CAPÍTULO ONCE: MI TIPO DE AMOR
Ha-ri veía en la televisión un reality show de cocina. Tiene mucha hambre, y cuando eso pasa, es tan masoquista que se distrae viendo cualquier cosa que tenga que ver con comida. No quiere cocinar debido a que tiene fiebre y no se siente muy bien para hacerlo, tampoco puede pedir domicilio porque gastó todo su dinero, en conclusión, está en el peor momento de su vida. Su celular sonó y paró la tv tomando el aparato de su mesón.
— Buenas tardes, señorita Jung ¿Cómo se siente? — escucha la voz de Lee Know. Mentiría si dijese que su voz no la calmó. Ahora que están conectados, siente que desea tenerlo cerca o escucharlo todo el tiempo.
— Digamos que mejor... Me duele un poco el cuerpo y la cabeza, no es nada que pueda solucionar con un par de pastillas. ¿Y usted? ¿Cómo le va escogiendo a mi reemplazo?
— Estoy en eso. De hecho, acabo de terminar pero no todas cumplen con mis requisitos. Decidí tomarme un descanso para pensar mejor y consultar su estado— el alfa organiza sus estantes con el teléfono en el hombro — ¿ya ha almorzado?
¿Qué es mejor opción? ¿Decirle la verdad o mentirle? Se daría cuenta fácilmente — no... aún no he podido. Siento que si me levanto, me caeré de cara contra el suelo, aunque no sería muy extraño que eso pasase. Aún así prefiero prevenir.
El chico suelta una risita — Dígame ¿Qué quiere comer?
— Señor Lee... No es para tanto, en serio.
— ¿Qué quiere comer? — repite sentándose en su escritorio. Ha-ri piensa detenidamente en qué le pide su estómago y su cabeza. No quiere abusar de Lee Know, se estaría aprovechando de su condición y no quiere que crea que es así. No es interesada ni nada de eso.
— Ramen.
— ¿Ramen...? — el castaño frunce su ceño ante esa comida tan... simple. Casi nunca lo ingiere, le da gastritis por su paladar tan fino — le enviaré langosta. Mándeme la dirección exacta por mensaje.
Cuelga antes de que se queje. Ha-ri hace una mueca, aún así, hace lo que su jefe le pide sin protestas. Sabe que la comida de mar es cara, jamás la ha probado por eso, prefiere quedarse con su pedazo de carne. Al pasar una media hora, el timbre de la casa suena y corre a atender, hallando a un domiciliario.
— ¿Pedido para Jung Ha-ri? — pregunta, ella asiente recibiendo más bolsas de las que esperaba.
— ¿Cuánto es?
— Ya está pago, señorita. Disfrute su comida — el hombre sonríe y se retira.
La pelinegra cierra la puerta y deja todo en la mesa, comenzando a revisar, sin entender por qué había un mercado completo con productos de una calidad que no podría pagar ni aunque quisiera y en otra caja, la langosta con papas fritas y ensalada. Tomó la factura y casi se le salen los ojos al leer el valor. Sólo alguien como Lee Know pagaría tanto dinero por esto.
— Me llegó la notificación de que ha recibido el pedido ¿es correcto? — el nombrado habla por el celular mientras trabaja en su computadora.
— ¡Sí! Así es— afirma con la boca llena.
— ¿Y? ¿Le gustó?
— Está increíblemente delicioso. Muchas gracias— él sonríe al otro lado de la línea al oírla con un tono mas entusiasta — no debió gastar tanto dinero, con un simple almuerzo hubiese sido suficiente. En la esquina, venden un delicioso tteokbokki y una sopa de pollo que levanta hasta a los muertos. Debería visitarlo algún día.
— ¿Qué le parece si me acompaña esta noche? — Ha-ri se detuvo en seco cuando iba a meter un bocado de langosta a su boca. ¿Lee Know invitándola a cenar? ¿de verdad? Él prefiere salir con una foca que con ella — ¿señorita Jung? ¿Sigue ahí?
