ೃ✭ Capítulo 13 ೃ✭
El helicóptero aterrizó en un claro iluminado por antorchas en la isla de Kim.
—Así que esta es la isla donde naciste. ¿Es tuya? —preguntó YoonGi, mientras Seok Jin lo ayudaba a bajar y después volvía a tomar a Jeongguk en brazos y ayudar también a la niñera.
—Todavía pertenece a mi abuelo. Supongo que, de haberla heredado mi padre, a estas alturas ya estaría vendida —comentó—. Vendió todo lo que pudo antes de morir.
—¿Fue tu familia la que le puso el nombre a la isla?
—No. Creo que mis ancestros empezaron a utilizar ese nombre hace varias generaciones, después de una disputa familiar que los dividió en dos facciones —le explicó Seok Jin, acompañándolo hasta el coche.
—Estoy deseando conocer a tu familia —mintió YoonGi por educación.
No podía negar que sentía curiosidad, pero tenía miedo de cómo iban a recibirlo. Podrían recriminarle muchas cosas: la rapidez con la que habían organizado la boda, que Jeongguk no naciera en el seno del matrimonio, y que él fuese un extraño y no perteneciera a ninguna familia de alto linaje. Estaba seguro de que todo aquello hacía que lo vieran con cautela y, posiblemente, con hostilidad.
—Los conocerás a todos mañana —le dijo Seok Jin.
—Pensé que los vería ahora… esta noche —respondió él en tono tenso.
—Ha sido un día muy largo y esta noche no vamos a quedarnos en la casa principal. Les presentaremos a Jeongguk por la mañana.
Seok Jin pasó una mano por la espalda del niño y luego lo sentó en la sillita del coche.
—Cuanto antes esté en la cama, mejor. Irene, nuestra institutriz te ayudará esta noche porque sé que estás cansado. Dejaremos a la niñera y a Jeongguk en casa de Yoona.
—¿Dejar a Jeongguk? —preguntó YoonGi.
—Relájate. No vamos a abandonarlo en un parque —le dijo Seok Jin en tono divertido—. Vamos a pasar la noche de bodas en la casa de la playa. Recogeremos a Jeongguk por la mañana, antes de ir a conocer a la familia. A Yoona le encantará ser la primera en conocer a mi hijo.
Al llegar a casa de Yoona, YoonGi se dio cuenta de que Seok Jin no había exagerado, ya que su llegada causó mucha alegría. Yoona era una mujer rechoncha, de mediana edad. Saludó a Seok Jin con muchísimo cariño y tomó a Jeongguk en brazos con una cálida sonrisa mientras le daba la bienvenida a Irene.
Seok Jin y YoonGi volvieron al coche y un rato después este se detenía delante de un camino de arena. El conductor, que era un hombre joven, sacó las maletas y echó a andar por un camino.
—Ten cuidado —le advirtió Jin a YoonGi—, es un camino muy empinado.
—No me habría puesto estos zapatos si hubiese sabido que íbamos a venir a la playa —murmuró el—. Pensé que íbamos a conocer a tu familia.
—Quería sorprenderte.
—Pues lo has conseguido —dijo YoonGi riendo.
Clavó la vista en la inmaculada playa que se extendía a sus pies. El sol se había puesto ya, pero había una hoguera que iluminaba parte de la playa e incluso las olas. La casa de madera estaba en un extremo.
—¡Qué bonito! —exclamó YoonGi al verla.
Seok Jin lo llevó en brazos hasta la puerta y a YoonGi se le cayó un zapato. Él dijo que era lo mejor, ya que no podía andar con ellos. Cuando lo dejó en el suelo de madera, YoonGi estaba sonriendo. Había flores y velas por todas partes. El conductor dejó las maletas y se marchó.
YoonGi recorrió la lujosa casa descalzo mientras se liberaba de la chaqueta.
—¿Quieres champán? —le preguntó Seok Jin.
—Tal vez más tarde. Ahora lo que necesito es una ducha —admitió él, que estaba deseando quitarse lo que restaba del traje y las joyas—. ¿Me quitas el collar?
—Si te lo quito, no vas a llegar a la ducha —le advirtió él.
Le soltó las perlas, luego le desabrochó los primeros botones de la camisa, apartó la tela hasta descubrirlo y le dio un beso en el hombro.
—Tienes la piel tan suave —dijo con voz ronca, terminando de soltar todos los botones y deslizando la prenda hasta que cayera al piso.
—Veo que no voy a llegar a la ducha —admitió, girándose muy despacio hacia Seok Jin.
—En cualquier caso, la ducha será más tarde, y es probable que tengas que compartirla —le dijo él sonriendo—. Eso, si permito que salgas de la cama…
YoonGi quería preguntarle si pensaba que tenía rollitos en el abdomen, pero se contuvo. Intentaba mantener un peso estable, pero nunca le había importado ser muy rellenito. Le molestó que su cuerpo le preocupara de repente.
