𝖎𝖎𝖎. 𝖉𝖎𝖓𝖓𝖊𝖗 𝖜𝖎𝖙𝖍 𝖐𝖆𝖞𝖆
CENA CON KAYA
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—Quisiera probar el pescado, por favor.— pidió Kaya con una voz suave, casi suplicante.
—Lo siento, señorita Kaya, pero no es posible.— respondió Klahadore con su tono usualmente frío, aunque sus ojos traicionaban una pizca de irritación al ver que la conversación no terminaba ahí. Jeanette, quien estaba al otro lado de la mesa, le lanzó una mirada cargada de odio. La tensión pasó desapercibida para la mayoría, pero no para un joven peliverde que observaba la escena con interés.
—¿Ni siquiera un pequeño trozo?— insistió Kaya, sin poder ocultar su antojo.
—Sabe que algunos alimentos podrían afectarle gravemente, señorita.— replicó Klahadore, tan cortante como siempre.
—Oh, vamos, Klahi~. ¿Qué puede pasar por un poco de pescado? No seas tan amargado.— intervino Hydra con una sonrisa burlona. Le encantaba llamarlo por ese apodo, sabiendo que a él le disgustaba profundamente. Era su forma de irritarlo, ya que tampoco lo soportaba.
—Está bien, Hydra. No quiero causar problemas.— murmuró Kaya, tratando de calmar las aguas. Su tono apaciguador contrastaba con la creciente hostilidad en la sala.
Justo en ese momento, Buchi, el cocinero, dejó frente a Kaya un plato con un líquido espeso y azul. Su “caldo especial”. Kaya lo miró con desilusión, pero no dijo nada.
—Es su cumpleaños. Debería poder comer lo que quisiera.— intervino Nami, rompiendo el incómodo silencio. Su voz cargaba una autoridad tranquila que, sin embargo, hizo que Anise se estremeciera. La simple presencia de la navegante parecía ponerla nerviosa.
—La salud de la señorita Kaya requiere cuidado y control, incluso en días especiales.— respondió Klahadore, esta vez con un toque de superioridad.
—¿También decides por ella, Klahadore?— soltó Jeanette con veneno en su voz, mientras apretaba el mango de un cuchillo con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos. Cómo odiaba a ese hombre. Desde el momento en que lo conoció, algo en él le había parecido siniestro.
Klahadore apenas logró ocultar su frustración, optando por suspirar en lugar de responder. Pero en su interior, deseaba echar a todos fuera de la mansión.
—¡Yo quiero pescado!— gritó Luffy, rompiendo la tensión con su usual despreocupación.
—Luffy, ¿no tenías algo que hablar con Kaya?— intervino Usopp apresuradamente, intentando desviar el tema.
—Oh, sí, Usopp me contó que el astillero es tuyo.
Kaya asintió con una sonrisa leve.— Bueno, mis padres lo fundaron, pero hoy, a medianoche, seré la única propietaria.
—¡Perfecto! Porque queremos comprarte un barco.
—Claro, Usopp mencionó que son marines.
—No, no, no. Somos piratas.
Hubo un momento de silencio incómodo. La declaración de Luffy provocó reacciones diversas. Jeanette ocultó una sonrisa tras su copa de vino tinto, mientras que el amigo de Kaya casi escupió su bebida.
—¿Piratas?— repitió, incrédulo.
—¡Sip! No llevamos mucho tiempo, pero ya hemos peleado contra un payaso, asaltado una base y vencido a un capitán con un hacha en vez de una mano.— explicó Luffy con una emoción contagiosa, casi infantil.
—Son como tus historias, Usopp.— comentó Kaya con una sonrisa cálida.
—Por lo menos las suyas son reales.— murmuró Hydra antes de dar un sorbo a su vodka.
—Y eso es solo el comienzo.— Luffy dejó su plato a un lado y, de repente, se subió a la mesa, sorprendiendo a todos.
