ೃ✭ Capítulo 17 Final ೃ✭
YoonGi entró en la elegante galería de arte con una mano apoyada en el brazo de Seok Jin. El dueño los recibió con una sonrisa. Mientras les enseñaban la exposición a ellos solos, les ofrecieron vino. En realidad, YoonGi estaba aburrido, pero intentó que no se le notara.
—¿Ves algo que te guste? —le preguntó Seok Jin, aparentemente sorprendido por el silencio de su esposo.
—No soy aficionado al arte. Y la verdad es que prefiero las obras más tradicionales —admitió en un susurro.
Y entonces vio la inconfundible figura de Hana al otro lado de la sala y se puso tenso.
—¿Qué demonios…? —murmuró Jin enfadado al verla.
—Yo me ocuparé de esto —anunció YoonGi, sorprendiéndolo.
Atravesó la habitación con paso decidido, con la copa de vino en la mano.
—¿Cómo sabías que íbamos a estar aquí? —le preguntó directamente a la ex-mujer de Seok Jin.
A Hana le brillaron los ojos azules.
—Tengo mis fuentes. ¿No te sientes un poco fuera de lugar en este sitio?
—Me temo que la que está fuera de lugar eres tú. Seok Jin no va a volver contigo —le respondió YoonGi—. Estás perdiendo el tiempo.
—No lo creo. Estoy al tanto de las cláusulas de su acuerdo prenupcial, por eso sé que no vas a estar con él mucho tiempo —le dijo—. Lo firmaste sin leerlo, ¿verdad? Qué tonto. ¡Ya verás cuando Seok Jin te vuelva a dejar abandonado en Londres, pero sin tu precioso hijo!
YoonGi se negó a reaccionar, no quería darle a Hana semejante satisfacción. Era evidente que aquella mujer lo odiaba a pesar de que él no le había hecho nada, salvo casarse con Seok Jin. Y tener un hijo suyo. Se dijo que tal vez Hana siguiese enamorada de él, y que el hecho de que Seok Jin se hubiese vuelto a casar tan pronto la había enfadado.
Seok Jin se acercó y, sin mediar palabra con su ex-esposa, agarró a YoonGi del brazo y lo sacó de la galería.
—Solo hay dos personas que sabían que íbamos a estar aquí hoy, una de ellas es Siwon, en el que confío plenamente —le comentó—. Ya lo he llamado, se va a ocupar de averiguar quién ha filtrado la información y despedirá al responsable.
—Me parece bien —admitió YoonGi—. Y tal vez deberías deshacerte también del abogado, que dijiste que era su hermanastro, ¿no? Al parecer, ha compartido con ella información confidencial.
Seok Jin frunció el ceño.
—¿Qué clase de información?
YoonGi se encogió de hombros, como si estuviera refiriéndose a algo trivial.
No quería pensar mal de Seok Jin ni creer las palabras de Hana. Buscaría el contrato prenupcial y lo leería detenidamente, o pediría a un abogado que le echase un vistazo. No obstante, no pudo evitar sentir miedo. Si Hana tenía razón, su matrimonio no era más que una farsa destinada a que Jin consiguiera la custodia legal de Jeongguk. Y no podía ser así.
—Tu ex es un poco psicópata —comentó mientras se sentaban en la limusina que los estaba esperando.
—Y es probable que yo me lo merezca —admitió.
—¿Qué te pasa? —le preguntó YoonGi antes de entrar en el moderno restaurante.
—Nada —insistió él.
A él le siguió pareciendo que Seok Jin se estaba comportando de manera muy extraña. Este no dejaba de tomarle la mano, como si no pudiese separarse de él o, lo que era todavía más ridículo, como si tuviese miedo a que saliese corriendo.
Pero eso no iba a ocurrir, se habían casado y no iba a marcharse a ninguna parte, pensó YoonGi mientras su esposo charlaba con Namjoon y el intentaba escuchar al novio de este, Taehyung, un modelo británico, que le estaba hablando de autobronceadores y de la nueva línea de perfumes que iba a lanzar.
Seok Jin pasó una mano por su muslo por debajo de la mesa y se puso tenso y no por la caricia, sino por lo que Hana le había dicho. Iba a tener que hablar con Seok Jin del tema.