— Eh... ¡Sí! — exclama gratamente sorprendida. Limpió su boca con una servilleta y agarró el teléfono poniéndolo en su oído para una mejor comodidad — no tengo nada que hacer en la noche, así que... sería una buena idea pasar el rato con usted.
— Bien. Quiero que me enseñe platos que nunca antes he probado. Hasta la noche — la pelinegra hace un sonido de afirmación colgando la llamada.
Lee Know le mostraba una faceta diferente de él cada día, ya sea buena o mala. Le enseñó a no ser débil pero también a cómo ser fuerte. Es algo que admira de él. Y el hecho de que se esté encargando de ella por haberla marcado sabiendo que es su culpa, le muestra que puede ser muy patán con la gente pero en su interior, estando en confianza, es un hombre delicado. Que algunas situaciones le tocan el corazón más de lo que deberían.
Cuando se hicieron las siete y treinta, Ha-ri ya estaba lista con su vestido rojo de flores y sus tenis cantando su canción favorita que se reproducía en la radio y cepillaba su cabello terminando con los últimos detalles. Revisó su celular viendo un mensaje de su jefe avisándole que ya se encontraba abajo esperándola. Agarró su chaqueta y bajó por el ascensor, sonrió al verlo frente a su coche, sin embargo, no estaba solo.
— Ah, la pequeña omega nos va a acompañar a cenar— Lee Seung sonríe al ver a la chica, quien lo mira sin pizca de confianza una vez que está cerca de ellos — no estamos en la empresa de mi hermano, podemos llevarnos bien aquí sin que quiera darme patadas.
— Por favor, Seung. Vete— le habla el menor en tono frío.
— Me iré. Después de comer un poco, supongo que a eso van ¿no? tengo muchísima hambre.
Lee Know gruñó con molestia tomando a Ha-ri del brazo para caminar por la calle poblada de negocios. Ha-ri los guió hasta el respectivo restaurante cerca de su casa: con un ambiente tranquilo, acogedor y limpio. Se sentaron en una mesa, Lee Know se apresuró en ponerse al lado de la omega para que su hermano no intentara nada, así que el mayor se sentó frente a ellos.
— Vaya, nunca pensé que venías a este tipo de lugares tan exóticos. Si mal no recuerdo, los odias absolutamente, dices que son una porquería. Eres más de ir a comer a un restaurante italiano — se burla.
— Dos platos de tteokbokki, por favor — pide Ha-ri cuando la mesera se acerca a atenderlos.
— Y dos botellas de soju— añade el empresario, lo cual tomó por sorpresa a su secretaria al pedir tanto alcohol.
— ¿Estamos celebrando algo en especial? Porque no estoy enterado de ello. Aún así, no vine a eso. Yo quiero un plato de macarrones con queso— ordena y mira a sus acompañantes expectante — hermanito, no me gusta que estemos peleados de esta forma. Quiero que nos reconciliemos.
— Me das risa, en serio, y mira que no soy mucho de sonreír. ¿Piensas que te voy a perdonar luego de que casi mandas MI empresa a bancarrota por tus estúpidos negocios sucios?— lo penetra con la mirada— cuando Dios baje y me lleve a su reinado de mierda en el cielo de mierda, es cuando te voy a perdonar.
— ¡Por favor, Minho!
— Te dije que no me llamaras así.
— Cierto, mamá era la única que lo hacía ¿no te ha contado sobre ella? — observa a la omega, quien decide quedarse en su silla y no meterse en la conversación tan apretada que tenían — antes de la muerte de mamá, él era muy diferente. Algunos veces salíamos a comer en familia y él compraba pollo picante y siempre hacíamos...
— ¡CÁLLATE! — Le grita golpeando la mesa con su puño.
Ha-ri puso su mano en su muñeca, él la miró por lo bajo, regulando su respiración y así tranquilizarte.
— Oh, con razón — Seung sonríe al notar aquella acción — mira, Lee Know... Entiendo que en estos momentos te parezca que estoy arruinando tu bella velada con tu... amiga. Pero no vengo aquí a que me grites como uno más de tus empleados, necesito que me devuelvas mi empresa.
