIOCHO: LA OTRA OMEGA

Ha-ri comió de su helado de chocolate subiendo el ascensor en Kats. Había ido a llevar unos papeles importantes de Lee Know, ya que le recalcó que era confidencial su entrega, así que decidió encargarse por sí misma que dejarlo en manos de alguien más. Las puertas se abrieron y andó por la recepción, frunciendo su ceño al escuchar un leve alboroto en la sala.

— ¡Ha-ri, ven! — Ye-ji se encontraba en su puesto, notándose apurada. La omega se apresuró en acercarse — el señor Lee pilló a Christopher y Jeongin besándose en el cuarto de archivos. Sabes que no le gusta que el trabajo y las relaciones amorosas se mezclen.

— Ay, no... ¿No deberíamos hacer algo? Míralos, no es su culpa que se gusten tanto — miró a sus compañeros angustiada, viéndolos con la cabeza gacha, intentando disculparse con su mandatario.

— ¿Estás loca? No vamos a acercarnos ni de broma a menos que quieras que Lee Know nos lleve por delante con sus gritos. Hyunjin y Felix salieron corriendo apenas empezó todo, fueron unos cobardes, ni siquiera ayudaron a sus amigos. Aunque admito que yo también hubiese hecho lo mismo pero me llamaron en ese instante — la pelinegra rodó sus ojos— ¡ahg, está bien! Veamos si podemos calmarlo.

Ambas se tomaron del brazo, dándose fuerza mutua, esperando que el alfa les dijese sus cincuenta verdades en la cara por interrumpir su regaño.

— ¿Qué se creen? ¿Que esto es un motel donde pueden tener sexo en cualquier lugar? ¡no sean imbéciles, debería despedirlos por hacer esto en mi oficina! — Ha-ri no pudo evitar poner los ojos en blanco, sabiendo que él ha hecho cosas peores que solo darse besos.

Se atrevió a tocar el hombro de su jefe y este se giró de inmediato, casi rojo de la furia.

— ¿QUÉ QUIER-? Ay, lo siento— se disculpó al ver a la omega. Su expresión cambió por completo y los demás se quedaron bastante confusos ante eso— yo... estaba... Perdonen mis gritos.

— Descuide señor Lee ¿por qué no va a su oficina a tranquilizarse? Le llevaré una taza de café con leche sin azúcar — él asintió un tanto terco y volvió su mirada a sus trabajadores.

— Para la próxima, los despediré a los dos. No me hagan echarlos a patadas — se retiró con rapidez.

— Vaya... ¿el señor Lee bajando la voz y haciéndole caso a otra persona que no sea él? Eso es nuevo — exclamó Jeongin asombrado— en fin, Christopher, creo que deberíamos mantenernos alejados aquí, sabes que necesito el trabajo.

— Claro, no te preocupes— tranquiliza con una sonrisa. 

Pronto, todos regresaron a sus puestos. Después de llevarle su bebida a Minho, Ha-ri se sentó en su escritorio a seguir con sus deberes. Había mucho por hacer. Se acercaba navidad, por lo que era la época de los regalos y a casi todos los adolescentes les dan teléfonos nuevos, por lo que Lee Know planeó un nuevo lanzamiento, implementando modelos avanzados y actualizaciones modernas. Él sabe cómo comprar a las personas con sus productos.

— ¡Adelante! — Yoon-seo apareció por la puerta y la omega le sonrió al verla — Señorita Oh, buenas tardes ¿en qué la puedo ayudar?

— Hola Ha-ri ¿está Lee Know? Se supone que debía apartar una cita pero no vengo aquí como inversionista, quiero charlar con él sobre algo personal. Espero no te moleste mi atrevimiento.

— Descuide, adelante— la castaña sonrió como agradecimiento y pasó a la oficina del mayor.

Ha-ri se sentó en su silla nuevamente, jugando con el lapicero que tenía en sus manos. Escuchaba los murmullos a través de la pared, de verdad le intrigaba saber qué pasaba, sin embargo, como una vez el alfa le dijo, debe separar su vida laboral de la personal. La incomodidad que siente en su estómago y cabeza no debe existir en la oficina. Allí, solo es la secretaria de Lee Know. No su omega.

Han Jisung pasó a la oficina, con ánimos, trayendo varios paquetes para su mejor amigo. Se quedó frente a la mesa de la omega, viéndola mirar directamente a la habitación de Lee Know. Hizo una expresión de complicidad al saber por qué estaba así.

— Hola señorita Jung— saludó sacándola de su burbuja. Ella parpadeó y lo miró, poniéndose de pie otra vez — ¿en qué tanto pensaba que ni siquiera se dió cuenta que entré, mmm?

— Nada, señor Han. Tonterías.