Se preguntó si este era realmente capaz de engañarlo. Sí que lo era, no tenía la menor duda.
De vuelta al helipuerto, YoonGi se preguntó cómo podía querer a un hombre así.
—¿Qué te ha parecido Taehyung? —le preguntó Jin, rompiendo el silencio.
En realidad, lo que quería saber era lo que Hana le había dicho a YoonGi.
—Muy hablador y elegante. Agradable.
—Y todo un experto en autobronceadores. Debe de ser estupendo en la cama —comentó Seok Jin en tono irónico.
—¿Por qué dices eso? ¿Es lo primero que pensaste de mí? Porque, sinceramente, yo tampoco tenía mucha conversación intelectual.
—No estamos hablando de ti —le respondió Seok Jin—. Nunca te mostraste tan vanidoso y frívolo.
—El aspecto de Taehyung es la base de su carrera, así que no me parece justo decir que es vanidoso y frívolo.
Mientras comentaba aquello, YoonGi se preguntó por qué estaba discutiendo con Seok Jin de algo que no le importaba lo más mínimo. Se dio cuenta de que estaba nervioso y se sentía inseguro.
Se preguntó qué iba a hacer si el hombre al que amaba resultaba ser su peor enemigo, en vez de ser su marido. ¿Cómo iba a reaccionar si Seok Jin intentaba quitarle a Jeongguk? Se le empezaron a ocurrir ideas absurdas y pasó todo el viaje de vuelta a la isla en silencio y muy tenso.
—Me gustaría que me contaras qué te ocurre —le pidió Seok Jin al ver que YoonGi no quería agarrarse a su brazo para ir desde el helipuerto hasta la casa familiar.
—Hablaremos de eso dentro, donde nadie pueda oírnos —le respondió en un tono frío, que jamás antes había utilizado con él.
Completamente tenso, Seok Jin subió las escaleras detrás de él. Lo vio detenerse en el salón que formaba parte de su habitación y quitarse los zapatos.
Entonces, YoonGi lo fulminó con la mirada y empezó:
—Hana me ha dicho que en el contrato prenupcial que firmé pone algo así como que tú te vas a quedar con Jeongguk en Corea si rompemos.
Seok Jin palideció, furioso al saber que alguien había filtrado semejante información. No supo qué decir en su propia defensa.
YoonGi descifró inmediatamente su expresión.
—Así que es cierto… ¡Este matrimonio no ha sido más que un cruel engaño!.
Y lo hizo. El rostro de Seok Jin quedó volteado hacia otra dirección por la gran bofetada de la mano de YoonGi, la expresión del mayor mirando hacia la nada era indescifrable, todo ocurrió tan rápido para el que no pudo prevenir nada. En tan solo un minuto toda la situación cambió tan drásticamente para Jin y en su mente solo cabía una cosa. «Valla... tiene una mano pesada cuando quiere.»
—El contrato prenupcial ya no existe. He destruido tanto tu copia como la mía y he avisado a mi responsable jurídico de que no quiero que quede ni rastro de él —contestó Seok Jin por fin dirigiendole su mirada lentamente—. Forma parte del pasado. Jamás tenía que haber hecho algo así.
—¿Y cómo has destruido mi copia? —le preguntó YoonGi sorprendido.
—La busqué en tus cajas —admitió Seok Jin.
Él lo miró con incredulidad.
—Me di cuenta de que lo que había hecho no estaba bien y quise destruirlo. No quería que te dieras cuenta de lo que había pretendido hacer.
—Pues ya no tienes que preocuparte por ello. Me he enterado de tus planes mucho antes de lo previsto —comentó YoonGi con enojo calado en cada una de sus palabras pero consciente de que si Seok Jin había destruido el documento, era porque después había cambiado de opinión.
Al menos, se había dado cuenta de que había hecho algo mal.
Seok Jin lo miró fijamente.
—No quería perderte —admitió.
—No querías perder a Jeongguk —lo corrigió—. Ojalá hubieras sido sincero desde el principio. Pienso que soy una persona razonable y, desde que reapareciste en mi vida, he estado dispuesto a compartir a Jeongguk contigo de manera honesta y justa.