Jeanette se llevó una mano a la boca para contener una carcajada. No quería arruinar su imagen de "La temible Jeannette Draconis", pero el espectáculo era demasiado para ella.
—¿Qué está haciendo? ¡Baje de ahí inmediatamente!— ordenó Klahadore, furioso.
Luffy lo ignoró por completo.— ¡Ser pirata ha sido mi sueño desde que tengo memoria! Y ahora lo estoy haciendo realidad. ¡Iremos a la Grand Line, encontraremos el One Piece, y me convertiré en el Rey de los Piratas!— proclamó, sujetando a Kaya por los hombros con entusiasmo.— Kaya, tienes un barco precioso. Con él lograré mi sueño. Te juro que lo cuidaré como a otro miembro de la tripulación.
El apasionado discurso de Luffy dejó a Kaya sin palabras. Una mezcla de asombro y admiración brillaba en sus ojos. Mientras tanto, Klahadore apretaba los dientes con frustración contenida, y Hydra, alzando su copa, murmuró:
—Bueno, al menos será entretenido.
—¡Ya basta! Sabía que Usopp traería gentuza a nuestra mansión.— espetó Klahadore, con desdén en cada palabra.
—¡Oye, idiota! Ten más cuidado con lo que dices sobre mi hermano y sus amigos. No querrás que te corte un brazo, ¿verdad?— respondió Jeanette, avanzando con una sonrisa peligrosa mientras desenfundaba una navaja. Antes de que alguien pudiera reaccionar, la hoja brillaba peligrosamente cerca del cuello de Klahadore.
El aire en el comedor se volvió denso. Nadie osaba moverse.
—Jeanette, por favor...— rogó Kaya con voz temblorosa, aferrándose al brazo de su amiga.
Los ojos de Jeanette se clavaron en Klahadore por un momento eterno, y luego bajaron hacia Kaya. Finalmente, con un suspiro, dejó que su compañera la apartara con suavidad. Suspiró con frustración mientras bajaba lentamente el arma.
La tension no habia terminado. Antes de que alguien pudiera decir una palabra, Kaya empezó a toser violentamente.
—¡Mira lo que habéis hecho! espetó Klahadore, mirando con repulsión a Jeanette.— La habéis alterado, especialmente tú... sucia pirata.
Jeanette lo fulminó con la mirada, su mandíbula apretada para contener una réplica cargada de furia.
—Salid todos de aquí, ahora mismo.— ordenó Klahadore con un ademán despectivo.
—No...— intervino Kaya con esfuerzo, recuperando el aliento.— Es tarde. Que duerman aquí esta noche.
Klahadore apretó los labios con disgusto, pero no contradijo a su ama.
—Como desees, señorita.— dijo finalmente, con frialdad.— Pero se irán a primera hora de la mañana.
Sin esperar respuesta, tomó a Kaya del brazo y la escoltó fuera del comedor sin siquiera mirar atrás.
Hubo un silencio incómodo antes de que Luffy lo rompiera con una sonrisa despreocupada.
—Bueno, ha ido bien, ¿no?
—Sí, de maravilla.— respondió Jeanette con una sonrisa amarga mientras dejaba su servilleta sobre la mesa. Acto seguido, se levantó con movimientos firmes y salió del comedor, emanando un aura que helaba la sangre.
—¿Qué le pasa? ¿Le ha sentado mal la comida?— preguntó Luffy, rascándose la cabeza, genuinamente desconcertado.
—No es nada grave, de verdad intervino Anise con una sonrisa forzada mientras se levantaba para seguir a su capitana.— Mañana estará mejor. Que descanséis bien, chicos.
Hydra, por su parte, lanzó una última mirada hacia la puerta por donde había salido Klahadore.
—Ese imbécil es un payaso con aires de grandeza. No sé quién demonios se cree que es.— masculló antes de salir sin despedirse.
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