— Okey... — aceptó no muy convencido, era obvio que sabía lo que pensaba, pero no era su inconveniencia preguntar. Al menos no a ella— la señorita Oh esta ahí dentro ¿verdad? La ví subir hace unos minutos.

— Así es, vino a charlar con el señor Lee, dijo que era importante— Jisung pareció pensarlo y dejó las cajas que traía en su mesa, dirigiéndose donde su amigo — ¿señor Han? ¿Qué hace? No puede ent...

El domiciliario abrió la puerta y se quedaron callados al ver a Yoon-seo besando a Lee Know, él con los ojos abiertos a más no poder sin corresponderle. La empujó sin dudarlo dos veces, queriéndola lejos de él.

— ¡GUAU! Lo tenías bien guardado, eh.

—¡Esto no es nada! — se excusó seguro.

— Sabía que en algún momento ibas a caer, amigo— dijo Han orgulloso de él.

— ¡Cierra la boca, Han Jisung! — le calló molesto. Él hizo caso haciendo un ademán en sus labios.

Ha-ri se apresuró en ayudar a la señorita Oh y sacarla de la oficina, sin poder ver a los ojos al alfa. La ayudó a llegar hasta su auto en el estacionamiento, donde al estar solas, la omega decidió tomar la palabra.

— Si me permite preguntarle, señorita ¿por qué el señor Lee actuó así con usted? ¿Pasó algo malo? — preguntó apenada por ella. Sus ojos estaban llenos de lágrimas, claramente decepcionada, era obvio que se sentía avergonzada.

— La razón por la que vine fue a decirle que me gusta desde que lo conocí en nuestra primera clase de economía — confesó tomándola por sorpresa. Esa chica sí que no se rendía por un hombre — pensé que diría que no le gusto, que aún así lo pensaría ¡pero no! ¿sabes qué fue lo que me dijo? ¡que le gusta otra mujer!

Ha-ri abrió sus ojos totalmente sorprendida — ¿e-enserio?

— ¡Sí! Se disculpó y me dijo que dejara de intentar estar con él, porque su corazón le pertenecía a otra omega ¡es obvio que es mentira! ¿Quién sería? Es tan imbécil que las chicas se fijan en él y después huyen al conocer su personalidad. Yo he sido la única mujer que lo ha soportado tantos años— limpió sus lágrimas estresada — lo siento mucho, no quise venir a causar problemas. No volverá a pasar. Discúlpame, Ha-ri.

— No se preocupe ¿por qué no pide un taxi? No está en condiciones de conducir.

— No, estoy bien. Iré a casa y me tomaré todas las botellas de vino que tengo, es lo único que puedo hacer por el momento— sonrió melancólica. Subió a su auto y Ha-ri esperó hasta que arrancara.

Después de dicho inconveniente, la omega regresó a su oficina, callada. No iba a preguntarle nada a Lee Know. Después de todo, ya sabía lo que había pasado y no fue a propósito. No se siente mal por ello.

Minho recogió sus pertenencias de su escritorio y agarró su maleta, listo para irse a descansar. Cerró su oficina con llave como todos los días y caminó un poco, viendo de reojo a Ha-ri, quien al parecer no planeaba irse por el momento. Así que, un poco inquieto, se acercó a su mesa.

— ¿No vas a ir a casa? Ya son pasadas las ocho. Deberíamos ir a cenar.

— No, gracias, no tengo hambre. Además... Hay mucho por hacer, la próxima semana es el lanzamiento y debo enviar todas estas pre-ventas a producción — respondió concentrada en lo suyo. Él intento irse, pero le era imposible pensar en el hecho de dejarla sola a esa hora, así que volvió a su frente.

— ¿Estás molesta por lo que pasó en la tarde con Oh Yoon-seo?

— ¿Qué? Claro que no— negó calmada.

— Hay que hablar.

— Señor Lee, estoy ocupada.

— No soy el señor Lee, soy Minho. El horario laboral ya terminó y necesito que hablemos sobre lo sucedido— demandó. Al notar que ni siquiera le haría caso por estar con la cabeza metida en los papeles, tomó su muñeca jalándola.

— ¡Espera, no he terminado!

A pesar de sus renegaciones, el alfa se la llevó de allí sin hacerle caso. Necesitaba aclararle las cosas, si algo tiene Lee Know es que odia que Ha-ri lo ignore o haga menos las situaciones que a él lo comen por dentro. Para él es muy importante que se comuniquen, saber lo que le gusta y lo que no.

Estacionó su auto en la orilla de la acera y bajó de este, apoyándose en el barandal que daba vista al río Han. Ha-ri frunció su ceño desde el asiento de copiloto y decidió bajarse igual, poniéndose a su lado, observando las luces de los edificios a lo lejos y la suave brisa que soplaba contra sus rostros.

— ¿Yoon-seo te dijo algo sobre lo que pasó? — cuestionó directo.