—Y mi contrato prenupcial fue un golpe muy bajo —admitió él con una humildad que sorprendió a YoonGi.
—Típico de ti —respondió—. Siempre has sido inteligente, malvado y frío —dijo con un toque de desprecio marcado en su voz.
—Contigo nunca he sido frío. Pedí que redactaran el contrato prenupcial así porque… —Seok Jin dudó—… no porque quisiera quitarte a Jeongguk, sino porque…
—¡¿Por qué?! —preguntó él con frustración.
—Porque sabía que jamás querrías separarte de él y eso significaba que tampoco podrías separarte de mí.
—Pero si yo no tenía ninguna intención de separarme de ti.
—¡Ya me habías dejado una vez! —protestó Seok Jin.
YoonGi lo miró fijamente.
—¿No te parece que tenía una buena excusa para hacerlo, teniendo en cuenta que te ibas a casar con una mujer? —le dijo en tono amable.
Él se quedó inmóvil, como si le hubiese dado otra bofetada. Luego suspiró.
—Mí matrimonio con Hana fue el peor error de mi vida… aunque por aquel entonces pensaba que estaba haciendo lo correcto.
YoonGi pensó en lo que Jeongun le había contado acerca de cómo había educado a Seok Jin y en los valores que le había transmitido y contuvo un suspiro.
—No era lo correcto para ti.
—Siento haberte hecho daño —se disculpó Seok Jin, arrepentido—. Si pudiera dar marcha atrás y cambiarlo, lo haría… pero no puedo. Si te sirve de consuelo, también me hice daño a mí mismo. Durante dos años, fui desdichado porque ya no formabas parte de mi vida. Y, desde entonces, el día más feliz fue en el que me enteré de dónde vivías.
Conociendo a Seok Jin, a YoonGi le sorprendió que estuviese admitiendo todo aquello. No pudo evitar acercarse a darle un abrazo.
—A veces, eres un idiota —le susurró.
—Sinceramente, jamás pensé que me dejarías. Y cuando llegué a casa y la encontré vacía… Bueno, digamos que fue un momento muy duro. Intenté no sentirme mal, pero no pude evitarlo —continuó contándole—. Hana también lo pasó mal porque yo no quería estar con ella, quería estar contigo, y cuando desapareciste, solo podía pensar en ti.
YoonGi entendió entonces porque la ex-mujer de Seok Jin lo odiaba tanto.
—¿Y ella, te quería? Supongo que se sintió celosa y dolida…
—No, ella tampoco me quería. Si no, jamás habría accedido a casarse conmigo sabiendo que yo quería que siguieras en mi vida.
—¿Le habías hablado de mí? ¿Te dijo que podías seguir viéndome? —inquirió YoonGi con incredulidad.
—Yo preferí ser sincero con Hana desde el principio. Lo que ella quería era conseguir una determinada posición social. Su familia tiene dinero, pero no tiene estatus. Quería ser la esposa de Kim Seok Jin por lo que eso conllevaba. Por desgracia, yo no soporté vivir con ella —admitió Seok Jin, haciendo una mueca—. Era desagradable con mi familia y mentía incluso acerca de las cosas más triviales. Después de haberme prometido que me daría una familia, me confesó que no quería tener hijos. En resumen, ninguno de los dos estábamos satisfechos con nuestro matrimonio, así que Hana accedió a que nos divorciáramos.
—Entonces, ¿por qué está ahora intentando hacerme daño?
—Lo único que se me ocurre es que se sintió dolida al ver que te deseaba más a ti que a ella. El hecho de que me haya casado contigo nada más divorciarme de ella, la ha ofendido también, pero no te preocupes más por eso. El abogado que le ha dado la información no va a seguir formando parte de mi equipo, y a Namjoon tampoco le cae bien, así que no le va a dar ninguna información con respecto a nuestra vida.
YoonGi decidió apartar el tema de Hana de su mente, y entonces recordó lo que Seok Jin acababa de contarle acerca del contrato prenupcial.
—¿Y por qué tenías miedo de que volviese a marcharme? —le preguntó en un hilo de voz.
