ೃ✭ Capítulo 14 ೃ✭
Una hora después estaban fuera, recostados en una enorme tumbona, cerca del fuego y rodeados de platos vacíos que evidenciaban la sustancial cena de la que habían disfrutado. YoonGi tomó la copa de champán que tenía al lado y suspiró.
—Qué tranquilidad, con solo el sonido del mar de fondo.
—De niño siempre me encantaba ese sonido. Mis padres solían traernos aquí y...
Seok Jin se interrumpió a media frase.
YoonGi lo miró, consciente de que se había puesto tenso de repente.
—¿Y qué? —le preguntó—. Es estupendo que tengas recuerdos bonitos de tu niñez.
—Por aquel entonces, mis hermanas y yo éramos muy pequeños. Fue mucho antes de que mis padres rompieran... antes de que mi padre conociese al amor de su vida —terminó Seok Jin en tono amargo.
—¿Y... quién era ella? —continuó preguntando YoonGi.
Era la primera vez que Seok Jin hablaba del divorcio de sus padres y él quería saber más.
—Una modelo que se llamaba Choyeon. Era su amante, pero cuando se quedó embarazada por accidente, de un hijo que al final resultó no ser de mi padre, este decidió que no podía vivir sin ella.
—Vaya —dijo YoonGi en voz baja, incómodo con las similitudes entre su propia relación y la del padre de Seok Jin con su amante.
Se dijo que tal vez aquel fuese el motivo por el que Seok Jin siempre había mantenido cierta distancia emocional con él.
—Un verano, mis hermanas y yo volvimos a casa del internado y nos enteramos de que toda nuestra vida había cambiado. Mi padre se había divorciado de mi madre y la había metido en un apartamento lejos de nosotros. Ya no podíamos venir a esta isla ni podíamos estar en nuestra casa porque mi padre, y mira que me cuesta llamarlo así, se había casado con Choyeon y esta se había negado a tener cerca a los hijos de su primer matrimonio.
A YoonGi le sorprendió oírlo hablar con tanta amargura, pero pudo imaginar lo horrible que tenía que haber sido para sus hermanas y para él ver a su madre rechazada y sentirse excluidos de todo lo que anteriormente había sido suyo.
—¿Y tu abuelo no intervino? Antes has dicho que la isla era suya.
—Mi abuelo no podía repudiar a su propio hijo y, como es natural, tampoco quería enemistarse con su nueva nuera. No obstante, se arrepiente de no haber hecho más para ayudar a mi madre, pero por aquel entonces estaba centrado en intentar reparar el daño que las extravagancias y el nuevo matrimonio de Sokhwan le habían causado a la familia y al negocio.
—¿Guardaste el contacto con tu padre después del divorcio? —le preguntó YoonGi.
—No, después de verlo la primera vez, solo volví a verlo otra —le contó—. El amor puede llegar a ser una emoción muy destructiva. Mi padre destruyó a su familia en nombre del amor y mi madre jamás se recuperó del golpe.
YoonGi empezó por fin a comprender por qué Seok Jin había llegado a la conclusión de que las emociones humanas podían ser tóxicas. De niño, había visto las peores consecuencias de lo que él pensaba que era amor cuando su padre había sacrificado a su familia para poder estar con la mujer que amaba.
—No puedes decir que el amor de un padre por su hijo es destructivo —comentó YoonGi.
—Un hombre de principios puede hacer lo que tiene que hacer por su familia sin hablar de amor —respondió él, abrazándolo—. No necesito quererte para cuidar de ti.
A YoonGi le ardieron los ojos. Era evidente que Seok Jin no había cuidado de él cuando había decidido casarse con Hana dos años antes, pero aquel era un recuerdo que prefería no despertar. En su lugar, dejó su copa y apoyó la cabeza en el hombro de Seok Jin.
—Supongo —continuó este después de haberse quedado pensativo, algo poco habitual en él—, que quiero a Jeongguk, pero porque es un ser pequeño e indefenso. Es como un cachorro de gato o de perro. Antes de marcharme de Yorkshire le hice muchas fotografías y, después, estaba deseando volver a verlo.
A YoonGi le resultó triste sentir envidia de su hijo por haber acaparado la atención de Seok Jin en tan poco tiempo.
—También tenía muchas ganas de verte a ti... ya lo has visto, no he podido esperar a que nos encontráramos en la iglesia —le confesó Seok Jin, pasando la barbilla por su suave cuello.
Por fin se sentía en paz después de mucho tiempo y se preguntaba qué tenía YoonGi para causar semejante efecto en él.
—No sé por qué he ido a verte. Ha sido una locura.
—No me ha importado —contestó YoonGi, girándose entre sus brazos para mirarlo a él en vez de mirar a las estrellas.
La expresión de su rostro era de diversión con su propio comportamiento de aquella mañana y era evidente que todavía estaba dándole vueltas al tema.
—La verdad es que, en el fondo, me parece que tenía miedo que no vinieras a la iglesia... ¿Te parece una locura?
Pensó que si Seok Jin hubiese sabido cuánto lo quería, no habría tenido esa duda. Por muy enfadado que hubiera estado con él, jamás lo habría dejado plantado en el altar.
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