—Tú llevas puesta demasiada ropa —comentó en su lugar.
Seok Jin lo tomó en brazos y le besó apasionadamente antes de llevarlo hasta la cama.
—Te prometo que después vendrá la ducha, la comida y el comportamiento civilizado.
YoonGi recordó la multitud de ocasiones en el pasado en las que Seok Jin lo había abrazado con impaciencia nada más entrar por la puerta de casa. Siempre le había gustado y había visto en aquel fervor la prueba de que era mucho más importante para él de lo que se atrevía a confesar.
Por supuesto, la noticia de que iba a casarse con Hana había sido muy dolorosa. Así, Seok Jin lo obligó a darse cuenta de que era peligroso soñar, y que había sido un tonto por hacerse ilusiones para así sentirse más seguro. No obstante, en cuanto sus pensamientos tomaron aquel rumbo, YoonGi los apartó de su mente y se recordó a sí mismo que era su noche de bodas.
Seok Jin era su marido y era suyo como nunca antes, se dijo, intentando apartar de su mente todas las preocupaciones. Junto con Jeongguk, iban a ser una familia. Y también iban a formar parte de otra familia mucho más grande, que YoonGi esperaba que pudieran aceptarlo, aunque fuese solo por el bien de Jeongguk.
—¿Has organizado tú todo esto? —preguntó YoonGi, señalando las flores y las velas—. ¿Se suele utilizar esta casa?
—Yo hacía mucho tiempo que no venía —admitió él, quitándose la camisa—. La hermana de Namjoon, JiYeon, es diseñadora de interiores y me ha hecho el favor de prepararlo todo deprisa y corriendo. El resto lo ha hecho el personal de la casa principal.
—Me encantan las velas y las flores —comentó YoonGi.
—Sabía que te gustarían… siempre has sido muy romántico —bromeó.
—Pero lo has organizado tú, así que también debes de ser romántico — añadió, sorprendido de que Seok Jin pidiera que hiciesen todo aquello para su noche de bodas solo para complacerlo.
—Yo nunca seré romántico, pero soy lo suficientemente inteligente como para saber lo que tengo que hacer para complacerte, gatito.
YoonGi hizo un esfuerzo enorme para apartar la atención de sus abdominales.
Era un hombre increíble y estaba con él, no con la también increíble Hana. Por un segundo, la idea hizo que se pusiese nervioso, pero se reprendió por pensar en aquello. Seok Jin estaba casado con YoonGi y Hana formaba parte de su pasado. Ajeno a sus crisis de inseguridad, Seok Jin se quitó los pantalones y la ropa interior con impaciencia.
A YoonGi se fue el aliento, se le aceleró el pulso. Hacía tanto tiempo que no disfrutaba de ver a Seok Jin desnudarse. El día que había comido con él en el hotel y habían terminado en la cama, ni siquiera se había quitado la ropa. Le ardió el rostro al recordarlo.
—¿En qué piensas? —le preguntó él, volviendo a la cama.
YoonGi se lo dijo y Seok Jin se echó a reír.
—No te seduje precisamente, ¿no? Estaba excitado como un adolescente, pero al menos utilicé protección.
—Yo también me dejé llevar —admitió, pasando la mano por su mandíbula—, pero será mejor que tengas cuidado, porque no estoy utilizando ningún método de contracepción.
Seok Jin lo tumbó y se inclinó sobre él.
—¿Debo tener cuidado? Me perdí el embarazo de Jeongguk y me encantaría poder verte así —le confesó con los ojos brillantes.
Aturdido, YoonGi pensó que ningún otro comentario le habría gustado más. Aunque le sorprendió que Seok Jin quisiera tener un segundo hijo, porque eso significaba que veía su matrimonio como un acuerdo a largo plazo.
—Me puse muy gordo —le advirtió.
—Estás precioso —comentó él—. Dios, cómo me gusta tu cuerpo.
—¿De verdad?
—No puedo dejar de acariciarte, YoonGi —gimió él, desabrochando el cinturón para bajarle el pantalón junto con la ropa interior y tomar su miembro con la mano—. Jamás podría…
El cerebro de YoonGi no dejaba de funcionar y lo estaba alentando a hacer preguntas cuya respuesta necesitaba conocer.
—Entonces, ¿por qué te casaste con una mujer que debe de pesar la mitad que yo?
De repente, se hizo el silencio. Seok Jin lo miró a los ojos.
—Me casé con ella por los motivos equivocados… y pagué por ello —admitió.