—Mí padre me había dejado, mí madre también, y tú eras todavía más importante que ellos en mi vida —admitió Seok Jin, haciendo un evidente esfuerzo por darle una explicación—. Cuando encontré a mí madre muerta, aprendí a cerrarme a las emociones porque era la única manera de soportar semejante cambio en las vidas de mis hermanas y la mía. Todo lo relacionado con las emociones era una amenaza, y no me gustaba nada darme cuenta de que te necesitaba…
A YoonGi le sorprendieron tanto aquellas palabras que solo pudo decir:
—Oh, Seok Jin…
—Después de haberte encontrado, no podía permitir que me volvieras a dejar.
—Pensé que te pondrías furioso si te enterabas de la existencia de Jeongguk, y ya me habías hecho daño antes, no quería volver a sufrir —le dijo él.
—Lo hice todo mal, pero no quería volver a perderte. Aun así, jamás debí utilizar el pasado de Suran para retenerte.
—No, eso no estuvo bien —dijo YoonGi—. Me chantajeaste para que te acompañara al hotel.
—Quería que estuvieses conmigo.
—Y luego me dejaste allí sólo —le recordó.
—Los sentimientos que tenía por ti me estaban superando —comentó él—. No era capaz de controlarlos y me sentía enfadado y frustrado, y tenía miedo de espantarte.
—Yo no sabía cómo te sentías porque nunca has compartido nada conmigo —murmuró YoonGi.
Seok Jin metió la mano en el bolsillo y sacó una caja pequeña en la que había un anillo con un diamante.
—Son las doce y cinco de la noche, así que ya es tu cumpleaños, gatito. Felicidades.
Tomó su mano y le puso el anillo.
—Era de mi abuela y ahora te pertenece a ti. Mis abuelos fueron muy felices en su matrimonio y espero que nosotros lo seamos también.
YoonGi miró el anillo con lágrimas de felicidad en los ojos.
—Tenía que habértelo regalado hace dos años, pero entonces no era consciente de lo que sentía por ti —admitió Seok Jin—. No me había parado a evaluar lo que significabas para mí y, cuando por fin lo hice, ya era demasiado tarde y te habías ido. Incluso después de volver a encontrarte y casarme contigo, seguía sin darme cuenta de que lo que sentía era amor.
—¿Amor? —exclamó sorprendido.
—Sí, te amo —declaró Seok Jin—. Es probable que te haya amado siempre, pero era un amor egoísta, así que no lo reconocí, y es evidente que tú tampoco podías hacerlo.
—Seok Jin… Acabas de decir que eras egoísta… —comentó divertido.
—Me di cuenta cuando vi todos tus certificados de hace dos años… Ni siquiera sabía que hubieses estado haciendo cursos y estudiando… No sabía nada —admitió—. Ojalá me lo hubieses contado.
—Me sentía avergonzado. Tú tenías estudios y yo me estaba preparando en cursos muy básicos. Dios santo, ¿por eso me llevaste a esa galería de arte?
—Pensé que te gustaría —admitió él.
—Solo hice el curso por el tema de Chanchu —comentó YoonGi—, pero, si te soy sincero, ya me da igual.
—Yo tampoco soy un experto en arte. Y no cambiaría nada de ti. Me siento orgulloso de cómo eres y estoy feliz de estar contigo. Es un verdadero orgullo que seas mi esposo —le aseguró Seok Jin sonriendo de oreja a oreja antes de tomarlo en brazos y llevarlo hasta la cama.
—¿De verdad? —preguntó.
—De verdad. Ojalá me hubiese dado cuenta antes de lo que sentía por ti, porque nos habríamos ahorrado mucho sufrimiento.
—Aun así, yo también te amo —admitió YoonGi sonriendo.
—Pues no entiendo por qué.
—Tal vez porque he conocido una parte de ti que otras personas no ven. No sé. El caso es que siempre te he querido —reflexionó YoonGi, relajado por primera vez en mucho tiempo al saber que su amor era correspondido.
—Estoy seguro de que te quiero más de lo que tú me quieres a mí —dijo Seok Jin antes de darle un beso—. Lo siento, pero ya sabes cómo soy de competitivo.
—Pues en eso te dejo ganar —bromeó YoonGi.
Solo queda el epílogo y se acaba. 🥺🥀
No olviden votar y comentar.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top