CAPÍTULO CUATRO: UNA VISITA EXTRAÑA
Ha-ri arribó en la oficina con su caja de galletas en la mano. El señor Lee no había llegado aún ya que tiene unas cuentas reuniones pendientes y eso le daba tiempo de tener todo preparado para él. Su objetivo era ser la secretaria perfecta: organizada, rápida y eficiente. Él mismo le dijo que le causaban asco las personas insuficientes. No sólo lo hace para ser una mejor trabajadora y demostrarle que no es una omega tan tonta como cree, si no que su puesto depende de ella misma y no piensa perderlo por nada del mundo.
Se la pasó toda la mañana organizando unos papeles. Tecleó la computadora sumergida en sus deberes. De vez en cuando veía a sus compañeros desde su sitio, ya que su oficina era transparente, mientras que la de su jefe sí era privada y tenía cortinas muy elegantes. Estaba a punto de levantarse cuando un hombre entró.
— Buenas tardes, es la oficina del presidente Lee, en estos momentos no se encuentra ¿le puedo ayudar en algo?— pregunta.
— Una omega, qué curioso... — sonríe, la chica lo mira un tanto temerosa al sentir su olor a café puro inundando su pequeño cuarto. Un alfa— que raro que Lee Know te haya contratado, por lo que sé, odia a los omegas. Debes gustarle o algo parecido.
— ¿D-disculpe? ¿para qué necesita al señor Lee? — vuelve a cuestionarle.
— Nada en especial ¿sabes cuándo vuelve?
— No me dió una hora exacta, aún así, me indicó que cualquier pendiente me lo hicieran saber así que puede comunicarme qué desea y con gusto le informaré apenas lo vea — toma una nota adhesiva y un lapicero para escribir.
— Lo esperaré aquí. Mientras tanto, me gustaría que habláramos más— sonríe dándole una mirada de arriba a abajo.
— Perdón pero no lo conozco y...
— Mi nombre es Lee...
— Déjala en paz — la voz de Lee Know suena con fuerza una vez que este pasa a la habitación. Poniéndose al frente del escritorio de la chica con seriedad — Qué rápido regresaste, supongo que tus negocios sucios tuvieron algo que ver. Te dije que no quería que pusieras un pie en mi empresa.
— Tranquilo, hermano, no vine buscando peleas. Sólo quería visitarte —《 ¿"hermano"? Debe ser una broma.. 》— veo que superaste tu trauma con los omegas. Tienes una secretaria muy bonita y lo mejor es que no está marcada ¿me permites?
— No la toques — empuja su brazo cuando intenta acercarse — lárgate de mi oficina si no quieres verme enojado, Seung.
— Por favor, Minho.
— No me llames así.
— Bien, Lee Know... Superemos nuestro pasado oscuro ¿de acuerdo? Necesito hablar contigo sobre negocios que nos pueden beneficiar a ambos. Pasemos a tu oficina y charlemos calmados.
— Si no sales de mi empresa en 30 segundos, te lanzaré por la ventana.
El hombre suspira— de acuerdo, vendré otro día, veo que tienes el humor por los suelos, como siempre.
— No vuelvas.
— Está bien... Adiós linda, te veo después — se despide de Ha-ri con una sonrisa y se da la vuelta marchándose de una vez.
Lee Know suelta un suspira profundo tocando su entre ceja y se gira.
— ¿Se encuentra bien? Tenga más cuidado cuando se encuentre con él ¿okey? — ella asiente — estaré en mi oficina, pase todas las llamadas financieras por la línea 1 y traiga el informe del taller que mandé a hacer.
— Señor Lee, espere — Ha-ri se levanta de su silla y le extiende el bocadillo que le trajo — mi abuela quiso tener un detalle con usted, son galletas rellenas de mermelada de mora. No sé si le gustan pero igualmente se las he traído. Tómelo como una disculpa por lo sucedido anoche.
El castaño acepta el regalo con lentitud y la mira a los ojos — gracias.
Se retira encerrándose en su oficina. La pelinegra sonríe levemente al haber logrado entregarle sin miedo el detalle. Sale de allí yendo a hacer lo que le mandó.
Trató de ser lo más centrada posible para no tardarse demasiado en llevar ese informe. Tuvo uno que otro contratiempo por el orden de las hojas pero nada que no se pudiera resolver con unas cuantas indicaciones. Quería tomar el ascensor y esperó un rato a que llegase. Vió a aquel hombre que hace rato fue a molestar a su jefe, su hermano, al parecer, hablando con Changbin. Jefe de máquinas industriales.
Se veían muy interesados en la conversación, de vez en cuando observaban a su alrededor procurando que nadie los estuviese oyendo. Seung observó a la mujer y de inmediato apartó la mirada al ser descubierta. Al notar que el ascensor tardaba, decidió subir las escaleras con rapidez.
— Hey— Lee Seung apareció a su frente con su típica sonrisa que no sabía descifrar. Ella intentó sonreírle con amabilidad— Eres Jung Ha-ri, la secretaria de Minho ¿cierto?
— ¿M-Minho?
— Lee Know, le gusta más que lo llamen así — la pelinegra frunce su ceño— ¿Sabes? Eres muy atractiva como para trabajar para un patán como él ¿no crees?