YoonGi quiso saber más, pero eso podía implicar estropear su noche de bodas con la sombra del pasado. Así que hizo un esfuerzo casi sobrehumano para olvidarse del tema, ya que era evidente que Seok Jin se arrepentía de lo que había ocurrido. ¿Era ese arrepentimiento suficiente para contentarlo? ¿Era suficiente para sanar su ego herido?
—Quiero pasar toda la noche haciéndote el amor —le aseguró Seok Jin—, pero entonces mañana estarás demasiado cansado para conocer a mi familia.
—Ahora, vas a tenerme todas las noches que quieras —le susurró al oído.
—Pues te prometo que las voy a aprovechar, porque estoy muy necesitado de sexo —confesó él mientras besaba su cuello y lo masturbaba al mismo tiempo—. Jamás pude saciarme de ti y ahora que por fin eres mío, voy a ser muy exigente.
—Promesas… promesas —respondió el menor, sintiéndose cada vez más seguro.
Vio cómo su esposo iba descendiendo por su pecho dejando un sendero de besos y mordidas, se detuvo al llegar a su lugar más sensible, Jin lo miraba fijamente a los ojos y a la vez hundió el pene completamente en su boca quedándose un momento así consiguiendo hacer pequeños masajes con su lengua, volvió a sacarlo rozando levemente sus dientes en la punta que hizo al menor sujetar las sábanas en un puño, esas maravillosas sensaciones lo volverían loco en cualquier momento. No contentó con torturar su miembro de esa forma tan erótica lo sacó de su cavidad y elevó las piernas poniéndolas contra su pecho y él llevando sus húmedos labios hasta su entrada empezando a lamerla como si se tratara del caramelo más delicioso de todos.
En este instante YoonGi podía ver estrellas en sus ojos aunque estos estuvieran fuertemente cerrados, cada vez le costaba más trabajo pensar con claridad e incluso hablar. Seok Jin siguió lamiéndole con pericia y gimió desesperado enterrando sus dedos en la cabellera oscura entre sus piernas, mientras su esposo utilizaba la boca para hacerlo llegar al clímax.
Todavía se sentía débil cuando Seok Jin lo tumbó boca abajo.
—¿Qué haces?
—Hoy estoy en modo dominante, gatito —le dijo él, agarrándole por las caderas para penetrarlo de una sola estocada brusca, y consiguiendo que el deseo de YoonGi volviese a crecer.
Giró la cabeza hacia su hombro, dirigiendo su mirada hacia Seok Jin, con la satisfacción y el placer plasmados en su rostro, su pecho brillaba por las pequeñas gotas de sudor, se veía como un auténtico dios griego, hermoso y poderoso.
En realidad, a YoonGi siempre le había gustado que Seok Jin se mostrará así de apasionado en la cama. Su comportamiento dominante hacía que se sintiese irresistible. Todo su cuerpo se estremeció, sintió que le costaba respirar y pensó que el corazón se le iba a salir del pecho. Notó una oleada de pequeñas convulsiones internas en la parte más íntima de su cuerpo que pronto le causaron una explosión de placer.
—Q-qué bien lo haces —balbuceó con voz temblorosa.
Seok Jin empezó a apartarse de su cuerpo, pero él lo agarró del brazo y abrió los ojos.
—No, no te vayas. Lo odio.
—Yo soy así —respondió Seok Jin con el ceño fruncido.
—Pero no tienes por qué serlo. Eres capaz de abrazar a Jeongguk.
—Eso es diferente.
YoonGi sabía que estaba entrando en terreno pantanoso y que, posiblemente, aquel no fuese el mejor momento para quejarse, pero siempre le había dolido que Seok Jin se apartará de él nada más terminar el acto sexual.
—Nunca has tenido problemas para abrazarme cuando has visto que estaba disgustado por algo, ¿verdad?
—Bueno, no, pero…
—Pues piensa que estoy disgustado —le sugirió entusiasmado, pensando que acababa de encontrar la solución perfecta al problema.
Seok Jin lo miró fijamente.
—¿Qué? —preguntó con incredulidad.
—Que, después del sexo, pienses que estoy disgustado y que tienes que abrazarme.
—No me gusta pensar que estás disgustado después de haberte hecho el amor.
—¿Por qué siempre tienes un argumento para todo? —protestó YoonGi—. Estoy intentando encontrar una estrategia que nos convenga a ambos.
—Pues olvídalo —le recomendó Seok Jin, rodeándolo con ambos brazos y apretándole contra su cuerpo—. Intentaré trabajar en ello, ¿te parece?
—Me parece bien —respondió, satisfecho.
Le acarició el pecho y después bajó la mano todavía más, para demostrarle que el cambio de actitud también podía tener sus ventajas.
—Muy bien —añadió Jin con voz ronca—. Muy, muy bien.
Gracias por leer y feliz año nuevo para todos!!! (◍•ᴗ•◍)✧*。
Besos y abrazos ♥
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