— Se te confesó y la rechazaste, eso es lo que sé. Aunque hace tiempo me enteré que te había pedido que se casaran para unificar las empresas porque eso traería más ganancias.

— Sí, pero esa no es toda la historia — Suspiró profundo, con la mirada de su omega en él — Seung estudiaba en nuestra misma carrera pero en distintas clases, se enamoró, pero yo le gusto a ella. Según él, le quité al amor de su vida.

— Pero nunca tuviste una relación amorosa con la señorita Oh ¿no?

— Así es, aún así... Yoon-seo es una chica muy terca, decía que si la vida nos había juntado era por algo y siempre rechazaba a Seung cada vez que él le demostraba que de verdad la amaba. Es una de las razones por las que mi hermano me odia tanto. Siempre le arrebato todo; su amor imposible, su empresa, su vida...

La omega hizo una mueca y miró al frente. Pensando que la historia sería menos dramática.

— Sé que Seung hará lo que sea para que yo sufra, por eso te pedí que te mudaras conmigo, para cuidarte. Lo conozco, está loco y es peligroso. No nos dejará en paz hasta que alguno de nosotros esté muerto. Quiero que lo sepas para que estés alerta.

— Entiendo— ¿Para qué negarlo? sí está bastante asustada. Se metió en una guerra entre hermanos y probablemente las cosas no salgan bien — mmm, hay otro detalle... la señorita Oh me dijo que negaste sus sentimientos porque te gusta alguien más ¿eso es cierto o lo dijiste para librarte de ella?

Minho se quedó callado ante eso, responderle tan repentinamente no estaba en sus planes.

— Yo... Me estaba poniendo nervioso y no supe qué más decirle, tuve que enfrentarla. Mi intención no era herirla, supongo que tendré que disculparme— Ha-ri asintió entendiendo y se quedó pensativa unos segundos.

— Bueno, ya que está todo claro, iré a comprar donas a una tienda cercana ¿me esperas aquí?

Ha-ri acomodó su bolso pequeño y caminó por la acera.

— ¡Ha-ri! — el grito de Minho la detuvo. Ella lo miró un poco, viéndola directamente, un tanto distanciados. El viento sopló más fuerte y los autos dejaron de pasar, debido a la hora tardía que hacía — nunca te negué que me gustara alguien ¿no te diste cuenta?

— ¿Qué? ¿a qué te refieres? — frunció su ceño girándose por completo. Él relamió sus labios y se mostró un poco indeciso, sin embargo, supo que era el momento perfecto para que ella supiera la verdad.

— Me gustas, Ha-ri— alzó la voz. La pelinegra se quedó estática en su puesto, apretando con sus manos la correa de su bolso — ¿nunca le has preguntado a tu abuela qué pasa cuando un alfa huele más de dos aromas en un omega? ¿Cómo no pude darme cuenta desde el primer día en que te conocí? ¿Por qué tu abuela tuvo que contármelo en esa carta? estábamos destinados a estar juntos todo este tiempo y no lo sabía hasta ahora ¡me gustas tú, Jung Ha-ri!

Ha-ri tragó en seco por su decisión y miró al piso, esquivando su mirada que penetraba en la suya.

— Todo lo que dije esa noche de borrachera es cierto. Amo tu cabello negro, tu forma de tratar a las personas y en especial que uses ese hermoso labial rojo que combina con tu piel blanca— avanzó hacia ella, mirándola con cariño— me di cuenta de que tus besos eran los más sinceros que alguna vez una mujer me había dado, pero estoy equivocado, porque no eres una simple mujer. Eres un ángel y yo... No soy nada. No sin tí.

Ha-ri aguantó la respiración al tenerlo muy cerca, tanto que escuchaba los latidos de su corazón acelerado.

— Minho... ¿Estás seguro? Esto es muy repentino y yo... N-no sé qué decir, en serio.

Alzó su rostro en sus manos y la besó, transmitiéndole todo ese amor que había estado conteniendo desde hace mucho tiempo. Las miles de emociones que lo había hecho sentir durante todo ese tiempo. Apartó sus labios y analizó sus ojos oscuros, sabiendo que estaba asustada y confundida, pero no por él. Si no por sus sentimientos.

— Si quieres tiempo para pensarlo mejor, te daré todo el que quieras, pero ya no voy a ocultar más el hecho de que te amo más que a nada en el mundo— acarició su mejilla con dulzura.

— Minho, yo... Te agradezco por comprender — hizo una pequeña reverencia juntando sus manos— m-mejor... Voy por las donas, ahora regreso.

Se dió la vuelta y caminó con prisa, con los nervios de punta y el nudo de alteración queriendo salirse por su garganta. Minho la miró irse y sonrió, sintiéndose más tranquilo, pues ahora ella sabía lo mucho que la amaba.




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