— Si me disculpa, debo seguir trabajando — logra escaparse.
Minho. Ha-ri no sabía que tiene dos nombres. No es de su incumbencia preguntarle, sin embargo, sabe de alguien que quizás pueda darle una que otra respuesta. El señor Lee no es de contar su vida por lo que poco a poco debe descubrirla por sus propios méritos.
— Hola Ye-ji ¿está rico? — saluda a la recepcionista, quien sonríe comiendo su ramen— ¿Llegaron paquetes mientras estaba en el piso 2?
— Sí, aquí están. Creo que hay una invitación a una boda o algo así y otros encargos materiales — le entrega el paquete — oye, vi que el señor Lee Seung entró a tu oficina y tuvo una pequeña discusión con el señor Lee ¿todo bien?
— Sí, tranquila... ¿Por qué se preocupan tanto por ese hombre? Me da mala espina.
— Es de lo peor. Acaba de salir de la cárcel y se cree el dueño de la empresa sólo porque estuvo a cargo un tiempo. Aún así, el señor Lee es el mayor.
— ¿En la cárcel? ¿Estuvo en la cárcel? — abre sus ojos sorprendida.
— ¡Sí! Hace muchos años intentó adueñarse de la empresa ilegalmente, el señor Lee lo descubrió y lo arrestaron antes de que cometiera una locura. Casi los embargan. Hubo un tiroteo mientras lo intentaban atrapar y ahí murió el padre de ambos. Lee Know quedó a cargo desde ello y le quitó todas sus acciones para que jamás tuviera algo que ver con su empresa.
— Oh, Dios, qué horrible — hace una expresión de miedo — ¿Sabes algo de la madre?
— Nadie lo sabe. Jamás han hablado sobre ello. Hay rumores de que Lee Seung la mató o incluso que la enterraron viva para que no asumiera el cargo de presidenta, qué espantoso. Mantente alejada de él y estarás bien. No pude detenerlo para que no entrara y no quiero que pase y te lastime.
— No te preocupes, gracias, Ye-ji.
Al volver a su puesto, Ha-ri intentó procesar todo lo que su amiga le había contado. La familia Lee tiene un pasado bastante tenso y oscuro del cual prefiere mantenerse alejada para evitar problemas.
En las horas de la tarde se la pasó contestando llamadas y llenando formularios que su jefe le mandaba. Estuvo ocupada en ello como para levantarse al menos a charlar un rato con sus compañeros, quienes no tardaron en irse antes que ella, obviamente pasaron antes para despedirse. Entró a la oficina dejándole a su jefe todos los documentos que le mandó a recolectar con una expresión cansada.
— ¿Necesita algo más, señor? — cuestiona viéndolo en su computadora.
— No, está bien. Ya son más de las once — piensa un poco para después mirarla — la llevo a su casa.
Ha-ri alza sus cejas — ¿Qué?
— Tuvo un día agotador, trabajó sin parar para mí y escuché por ahí que toma el metro. Sabe lo peligroso que es — ella mira al suelo apenada cuando su mirada la ataca — tengo un cóctel y me queda de paso. Tómelo como una disculpa por las idioteces de mi hermano.
— Está bien— sonríe levemente yendo por su bolso.
La música de jazz sonaba con tranquilidad en el Mercedes Benz del señor Lee. El coche olía a tierra húmeda y era un olor extremadamente placentero. No mencionó ni una palabra durante el transcurso ¿de qué podían hablar? No tienen nada en común y el trabajo es un tema bastante aburrido.
Ha-ri se dedicó a observar por la ventana, una vez llegaron a su casa, se bajó e iba a darse la vuelta para despedirse hasta que vió al señor Lee de pie a su lado, analizando el pequeño edificio con detenimiento.
— Oh, bueno... Aquí vivo. En el segundo piso — habla intentando romper el silencio— Gracias por traerme, de verdad.
— ¡Ha-ri! Cariño ¿eres tú? — su abuela se quedó parada en el balcón acomodando sus gafas para ver mejor — ¿Quién es el muchacho que está contigo?
《 Diablos 》 — Abuela, él es Lee Know, mi jefe. Señor Lee, ella es mi abuela Min-ji.
— Mucho gusto, señora — hace una inclinación con respeto — espero que no le haya molestado traer a su nieta tan tarde.
— ¡Para nada! ¿Comió las galletas que le mandé? ¿Le gustaron?
— Admito que no soy mucho de comer dulces, sin embargo, estaban deliciosas. Muchas gracias — sonríe amable. Ha-ri se sorprendió ya que es la primera vez que lo ve sonreír con sinceridad — si me disculpa, debo irme. Tengo un asunto importante que atender.
— Por favor, venga a cenar algún día. Soy muy buena cocinera.
— Abuela...
— Descuide, estoy seguro que su comida es increíble. Gracias por la invitación. Pasen buena noche.
Lee Know se va en su auto luego de despedirse de la señora que al parecer le cayó muy bien.
— Tu jefe es más joven de lo que creí. Pensé que era un señor mayor. Es muy lindo y generoso — habla la mayor sentándose en su silla a ver la tv.
— Se comportó muy diferente a como es en la oficina... — susurra la pelinegra quitándose la chaqueta y dejándola en el perchero para ir a acompañar a su abuela.
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