— Estás loco.
— Bien, entonces por las malas será.
— Eres un maldito, deberías pudrirte en la cárcel — la comida llega y se callan hasta que la mujer se retira. Lee Know no pierde tiempo en beber soju para tratar de calmar las ansias que tiene por estrangular a su hermano — si vuelves a pedirme una locura de esas, te voy a matar y créeme, ganas no me faltan.
El chico se levanta de la mesa con su plato de comida y mira a la pelinegra — suerte con él. Tiene fama de ilusionar omegas y luego abandonarlas en la calle como perros falderos cuando se acuesta con ellas ¿por qué crees que eres la primera omega que ha contratado en todo su reinado? Yo como tú, me cuidaría bastante.
Suelta una risa y se retira comiendo sus macarrones. Ha-ri mira a Lee Know con una expresión de decepción.
— Ha-ri ¡espera!— la chica se levanta dispuesta a irse, lo cual hace. El chico deja dinero en la mesa y la persigue cuesta arriba de la calle — Ha-ri, no es cierto nada de lo que dijo, no soy así.
— ¿En serio? Después de cómo me trató aquella vez luego de la exposición de arte, se me hace difícil pensar que no pueda llegar a ser así de cruel — habla caminando— ¿Por qué me miente?
— No te he mentido, maldita sea.
— ¿Ah, no? — se voltea a verlo — ¿Por qué miente diciéndome que ama ir a sitios así a comer cuando en realidad sólo le producen asco? Dígame ¿usted alguna vez ha tenido que trabajar toda su vida porque no heredó la riqueza de sus padres o algo así?
— Eso no es cierto... No me dan asco, simplemente me traen malos recuerdos, por eso no me gustan — explica, da un paso hacia ella tomando su muñeca — Ha-ri, no me hagas enojar.
— Dígame la verdad ¿yo le doy asco, pena, lástima? Porque si es así, no le estoy pidiendo nada. No quiero nada que tenga que ver con usted. Jamás le pedí que me diera dinero o me comprara comida.
— Claro que no.
— ¿Entonces por qué lo hace? No ayudas a alguien sólo porque lo marcaste. Perfectamente podría dejarme tirada y que yo sola saliera de esto, pero no, decidió venir y arruinar mi vida con su simple presencia ¡no lo entiendo!
— Ven acá — la toma del brazo con fuerza pegándola a su auto, donde se acercó lo suficiente como para que no pudiera moverse — Eres una omega. MI omega ¿me estás escuchando? Soy el alfa que te marcó.
Ha-ri baja su mirada cuando sus ojos la miran directamente.— Y no sé por qué, ni cómo, ni cuándo, pero... Hay algo en mí que me dice que tú no eres solo mi secretaria y sé que tú lo sientes también.
— Ya suelteme— se mueve, aún así no logra safarse de su agarre.
— ¿Crees que si quisiera algo contigo de una noche, habría venido a tu casa, conocido a tu abuela, cenado con ella... Hecho mil cosas para estar cerca tuya teniendo claro que no siento nada por tí pero mi alfa sí? —se miran unos segundos en silencio— créeme, me estoy aguantando las ganas de hacerte mía otra vez, pero me niego porque sé que esto no puede ir así de rápido y tampoco podría llegar a pasar.
— Sólo se siente así porque estoy marcada por usted.
— ¿De verdad? He mostrado tener un buen aguante con mi alfa estando cerca tuyo y todo lo que digo es a consciencia— dice seguro y obvio. Ama tener la razón.
Ha-ri lo empuja quitándolo de su camino y acomoda sus vestimentas, dándole una mirada enojada antes de caminar al interior de su edificio.
— Vendré mañana a verla — habla a sus espaldas, ella lo escuchó pero no le prestó mucha atención y simplemente subió las escaleras hasta el segundo piso donde vivía y cerró la puerta tan fuerte que él lo escuchó.
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