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Ambos chicos estaban sentados en la misma fila como de costumbre la dulce castaña dio unos toques suaves en la espalda del cenizo para llamar su atención este la observo discretamente.
— ¿Qué quieres cara redonda?—Pregunto con una voz reseca.
—Hoy soñé contigo. — susurro con una sonrisa.
— ¿Así? ¿Qué fue lo que soñaste? — Murmuro con un toque de curiosidad.
— Soñé que tomabas mi mano y no me soltabas para nada. — Conto con entusiasmo y sin miedo de decirle lo que paso.
El rubor invadió el rostro pálido del joven cenizo, cubrió la mitad de su rostro con su diestra y desvió la mirada con un gesto de disgusto.
Odiaba que ella pudiera provocar todo eso en él.
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