𝐾𝐼𝑆𝑆 𝑀𝐸 𝑇𝐻𝑅𝑂𝑈𝐺𝐻 𝑌𝑂𝑈𝑅 𝑀𝐼𝑅𝑅𝑂𝑅𝑆 𝐴𝑁𝐷 𝑆𝑀𝑂𝐾𝐸
Escalofríos hacen camino por la espalda de Jennie cuando la fría brisa nocturna consigue acariciar su piel a pesar del enorme suéter que fue puesto sobre ella antes de salir al tejado. Pero la aguda sensación es familiar para ella aunque sea por causas contrarias. Son escalofríos iguales a los que siente cuando las cálida manos de Lisa toman su rostro o rozan alguna parte de su cuerpo, en realidad, la presencia de la menor es suficiente para que una ola de sensaciones variadas cubra la existencia de Jennie, siendo los escalofríos parte de ello.
Con escalofríos proviniendo del frío y de la piel debajo de ella el humo de un cigarro rueda por su garganta hasta ser expulsado por sus carnosos labios. El cruel y oscuro aroma está siendo arrastrado en la espesa nube de humo que se pierde en el aire. Esto es su normalidad. Una extraña clase de normalidad pero es la que ambas disfrutan.
El reloj llegando, alguna veces incluso después de haber pasado la medianoche, las dos en el tejado de una casa que no les pertenece y un cigarro para compartir entre ambas bocas que indirectamente se besan en cada calada dejando el sabor de labios ajenos en un respiro que se pierde. El escenario no cambia ninguna noche, así como tampoco cambia la costumbre de Jennie de reposar su cabeza en el regazo de Lisa y verla acompañar a las estrellas sobre ellas.
Ha encontrado el lugar donde encaja a la perfección.
Por mucho tiempo a pesar de sus considerablemente cortas vidas, Jennie y Lisa vagaban por distintas partes del mundo sintiéndose como piezas de un rompe cabeza ajeno al que se le fue asignado. Una vida que no les pertenecía con personas que no eran esa pieza que encaja con sus aristas y grietas, con sus perfecciones y cualidades. Pero eso cambio cuando se encontraron en un punto medio del mundo y se dieron cuenta que aunque no encajaron a la perfección, los espacios que pudieron haber entre ellas son los lugares más seguros que podrán conseguir para estar. Y les gustó de esa manera.
Les gusta de esa manera.
ㅡLili, ㅡJennie llama antes de darle otra calada al cigarro y expirar el tóxico humo hacia el viento. ㅡno quiero volver a casa.
No es necesario gran explicación para Lisa entender a que se refiere Jennie. Casa no se trata del apartamento donde la mayor vive sola desde que logró zafarse del diligente agarre de su familia, se trata de un momento y de un sentimiento. Es el golpe de realización que llega cuando no están juntas, cuando Jennie ve toda la ciudad desde el balcón y entre todas las caras que no puede ver sabe que ninguna será igual a la de Lisa. Se trata de regresar a aquellos tiempos donde no conseguía su pieza favorita.
Para ella "casa" se trata de un momento vacío donde su hogar se encuentra lejos.
La morena le quita el cigarrillo justo después de eso, tomándolo tan despreocupadamente en sus delgados dedos como si la voluntad de mantenerlo en ellos fuera lo único que lo sostiene. Habla fuerte y claro antes de acercarlo a su boca.
ㅡNo tenemos que.
Aunque ninguna de las dos habla, el silencio nunca llega. Hay música proveniente de dentro de la casa, están los gritos de Jisoo y Rosé cantando una canción que no pueden entender, Hyejin y Yongsun reclamándose los celos que se han provocado mutuamente durante toda la fiesta, mientras que Seulgi y Sooyoung quienes son las dueñas de la casa están desaparecidas en acción. Sin embargo, en medio de todo ese desastre Jennie solo puede mirar hacia arriba y ver todas las estrellas que alumbran su oscura noche.
Las estrellas que los grandes ojos de Lisa guardan.
Y algunas del cielo también.
Noches cómo estas nunca han faltado, horas donde la mente y cuerpo de Jennie se posan sobre Lisa y no hay forma de diferenciar que es de una y que es de la otra. La mayor sube su mano hasta acunar la mejilla de su acompañante y recibir a cambio otro escalofríos cuando ella se restriega sobre su palma. ¿Acaso hay forma de diferenciar cuerpos cuando estos están unidos tan íntimamente?
ㅡNo quiero irme de aquí. ㅡla castaña habla en susurros que chocan contra el humo que Lisa expulsa. ㅡQuiero quedarme todo el tiempo que pueda, aquí y ahora, por siempre.
Lisa da otra calada y crispa sus labios en una sonrisa al intoxicarse con tan familiar veneno, no es precisamente del cigarro de lo que hablamos. La mano que sostenía el cigarro consigue camino hasta el largo cabello de Jennie mientras que la otra se cuela por debajo del suéter que le dio a la mayor y pone su palma justo sobre su abdomen desnudo, dejando que el cigarro cuelgue de sus labios.
ㅡEntonces nos quedaremos. Por siempre. ㅡla despreocupación y tranquilidad con la que Lisa habla siempre ha sido una maravilla para calmar la acelerada mente de Jennie.
No tienen porqué regresar a casa si han conseguido su hogar.
Es turno de Jennie quitarle el cigarrillo a Lisa pero en vez de acercarlo a su boca, mueve la mano que estaba en la mejilla de la menor hasta su nuca y la acercar peligrosamente a su cara. La distancia es prácticamente inexistente pero no hay roce alguno entre sus labios, solo una sonrisa divertida por parte de la mayor y esa efímera paz de la morena.
Pero existe un dolor, el dolor de sus labios por sentir algo más suave, algo más dulce que el recubrimiento del filtro de un cigarro, algo demasiado íntimo como para llamarlo familiar.
Algo seguro.
Algo que solo se puede sentir como ella.
ㅡSabes que puedes solo besarme, ¿cierto? ㅡLisa la alienta mientras roza su nariz con la mejilla de su mayor.
Jennie no puede guardar su risa, haciendo que sus redondas mejillas parezcan más llenas aún y hagan desaparecer sus pequeños ojitos en un par de lunas que alimentan el sentido de pertenencia de Lisa. Esa sonrisa es suya, es la que causa la de ella.
ㅡLo sé. ㅡasiente, guardando rastros de su risa en la adorable sonrisa que muestra sus encías. ㅡLo sé.
Con eso finalmente cierra distancia entre sus labios con los de Lisa, el par de belfos bailando a una parsimonia que borra todo rastro de nicotina de sus lenguas y deja un sabor dulce en cada movimiento.
Este es su lugar para siempre, Jennie afirma otra vez.
Lo hizo cuando conoció a Lisa, cuando lo que se ha convertido en una insalubre cantidad de cigarros compartidos y abrumadores besos se convirtieron en su mayor y único vicio. Supo que era ella a donde pertenecía, así que ahora lo decide otra vez.
Lisa es su hogar, siempre lo ha sido, pero esta vez lo es definitivamente.
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